La manera de enseñar del Maestro
“Jamás ha hablado otro hombre como éste.”—Juan 7:46.
1. ¿Quién es el mayor maestro que ha estado en la tierra? ¿Qué cosas debemos aprender de él, y con qué resultado?
CUANDO estuvo en la tierra hace mil novecientos años solían llamarlo Señor, Maestro e Instructor. (Mat. 8:19, 21; Luc. 5:5; 8:24, 45) Este fue Jesús, cuyo nacimiento en Belén los ángeles del cielo anunciaron y a quien Dios su Padre celestial envió y ungió con su espíritu para predicar y enseñar entre los hombres. (Luc. 2:4-14; 3:21-23; 4:16-22) ¡Nunca ha habido un mayor maestro en la tierra que Jesús! Ningún hombre imperfecto puede sobrepujar su eficacia en el ministerio. Como Jesús mismo dijo: “El alumno no está sobre su maestro, pero,” agregó él, “todo el que esté perfectamente instruído será como su maestro.” Jesús el Maestro Perito dirigió a sus discípulos a predicar como él predicaba, y los instruyó a enseñar como él enseñaba. Cuando copiamos a Jesús por medio de hablar la palabra de Dios y no ideas de nuestra propia originalidad, demostramos que estamos siguiéndolo. Cuando usamos los mismos métodos de enseñanza que Jesús, entonces estamos llegando a ser ‘como nuestro maestro.’ Entonces se reconocerá en cuanto a nosotros, como se reconoció de los apóstoles, que hemos aprendido de Jesús.—Luc. 6:40; Hech. 4:13.
2. (a) ¿Qué mensaje anunció Jesús, y por qué fue apropiado? (b) ¿Qué buenas nuevas han de predicarse en nuestro día, y cómo?
2 El mensaje que Jesús anunció fue: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Cuando envió a sus doce discípulos les dijo: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’” Sí, el reino se había acercado en la persona del Rey ungido mismo. Tocante al tiempo del fin, en el cual vivimos ahora, él dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio.” Otra vez es el mensaje del Reino lo que los seguidores de Jesús han de predicar, pero esta vez son las buenas nuevas de que el reino celestial de Dios está establecido, que “ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo.” Jesús hizo vivir el Reino en la mente de sus oyentes, y nosotros debemos aprender a hacer lo mismo. Él también sabía que había piedras de tropiezo que impedían a algunos abrazar las buenas nuevas, y ayudó a quitarlas del camino. Al escuchar a Jesús podemos aprender de él cómo ser ministros eficaces.—Mat. 4:17; 10:7; 24:14; Apo. 12:10.
3. ¿Por qué es de interés especial para nosotros hoy día la manera de enseñar de Jesús, aunque tiene siglos de edad, y qué se requiere si nuestro ministerio ha de ser fructífero?
3 La manera de enseñar que Jesús usó es tan eficaz ahora como lo fue en el primer siglo. Hoy la gente es como lo fue en aquellos días: gente interrogante, curiosa y que quería saber ¿por qué? ¿cómo? ¿dónde? Aunque los tiempos cambian y las condiciones mundiales pueden variar, la naturaleza básica de la gente sigue siendo la misma. Como fue entonces, así es ahora; la gente tiene las mismas debilidades, deseos y preocupaciones, por eso existe la misma necesidad de misericordia, consuelo, esperanza y seguridad. No nos es preciso poder ejecutar milagros a fin de convencer a otros de la verdad, pero sí tenemos que tener conocimiento acertado y el espíritu de Dios a fin de producir fruto que sea una honra para su nombre. Tenemos que permanecer muy cerca de Dios y de su organización. Jesús lo ilustró así: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el cultivador. . . . Así como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo a menos que permanezca en la vid, así tampoco pueden ustedes, a menos que permanezcan en unión conmigo.” Tenemos que permanecer muy cerca de la Palabra de Dios y copiar cuidadosamente el ejemplo de Jesús para ser eficaces en el ministerio.—Juan 15:1, 4.
4, 5. ¿Qué demostró que él tenía perspicacia al tratar con la gente?
4 Jesús sabía cómo la gente reaccionaría bajo diversas circunstancias, y usó ese conocimiento al escoger ilustraciones claras. Para mostrar por qué iba a los pecadores, a los que habían estado como ovejas perdidas, a enseñarles, él dijo: “¿Qué mujer con diez monedas de dracma, si pierde una moneda de dracma, no enciende una lámpara y barre su casa y busca cuidadosamente hasta que la halla? Y cuando la ha hallado convoca a las mujeres que son amigas y vecinas suyas, diciendo: ‘Regocíjense conmigo, porque he hallado la moneda de dracma que perdí.’” Buscó por toda la casa para hallar la moneda perdida. Aunque todavía tenía nueve, quería la que se había perdido, y cuando la halló se regocijó más a causa de ésa que a causa de las nueve que ya tenía, porque la moneda perdida era una de un juego especial de diez. Quizás este juego estaba cosido a su tocado matrimonial como parte de su dote de casamiento. Por eso, a causa de sus conexiones, esa moneda perdida era irreemplazable. El faltar en su tocado a causa de haberse perdido también arrojaría sospecha en cuanto a su virtud como mujer casada. O, si el juego de diez monedas era una herencia, entonces sería especialmente precioso, y cada moneda del juego sería de valor especial. El juego no estaría completo a menos que estuvieran todas las monedas. La pérdida de aun una sola moneda podría hacer sospechar de cualquier visitante a la casa antes de descubrirse la pérdida. Por consiguiente los visitantes a la casa se preocuparían a causa de la pérdida de la moneda y se alegrarían al ser probados inocentes de robo de alguna parte de la herencia. Por eso, cuando la persona que había perdido la moneda registrara a fondo su casa y la descubriera allí y cumpliera su obligación con todos sus visitantes de anunciar gozosamente el hallazgo, todos sus amigos y vecinos se regocijarían con ella, tanto debido al ser absueltos de sospecha de robo como a causa de que la herencia apreciada se restauró completa.
5 ¿No es lo mismo cierto de la gente hoy día? Que una persona pierda una pieza original de un juego inapreciable que tenga mucho sentimiento conectado a ello, o aun virtud y honor de familia, y no está feliz hasta que la halla y puede, con el gozo del alivio, anunciar el hallazgo afortunado a sus amigos y vecinos preocupados. Así, también, “el Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido.” ¡Cuán claramente ilustró Jesús el punto! Él entendía a la gente, y esto se demostraba por la manera en que él hablaba.—Luc. 15:8, 9; 19:10.
6. ¿Por qué eran tan eficaces sus ilustraciones?
6 Su uso de ilustraciones llegó a ser característico de su enseñanza. En vez de hacer comparaciones complicadas, usó asuntos cotidianos. Usaba cosas pequeñas para explicar las cosas grandes, y cosas fáciles para aclarar las cosas difíciles. ¿Qué mujer no podía apreciar instantáneamente la ilustración de coser un remiendo nuevo sobre una prenda de vestir vieja? ¿Qué hombre en aquel país agrícola no se vería y se identificaría con el relato del hombre que salió a sembrar semilla que cayó en diferentes clases de terreno? Esas eran cosas de la vida cotidiana, y cuando se enlazaban verdades espirituales a tales sucesos era posible representarse las verdades con viveza en la mente y recordarlas más fácilmente.—Mat. 9:16; 13:3-9, 18-23.
7. (a) ¿Por qué se le hace más fácil a la gente aceptar nuevas ideas cuando se usan ilustraciones? (b) ¿Cómo hizo Jesús enérgica su denunciación de la codicia e inclemencia?
7 Estas ilustraciones remachaban los puntos tan enérgicamente que nadie podía contradecirlos. Casi toda persona cree lo que ve más fácilmente que las cosas que simplemente ha oído. Si usted usa una ilustración, se le hace más fácil a la persona aceptar lo que usted enseña, porque puede ver, o representarse con viveza en la mente, la verdad que está envuelta. Por ejemplo, cuando Jesús habló contra la codicia y la falta de misericordia no simplemente dijo: “No es bueno ser codicioso.” No; él habló de un hombre que quería arreglar cuentas con sus esclavos. Un esclavo le debía diez mil talentos pero no podía pagar. “Por lo tanto el esclavo cayó al suelo y se puso a rendirle homenaje, diciendo: ‘Tenga paciencia conmigo y le pagaré todo.’ Movido a compasión por esto, el amo de ese esclavo lo dejó libre y canceló su deuda. Pero ese esclavo salió y encontró a uno de sus coesclavos que le debía cien denarios; y, asiéndolo, empezó a ahogarlo, diciendo: ‘Paga todo lo que debes.’ Por lo tanto su coesclavo cayó al suelo y se puso a suplicarle, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te pagaré.’ Sin embargo, él no quiso, sino que se fue e hizo que lo echaran en prisión.” ¡Habráse visto! ¡El hombre a quien se le perdonó una deuda de más de diez millones de dólares dio la vuelta y encarceló a otro por no pagarle diecisiete dólares! ¿Cómo podría persona alguna defender tal codicia y falta de misericordia? Jesús hizo tan repugnantes la codicia y el no perdonar que sus discípulos sinceramente tratarían de desarraigarlos de su vida.—Mat. 18:23-35.
8, 9. ¿Qué clase de persona fue Jesús, como se demostró por su habla, y cómo podemos nosotros sacar provecho de su ejemplo?
8 Jesús estuvo inflexiblemente a favor de la verdad; fue dinámico al atacar el orgullo, el fariseísmo y las tradiciones opresivas. El estilo de hablar del hombre revela qué clase de persona es él, y el habla de Jesús fue vigorosa. Sus descripciones fueron vívidas. Sus oyentes oían a medida que Jesús usaba palabras para pintar cuadros de hombres con vigas en los ojos tratando de sacar pajas de los ojos de otros, pastores ofreciendo perlas a los cerdos, casas sobre arena desplomándose en la tormenta mientras que las que estaban sobre roca subsistían, hombres cortándose las manos y sacándose los ojos para evitar la destrucción, transgresores con enormes piedras de molino alrededor del cuello siendo arrojados al mar, camellos abriéndose paso a apretujones a través de ojos de agujas de coser, y hombres colando jejenes y tragándose camellos. ¡Imagínese el tragarse un camello! Sólo una persona dinámica pensaría en tal imaginación verbal; porque el hombre habla de acuerdo con su personalidad. Cristo Jesús fue el León de la tribu de Judá, estaba lleno del espíritu de Dios, y habló así. Los que quieren ser seguidores de él deben aprender su manera de enseñar y seguir su ejemplo como defensores vigorosos y entusiásticos de la verdad bíblica.
9 Su habla lo revela como un individuo que no era tímidamente retraído o pusilánime, sino franco y eficaz. Los pensamientos de Jesús se remontaban por encima y más allá de la fuerza del vocabulario, y a veces sólo el lenguaje sumamente pictórico podía transmitir la intensidad de su sentimiento a los que escuchaban. Las muchedumbres se asombraban por su enseñanza y por la autoridad de su habla. Con convicción les hablaba la verdad en el nombre de su Padre, que lo había enviado. “Y la grande muchedumbre le escuchaba con placer,” se nos dice.—Mar. 12:37.
10. ¿Qué hizo posible que Jesús hablara a la gente de acuerdo con lo que cada uno necesitaba individualmente?
10 Él también tenía otras cualidades, cualidades más suaves. Él se sentía a sus anchas con gente de toda clase—jóvenes o ancianos, varones o hembras, ricos o pobres, rectos o pecadores—y hablaba a cada uno sobre una base personal, de la manera que esa persona necesitaba que se le hablara. Esta perspicacia en cuanto a las necesidades de otros fue una de sus características sobresalientes e influyó mucho en su enseñanza. Como se declara en Juan 2:25: “No tenía necesidad de que alguien diera testimonio acerca del hombre, pues él mismo sabía lo que había en el hombre.”
11, 12. ¿Por qué dio el consejo que dio al rico gobernante joven, pero quién obró de acuerdo con tal consejo?
11 Apreciando la necesidad de cada uno, les hablaba con perspicacia. Por ejemplo, un rico gobernante joven vino a Jesús preguntando qué tenía que hacer para conseguir la vida, y Jesús dijo que guardara los mandamientos de la ley mosaica. “Todos éstos los he guardado desde mi juventud,” respondió el gobernante. Pero, ¿los había guardado? ¿Podría algún hombre imperfecto guardar esa ley perfecta? No. Sin embargo Jesús no perdió tiempo disputando eso, sino dijo: “Todavía hay una cosa que falta en cuanto a usted: Venda todas las cosas que tiene y distribuya a la gente pobre, y usted tendrá tesoro en los cielos; y venga y sea mi seguidor.” El hombre se fue triste. (Luc. 18:18-23) Él no estuvo feliz como Simón Pedro, que dijo por él mismo y sus coapóstoles: “¡Mire! nosotros hemos dejado todas las cosas y le hemos seguido a usted.” (Mat. 19:27) Él no fue como el acaudalado recaudador de impuestos Zaqueo, que recibió gozosamente a Jesús en su casa y lo agasajó y escuchó la enseñanza de Jesús y luego dijo: “¡Mire! la mitad de mis bienes, Señor, la doy a los pobres.”
12 Pero, ¿por qué no le dijo el Señor a Zaqueo que diera todas sus posesiones a los pobres con el fin de hacerse discípulo y seguir a Jesús? La razón del porqué no, fue que Zaqueo quería hacer justicia con la otra mitad de sus posesiones y con eso demostrar que era un seguidor verdadero de Jesús. Zaqueo no retenía la otra mitad de sus posesiones de modo materialista sino, en el interés de la justicia, con el fin de cumplir sus obligaciones justas. Zaqueo dijo tocante al uso de la otra mitad que no distribuía a los pobres: “Y de todo lo que lo arrebaté a persona alguna por acusación falsa estoy restaurando el cuádruplo.” La ley mosaica requería del ladrón que había dispuesto de una oveja robada que resarciera con cuatro ovejas; pero si la propiedad robada todavía estaba viva en su mano, sólo tenía que resarcir lo doble. (Éxo. 22:1, 4) Por lo tanto Zaqueo demostró arrepentimiento y no solo amor a los pobres sino también justicia para con los oprimidos como fruto de su arrepentimiento. A Jesús le agradó tal disposición de las posesiones de Zaqueo como descendiente natural del fiel Abrahán, porque Jesús dijo: “Este día ha venido la salvación a esta casa, porque éste también es un hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido.”—Luc. 19:1-10.
13. (a) ¿Por qué dijo a Marta que ella estaba imprudentemente “inquieta y perturbada en cuanto a muchas cosas,” y es ese consejo apropiado para otros? (b) ¿Cómo podemos desarrollar esta calidad de enseñar que Jesús usó tan eficazmente?
13 Cuando Jesús visitó el hogar de María y Marta enseñaba la verdad a María mientras Marta preparaba una comida esmerada. Finalmente Marta se quejó: “Señor, ¿no le importa a usted que mi hermana me haya dejado sola para atender las cosas? Dígale, por lo tanto, que me ayude.” “Marta, Marta,” dijo Jesús, “estás inquieta y perturbada en cuanto a muchas cosas. Sin embargo, sólo se necesitan unas cuantas cosas, o una nada más. Por su parte, María escogió la porción buena, y no se le quitará.” (Luc. 10:38-42) Aunque una comida muy sencilla habría bastado, Marta usó demasiado tiempo en preparativos esmerados para su invitado, descuidando las cosas espirituales más importantes, y Jesús aclaró eso. Pero no fue por todas partes de Palestina diciendo a las mujeres que no prepararan comidas grandes para sus invitados. El interés de Marta en los detalles de su trabajo en la casa era su piedra de tropiezo personal. El consejo de Jesús cuadró con la necesidad de ella, así como con la de todos los que tienden a ser como Marta. En otros casos de su enseñanza es evidente que Jesús demostró perspicacia semejante al hacer que el obstáculo personal del individuo resaltara y luego poniendo sobre aviso a la persona en cuanto a dicho obstáculo. Nosotros también debemos ser observadores, notando las inclinaciones y reacciones de aquellos a quienes enseñamos, y luego tomar en cuenta esas cosas al continuar ayudándolos.
DESMENUZÓ LA COMPLACENCIA
14, 15. ¿Cómo principió Jesús su sermón del monte, y con qué efecto?
14 No tomaría más de veinte minutos pronunciar el famoso sermón del monte de Jesús como se registra en Mateo 5:1 a 7:27, ¡pero ha durado diecinueve siglos y no ha sido igualado por ningún sermón desde entonces! Jesús estaba cerca de Capernaum y las muchedumbres le seguían, de modo que subió al monte y se sentó a enseñar a los que le siguieron. ¿Qué dijo? ¿Fue lo que la mayoría aceptaría prontamente? ¿Dijo que es el rico el que no tiene necesidad, o el feliz el que no necesita consuelo? ¿Elogió a los que son apreciados por los hombres? ¡No! Más bien, dijo cosas pasmosas:
15 “Felices son ustedes, los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Felices son ustedes los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. Felices son ustedes los que lloran ahora, porque reirán. Felices son ustedes siempre que los hombres los odien, y siempre que los excluyan y los vituperen y desechen su nombre como inicuos por causa del Hijo del hombre. Regocíjense en ese día y salten, porque, ¡miren! su galardón es grande en el cielo, porque ésas son las mismas cosas que solían hacer a los profetas los antepasados de ellos.” Fue a los espiritualmente hambrientos, sedientos, vituperados, perseguidos, necesitados y dolientes que él pronunció felices.—Luc. 6:20-23.
16. ¿Qué normas elevadas dio a conocer, y qué efecto tendrían estas enseñanzas en sus oyentes?
16 Jesús continuó: “Ustedes oyeron que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes asesinar; pero quienquiera que cometa un asesinato será responsable al tribunal de justicia.’ Sin embargo, yo les digo a ustedes que todo el que continúa airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia.” (Mat. 5:21, 22) Muchas personas pueden decir: “Jamás he asesinado. He guardado esa ley.” Pero, ¿cuántos individuos pueden decir: “Jamás he estado airado con mi hermano”? Entonces Jesús dijo: “Ustedes oyeron que se dijo: ‘No cometerás adulterio.’ Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.” (Mat. 5:27, 28) Muchos de su auditorio podrían decir: “Jamás he cometido adulterio,” pero ¿cuántos de ellos honradamente podrían decir que jamás habían tenido un pensamiento de concupiscencia en su vida? Jesús también dijo: “Han oído que fue dicho: ‘Ojo por ojo y diente por diente.’ Sin embargo, yo les digo: No resistas al que es inicuo; pero al que te dé un bofetón en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” Muchos hombres pueden decir que no andan empezando peleas, pero si alguien se presenta y provocativamente da un bofetón primero, ¿cuántos pueden contener su genio y sus manos y evitar una pelea?—Mat. 5:38, 39.
17. ¿A quiénes debemos amar, y por qué? Y ¿cómo puede vencerse el odio?
17 “Han oído que fue dicho: ‘Debes amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo.’ Sin embargo, yo les digo: Sigan amando a sus enemigos y orando por aquellos que los persiguen. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen?” (Mat. 5:43, 44, 46) Es fácil amar a los que lo aman a usted, pero es sumamente difícil amar a los que lo odian y lo persiguen. Jehová puede amar a sus enemigos, y tenemos que copiarlo si queremos ser hijos suyos. ¿Por qué dejar que la conducta de usted sea gobernada por la mala conducta de otros? ¿Por qué odiar simplemente porque otros odian? ¿Por qué entrar en el ciclo vicioso de hacer mal por mal? ¿Por qué envilecerse adoptando las normas ruines de sus enemigos? El hacer frente al odio con odio acarrea dificultad, mientras que el hacerle frente con amor puede terminar la dificultad. ¡Qué bendición sería si usted mediante su conducta correcta pudiera atraer aun a su enemigo! “No devuelvan mal por mal a nadie,” dijo Pablo. “Sino sigue venciendo el mal con el bien.”—Rom. 12:17, 21.
18. En su enseñanza, ¿cómo llegó Jesús directamente a la raíz del problema, y cómo reaccionan los cristianos a su consejo?
18 En su enseñanza Jesús llegó directamente a la raíz del problema, desmenuzando el sentimiento que tuviera uno de complacencia farisaica. Él demostró que más está envuelto que sólo el abstenerse de hechos de violencia e inmoralidad. Él señaló los pensamientos que conducirían a estos hechos malos, e instó a otros pensamientos para cultivar deseos piadosos para que sus hechos correctos fuesen impelidos por amor. De esa manera evitarían caer en el ciclo mortífero que Santiago describió más tarde cuando dijo: “Cada uno es probado por medio de ser atraído e inducido por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fértil, da a luz el pecado; en seguida, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte.” (Sant. 1:14, 15) Los cristianos toman a pecho el consejo de Jesús y de veras se esfuerzan por aplicarlo, pero ¿qué hombre pecaminoso puede decir honradamente que se eleva a la plena altura de esa norma perfecta? ¿Quién puede decir que no necesita le gran paciencia de Jehová Dios y Su provisión del Mesías? En el día de Jesús verdades como ésta que llamaba la atención a las faltas humanas perturbaban mucho a los tradicionalistas religiosos, cuyo fariseísmo se hallaba en guardar exteriormente las reglas y los reglamentos. (Mat. 23:23) Jesús dio duros golpes a la complacencia con el fin de hacer que los individuos honrados recobraran el sentido y para salvarlos de la trampa del orgullo y el fariseísmo.
JESÚS PREDICÓ ACTIVIDAD
19. ¿De qué ansiedades tenía conocimiento Jesús, pero dónde nos enseñó que fijáramos nuestra atención?
19 Su sermón continuó: “Dejen de estar ansiosos acerca de su alma en cuanto e qué comerán o qué beberán, o acerca de su cuerpo en cuanto a qué se pondrán. ¿No tiene el alma más valor que la comida y el cuerpo que la ropa?” Luego, escogiendo ilustraciones a la mano en la ladera del monte, les dijo que observaran a las aves que comían sin sembrar y a los lirios del campo que estaban tan hermosamente vestidos sin hilar. El hombre también debe aprender a acudir a Dios y darle gracias por las cosas que Él provee. “Pues, si Dios viste así la vegetación del campo que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón, hombres de poca fe?” Jesús dio énfasis a dar el lugar de primera importancia a las cosas espirituales, el Reino y la justicia de Dios, en vez de emplear tanto tiempo y ansiedad en las cosas materiales.—Mat. 6:25-34.
20. (a) ¿A qué dio énfasis Jesús, y qué evidencia puede usted dar? (b) ¿Afecta eso nuestra enseñanza? ¿Cómo?
20 Jesús enseñó a sus discípulos que la actividad era importante. Puso más énfasis en hacer cosas buenas que en no hacer cosas malas. Si usted está haciendo lo que es correcto no puede estar haciendo lo que es incorrecto al mismo tiempo. “Todo árbol bueno produce buen fruto, pero todo árbol podrido produce mal fruto; un árbol bueno no puede dar mal fruto, ni puede un árbol podrido producir buen fruto. No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” El simplemente afirmar que uno es cristiano y abstenerse de hechos inicuos no basta. En vez de formular una larga lista de cosas que sus discípulos no habían de hacer, Jesús los instó a hacer la voluntad de Dios. Principalmente trató de acción positiva, no de bondad negativa. Más a menudo condenó a la gente por dejar de hacer el bien que por cometer el mal. Por ejemplo, hubo el sacerdote y el levita que se fueron al otro lado de la calle y dejaron a la víctima de salteadores sin ayuda, las personas semejantes a cabras que se abstuvieron de hacer bien a los hermanos del Rey, y el hombre rico que no hizo nada para Lázaro el mendigo. Jesús amonestó a sus discípulos contra el camino incorrecto, pero dio énfasis al camino de Dios. Dejó el modelo que deben seguir los maestros cristianos.—Mat. 7:17, 18, 21.
21. ¿Cuál fue el efecto de su sermón en sus oyentes, y qué añadirá iluminación a los incidentes de la Biblia en que él estuvo envuelto?
21 “Ahora bien, cuando Jesús terminó estos dichos, el efecto fue que las muchedumbres quedaron atónitas de su modo de enseñar; porque estaba enseñándoles como una persona que tiene autoridad, y no como sus escribas.” ¿Cómo enseñaban los escribas? ¿Quiénes fueron ellos? ¿Qué otros grupos religiosos funcionaban en Palestina cuando Jesús enseñó allí? El saber algo en cuanto a la situación religiosa de Palestina al tiempo de la predicación de Jesús nos ayudará a entender mejor muchos incidentes que se hallan registrados en la Biblia. (Mat. 7:28, 29) También apreciaremos más por qué las muchedumbres que escuchaban quedaron atónitas por la diferencia en la manera de enseñar del Señor y Maestro Jesús.