No degollados con los enemigos del Rey
1. El que rechacemos ahora al nuevo Rey de la Tierra puede significar ¿qué consecuencias, según qué ejemplo amonestador de hace mucho tiempo?
VIVIENDO como lo hacemos en el “tiempo del fin” del “sistema de cosas” actual, el que rechacemos al nuevo Rey de la Tierra puede resultar en las más graves consecuencias para nosotros. (Dan. 12:4; Mat. 24:3) Hace mil novecientos años las consecuencias fueron muy graves para los israelitas que vivían en el fin del sistema de cosas judío que giraba alrededor de Jerusalén y su templo. (Heb. 9:26) Aquél fue un ejemplo amonestador para nosotros hoy. Esta amonestación recibe énfasis para nosotros en la parábola de Jesús acerca del hombre de noble nacimiento que confió diez minas de plata a diez de sus esclavos.
2. ¿Cuándo partió Jesús como el Rey en perspectiva, y quiénes fueron sus ‘conciudadanos’ que habían de enviar una delegación tras él para oponerse a su adquisición de poder real?
2 En la parábola Jesús pasa a decir: “Pero sus ciudadanos lo odiaban y enviaron tras él un cuerpo de embajadores a decir: ‘No queremos que éste llegue a ser rey sobre nosotros.’” (Luc. 19:14) Fue después de su resurrección de entre los muertos que Jesús como el que había sido ungido con el espíritu santo de Dios para llegar a ser el Rey Mesiánico ascendió desde la Tierra al cielo, precisamente diez días antes del día de la fiesta del Pentecostés de 33 E.C. Según la nacionalidad carnal de Jesús, “sus ciudadanos” eran los israelitas o judíos. En armonía con este hecho está escrito: “Cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo, que vino a ser procedente de una mujer y vino a estar bajo ley, para que librara por compra a aquellos bajo ley, para que nosotros, a nuestra vez, recibiésemos la adopción de hijos.” (Gál. 4:4, 5) “Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron.” (Juan 1:11) Pues bien, después del ascenso de Jesús al cielo, ¿cómo enviaron sus conciudadanos judíos una delegación o diputación tras él para expresar sus objeciones a que Jesús ejerciera poder real sobre ellos?
3. Puesto que sus ‘conciudadanos’ eran de carne y sangre, ¿cómo podían enviar una delegación “tras él” para objetar a él como Rey?
3 Ningún cuerpo de embajadores judíos, por ser de carne y sangre, podría ir al cielo y comparecer en la santa presencia de Dios y decirle que no diera el poder real mesiánico a su Hijo resucitado Jesús. Pero no tenían que hacer esto. Le notificaron de ello a Dios tan eficazmente como si hubieran hecho aquello. ¿Cómo? Fue desde el día de fiesta del Pentecostés en adelante, porque entonces los discípulos cristianos que se habían estado manteniendo en “clandestinidad” salieron a la luz pública. Fue entonces que el apóstol Pedro, obrando como vocero para unos 120 discípulos, dijo a más de tres mil judíos reunidos en Jerusalén: “Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.” (Hech. 2:36) Pero, ¿concordaron las autoridades religiosas de Jerusalén con aquel anuncio de Jesús como el Mesías? No fue así, si la oposición y persecución que lanzaron contra los discípulos de Jesús después de eso son indicación alguna en cuanto a ello. De manera que, por su objeción oficial al testimonio que daban los discípulos de que Jesús era el Mesías prometido por Dios, estaban notificándole a Dios que estaba en el cielo que ellos no querían a su Hijo resucitado como Rey Mesiánico de ellos.—Hech. 5:34-39.
4. (a) Al rechazar a Jesús como el rey mesiánico, ¿a qué se expusieron los “ciudadanos” judíos? (b) ¿A qué resultado llevó esto a aquellos “ciudadanos” más tarde, pero cómo les fue a los judíos convertidos al cristianismo?
4 Los conciudadanos de Jesús tenían sus propias ideas en cuanto a quién debería llegar a ser su rey que desempeñara el papel de Mesías. Así, se expusieron a ser engañados por Mesías falsos, Cristos falsos. Fue bajo ideales mesiánicos falsos que los judíos nacionalistas se rebelaron en el año 66 E.C. contra seguir teniendo a César como rey. (Juan 19:15) Los pocos años de independencia que obtuvieron del Imperio Romano terminaron cuando Jerusalén y su templo fueron reducidos a ruinas en el año 70 E.C. Los miles de judíos convertidos al cristianismo agradecieron el no haber sido engañados de modo que se unieran a la rebelión mesiánica judía, y continuaron ‘negociando’ con las minas de plata figurativas que Jesucristo les dio antes de partir a la “tierra lejana” celestial. Espiritualmente no perdieron nada debido a la horrible destrucción de Jerusalén y la cruel dispersión de los judíos no creyentes.
NEGOCIANDO CON LAS COSAS VALIOSAS DEL REY
5. En la parábola, cuando el noble que había vuelto entró en cuentas con sus esclavos, ¿qué dijo el primero que se presentó?
5 En la parábola de Jesús, es solo después que el “hombre de noble nacimiento” había vuelto de su largo viaje al extranjero que aprendemos lo que sus diez esclavos hicieron con las minas de plata que les fueron encomendadas. Leemos: “Con el tiempo, cuando volvió después de haber conseguido el poder real [o el reino], mandó llamar a sí a estos esclavos a quienes había dado el dinero en plata, para averiguar lo que habían ganado por la actividad de negociar. Entonces se presentó el primero, diciendo: ‘Señor, tu mina ganó diez minas.’” (Luc. 19:15, 16) Según An American Translation (Una Traducción Americana) este esclavo dijo: “¡Tus veinte dólares han producido doscientos, señor!” Según la traducción de Moffatt, dijo: “Tus cinco libras han producido otras cincuenta, señor.” Ganó diez veces lo que le había sido dado.
6. (a) ¿Qué representó este primer esclavo? (b) ¿Cómo se negoció con la “mina” de plata del Señor desde el Pentecostés en adelante?
6 Puesto que los “diez esclavos” de la parábola representaron a todos los discípulos engendrados por espíritu y ungidos de Jesucristo desde el Pentecostés del año 33 E.C. hasta ahora, este primer esclavo representó a una clase o grupo de esos discípulos cristianos. Indudablemente los doce fieles apóstoles y el apóstol Pablo pertenecieron a esta clase. Siendo apóstoles o “enviados,” ciertamente ensancharon el campo bajo cultivo que su Señor Jesucristo había dejado como cosa valiosa y productiva con la cual comenzar a trabajar o negociar. El libro de Hechos de Apóstoles muestra cómo negociaron con la simbólica mina de plata. Desde el día de fiesta del Pentecostés en adelante leemos de “la enseñanza de los apóstoles” a la cual se dedicaban los creyentes cristianos, y que “muchos portentos y señales ocurrían por medio de los apóstoles,” y que “al mismo tiempo Jehová continuó uniendo diariamente a ellos los que se iban salvando.”—Hech. 2:42, 43, 47.
7. Bajo persecución, ¿qué hicieron los apóstoles, como, por ejemplo, después de su experiencia con el Sanedrín de Jerusalén?
7 Los apóstoles siguieron efectuando su obra de predicar y enseñar, a pesar de que fueron injustamente castigados por hacerlo. Por ejemplo, esto es lo que sucedió después que los apóstoles habían tenido su audiencia delante del Sanedrín de Jerusalén: “Mandando llamar a los apóstoles, les dieron azotes, y les ordenaron que dejasen de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir. Éstos [los apóstoles], por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor de su nombre. Y todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús [o Jesús el Mesías].”—Hech. 5:40-42, Traducción del Nuevo Mundo; Nácar-Colunga; Versión Hispanoamericana; vea también Besson.
8. Debido a que los apóstoles se adhirieron estrictamente a la predicación y la enseñanza, ¿qué sucedió en cuanto al número de creyentes?
8 En adherencia estricta a su ministerio, los doce apóstoles le dijeron a la congregación de Jerusalén: “Nos dedicaremos a oración y al ministerio de la palabra.” (Hech. 6:4) No sorprende que después de eso leamos: “Por consiguiente, la palabra de Dios siguió creciendo [por la predicación y la enseñanza], y el número de los discípulos siguió multiplicándose muchísimo en Jerusalén; y una gran muchedumbre de sacerdotes empezó a ser obediente a la fe.” El número de creyentes para este tiempo tiene que haber subido a más de cinco mil, porque de algún tiempo antes leemos esto: “Muchos de los que habían escuchado el discurso creyeron, y vino a ser el número de los varones como cinco mil.”—Hech. 6:7; 4:4.
9, 10. (a) ¿Cómo se ensanchó el campo de cultivo, según Hechos, capítulos ocho hasta diez inclusive? (b) ¿Qué explicación da el apóstol Pablo de cómo negoció con la simbólica mina de plata?
9 Desde entonces en adelante, desde Jerusalén como base de operaciones, el campo de operaciones fue extendido a los samaritanos circuncisos, a un prosélito etíope circunciso, y entonces, al tiempo señalado de Dios, a todos los no judíos o gentiles incircuncisos. (Hechos, capítulos 8-10) En el concilio del cuerpo gobernante cristiano en Jerusalén, el discípulo Santiago comentó acerca del ensanchamiento del campo de cultivo hasta abarcar al mundo gentil, diciendo: “Simeón [Pedro] ha contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para tomar de entre ellas un pueblo para su nombre. Y con esto convienen las palabras de los Profetas.” (Hech. 15:14, 15) Después de eso el apóstol Pablo hizo su segunda gira misional y penetró en Europa. Acerca de sí mismo, Pablo dijo: “Por cuanto soy, en realidad, apóstol a las naciones, glorifico mi ministerio.” (Rom. 11:13) En el viaje de regreso de su tercera gira misional, Pablo explicó cómo negoció con la simbólica mina de plata que el Señor Jesucristo le había confiado, diciendo a los ancianos de la congregación de Éfeso, Asia Menor:
10 “No me retraje de decirles ninguna de las cosas que fueran de provecho, ni de enseñarles públicamente y de casa en casa [o en público y por las casas, BJ, HA; en público y en privado, NC]. Antes, di testimonio cabalmente tanto a judíos como a griegos acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús.”—Hech. 20:20, 21.
11. Como resultado de que los esclavos cristianos negociaran con la mina simbólica, ¿hasta qué grado se había dado un testimonio para unos diez años antes de la destrucción de Jerusalén?
11 Entonces, ¿aumentaron los apóstoles y sus compañeros discípulos ungidos allá en el primer siglo las minas simbólicas que el Señor Jesucristo les había encargado como esclavos cristianos de él? Sí, lo hicieron. Tenemos aquí el testimonio escrito del apóstol Pablo, cuando escribió su carta a los colosenses desde la casa en que estuvo prisionero en Roma unos diez años antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 E.C., hablando acerca del esparcimiento de las buenas nuevas: “Esas buenas nuevas que se han presentado a ustedes, así como ellas están llevando fruto y aumentando en todo el mundo . . . esas buenas nuevas que ustedes oyeron, y que se predicaron en toda la creación que está bajo el cielo.” (Col. 1:5, 6, 23) Así, años antes del fin del sistema de cosas judío que giraba alrededor de Jerusalén, se había logrado dar un testimonio mundial.
TRAFICANDO CON LAS “MINAS” EN EL SIGLO VEINTE
12. (a) ¿Por qué no se ha de dar crédito a la cristiandad por el ‘aumento en todo el mundo’ de “esas buenas nuevas” en el día moderno? (b) ¿A quiénes se ha de dar el crédito, y por qué?
12 Hoy, después de haber pasado mil novecientos años, ¿se puede decir también que las buenas nuevas están “aumentando en todo el mundo” y que han sido ‘predicadas en toda la creación que está bajo el cielo’? Sí, mucho más que en el primer siglo E.C. El crédito por esto no se ha de asignar a la cristiandad que ahora tiene más de dieciséis siglos de edad. Ella y sus centenares de millones de miembros de las iglesias no están proclamando que el Señor Jesucristo consiguió su “poder real” a la terminación de los Tiempos de los Gentiles en 1914, el año de la I Guerra Mundial. No están proclamando las buenas nuevas de que el reino mesiánico en las manos del Señor Jesús nació en los cielos cuando los Tiempos de los Gentiles terminaron en 1914 y que Su reino celestial no tiene nada que ver con la Liga o Sociedad de Naciones o las Naciones Unidas, de la cual depende la cristiandad para el mantenimiento de la paz y seguridad mundial. No a la cristiandad, sino al resto ungido de los testigos cristianos de Jehová se ha de dar el crédito por predicar por toda la creación las buenas nuevas de ese reino mesiánico como establecido ahora en los cielos desde 1914 para librar a toda la creación terrestre de toda la injusticia y para bendecir a la humanidad con un gobierno perfecto, divino.
13. (a) Después que el resto ungido salió de la I Guerra Mundial, ¿qué se puede decir en cuanto al número de adherentes al Reino recién nacido, y por qué? (b) ¿Cómo llegaron a poseer “minas” simbólicas los de este resto, y cómo negociaron con ellas?
13 Cuando ese resto ungido salió de la I Guerra Mundial y las persecuciones de ésta en el año 1918, fue objeto de odio de todas las naciones y estuvo en mala reputación en la esfera de lo religioso. (Mat. 24:9) El campo cultivado que les quedaba para producir más adherentes al recién nacido reino mesiánico de Dios era muy pequeño. Eran como los apóstoles y sus compañeros discípulos de Cristo entre la resurrección del Señor Jesús de la muerte ignominiosa y el día de fiesta del Pentecostés. De modo que lo que sucedió fue como un nuevo encargar de las minas de plata simbólicas en el año 1919 al resto ungido de testigos cristianos de Jehová. En aquel año, 1919, vino la primera asamblea general posbélica del resto ungido, en Cedar Point, Ohio, y, con una renovación del espíritu de Jehová Dios, el resto ungido se puso de nuevo a negociar o traficar con las minas de plata simbólicas recientemente recibidas del Señor Jesucristo ahora investido de poder real. Por su manera de negociar o traficar con aquellas “minas,” imitaron el ejemplo apostólico del primer siglo predicando y enseñando “estas buenas nuevas del reino.”—Mat. 24:14.
14, 15. (a) ¿A quiénes se les está pidiendo cuentas ahora en cuanto a cómo trataron con las “minas”? (b) En la parábola, ¿cuáles fueron las recompensas para los esclavos que obtuvieron riqueza para su Señor?
14 Ahora se está pidiendo cuentas a los miembros del resto ungido en cuanto a cómo han tratado con las minas simbólicas. Saben que su Señor espera aumento de ellos. ¿Cuál es la recompensa por aumentar el número de minas simbólicas? La parábola de Jesús, después de narrar la cuenta que rindió el esclavo que obtuvo otras diez minas pasa a responder así a esta pregunta:
15 “De modo que [el Señor regresado] le dijo: ‘¡Bien hecho, buen esclavo! Porque has probado ser fiel en un asunto muy pequeño, ten autoridad sobre diez ciudades.’ Luego vino el segundo [esclavo], diciendo: ‘Tu mina, Señor, produjo cinco minas.’ Le dijo también a éste: ‘Tú, también, ten a tu cargo cinco ciudades.’”—Luc. 19:17-19.
16. (a) El hecho de que el “hombre de noble nacimiento” pudo dar gobernación sobre quince ciudades a solo dos esclavos de los diez indica ¿qué? (b) En cuanto a los miembros del resto que ahora obtienen riqueza para el Señor Jesucristo ya vuelto ¿qué hay en cuanto a que obtengan ahora gobernación en la Tierra sobre ciudades?
16 El hecho de que el “hombre de noble nacimiento” que había regresado pudiera nombrar a los esclavos buenos y fieles que habían producido aumento para que gobernaran sobre ciudades, al primer esclavo sobre diez ciudades y al otro sobre cinco, prueba que había obtenido el poder real y ahora lo ejercía. El que el noble pudiera nombrar esclavos sobre quince ciudades, en el caso de los primeros dos, muestra que su poder real era bastante extenso. Debido a que habían probado ser fieles con una cantidad relativamente pequeña como una mina de plata, se les podía confiar mayor responsabilidad, gobernación sobre ciudades. En el cumplimiento de la parábola en el día actual, los de los ungidos que están aumentando las cosas valiosas del Señor Jesucristo que ahora reina tienen su aprobación y favor en la actualidad. Retienen su esperanza de gobernar con él en el reino celestial. Pero ahora, durante su servicio activo en la Tierra, no reciben gobernación literal sobre varias ciudades terrestres. La aprobación de su Señor todavía no los autoriza a meterse en la política mundial y adquirir gobernación política en la Tierra. Tienen que seguir sin ser parte de este mundo hasta la muerte para reinar con Cristo en las alturas.
EL “ESCLAVO INICUO”
17. ¿Qué pregunta surge en cuanto a resentirse uno porque se exija que le lleve aumento al Señor, y qué caso de resentimiento muestra la parábola de Jesús?
17 ¿Se resiente u ofende alguno de nosotros por el hecho de que el Señor Jesucristo, ahora investido de poder real, exija un aumento en lo que encarga a sus esclavos? El hecho de si somos excusables o no por pensar así del asunto se muestra en el caso del esclavo que difirió de los que se ocuparon en trabajar con sus minas. Leemos: “Pero vino uno diferente, diciendo: ‘Señor, aquí está tu mina, que tuve guardada en un paño. Pues, te temía, porque eres hombre severo; recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste.’”—Luc. 19:20, 21.
18. ¿Por qué no se había de excusar por consideración a la conciencia a este esclavo que no produjo ganancia?
18 ¿Había de ser excusado este esclavo diferente por consideración a la conciencia? No; porque a él no se le pidió que hiciera una cosa mala, a saber, que utilizara la mina del Señor para obtener lucro con falta de honradez. Prescindiendo del punto de vista de él en cuanto a su amo, era meramente un esclavo y debió haber hecho la cosa honrada que su amo le pidió que hiciera. Si era demasiado perezoso para trabajar, debió haber puesto la mina en el banco y dejado que los banqueros hicieran el trabajo para él. De modo que tenía una excusa floja.
19. ¿Según qué le contestó el amo a este esclavo, y cómo?
19 Su amo respondió y lo juzgó según su propia excusa, porque leemos lo siguiente: “Le dijo él: ‘De tu propia boca te juzgo, esclavo inicuo. ¿Sabías de veras que yo soy hombre severo, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré? Entonces, ¿por qué es que no pusiste mi dinero en plata en el banco? Así, al llegar yo, lo hubiese colectado con interés.’”—Luc. 19:22, 23.
20, 21. (a) ¿Era cosa impropia, dura, desconsiderada, el que el amo llamara “inicuo” al esclavo? (b) ¿Qué muestra la parábola en cuanto a si el “esclavo inicuo” merecía otra oportunidad o no?
20 El llamar “inicuo” a este esclavo inútil no era una cosa impropia, dura, desconsiderada, porque este esclavo que temió trabajar con la valiosa mina de su amo le había causado deliberadamente una pérdida a su amo. Había tiempo y dinero valiosos envueltos en el asunto, y el esclavo no los había usado con lealtad a su amo ni con el deseo de dar prosperidad y aumento a las pertenencias de su amo. ¡El que el esclavo devolviera sencillamente lo que había recibido mucho tiempo antes no era manera apropiada de dar un esclavo la bienvenida a casa a un rey! ¡Qué barato! ¡Qué falto de respeto! ¡Qué falto de dignidad! ¡Qué carente de gozo y entusiasmo por el reino recientemente establecido de su amo! Era un caso de no haber rendido absolutamente ningún servicio a su amo cuando tuvo el tiempo y los medios con los cuales hacerlo. Al tiempo de rendir cuentas, ¿merecía más oportunidad? Note:
21 “Con eso [el amo] dijo a los que estaban de pie allí: ‘Quítenle la mina y dénsela al que tiene las diez minas.’ Pero ellos le dijeron: ‘¡Señor, él tiene diez minas!’ . . . ‘Les digo: A todo el que tiene, más se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Además, a estos enemigos míos que no querían que yo llegara a ser rey sobre ellos, tráiganlos acá y degüéllenlos delante de mí.’”—Luc. 19:24-27.
22. (a) Así, ¿qué oportunidad real perdió aquel esclavo que no produjo ganancia? (b) ¿Del lado de quién se puso realmente aquel esclavo, y cómo pusieron en situación de mal aspecto a aquel esclavo las palabras de su amo?
22 El que se le quitara la mina al esclavo que no produjo ganancia significaba que perdió su oportunidad de probar que era digno de ‘tener autoridad sobre diez ciudades’ o ‘tener a su cargo cinco ciudades’ y así participar en el reino de su amo que ahora estaba investido de realeza. (Luc. 19:17, 19) No se le podían confiar responsabilidades del Reino. Aunque tenía una actitud negativa con relación al reino de su amo, se puso del lado de los que tenían una actitud positiva en contra de que este hombre gobernara como rey sobre ellos. La parábola no declara ni muestra si fue degollado o no con los enemigos del amo que no querían que él llegara a ser rey sobre ellos. Pero la parábola sí muestra que inmediatamente después que el amo dice que al esclavo que no tiene celo ni interés en cuanto al reino de su amo se le quitará la oportunidad que tiene, el amo dice a sus súbditos reales que degüellen a sus enemigos delante de él.
23. (a) ¿Por qué malos hechos no se tildó de “inicuo” a aquel esclavo? (b) A la luz del fracaso de aquel esclavo, ¿qué tienen obligación de hacer desde el fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914 los “esclavos” bautizados y ungidos de Cristo?
23 Debe notarse que este esclavo que no produjo ganancia no fue tildado de “inicuo” por abusar de sus coesclavos o por haber cometido inmoralidad como fornicación, adulterio u homosexualidad. No, sino que se le juzgó como inicuo por su falta de apoyo a las perspectivas del Reino de su amo, por no trabajar para el aumento de la riqueza del reino de su amo. Al no estar por su amo como rey, estuvo contra él. (Mat. 12:30; Luc. 11:23) Así, también, desde el fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914, es cosa seria el que los “esclavos” bautizados y ungidos del ahora reinante Rey Jesucristo descuiden su deber de aumentar el conocimiento público, el apoyo y la adherencia leal con relación a Su reino. Se les considera responsables de ‘negociar’ con las minas simbólicas que les han sido confiadas para usarlas hasta que él les pida cuentas.
24. (a) ¿Qué privilegio no quieren que sea transferido a otro estos “esclavos” cristianos? (b) El que perdieran la recompensa real significaría perder ¿qué?
24 No deberían querer que los privilegios de ellos relacionados con el reino de Cristo les fueran removidos y fueran dados a un celoso predicador y maestro del Reino como el esclavo que obtuvo diez minas. El que se les quitara la mina simbólica significaría para ellos que saldrían perdiendo en cuanto a obtener un lugar en el Reino celestial, para gobernar, como si fuese, sobre “diez ciudades” o “cinco ciudades.” El que perdieran eso significaría perderlo todo. Significaría su destrucción junto con los enemigos directos del gobierno mesiánico de Dios que no quieren que Jesucristo ejerza poder real sobre ellos por mil años. (Rev. 20:4, 6) Se acerca el tiempo en que los santos ángeles que acompañan a Jesucristo en su venida ejecuten venganza divina en todos los opositores y no apoyadores del reino mesiánico. Esto comenzará antes de la batalla de Har-Magedón.
25. (a) ¿Por qué empezará antes de la batalla de Har-Magedón la ejecución de la venganza divina? (b) ¿Qué significará para nosotros si, como quienes afirmamos ser cristianos, se nos encuentra como a aquel “esclavo inicuo”?
25 Comenzará con la destrucción de la religiosa Babilonia la Grande al estallar la “tribulación grande” representada por el sitio y destrucción de Jerusalén allá en 70 E.C. (Rev. 17:1-16; Mat. 24:15-22) ¡Ay de nosotros entonces si pertenecemos a esa clase de llamados cristianos representada por el “esclavo inicuo” que guardó su mina en un paño solo para perderla al fin! Eso significará destrucción eterna para nosotros en la “tribulación grande” junto con los “enemigos” del Rey.
26. ¿A qué dos clases no se les degollará con los enemigos del Rey? ¿Y por qué?
26 Los “esclavos” cristianos ungidos que le producen ganancia espiritual a su Amo celestial, el Rey Jesucristo, no serán degollados con los enemigos del Rey. Lo mismo le sucederá a la “grande muchedumbre” que responde a las actividades de negociar de los “esclavos” fieles y productivos y que lealmente se sitúan en apoyo delante del trono de Jehová Dios y su Cordero Jesucristo y que entusiásticamente claman de modo que todos oigan: “¡Victoria a nuestro Dios que se sienta en el trono, y al Cordero!”—Rev. 7:9, 10, 14, 15, NE.