¿Cuál es el punto de vista bíblico?
¿Resucitará Dios el cuerpo que se entierra?
LA MUERTE de una persona amada a menudo resulta en una terrible sacudida, como quizás sepa el lector de alguna triste experiencia. Pero tal vez también sepa que inmediatamente después de la sacudida puede venir una serie de preguntas o decisiones. Por ejemplo:
¿Quiere usted que el empresario de pompas fúnebres embalsame el cuerpo? ¿Debe incinerarse o enterrarse el cadáver? Si ha de ser enterrado, ¿prefiere usted un ataúd normal, o uno diseñado para conservar el cadáver más tiempo?
Sea que usted se haya enfrentado a preguntas como ésas o no, y todos pudiéramos tener que hacerlo en cualquier momento, hay un asunto común que puede influir en sus decisiones.
Es éste: ¿Acaso lo que se hace con el cadáver afecta de modo alguno el que pueda ser o sea resucitado el difunto? Muchas personas creen que sí. Por eso insisten en que el cadáver de una persona amada reciba tratamiento especial aunque sea más costoso.
Por qué lo creen
¿Enseña su religión que en el Día del Juicio el Creador resucitará los cuerpos carnales de todas las personas que hayan muerto?
“Sí,” dice usted si es católico. Quizás hasta haya recitado el Credo de los Apóstoles que dice, en parte: “Creo en . . . la resurrección de la carne,” “o sea del cuerpo,” como añade el Catecismo de Daniel Llorente. Otro catecismo católico explica: “Al fin del mundo los cuerpos de todos los hombres se levantarán de la tierra y se unirán de nuevo con sus almas.” Si usted es protestante, esto quizás le suene familiar, porque muchas iglesias protestantes enseñan esto mismo.
De modo similar, la Encyclopædia Judaica (1971) señala que “la creencia de que finalmente los muertos serán revivificados en sus cuerpos” es “un dogma principal” del judaísmo. La literatura rabínica consideró tales problemas como “la manera en que viajarán los cuerpos a la Tierra de Israel . . . , [y] si estarán vestidos o desnudos.” La enciclopedia añade: “Se ha tomado esta idea tan en serio y literalmente que los judíos piadosos a menudo se preocupan por la ropa en que los entierren, la sepultura completa de todos los órganos, y el que sean enterrados en Israel.”
Se ve, pues, que la creencia de que las personas serán resucitadas con los mismos cuerpos carnales que tenían al morir cuenta con amplia aceptación. Y sí influye en las decisiones que se toman acerca de funerales y entierros.
Pero, ¿qué dice la Biblia específicamente sobre el asunto? Sería bueno saberlo, porque pudiera influir en sus decisiones.
Prueba de lo que Dios puede hacer
El leer toda la Biblia le suministra a uno prueba amplia de que Dios tiene la capacidad para resucitar a una persona con el mismo cuerpo que tenía al morir.
Hay varios casos en que una persona murió y luego Jehová, por medio de uno de sus siervos, hizo volver la vida al cuerpo muerto. Le sucedió a un mozo de Sarepta, a un niño de Sunem, a la hija de Jairo, a un joven de Naín y a Dorcas de Jope. (1 Rey. 17:21-23; 2 Rey. 4:8, 32-37; Mar. 5:22-24, 35-42; Luc. 7:11-15; Hech. 9:36-42) En estos casos, evidentemente se hizo que los individuos volvieran a vivir el mismo día en que murieron, estando los cuerpos todavía sin enterrar y sin descomponerse.
La resurrección de Lázaro fue un poco diferente. Él había estado muerto por cuatro días y su cadáver había empezado a descomponerse y oler mal. Sin embargo, el Dios que pudo formarle a Adán un cuerpo de los elementos terrestres ciertamente podría proveer de nuevo un cuerpo completo y sano para Lázaro. Y lo hizo. Jesús le oró a su Padre y luego dijo: “¡Lázaro sal!” Y salió. Sí, salió vivo con un cuerpo humano completo.—Juan 11:39-44.
De modo que es innegable que Dios puede hacer que las personas vuelvan a vivir con cuerpos de carne, sangre, huesos, pelo y todas las otras materias de que se compone la vida humana. Pero, ¿significa esto que Dios precisa cadáveres razonablemente completos para poder resucitar a los individuos? ¿Sugiere esto que si muere una persona amada se debe tratar de conservar el cuerpo?
La lección de Jesús
El considerar lo que sucedió con Jesús nos ayuda a ver este asunto del modo correcto. Recordamos que antes que el Hijo de Dios viniera a la Tierra había vivido como espíritu en el cielo junto con su Padre y los ángeles. (Juan 1:1, 14) Después que se le diera muerte a Jesús, él habría de volver al cielo, pues él mismo había pedido que ‘se le glorificara al lado de su Padre con la gloria que tenía antes que el mundo fuese.’—Juan 17:5.
Dado que tal era el caso, ¿sería necesario que Dios resucitara el cuerpo humano de Jesús compuesto de carne, huesos y sangre? No, porque Jesús habría de ir al cielo. ¿No es comprensible, entonces, lo que dijo el apóstol Pedro de que Jesús ‘había sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu’?—1 Ped. 3:18.
Pero quizás algunas personas se pregunten: Si Jesús fue resucitado como espíritu, como los ángeles, ¿cómo pudo aparecer en la carne después de su resurrección? Para conseguir la respuesta de la Biblia, piense en ocasiones pasadas en las que ángeles se les aparecieron a hombres, como a Abrahán, Lot, Gedeón y a los padres de Sansón. (Gén. 18:1, 2; 19:1; Jue. 6:11, 12; 13:13-21) En el cielo esos ángeles eran espíritus y tenían cuerpos espirituales invisibles. Pero a fin de que los vieran las criaturas humanas, materializaron cuerpos humanos.
Jesús hizo la misma cosa después que fue resucitado, puesto que ya no era un hombre de carne como lo fue Adán, sino que entonces era un “espíritu dador de vida.” (1 Cor. 15:45) Evidentemente Dios dispuso del cuerpo de Jesucristo para que nadie pudiera adorarlo. (Compare con Deuteronomio 34:6; Judas 9.) Pero Jesús no necesitaba ese cuerpo. Como espíritu materializó varios cuerpos humanos para aparecerse ante sus discípulos. A veces el cuerpo materializado fue de tal apariencia que sus seguidores no lo reconocieron. (Juan 20:14-16; 21:4-7) Sin embargo, en una ocasión, a fin de convencer al “incrédulo” Tomás, Jesús materializó un cuerpo carnal que tenía heridas en él como las que estaban en el cuerpo de Cristo cuando murió. Una lectura cuidadosa de este relato confirma el hecho de que éste realmente fue un caso en que una criatura espiritual materializó un cuerpo carnal. ¿Cómo lo sabemos? Jesús se le apareció a Tomás cuando éste estaba en un cuarto cerrado con llave, pues se materializó milagrosamente allí mismo en medio de los apóstoles.—Juan 20:24-29.
¿Fue ése un modelo?
Lo que sucedió en el caso de Jesús es interesante, pero quizás usted esté pensando: ‘Bueno, ¿pero resucitará Dios los cuerpos carnales de otros?’
Las Escrituras enseñan claramente que algunos de los seguidores de Cristo han sido llamados para ser coherederos con él en el cielo. (Rom. 8:16, 17; 2 Tim. 4:18) Bueno, si Jesús fue “hecho vivo en el espíritu,” ¿no es razonable que sus seguidores electos destinados para vida celestial también sean resucitados como espíritus, con cuerpos espirituales a propósito para su nuevo ambiente? (1 Ped. 3:18) De ser cierto eso, entonces sus cadáveres carnales no serían resucitados, ¿verdad?
Esto es exactamente lo que explicó el apóstol Pablo al hablar de la resurrección de éstos y contestar la pregunta: “¿Cómo han de ser levantados los muertos? Sí, ¿con qué clase de cuerpo vienen?” (1 Cor. 15:35) Obviamente, si habrían de ser resucitados los mismísimos cuerpos carnales, no habría por qué hacer esa pregunta. ¿Qué dijo Pablo en respuesta? Pablo explicó que ‘Dios da un cuerpo así como le agrada a él.’ ¿Aplica ese principio a la resurrección de los muertos? Sí. Puesto que la persona vivió y murió con un “cuerpo físico,” lo que se resucita es un “cuerpo espiritual.” Así es que en el caso de los que son resucitados para vida celestial sus cuerpos carnales no serán resucitados tal como no lo fue el de Jesús, que fue resucitado “un espíritu dador de vida.” En el cielo éstos tendrán un cuerpo espiritual, pues llevarán “la imagen del celestial.”—1 Cor. 15:36-49.
Pablo remacha el punto con lo que declara enseguida: “Carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni tampoco la corrupción hereda la incorrupción.” (1 Cor. 15:50) Respecto a esta afirmación clara, el clérigo J. A. T. Robinson confesó: “Esto es fundamental, y ni Pablo ni ningún otro escritor del N[uevo] T[estamento] habla o pudiera hablar de la ‘resurrección de la carne.’”
Claro está, pues, que la Biblia pone de manifiesto que los cristianos primitivos entendían que su resurrección no dependía de que su cuerpo fuera conservado. Más bien, los enemigos del cristianismo fueron los que creían eso erróneamente. Respecto a los opositores del segundo siglo que ejecutaban a los cristianos, el antiguo historiador Eusebio escribió: “Los cuerpos de los mártires . . . por fin fueron quemados y reducidos a cenizas por los miserables, y por último los echaban al [río] Ródano . . . Hacían estas cosas como si pudieran sobreponerse a Dios, y destruir la resurrección de ellos.” Estos enemigos decían: “Ahora veremos si vuelven a levantarse.”
Sin duda los cristianos primitivos hubieran preferido enterrar a sus hermanos de modo respetable. No obstante, sabían que si no podían hacerlo, eso no afectaría la resurrección.
Para vida en la Tierra
Lo que Dios hizo con relación a Jesús y sus coherederos demuestra claramente que Jehová no necesita que se conserve el cuerpo humano para poder resucitar a una persona. Por eso, en el Nuevo Orden, respecto a la resurrección futura de los que habrán de vivir en la Tierra, Jehová podrá ‘dar a cada uno un cuerpo que le agrade a Él.’—1 Cor. 15:38.
Por consiguiente, Dios podrá resucitar a Jonatán, el fiel amigo de David, a pesar de que quemaron su cadáver y solo sus huesos fueron enterrados. (1 Sam. 31:2, 12, 13) No se le hará más difícil a Dios resucitar a Jonatán que el resucitar a todos los que han sido enterrados y cuyos cuerpos han vuelto al polvo.—Rev. 20:12, 13.
Jehová no tendrá que usar los mismos átomos y moléculas que estuvieron en el cuerpo de Jonatán al tiempo de morir, y lo mismo es cierto respecto a otros. Aun ahora en el caso de cada uno de nosotros, los átomos que tenemos en nuestro cuerpo hoy son diferentes de los que teníamos hace una década, pero todavía somos la misma persona. Así como Dios le proveyó a Adán un cuerpo sano de los elementos, le puede proveer un cuerpo humano completo a cada persona que sea resucitada para vivir en la Tierra. (Hech. 24:15) Tal vez el cuerpo de la persona resucitada tenga la apariencia general que él o ella haya tenido antes de morir. Pero de más importancia, Dios restaurará a estos resucitados con las características, personalidad y memoria que el individuo poseía hasta el tiempo de morir. De modo que será la misma persona, tal como Lázaro fue la misma persona cuando Dios, mediante Jesús, lo resucitó y volvió a hacer sano su cuerpo.
Por lo tanto, no hay necesidad de que persona alguna recurra a medios extensos para tratar de conservar el cuerpo de una persona amada que haya muerto. Prescindiendo de la manera en que el cuerpo vuelva al polvo, sea rápidamente o despacio, Jehová Dios puede resucitar y resucitará a todos aquellos a quienes su provisión mediante Cristo abarca.—Juan 5:28, 29; 11:23, 24.