Ponderando las noticias
Herpes... el microbio que no quiere desaparecer
Los que participan en la revolución sexual están pagando un alto precio por su placer promiscuo... herpes genital. Esta infección viral, cuyos síntomas incluyen ampollas llenas de fluido en las partes genitales, se transmite por lo general, aunque no siempre, mediante relaciones sexuales y no se sabe cómo curarla. Se calcula que actualmente unos veinte millones de norteamericanos están infestados con esta enfermedad. Al referirse a esta plaga sexual, un artículo que se anunció en la portada de un número de la revista Time la llama “la nueva carta escarlata” y enfoca la atención de los lectores sobre la razón por la cual ésta ha surgido: “No solo están participando más personas en las relaciones sexuales [promiscuas], sino que los participantes también están más activos... empiezan a una edad más temprana, se casan más tarde, se divorcian más a menudo”.
No obstante, una creciente cantidad de las personas “liberadas en cuanto a lo sexual” están poniendo en tela de juicio el valor de las “experiencias sexuales” pasajeras, según informa Dominick Riccio, terapeuta de grupo neoyorquino. Dice él: “Están desilusionados con las relaciones sexuales libres y tienen mucho miedo de contraer herpes y tenerlo para siempre”. Un defensor prominente de “las relaciones sexuales libres” dice: “Tal vez haya un dios en el cielo que se esté vengando por todos los gozos que hemos estado experimentando”. Los que despliegan conducta sexual relajada ciertamente están “recibiendo en sí mismos la recompensa completa, que se les debía por su error” (Romanos 1:27). Por supuesto, esto no aplica a las personas que llevan vidas limpias y contraen esta enfermedad por otros medios que no tengan nada que ver con las relaciones sexuales.
“Hambre urgente de paz”
Según una entrevista que se publicó recientemente en The Bulletin of the Atomic Scientists, Louis Harris no puede recordar cuándo, en sus más de treinta años de experiencia como encuestador, haya visto un “hambre urgente de paz” mayor al que se ve ahora. De acuerdo con sus últimos hallazgos relativos a la actitud del público para con la amenaza de una guerra nuclear, él declara: “Quizás la cifra más asombrosa de todas nuestras investigaciones sea la de 74 por 100 contra 22 por 100, que representa la gran mayoría de norteamericanos que dicen que quieren que todos los países que tienen armas nucleares las destruyan”. El atribuye esto principalmente al hecho de que hay un “creciente sentido de desconfianza para con los gobernantes de las dos superpotencias”. Además, describe estos hallazgos como “un increíble fenómeno [...] una idea que no se disipa”.
El movimiento europeo para el desarme nuclear, que está produciendo efectos parecidos a éstos, se está esparciendo por Europa, y están activas en él toda clase de personas, incluso profesionales. Por ejemplo, en agosto, en Polonia 160 científicos y eruditos provenientes de 37 países asistieron a la Conferencia de Pugwash sobre la Ciencia y Asuntos Mundiales. La conferencia adoptó unánimemente el llamamiento que hicieron 97 laureados del premio nobel para la “congelación” de armas nucleares, y en conclusión advirtió: “La amenaza de una guerra nuclear ha aumentado”.
Solo Dios mismo puede satisfacer el hambre de la humanidad para la paz, cuando haga “cesar las guerras hasta la extremidad de la Tierra” mediante su Reino celestial. Entonces, por toda la Tierra, se realizarán las siguientes palabras: “el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea”. (Salmo 46:9; 72:7.)
Se hace caso omiso de la ONU
Durante el pasado año se ha presenciado un aumento extraordinario en los conflictos armados y en la tensión mundial. ¿Ha obrado la Organización de las Naciones Unidas como instrumento de paz, en conformidad con sus estatutos, y ha aliviado la tensión? No... y además las naciones no están haciendo caso de sus consejos, según informa el nuevo secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar. En su informe franco sobre “El Trabajo de la Organización”, dijo que “la Organización de las Naciones Unidas misma no ha podido desempeñar un papel eficaz y decisivo, como sus estatutos ciertamente propusieron que lo hiciera”. Una de las razones principales por las que la ONU no ha logrado mantener la paz y servir de foro para negociaciones es la ineficacia de su órgano principal para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, el Concilio de Seguridad. El Concilio halla que ‘se desafían o se pasan por alto sus resoluciones cada vez más’, lamenta el señor Pérez de Cuéllar. Esto le movió a decir que a veces parece que todavía estaban sujetando la mano muerta de un pasado menos feliz. A medida que el mundo va acercándose al desastre, lo que se necesita es una mano segura que lleve a las personas de corazón sincero a la seguridad. ¿Dónde se puede hallar esta mano? ¡Ciertamente no es entre las instituciones de hechura humana! El salmista David confió en Dios y dijo: “Tu diestra me salvará”, y el profeta Isaías escribió: “¡Miren! la mano de Jehová no se ha acortado demasiado de modo que no pueda salvar”. (Salmo 138:7; Isaías 59:1.)