Dé consejo cristiano hábilmente
EN ESTOS tiempos críticos a los cristianos maduros con frecuencia se les hacen preguntas como éstas: “Mi hijo es rebelde; ¿cómo puedo dominarlo?” “He cometido un pecado; ¿qué haré?” “Mi esposo no nos da bastante dinero para alimento y ropa. ¿Sería incorrecto que yo consiguiera trabajo?” “Nuestra hija quiere casarse fuera de la fe. ¿Daremos nuestro consentimiento?” “Era demasiado joven para entender lo que hacía. ¿Debería volver a bautizarme?” Estos son problemas típicos que causan preguntas que necesitan consejo cristiano.
Las personas a quienes se les pide consejo en tales asuntos saben que ese aconsejar es una responsabilidad seria. También es una obligación con la cual debe cumplirse hábilmente. La Palabra de Dios repetidamente señala esta obligación a los cristianos maduros y particularmente a los que ocupan puestos de superintendencia en la congregación. Por ejemplo, en las cartas de Pablo leemos: “Nosotros, pues, que somos fuertes debemos soportar las debilidades de los que no son fuertes, y no estar agradándonos a nosotros mismos.” “Hermanos, aun cuando un hombre da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello, ustedes que tienen las debidas cualidades espirituales traten de restaurar a tal hombre con espíritu de apacibilidad.” “Sigan consolándose los unos a los otros y edificándose los unos a los otros.” “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos.”—Rom. 15:1; Gál. 6:1; 1 Tes. 5:11, 14.
Para cumplir con esta obligación hábilmente los cristianos maduros no tienen que interesarse en estudios de psicología, como tantos seminaristas están haciendo. Hay tanta confusión y desacuerdo entre los psicólogos y los psiquiatras como la que hay entre las sectas religiosas de la cristiandad. Es mucho mejor no saber nada de tal sabiduría seglar que adulterar o menospreciar la Palabra de Dios a causa de ella.—2 Cor. 4:2.
LO QUE NECESITA EL CONSEJERO
Para dar consejo cristiano hábilmente, el consejero debe tener fe implícita en la Biblia como la revelación divina que es “provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:16) Ese es el primer requisito. Luego viene un buen conocimiento de los principios bíblicos y consejo bíblico sobre asuntos específicos. El consejero debe comprender que las inspiradas Escrituras son las instrucciones básicas de organización para el pueblo de Jehová. Su obligación es apoyar la soberanía y leyes justas de Jehová a todo tiempo. Para hacer esto eficazmente el consejero hábil necesitará madurez, entendimiento, buen juicio y equilibrio. Además, el consejero cristiano debe estar produciendo los frutos del espíritu de Dios en su propia vida. Estos son amor, gozo, paz, gran paciencia, bondad, benignidad, fe, apacibilidad y gobierno de uno mismo.—Gál. 5:22, 23.
El cristiano que aconseja no debe deleitarse o enorgullecerse en hallar faltas, sino que debe regocijarse al hallar la verdad sobre el asunto que se trate. Necesita ser abordable y prudente a todo tiempo; no obstante, jamás transigirá en cuanto a los principios cristianos por no ofender. No debe mostrar parcialidad. No es un patrón, maniático ni extremista. (Mar. 10:42-44; 1 Ped. 5:3) Él mismo debe practicar de manera ejemplar los principios cristianos que recomienda a otros. Entonces está en posición de aconsejar con autoridad y confianza, sabiendo que los principios bíblicos realmente surten efecto.—1 Tim. 4:12.
Para dar consejo hábil el cristiano maduro también necesita escuchar. Debe recordar que hay “tiempo para estarse callado y tiempo para hablar.” (Ecl. 3:7) Primero viene el escuchar, como dice el proverbio: “Cuando alguien está contestando a un asunto antes de oírlo, eso es insensatez de su parte y una humillación.” (Pro. 18:13) Esto no debe resultar demasiado difícil, puesto que un individuo que está lo bastante afligido como para buscar consejo por lo general está muy dispuesto a hablar. Anímelo a que lo haga. Escuche y entienda bien el problema. Indique que usted no se encuentra allí para criticar sino para ayudar. Hágale sentir que usted aprecia sus propias limitaciones y defectos, que usted no es un superhombre. Esto ayudará al que titubea en cuanto a hablar y descargará su problema más libremente.
A veces, mediante el uso de preguntas se pueden sacar a luz los hechos y el individuo perturbado ve su problema más objetivamente. También las preguntas capacitan al consejero a ver lo que hay bajo la superficie y así a apreciar mejor qué consejo hará el mayor bien. Pregunte si el individuo que está perplejo ha hecho alguna investigación en la Biblia para hallar una solución a su problema. ¿Ha buscado consejo en las publicaciones de la Watch Tower? ¿Ha aplicado el consejo que se encuentra allí a su propio caso o ha llegado a alguna conclusión? Al hacerle preguntas puede ayudarle a ver el punto que necesita mejoramiento de su parte sin que usted lo indique directamente. Si él mismo declara el problema y la respuesta obvia, puede estar más inclinado a ver lo correcto que es el remedio, porque ha tenido parte en identificar la dificultad y en prescribir el remedio.
Usted descubrirá que a veces todo lo que se necesita es un oído simpatizador mientras el individuo angustiado comparte su carga con usted. Quizás se trate de una prueba que tiene que aguantarse o una situación que no puede ser modificada a este lado del nuevo mundo de Dios. Pero será su privilegio dar estímulo y consejo sobre cómo hacer la carga tan ligera como sea posible. Indique el amor de Jehová y la invitación de Jesús de que arrojemos nuestras cargas sobre él. Ayude al que está en dificultades a sacar confortación y fuerza de las promesas de la Biblia.—2 Cor. 1:3-7; 2 Tes. 3:13.
¿QUÉ PRINCIPIO ESTÁ ENVUELTO?
Para dar consejo hábil, a medida que el problema se ponga en claro usted debe preguntarse: ¿Qué principio bíblico está envuelto? ¿Qué principio bíblico ha sido pasado por alto o violado? ¿Qué principio debe extenderse para que encaje en este caso en particular? ¿Qué consejo bíblico no se ha seguido? Estimule a la aplicación de ese consejo y la obediencia a ese principio pasado por alto. Esto debe hacerse con bondad, entendimiento, prudencia y amor. (1 Tes. 2:7, 8) A veces el remedio consta de solo considerar de modo práctico el asunto, pero a menudo esto es algo difícil para el que tiene el problema.
Es posible que el inquiridor se haya engañado a sí mismo—algo muy fácil de hacer. La Biblia nota esto cuando dice: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién lo puede conocer?” “Todos los caminos del hombre son puros a sus propios ojos, mas Jehová está haciendo un avalúo de los espíritus.” (Jer. 17:9; Pro. 16:2) El consejero no puede participar en el engaño. No puede dejar que el sentimiento influya en él. Indique el consejo bíblico sin temor. En ocasiones puede requerirse firmeza. Si ése es el caso, y una reprensión es apropiada, adminístrela con bondad, instando al ofensor como instaría usted a su padre, madre, hermano o hermana, según sea el caso.—Ecl. 7:5; 1 Tim. 5:1, 2.
Tal vez venga al superintendente cristiano un individuo que esté afligido por una disputa con alguien o que se queje acerca de haber sido ofendido. Primero, vea exactamente cuál se supone que es la ofensa. Si el asunto realmente fue trivial, usted tal vez pueda ayudar a la persona a comprender eso, terminando así el asunto. Si no, pregunte si se ha seguido el proceder que Jesús estableció para zanjar disputas. (Mat. 18:15-17) ¿Se ha esforzado personalmente por llegar a un entendimiento con la otra persona? Probablemente el desacuerdo pueda ser zanjado de esta manera antes de llegar a ser un problema que requiera la atención del superintendente.
Muy a menudo el que busca consejo podría haberlo hallado en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, tales como la revista La Atalaya. Por ejemplo, un cristiano puede preguntar si él y su familia están libres bíblicamente para tener alguna clase de asociación con un pariente cercano que ha sido expulsado. El consejero debe darle una respuesta clara y asegurarse de que se entiende el principio. Luego, si se trata con alguien que sabe inglés, anime al inquiridor a usar el Watch Tower Publications Index (Índice de publicaciones en inglés de la Sociedad Watch Tower) e investigar bajo el principal encabezamiento “Disfellowshiping” (Expulsión). Allí hallará un subtítulo: “association with disfellowshiped” (asociación con expulsados) seguido de referencias a ciertos números de The Watchtower. Siempre deben examinarse los suplementos del Index para obtener la información más reciente. Invite al inquiridor a efectuar la lectura sugerida para otros datos relacionados con la respuesta que usted le ha dado. Esto le dará mucha información provechosa. Invítelo a que le informe a usted lo que haya aprendido. Esto lo ayudará a ejercitar sus facultades de discernimiento, lo cual es tan necesario para que él lleve su propia carga de responsabilidad como cristiano. Es un modo de ayudar a la congregación a alcanzar madurez y unicidad en la fe.—Efe. 4:13, 14.
Cuando un cristiano casado busca consejo sobre un problema matrimonial que envuelve a un cónyuge incrédulo, el consejero no debe pasar por alto la posibilidad de que el cristiano dedicado tal vez no esté aplicando los principios bíblicos en el matrimonio. (Luc. 6:41, 42) La fricción que existe tal vez se deba a acciones imprudentes de ambos lados. Puede usarse el método de preguntas para determinar si se ha pasado por alto un principio bíblico. ¿Ha reconocido plenamente la esposa cristiana que el esposo incrédulo es el jefe de la familia? ¿Se está olvidando de mostrar profundo respeto, y en cambio lo está tratando como si fuera una persona expulsada? ¿Ha respetado ella la libertad de adoración de él en la propia casa de él? Como mujer cristiana, ¿ha sido su adorno verdadero “la vestidura incorruptible del espíritu tranquilo y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”? (1 Ped. 3:4) Si el esposo es el creyente, ¿ha cumplido con su responsabilidad como cabeza de familia, proveyendo para los suyos y amando a su esposa como a su propio cuerpo? ¿Ha copiado el ejemplo de Jehová y Cristo, o ha sido imperioso e inconsiderado?
Otra vez, además de dar consejo oral, el superintendente puede mostrar al inquiridor cómo hallar consejo provechoso en el Index bajo el principal encabezamiento “Marriage” (Matrimonio). Allí usted encontrará tales subtítulos como “divided household” (casa dividida), “husband’s role” (papel del esposo) y “wife’s role” (papel de la esposa). Note las referencias a otras partes del Index: “Husband” (Esposo) y “Wife” (Esposa), donde se alista más información bajo tales subtítulos como “consideration for wife” (consideración a la esposa), “unbelieving wife” (esposa incrédula), “love for husband” (amor al esposo) y “subjection to husband” (sujeción al esposo). Los que no tienen el Watch Tower Publications Index en su idioma pueden usar los índices que se publican en el último número del año de La Atalaya y en los índices de los otros libros de la Sociedad Watchtower. Aquí se halla consejo que merece más que el escucharlo casualmente; ¡merece estudio con oración!
Incidentalmente, el consejo matrimonial por lo general es más eficaz cuando el superintendente de congregación u otro consejero maduro puede hablar al esposo y a la esposa juntos—quizás después que se hayan hecho preguntas por separado y se hayan presentado los puntos de vista individuales. Invite al cónyuge incrédulo a venir a la discusión. Esté anuente a escuchar ambos lados del relato. Use el método de preguntas para ayudarlos a ver dónde pueden contribuir más los dos al éxito de la unión.
BUSQUE A LOS QUE NECESITAN AYUDA
En Isaías 1:26 Jehová prometió: “Traeré de vuelta otra vez jueces para ti como al principio, y consejeros para ti como al comienzo.” Esa promesa se ha guardado al nombrar a los superintendentes en la congregación cristiana hoy día. (Hech. 20:28) Como uno de estos superintendentes usted querrá buscar a los cristianos que están espiritualmente enfermos, débiles o descarriados del rebaño. (Eze. 34:1-16) Esta búsqueda tiene buenos resultados, como se verifica por el comentario que un extraño hizo acerca de los testigos de Jehová: “Estas personas son verdaderamente cristianos buenos; su hermano no ha estado yendo con ellos estos días, de modo que vinieron a fortalecerlo, y ahora miren cuán feliz se ha puesto. Si nuestros sacerdotes hubieran estado haciendo lo mismo tal vez no nos hubiéramos perdido de la iglesia. Voy a considerar más cuidadosamente esta religión.”
Como consejero cristiano usted siempre debe recordar que “el ruego del hombre justo, cuando está en acción, tiene mucho vigor.” (Sant. 5:16) Ore con el afligido además de aplicar el consejo consolador de la Palabra de Dios. Pida a Jehová que le dé a esa persona su espíritu santo, con sabiduría para aplicar los principios bíblicos y fuerza para aguantar lo que no puede remediarse rápidamente. (Sant. 1:5; Fili. 4:13) En particular el consejero debe estar consciente de situaciones que requieren la aplicación de amor cristiano. Es difícil imaginarse un problema que no sería ayudado por mayor amor a Dios y al prójimo. El amor nunca falla.—1 Cor. 13:4-8.
Un problema sumamente difícil quizás requiera que usted estudie el asunto bajo consideración. Ya sea al siervo de circuito, si está visitando la congregación, o a la oficina de sucursal de la Sociedad se puede recurrir para ayuda. Tal vez usted necesite tiempo para hacer alguna investigación adicional localmente. En conexión con esto es importante recordar que cuando usted prescribe un horario de estudio bíblico, asistencia a las reuniones y ministerio regular en el campo para otros, la misma fórmula también es necesaria para usted. Ponga atención constante a su estudio y ministerio. (1 Tim. 4:15, 16) Manténgase al día en cuanto al entendimiento creciente de la Palabra de Dios.—Pro. 4:18.
Al hacer estas cosas usted podrá dar consejo cristiano hábilmente. Para los del pueblo de Jehová que necesiten confortación y consejo usted resultará “ser como un escondite contra el viento y un lugar de encubrimiento contra el aguacero, como corrientes de agua en campiña sin agua, como la sombra de un fuerte risco en una tierra exhausta.”—Isa. 32:2.