¿Qué clase de amor resulta en felicidad?
¿QUIÉN no desea ser feliz... aún más, tener felicidad duradera? Muchas personas confían en que el amor producirá felicidad. Pero, ¿qué clase de amor resulta en felicidad? ¿Se trata de cualquier clase de amor?
Por ejemplo, ¿qué hay del amor al dinero? ¿Produce felicidad genuina este amor, o no sucede más bien que la gente que sigue tras ese amor ‘se acribilla con muchos dolores,’ como dice la Biblia?—1 Tim. 6:10.
Los griegos de la antigüedad tenían cuatro palabras para describir o enfatizar cuatro aspectos del amor: eros, storgé, philía y agape. Es interesante que cada uno de estos aspectos puede contribuir a la felicidad del individuo.
Para comenzar, está eros, la atracción que existe entre los sexos. Dios muestra que esa expresión tiene un lugar apropiado, pues en la Biblia se le anima al hombre casado a deleitarse en los encantos de su esposa. (Pro. 5:15-20) Cuando los cónyuges muestran consideración al expresar este aspecto del amor, se acrecienta en sumo grado la felicidad en el matrimonio.—1 Cor. 7:3-7.
Sin embargo, es preciso controlar el eros, porque éste puede resultar en conducta desenfrenada, inmoral. Eros, de hecho, puede hallar el modo de disfrazarse. Un individuo puede engañarse a sí mismo pensando que está desplegando cariño fraternal cuando en realidad es el eros o la atracción sexual lo que está haciendo que exprese bondad hacia alguien del sexo opuesto.
Storgé designa el cariño natural que existe entre parientes allegados y especialmente entre los padres y sus hijos. Describe el cariño que se tienen mutuamente los hermanos y hermanas y tiene muchísimas posibilidades de felicidad. Es esta faceta del amor la que enlaza una madre a su hijo y hace que un padre ‘muestre misericordia a sus hijos.’—Sal. 103:13; Isa. 49:15.
No obstante, es necesario gobernar o guiar este cariño natural o storgé por principios bíblicos. De otro modo podría resultar en que se mostrara parcialidad indebida, lo cual quizás haría que alguien en una posición de responsabilidad mostrara favoritismo hacia algún miembro de la familia, resultando en privar de privilegios a otros. O, ese cariño de familia podría resultar en que los padres permitieran que el sentimentalismo les impidiera disciplinar correctamente a sus hijos.
Philía por lo general se define como cariño entre amigos que tienen ciertos intereses en común. Los cristianos deben expresar ese cariño amigable entre sí mismos. (Rom. 12:10; 1 Tes. 4:9) Pero es necesario ejercer este cariño amigable en armonía con los principios bíblicos. De otra manera podría resultar en asociaciones malas, las cuales echan a perder los hábitos útiles. (1 Cor. 15:33) Pudiera decirse que esa amistad por lo general tiene que ser merecida, mientras que el cariño de familia (storgé) es hasta cierto grado heredado.
Es interesante que la Biblia nunca usa esta palabra philía al mandar a los hombres que amen a Dios, quizás esto se deba a que Dios, como el Soberano del universo, es Quien legítimamente toma la iniciativa para escoger sus propios amigos y determinar con quiénes compartirá su asociación íntima. (Sal. 15:1, 2) Sin embargo, Jesús le aseguró a sus discípulos que “el Padre mismo les tiene cariño [philía].”—Juan 16:27.
La palabra agape se usa para describir el amor en el cual los principios son el rasgo más distintivo, en el cual se enfatiza este rasgo más que el del cariño natural. Se utiliza este término para referirse al amor que el Dios Todopoderoso Jehová mostró al enviar a su Hijo al mundo para que muriera por los pecadores, y al que mostró Jesús al entregar su vida por sus amigos. Debido a que el amor que los cristianos tienen a Dios se basa en principios justos y se gobierna por éstos, el amor de ellos los hace guardar los mandamientos de Dios, cueste lo que cueste.—Mar. 12:29, 30; Juan 3:16; 15:13; Rom. 5:8.
También, el amor que los cristianos se muestran mutuamente no solo incluye cariño amigable y fraternal sino que también es guiado por principios correctos y se basa en éstos. Esto los caracteriza como discípulos de Cristo.—Juan 13:34, 35.
La manera en que obra el amor agape se describe en el capítulo 13 de 1 Corintios. No busca sus propios intereses; se regocija en la verdad; soporta, espera y aguanta todas las cosas. Nunca falla. Por lo tanto no puede menos que resultar en felicidad, pues, como dijo Jesús, “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.
Pero al esforzarse por expresar amor de manera altruista, basada en principios, también se necesita sabiduría divina para que esto resulte en verdadera felicidad para uno. Uno podría, por ejemplo, concentrarse tanto en ser abnegado que llegaría a sufrir de una postración nerviosa. Por eso, para ejercer el amor altruista, del modo apropiado, hay que depender del conocimiento y de la sabiduría.—Fili. 1:9, 10.
Claramente, entonces, estos cuatro aspectos del amor pueden hallar su lugar apropiado en la vida del cristiano. Eros, por supuesto, se circunscribe en gran manera a la relación marital. Storgé o cariño natural no se restringe a los parientes consanguíneos, puesto que la esposa de un varón llega a ser su pariente más allegado, los dos siendo una sola carne. Además, entre los cristianos reina un espíritu de familia y las personas pueden mostrar cariño paternal o maternal a los que no son su prole natural, y viceversa.—Mar. 10:29, 30.
Igualmente debería haber philía, amistad entre los cristianos, también entre las familias (así como entre padre e hijo, tal como sucede con Jehová y su Hijo [Juan 5:20]), y en el matrimonio. También, todo nuestro amor requiere la cualidad que se expresa por agape o amor en el cual se da énfasis a los principios. Los vínculos de la relación de familia o del matrimonio nunca deben depender enteramente del sentimiento para su fuerza. A veces es preciso tener un sentido del deber; también puede haber la necesidad de misericordia y perdón, gran paciencia y aguante, todo lo cual pudiera decirse que es enfatizado por agape.
Verdaderamente, las cuatro facetas del amor pueden resultar en un grado de felicidad: eros, storgé, philía y agape. Pero es preciso guiar éstas por los principios bíblicos. Entonces pueden resultar en felicidad ahora, en la aprobación del Creador, Jehová Dios, y en conseguirle a uno vida eterna en felicidad en su nuevo sistema de cosas.