Edificando sobre un fundamento correcto con materiales incombustibles
“La obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, por cuanto será revelado por medio de fuego; y el fuego mismo probará qué clase de obra es la de cada uno.”—1 Cor. 3:13.
1. ¿Cómo prueban su valor, a costo extra, los materiales incombustibles usados en un edificio?
HAY grande salvaguarda y salvamento de edificios costosos haciéndolos a prueba de fuego. Esto se logra en gran parte haciéndolos de materiales incombustibles. Si un incendio local se iniciara en un edificio a prueba de fuego, sería difícil que se esparciera y finalmente envolviera todo el edificio en llamas y lo redujera a cenizas. Si se iniciara una conflagración general en la comunidad circunstante, el edificio a prueba de fuego subsistiría, algo deslustrado en apariencia exterior y oliendo a chamusquina, pero permaneciendo estructuralmente igual. Los materiales incombustibles usados en el edificio probarían así su valor, y el costo extra de la mano de obra y dinero se habría justificado.
2. ¿Cómo da énfasis la clasificación de un edificio a prueba de fuego por el Reglamento Nacional para Construcción de Edificios al papel vital que desempeñan los materiales de construcción?
2 De modo que costearía que un constructor se amoldara al Reglamento Nacional para Construcción de Edificios, que clasifica un edifico a prueba de fuego como “uno en el cual las partes estructurales son de construcción incombustible que resisten el fuego cuatro horas en los muros exteriores, columnas y vigas y armaduras; y una resistencia al fuego de tres horas para los pisos y las paredes. Todas las paredes exteriores e interiores que llevan el peso son de mampostería y hormigón armado.” (The Encyclopedia Americana, edición de 1956, tomo 11, página 246, bajo “Protección contra incendios”) Muy claramente los materiales de construcción de una superestructura sobre cualquier fundamento desempeñan un papel vital.
3, 4. ¿Qué elemento destruyó el templo de Herodes en Jerusalén, y cómo sucedió esto?
3 Uno de los edificios más grandiosos y más costosos de la historia humana fue destruido por fuego. Ese fue el templo edificado por el rey Herodes el Grande en el mismo sitio donde el rey Salomón de Jerusalén había edificado su magnífico templo, que igualmente había sido víctima del fuego. Concerniente a la destrucción del templo de Herodes hace mil novecientos años, una CycIopædiaa nos dice:
4 “Durante la lucha final de los judíos contra los romanos, en 70 d. de J.C., el Templo fue la última escena del esfuerzo supremo. Los romanos acometieron desde la Torre de Antonia a los recintos sagrados, los salones de los cuales fueron incendiados por los judíos mismos. Fue en contra de la voluntad de [el general romano] Tito que un soldado romano arrojara una tea a las construcciones exteriores septentrionales del Templo, lo cual causó la conflagración de la entera estructura, aunque Tito mismo se esforzó por apagar el fuego. . . . [El historiador judío Flavio] Josefo observa: ‘Uno no puede menos que maravillarse de la exactitud de este período relacionado con esto; porque el mismo mes y el mismo día [el día diez del quinto mes lunar llamado Ab] se observaban ahora, como dije antes, cuando la casa santa fue quemada anteriormente por los babilonios. Ahora bien el número de años que pasaron desde su primera fundación, que fue colocada por el rey Salomón, hasta esta destrucción suya, que sucedió en el segundo año del reinado de [el emperador] Vespasiano, se reúnen para ser mil ciento treinta, además de siete meses y quince días; y desde la segunda edificación de él, que se hizo por Ageo en el segundo año de Ciro el rey [persa], hasta su destrucción bajo Vespasiano hubo seiscientos treinta y nueve años y cuarenta y cinco días.’”
5. ¿Cómo fue destruido el templo del rey Salomón, y por quiénes?
5 En cuanto a la destrucción del templo de Salomón en Jerusalén por el rey conquistador de Babilonia en 607 a. de la E.C., el historiador bíblico nos dice: “Y procedió a quemar la casa del Dios verdadero y a demoler el muro de Jerusalén; y todas sus torres de habitación las quemaron con fuego y también todos sus objetos deseables a fin de causar ruina.”—2 Cró. 36:19; Jer. 52:12-14.
6. (a) ¿Por qué no fue destruida ninguna estatua de Jehová con la destrucción de aquellos templos de Jerusalén? (b) A favor de la adoración de Jehová, ¿qué edificio está siendo construido ahora, y en consonancia con qué Reglamento para Construcción?
6 No se destruyó en las llamas ninguna estatua ni imagen del Dios que se adoraba en esos templos de Jerusalén, porque el Dios que era adorado allí prohibió que Sus adoradores hicieran alguna imagen idolátrica. (Éxo. 20:1-6) Además, la adoración del Dios que fue adorado en esos templos sobrevivió a la destrucción de esos templos materiales y ha sobrevivido hasta hoy y está, de hecho, floreciendo. Este Dios no necesita templo material en el cual ser adorado aquí en la Tierra. No obstante, a favor de su adoración, está construyendo el templo más grandioso de todos los tiempos. (Isa. 66:1; 1 Rey. 8:27-30; Hech. 17:24-28) Este templo subsistirá eternamente, porque se está haciendo de materiales incombustibles. Pasará ileso a través del fuego del venidero día de dificultad del mundo, y brillará con aun mayor gloria y belleza por tal experiencia. En su diseño y en los materiales de su construcción, este templo no se está amoldando a ningún Reglamento para Construcción ni a disposiciones reglamentarias para protección contra el fuego de ninguna nación terrestre. Está siendo amoldado al Reglamento para Construcción del Diseñador Supremo, el Creador del cielo y de la Tierra. Está siendo edificado con los materiales que él especifica y puede proveer.
7. ¿Cómo se compara el tiempo de la construcción del templo eterno de Jehová con la del templo de Herodes y la Basílica de San Pedro?
7 Dios el Creador ha estado edificando este templo por más tiempo que el empleado en levantar cualquier otro edificio que se ha construido. Concerniente al templo de Herodes, los judíos le dijeron a Jesucristo hace diecinueve siglos: “Este templo fue edificado en cuarenta y seis años.” (Juan 2:20) El principal edificio del catolicismo romano, la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, fue fundado por el emperador Constantino el Grande en el cuarto siglo y todavía estaba en construcción en los días del reformador protestante Martín Lutero, en el siglo dieciséis. Pero Dios ha estado construyendo su templo eterno de adoración desde los días de los apóstoles de Jesucristo en el primer siglo hasta ahora, y solo ahora, más de diecinueve siglos después, se acerca a su terminación.
COEDIFICADORES
8. (a) En la obra de construcción del templo, ¿a quién le complace a Dios usar? (b) ¿Cómo arguye Pablo ese punto y también advierte contra el sectarismo en la congregación?
8 En la construcción de su templo incombustible, a Dios le ha agradado usar a coedificadores aquí en la Tierra. ¿Es usted un coedificador con Dios en la construcción de este templo? El apóstol cristiano Pablo fue uno de ellos; también lo fue un elocuente discípulo cristiano que conocía, Apolos, un judío converso de Alejandría, Egipto. Concerniente a trabajar juntos con Dios, el apóstol Pablo escribió a los de la congregación cristiana en el antiguo Corinto, Grecia, y les advirtió contra el hacerse seguidores sectarios de algún hombre religioso, diciendo: “Cuando uno dice: ‘Yo pertenezco a Pablo,’ pero otro dice: ‘Yo a Apolos,’ ¿no son ustedes simplemente hombres? ¿Qué, pues, es Apolos? Sí, ¿qué es Pablo? Ministros por medio de quienes ustedes llegaron a ser creyentes, así como el Señor se lo concedió a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer; de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que lo hace crecer. Ahora bien, el que planta y el que riega uno son, pero cada persona recibirá su propio galardón según su propia labor. Porque somos colaboradores de Dios. Ustedes son campo de Dios bajo cultivo, edificio de Dios.”—1 Cor. 3:4-9.
9. ¿Cómo fue Pablo quien plantó, por ejemplo, con referencia a la congregación corintia?
9 Antes de regar se planta; y el apóstol Pablo, siendo asemejado al que planta, estaba efectuando la obra inicial o de apertura. Estaba efectuando el servicio de precursor a favor del cristianismo. Esto fue cierto tocante a la congregación cristiana allí en Corinto. Pablo llegó allí como misionero y comenzó a predicar en la sinagoga respecto a Jesús como el Mesías judío. Más tarde se hizo necesario que Pablo transfiriera a los judíos creyentes a un lugar de reunión en una casa contigua a la sinagoga. Pablo bautizó a Crispo, el ministro presidente de la sinagoga, y a su familia, también a un creyente llamado Gayo, y también a la casa de Estéfanas.
10. ¿Cómo llegó a regar Apolos lo que Pablo había plantado en Corinto?
10 Después de enseñar el cristianismo allí por año y medio, surgieron condiciones que hicieron aconsejable el que Pablo fuera a Jerusalén. En camino se detuvo en Éfeso en Asia Menor, dejando allí a sus compañeros de viaje Aquila y Priscila. (Hech. 18:1-22; 1 Cor. 1:13-16) Más tarde Apolos, instruido parcialmente en el cristianismo, vino a Éfeso y predicó en la sinagoga. Aquila y Priscila lo conocieron y le explicaron más plenamente el cristianismo. Puesto que ahora Apolos quería ir a Acaya (Grecia), los hermanos cristianos en Éfeso enviaron con él cartas de recomendación. Así Apolos se puso en comunicación con los de la congregación en Corinto y efectuó una obra provechosa entre ellos. Hablando figuradamente, regó la semilla que había plantado el apóstol Pablo. (Hech. 18:24 a 19:1) ¿Quién, sin embargo, produjo el crecimiento? Fue Dios.
11. (a) Por su trabajo en Corinto, ¿qué estaba plantando realmente Pablo? (b) ¿Quién causó el crecimiento, y a quién pertenecía el campo de los productos cultivados?
11 ¿Cuál fue la semilla que plantó Pablo en Corinto? Fue cristianos, discípulos de Jesucristo. El caso fue semejante al de la parábola de Jesús del trigo y la mala hierba (cizaña). Jesús dijo: “El campo es el mundo [de la humanidad]; en cuanto a la semilla excelente, éstos son los hijos del reino.” (Mat. 13:38) Pablo predicaba y plantaba, no solo las semillas de la verdad cristiana, sino cristianos, discípulos del Señor Jesucristo. Estaba ‘haciendo discípulos,’ como Jesús les dijo a sus seguidores que hicieran. (Mat. 28:19, 20) Puesto que Pablo fue un colaborador de Dios, era apropiado que Pablo le dijera a la congregación de corintios creyentes, bautizados: “Ustedes son campo de Dios bajo cultivo.” (1 Cor. 3:9) Realmente fue Dios quien hizo crecer como cristianos a los miembros de aquella congregación. Realmente fue Dios quien los trajo a la vida como discípulos de Jesucristo su Hijo. Pablo simplemente fue un colaborador, a quien Dios había usado para llevarles las buenas nuevas dadoras de vida acerca de Cristo, las cuales buenas nuevas Pablo había obtenido de Dios. De modo que aquel campo de cristianos en desarrollo realmente no le pertenecía a Pablo. Le pertenecía a Dios como el Dueño verdadero y legítimo. De modo que a menos que Dios impartiera su bendición y espíritu, todo el trabajo que Pablo o Apolos hicieran no tendría resultados.
12, 13. (a) ¿Cómo afectan estos hechos el asunto de establecer sectas religiosas? (b) ¿Cuántos ministros tenemos derecho de tener, y, como discípulos, a quién debemos seguir?
12 Por consiguiente, el crédito por el crecimiento cristiano o por la existencia cristiana no habría de darse ni a Pablo ni a Apolos. Tampoco los miembros de la congregación cristiana en Corinto estaban obligados a hacerse seguidores de Pablo o de Apolos, que eran simples “ministros,” siervos, por medio de quienes creyeron los corintios. Más bien, habrían de ser seguidores, discípulos de Dios, el Dueño y Aquel que tiene el poder de hacer que los cristianos vengan a la existencia y crezcan a la madurez. Por lo tanto, ¡cuán poco criterio había al establecer sectas religiosas y seguir a hombres prominentes! Dios es mucho más grande que un simple hombre y que todos los hombres puestos juntos. Aun aquellos hombres que usa como ministros pertenecen a Dios, y por eso en el análisis final todo pertenece a Dios.
13 Nosotros no pertenecemos a ningún ministro, y tenemos derecho de tener más de un ministro de Dios. Debemos estar disfrutando del ministerio de todos sus ministros. “Por eso,” como dice Pablo, “que nadie se jacte en los hombres; porque todas las cosas les pertenecen a ustedes, sea Pablo, o Apolos, o Cefas [Pedro], o el mundo [de la humanidad], o la vida, o la muerte, o las cosas presentes, o las cosas venideras, todas las cosas les pertenecen a ustedes; a su vez ustedes pertenecen a Cristo; Cristo, a su vez, pertenece a Dios.” (1 Cor. 3:21-23) Por eso, sigamos a Dios, reconociendo que él es dueño de nosotros y de todos los que son sus ministros especiales a favor nuestro.
“EDIFICIO DE DIOS”
14. (a) Además de a un agricultor, ¿a quién más se asemeja Dios en su obra con los cristianos? (b) Por consiguiente, ¿quiénes también son trabajadores con Dios, y, además de ser prole de Adán, qué más podemos ser hoy en día?
14 El trabajo de Dios tocante a los cristianos no solo puede compararse a labrar la tierra sino también a edificar. Dios es un Edificador, un Erector de un edificio; y si somos “colaboradores de Dios,” entonces también tenemos que ser edificadores. Este es el hecho ineludible que nos recuerda el apóstol Pablo al decir: “Somos colaboradores de Dios. Ustedes son . . . edificio de Dios.” (1 Cor. 3:9) ¿Entendemos ese pensamiento? “Personas” que son edificio de Dios. Es un pensamiento asombroso el que una persona comprenda que, aparte de ser descendiente de la primera creación humana de Dios, Adán, ella es edificada por Dios, es parte del edificio de Dios de una clase en particular. Todos los hombres son prole de la primera creación humana de Dios, pero ¿cuántos hoy en día son “edificio de Dios”?
15, 16. (a) En su operación de edificar, ¿a quiénes en la Tierra le complace a Dios usar? (b) ¿Tienen todos la misma asignación de trabajo, y cómo iluminó Pablo este hecho en 1 Corintios 3:10, 11?
15 En este trabajo de edificación, a Dios le agrada usar a “colaboradores” humanos. ¿Qué parte del trabajo efectúa un colaborador humano? No todos los colaboradores tienen la misma parte o el mismo tipo de trabajo que desempeñar en la actividad de edificar. Algunos pueden tener una parte más prominente o más importante, según la bondad inmerecida de Dios que se les ha concedido. El apóstol Pablo discernió y apreció su propia asignación especial de trabajo. Trató de asumir la responsabilidad de ello, no evadiéndose de las obligaciones extras, las obligaciones continuas, que esto requería de él. Por eso, al describir su propio trabajo especial, particularmente en relación con la congregación corintia, Pablo escribió:
16 “Conforme a la bondad inmerecida, de Dios que me fue dada, como sabio director de obras puse un fundamento, pero algún otro está edificando sobre él. Empero siga vigilando cada uno cómo edifica sobre él. Porque nadie puede poner ningún otro fundamento que el que está puesto, que es Jesucristo.”—1 Cor. 3:10, 11.
17. ¿En qué parte del edificio estaba Pablo, como apóstol de Jesucristo, especialmente interesado, y cómo muestra Revelación 21:9-14 lo adecuado de esto?
17 Habiendo sido hecho un “apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios,” Pablo participó en el programa de edificación de Dios como un “director de obras” o maestro de obras o artífice principal. Como tal, Pablo estaría interesado en la edificación de abajo hacia arriba, porque, como un sabio director de obras, sabía lo importante que es el fundamento de un edificio. Los apóstoles cristianos tuvieron que ver con la obra de fundamento de la congregación, porque, en Revelación 21:9-14, la congregación bajo Cristo es asemejada a una ciudad, la Nueva Jerusalén, y se dice que los fundamentos de esta ciudad celestial simbólica son los apóstoles, “los doce apóstoles del Cordero.” (1 Cor. 1:1, 2) Fue muy adecuado que Pablo siempre tratara de participar en el trabajo básico del programa de edificación cristiana. Se esforzó especialmente por efectuar servicio de precursor en territorio nuevo, no trabajado. Por eso pudo decir:
18. Tocante a su territorio de trabajar con las buenas nuevas, ¿qué escribió Pablo a los romanos?
18 “No me atreveré a decir una sola cosa si no es de aquellas cosas que Cristo obró por medio de mí para que las naciones sean obedientes, por mi palabra y hecho, con el poder de señales y portentos, con el poder de espíritu santo; de modo que desde Jerusalén y en un circuito hasta Ilírico [parte de lo que hoy en día es Yugoslavia] he predicado cabalmente las buenas nuevas acerca del Cristo. De este modo, en realidad, hice mi meta el no declarar las buenas nuevas donde Cristo ya había sido nombrado, para no estar edificando sobre fundamento ajeno; mas, así como está escrito: ‘Aquellos a quienes no se les ha hecho anuncio acerca de él verán, y los que no han oído entenderán.’ Por esto también se me impidió muchas veces llegar a ustedes [romanos]. Mas ahora que ya no tengo territorio sin tocar en estas regiones, y habiendo tenido por algunos años el anhelo de llegar a ustedes cuando viaje con rumbo a España, espero, sobre todo, cuando esté en camino a ese lugar, poder verlos y ser acompañado parte del camino por ustedes después que primero me haya satisfecho hasta cierto grado con su compañía.”—Rom. 15:18-24.
19. En su aprecio de la parte vital de un edificio, ¿cómo mostró Pablo que tenía el espíritu de Dios y de Cristo?
19 Así Pablo tuvo, no solo el trabajo duro, sino también el placer de iniciar las cosas y luego verlas crecer. Sabía que un edificador podía iniciar las cosas en una dirección incorrecta, o sobre una base incorrecta. Apreció muchísimo la importancia de un fundamento correcto y bueno de las cosas. En este sentido tuvo el espíritu de Dios y de Cristo. Dios, el gran Edificador de todas las cosas, dio énfasis a la importancia de un fundamento cuando le dijo al Job temeroso de Dios: “¿Dónde te hallabas tú cuando yo fundé la tierra? Infórmame, si de veras conoces el entendimiento. ¿Quién fijó sus medidas, si acaso lo sabes, o quién extendió sobre ella el cordel de medir? ¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras, o quién colocó su piedra angular?” (Job 38:4-6) Jesucristo ilustró la importancia de un fundamento firme cuando dijo: “Es semejante a un hombre que edificó una casa, el cual cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la masa de roca. Por consiguiente, cuando sobrevino una inundación, el río rompió contra aquella casa, mas no tuvo la fuerza para sacudirla, porque estaba bien edificada.”—Luc. 6:47, 48.
EL FUNDAMENTO
20. (a) Para ser colaborador de Dios, ¿las especificaciones de quién tiene uno que considerar? (b) ¿Por qué no podría un colaborador de Dios poner un fundamento que no fuera el que Pablo puso?
20 Una persona no podría ser colaboradora de Dios y al mismo tiempo hacer caso omiso de las especificaciones de Dios, quien es el Principal Edificador y a quien habrá de pertenecer el edificio. Tocante a la base sobre la que descansa el edificio, Dios solo aprueba un fundamento para él. El apóstol Pablo sabía cuál era ese fundamento. Cuando fundó la congregación corintia, éste fue el fundamento que puso a fin de trabajar en armonía con Dios y tener la aprobación de Dios sobre su trabajo. Todo otro colaborador de Dios tenía que reconocer ese fundamento que Pablo había puesto y luego edificar sobre él en vez de tratar de poner algún otro fundamento y transferir la superestructura a aquel otro fundamento. Es por eso que Pablo advirtió: “Nadie puede poner ningún otro fundamento que el que está puesto, que es Jesucristo.” (1 Cor. 3:11) Esta era la masa de roca a la que se refirió el Señor Jesús cuando le dijo al apóstol Pedro: “Sobre esta masa de roca edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la subyugarán.”—Mat. 16:18.
21. En cuanto al bautismo en agua, ¿cómo puso Pablo a Jesucristo como el fundamento?
21 El precursor Pablo dijo tocante a la congregación corintia: “Puse un fundamento.” (1 Cor. 3:10) Ahora bien, ¿de qué manera puso Pablo a Jesucristo como el fundamento? Bueno, cuando Pablo vino por primera vez a predicar en Corinto, no predicó a Simón Pedro o Cefas, ni al elocuente Apolos, ni aun a él mismo; tampoco bautizó a nadie allí en su propio nombre. En un desafío podía decirles: “Que nadie diga que ustedes fueron bautizados en mi nombre.” (1 Cor. 1:15) Poco después de haber salido de Corinto, se informó que Pablo estuvo en Éfeso y allí bautizó en el nombre de Jesús. (Hech. 19:1-7) De modo que él bautizó en Corinto en el mismo nombre.
22, 23. (a) Cuando trabajó con los judíos en Corinto, ¿cómo puso Pablo a Jesucristo como el fundamento? (b) Debido a ser el Fundamento, ¿qué fue hecho ser Jesucristo por Dios en cuanto a sus discípulos?
22 El apóstol Pablo puso a Jesucristo como un fundamento porque enseñó que Jesucristo es la base para nuestra salvación del pecado y de la muerte. El registro de la obra de precursor de Pablo en Corinto dice claramente: “Todos los sábados pronunciaba un discurso en la sinagoga y persuadía a judíos y a griegos. Cuando, pues, Silas y también Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo empezó a estar intensamente ocupado con la palabra, dando testimonio a los judíos para probar que Jesús es el Cristo.” (Hech. 18:1-5) Aun en ese país de filosofía griega pagana Pablo no trató de mezclar a Jesucristo con los paganos intelectuales o con la filosofía mundana, sino que predicó a Jesucristo fijado en un madero de tormento como sacrificio humano a Dios. Pablo dice:
23 “No me despachó Cristo para ir bautizando, sino para ir declarando las buenas nuevas, no con sabiduría de palabra, para que no se haga inútil el madero de tormento del Cristo. Porque tanto los judíos piden señales como los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo fijado en el madero, para los judíos causa de tropiezo mas para las naciones [no judías] necedad; no obstante, para los que son los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo el poder de Dios y la sabiduría de Dios. Porque una cosa necia de Dios es más sabia que los hombres, y una cosa débil de Dios es más fuerte que los hombres. Mas a él se debe el que ustedes estén en unión con Cristo Jesús, que ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y liberación por rescate; para que sea así como está escrito: ‘El que se jacta, jáctese en Jehová.’”—1 Cor. 1:17, 22-25, 30, 31; Jer. 9:24.
24. Cuando entró en la fortaleza de filosofía pagana que era Corinto, ¿a quiénes persistió en predicar Pablo, y por qué?
24 Cuando Pablo vino a Corinto a predicar las buenas nuevas, no fue intimidado por la sabiduría mundana de los griegos paganos. No trató de desplegar gran intelectualidad de manera mundana a fin de competir con la filosofía griega y mostrar que era más inteligente que los filósofos paganos y así ganar seguidores. No trató de regalar los oídos de los hombres que buscaban sabiduría mundana, teorías y filosofías humanas. Llegó allí para poner a Jesucristo como fundamento para una congregación cristiana. “Y así es que,” dice él, en 1 Corintios 2:1-5, “yo, cuando fui a ustedes, hermanos, no fui con extravagancia de habla o de sabiduría al declararles el secreto sagrado de Dios. Porque decidí no saber cosa alguna entre ustedes salvo a Jesucristo, y a él fijado en el madero. Y fui a ustedes en debilidad y en temor y con mucho temblor; y mi habla y lo que prediqué no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con una demostración de espíritu y poder, para que la fe de ustedes no estuviese en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.”
25. En una situación como la de Pablo en Corinto, ¿cómo puede sentirse un cristiano precursor, pero que puede hacer?
25 Así Como el apóstol Pablo, hoy un cristiano precursor quizás tiemble y se sienta bastante débil al entrar en una fortaleza de sabiduría filosófica mundana. No obstante, puede hacer una demostración del espíritu y poder de Dios y establecer la fe de otros en Dios.
26. (a) ¿Cómo estimuló el Señor a Pablo en Corinto, y por eso qué hizo? (b) ¿Por qué estaba todavía en pie la congregación de Corinto años después de eso?
26 Con razón se necesitó que el Señor animara a Pablo en Corinto, así como leemos: “De noche el Señor dijo a Pablo mediante una visión: ‘No temas, sino sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te asaltará para hacerte daño; porque tengo mucho pueblo en esta ciudad.’ De modo que se quedó establecido allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios.” (Hech. 18:9-11) La Palabra de Dios no fue derrotada por la filosofía pagana mundana. La congregación que Pablo fundó en Corinto todavía estaba allí y estaba floreciendo años después cuando Pablo escribió su primera y segunda cartas a los cristianos corintios. Había sido fundada sobre un fundamento correcto. Pudo permanecer firme.
[Nota]
a Vea la Cyclopædia of Biblical, Theological and Ecclesiastical Literature, por M’Clintock y Strong, tomo 10, página 252, párrafo 1. También, vea Wars of the Jews, vi, 4, por Flavio Josefo.