Lucas, el médico amado
DESDE el punto de vista bíblico no hay razón para que persona alguna se jacte de sus habilidades. Como el apóstol Pablo declara: “¿Quién hace que difieras de otro? En verdad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido? Ahora, pues, si verdaderamente lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?” (1 Cor. 4:7, NM) Ni podemos jactarnos de nuestras obras como si hubiéramos logrado mucho o hecho grandes cosas, porque Jesús correctamente observa, “Cuando hayan hecho todas las cosas asignadas a ustedes, digan, ‘Somos esclavos que no servimos para nada. Lo que hemos hecho es lo que deberíamos haber hecho.’” (Luc. 17:10, NM) El apreciar estas verdades nos mantendrá humildes y nos hará diligentes en usar todos nuestros dones en el servicio de Jehová Dios.
Juzgando por los propios escritos de Lucas así como por lo que otros escribieron respecto a él es evidente que él tuvo el correcto aprecio de estos asuntos. No sólo sirvió bien como colaborador de Pablo sino que escribió casi la misma cantidad de las Escrituras cristianas griegas que Pablo, cada uno habiendo escrito alrededor de dos séptimas partes; ya que juntos su relato del ministerio de Jesús y los Hechos son tan largos como las catorce cartas de Pablo. Aunque hizo tan buen uso de sus habilidades naturales que fue el cronista cristiano más notable, él estudiosamente se mantuvo en el último término.
¿QUÉ SE SABE ACERCA DE LUCAS?
Están en contraste notable con las Escrituras en cuanto a esto los escritos apócrifos y tradiciones orales, los cuales están repletos de detalles fantásticos, invenciones de fértiles imaginaciones religiosas. Es ilustrativo de ello la tradición de que Lucas fué un artista, un pintor, y que pintó un cuadro de la “Virgen María”. Empero, la primera mención de esta tradición se hace en 980 d. de J.C., o sea más de 900 años después que Lucas escribió sus relatos. En vista de sus pocas referencias a María después que Jesús llegó a ser adulto, las cuales referencias en casi todo caso hacen resaltar que ella no se ha de considerar mejor que cualquiera otra mujer que ejerce fe, requiere bastante credulidad creer que Lucas se sintió impelido a pintar un cuadro de ella.—Luc. 8:21; 11:27, 28.
Sabemos que Lucas era médico, porque Pablo se refiere a él como “Lucas el médico amado”. (Col. 4:14, NM) Pablo también incluye a Lucas entre sus “colaboradores”, en su carta a Filemón. (Versículo 24) La única otra vez que se menciona el nombre de Lucas en las Escrituras es Pablo quien lo hace. En su segunda carta a Timoteo, escrita en 65 d. de J.C., durante la segunda encarcelación de Pablo y por lo tanto poco antes de su muerte, él escribe: “Haz cuanto puedas por venir a mí en breve. Porque Demas me ha abandonado porque amó el presente sistema de cosas, y él ha viajado a Tesalónica, Crescente a Galacia, Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo.” (2 Tim. 4:6-11, NM) De este modo Pablo nos da su concepto de Lucas, un fiel colaborador amado.
Lo poco que sabemos acerca del paradero de Lucas lo obtenemos de su relato de los Hechos, donde su uso del pronombre de la primera persona plural “nosotros” revela que él acompañó a Pablo en algunos de sus viajes misioneros. Por lo tanto en Hechos 16:10 (NM), después de contar la visión de Pablo respecto a la llamada de Macedonia por ayuda, leemos: “Ahora bien, tan pronto como hubo visto la visión, procuramos partir para Macedonia, llegando a la conclusión de que Dios nos había llamado para declarar las buenas nuevas a ellos.” Del contexto sabemos que Lucas acompañó a Pablo a Filipos, en su segundo viaje misionero. Parece que él permaneció allí hasta unos cuantos años después, cuando Pablo pasó por allí en su tercer viaje misionero y Lucas le acompañó a Cesarea y Jerusalén. Lucas también acompañó a Pablo en su viaje a Roma.
De los escritos de Lucas es evidente que él fué mucho más instruído que tales hombres “del vulgo” como Pedro y Juan; y eso es lo que esperaríamos de un médico. (Hech. 4:13, NW) Su vocabulario es el doble del de Mateo y Marcos. Sus relatos están mejor expresados, son más variados, contienen mejor griego y se acercan más al griego clásico que los de cualquier otro escritor de las Escrituras cristianas griegas.
Aunque algunos han considerado que esto significa que Lucas fué un gentil griego, tal cosa no es necesariamente el caso. El hábil uso que Lucas hizo del griego fácilmente se explica por haber sido un hombre instruído, un médico; además él pudo haber sido un helenista, un judío de habla griega. Algunos se refieren al contexto de la referencia que Pablo hace a él en Colosenses 4:14, en que Pablo habla de los de la circuncisión y luego menciona a otros incluyendo a Lucas. Sin embargo, eso está lejos de ser concluyente. Lo que parece ser el testimonio más concluyente sobre el asunto es la declaración de Pablo de que los judíos fueron los únicos a quienes “se les confiaron las declaraciones sagradas de Dios”. (Rom. 3:1, 2, NM) Si Lucas no fué judío él sería la única excepción entre todos los que Jehová usó para darnos su Palabra, las Escrituras hebreas y las Escrituras cristianas griegas. Eso no parece razonable.
EL EVANGELIO DE LUCAS Y LOS HECHOS
Lo que Lucas escribió no sugiere antecedentes no judíos, ya que es tan hábil en el uso de hebraísmos como en el de expresiones griegas. Su perspectiva parece universal, apelando tanto al judío como al gentil. Es un narrador sobresaliente, estando sus relatos bien arreglados y cronológicamente exactos. De los cuatro relatos del ministerio terrestre de Jesús el suyo es el más amplio. Sin duda Dios puso en su corazón el hacer un registro de esos eventos importantes y el espíritu santo guió su pluma. Como él lo expresa: “Puesto que muchos han emprendido la recopilación de una declaración de los hechos que entre nosotros son plenamente acreditados, así como nos los entregaron los que desde el principio llegaron a ser testigos oculares y servidores del mensaje, resolví también, porque he investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud, escribirlas en orden lógico para ti, excelentísimo Teófilo, para que sepas plenamente la certeza de las cosas que te han sido enseñadas oralmente.”—Luc. 1:1-4, NM.
¡Cuán elocuente testimonio da Lucas a la autenticidad bíblica aquí! Los hechos están garantizados por testigos oculares; él mismo ha investigado todas las cosas con exactitud desde el comienzo y luego las ha arreglado lógicamente, proporcionando así una base sana para la fe. Con esto Lucas indica la superioridad del registro escrito sobre el oral.
Muy probablemente entre los registros escritos mediante los cuales Lucas hizo su investigación exacta de todo desde el comienzo estuvieron los relatos inspirados de Mateo y Marcos. Sin embargo, no debemos pensar que Lucas simplemente copió de éstos, sino más bien que los usó como material de consulta. Su relato tiene demasiadas variaciones en detalles así como demasiados puntos no abarcados por otros para apoyar la opinión de algunos críticos modernos de que los escritos de los tres escritores sinópticos, Mateo, Marcos y Lucas, se basaron en un solo relato original.
Parece que Pablo influyó casi tanto en el relato que Lucas escribió del ministerio de Jesús como Pedro influyó en el relato de Marcos. Parece que Lucas escribió su Evangelio cerca de 56-58 d. de J.C., o poco antes de completar la escritura de los Hechos, en 61 d. de J.C.—Hech. 1:1-3.
Entre los sucesos que sólo Lucas registra, los cuales, junto con su relato de sucesos registrados también por otros, autorizan el que se llame a su Evangelio el más amplio, están: los detalles en conexión con la concepción y el nacimiento de Juan el Bautista; el canto de alabanza de María y el de los ángeles; la presentación de Jesús en el templo, su circuncisión, y su viaje a Jerusalén a la edad de doce años; el envío de los setenta evangelistas; la experiencia de los dos discípulos en camino a Emaus; también mucho de los posteriores ministerios de Jesús en Perea y Judea. (Luc. 10:1 a 18:14) Lucas apreció el valor de las fechas, siendo él el único que nos dió eslabones con la historia seglar: la fecha del registro que trajo a José y María a Belén, y el año en que Juan el Bautista empezó su ministerio. También él es el único que nos dice a qué edad empezó Jesús a predicar.—Luc. 1:1 a 3:23.
Peculiares de Lucas son también los muchos estudios de contraste que hizo: los nueve leprosos judíos desagradecidos en contraste con el leproso samaritano agradecido; el buen samaritano en contraste con el sacerdote y el levita; la oración del fariseo en contraste con la del recaudador de rentas; el hombre rico en contraste con Lázaro; María en contraste con Marta; el hijo pródigo en contraste con el hermano mayor farisaico; el ladrón mofador en contraste con el ladrón arrepentido; etc.
Lucas, no satisfecho con sólo darnos el relato de los eventos maravillosos del ministerio de Jesús, lo completó con una historia exacta de la congregación cristiana primitiva, en su libro de los Hechos. En éste él nos dice de la dádiva del espíritu santo en el Pentecostés, cómo se esparcieron las buenas nuevas a las naciones, y cómo esa persecución, lejos de detener la obra predicadora, hizo que llegara a ser más extensa. Él nos da mucha información valiosa en cuanto a cómo hicieron frente los apóstoles a los puntos en cuestión de su día, proporcionándonos una guía actual. Sobresalientes son sus informes de las defensas hechas por Pedro y Juan, por Esteban y por Pablo delante de las autoridades religiosas y políticas. Sin el registro de los Hechos las cartas de Pablo perderían mucha de su fuerza.
En su juventud Lucas sin duda consideró el arte de curar como un medio con el cual podría servir a su prójimo y al mismo tiempo ganarse la vida. Pero ¡cuán limitado hubiese sido el bien que hubiera logrado si se hubiera contentado con esa profesión! Al dejar todo atrás para hacerse seguidor de Cristo Jesús y trabajar en el programa divino de curación espiritual que Dios instituyó mediante Cristo Jesús, ¡cuánto mayores fueron sus privilegios! No sólo tuvo el privilegio de ser colaborador amado del apóstol Pablo, uno de los más grandes misioneros cristianos de todo tiempo, sino también el de ser el cronista descollante de los eventos más notables que jamás han acontecido sobre esta tierra.
Lucas puso un buen ejemplo. Que todos los que se han dedicado a Jehová Dios por medio de Cristo Jesús igualmente busquen el Reino primero y hagan el mejor uso posible de sus cualidades naturales para la honra del nombre de Jehová y para el adelanto de la adoración verdadera en la tierra.