Sea presto para oir, lento en cuanto a hablar
“Conozcan esto, mis amados hermanos. Todo hombre debe ser presto en cuanto a oir, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.”—Sant. 1:19.
1. ¿Cuál es el principal propósito de la lengua humana, y cómo están usándose así muchas lenguas hoy día?
EL PROPÓSITO principal de la lengua humana es glorificar al grandioso Creador del hombre, Jehová el Dios Todopoderoso. Como instrumento para traer alabanza a Dios, la lengua está usándose mundialmente hoy día para anunciar el reino establecido de los cielos. Estas son buenas nuevas que Jesús dijo que “se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones.” ¡Cuán preciosa es la lengua que habla este mensaje alegre! “La lengua del justo es plata escogida.” La justa voluntad de Dios es que los cristianos verdaderos siempre estén listos para hablar estas buenas nuevas del Reino a otros: “Predica la palabra, hazlo urgentemente en tiempo favorable, en tiempo dificultoso.”—Mat. 24:14; Pro. 10:20; 2 Tim. 4:2.
2, 3. ¿Qué quiso decir básicamente el discípulo Santiago cuando aconsejó sobre ser “lento en cuanto a hablar”?
2 Quizás les parezca extraño a algunos que, en vista de la premura de hablar el mensaje del Reino, el discípulo Santiago escribiera este consejo inspirado: “Conozcan esto, mis amados hermanos. Todo hombre debe ser presto en cuanto a oir, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.” No es concerniente a la predicación del Reino que los cristianos tienen que ser ‘lentos en cuanto a hablar.’ El discípulo Santiago tenía en mientes otros pensamientos.—Sant. 1:19.
3 El sentido del consejo divino en Santiago 1:19 es que por medio de ser ‘prestos en cuanto a oir, lentos en cuanto a hablar, lentos en cuanto a ira,’ nos guardemos de corromper la adoración pura y nos guardemos de acarrear ruina sobre nosotros mismos especialmente por el uso incorrecto de la lengua. Si algún cristiano piensa que no le es muy necesario refrenar la lengua, debe prestar atención a la amonestación divina: “Si algún hombre piensa que él mismo es un adorador formal y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre está por demás.” Si el cristiano quiere evitar que su adoración esté por demás a la vista de Dios, no sólo tiene que alabar a Dios anunciando su reino glorioso sino también hacer que su lengua sea una bendición para el género humano. Como ayuda para refrenar la lengua, Santiago recomienda el ser “presto en cuanto a oir, lento en cuanto a hablar.”—Sant. 1:26.
4. ¿Cómo describe Santiago la lengua y el efecto que puede producir, y por eso cuál es la manera sabia de proceder?
4 Cuando comprendemos el poderoso efecto de la lengua, vemos el gran valor que hay en el consejo de Santiago. Es verdad, la lengua es un miembro pequeño; pero el freno de un caballo y el timón de un barco son cosas comparativamente pequeñas, no obstante su efecto es tremendo: “Si ponemos frenos en la boca de los caballos para que nos obedezcan, manejamos también todo su cuerpo. ¡Miren! hasta los barcos, aunque son tan grandes y son impulsados por vientos fuertes, son dirigidos por un timón muy pequeño adonde la inclinación del timonel lo desee. Así, también, la lengua es un miembro pequeño y sin embargo hace grandes alardes. ¡Miren! ¡cuán poco fuego se necesita para incendiar un bosque tan grande! Bueno, la lengua es un fuego. La lengua se constituye un mundo de injusticia entre nuestros miembros, porque mancha todo el cuerpo y enciende la rueda de la vida natural y es encendida por Gehena. Porque toda clase de bestia salvaje así como ave y cosa que se arrastra y criatura marina ha de ser domada y ha sido domada por la humanidad. Pero la lengua, nadie de la humanidad puede domarla.” Puesto que la manera en que el cristiano usa su lengua significa vida o muerte y puesto que hoy ningún hombre tiene dominio perfecto sobre su lengua, muestra sabiduría el que el habla de uno no sea apresurada.—Sant. 3:3-8.
HABLA EN DEMASÍA
5. ¿Cuál es un peligro serio encerrado en hablar demasiado, y qué relación hay entre escuchar y aprender?
5 El ser prestos en cuanto a hablar palabras que no son incorrectas en sí mismas hasta puede servirle de perjuicio al cristiano. Una persona puede hablar más tiempo del debido y así no ser “presto en cuanto a oir.” Tiene que haber un equilibrio entre hablar y oir. Puesto que es principalmente respecto a la Palabra de la verdad de Dios que debemos ser prestos para oir, algunas personas no progresan a la madurez espiritual porque no son buenos oyentes. Emplean más del tiempo debido hablando. Ministros de los testigos de Jehová a veces han conducido estudios bíblicos de casa con personas que son locuaces o hablan demasiado. Estas personas a menudo progresan poco espiritualmente debido a que consumen el tiempo hablando. Estas personas necesitan comprender que “la persona sabia oirá y adquirirá más instrucción.” Por eso la manera en que uno escucha tiene una relación directa con lo que aprende. El habla tiene su lugar, pero no debe permitirse que excluya el escuchar, especialmente cuando uno está recibiendo instrucción de la Palabra de Dios. Cuando María, la hermana de Marta, “se sentó a los pies del Señor,” era tiempo para que ella aprendiera. Por eso “se quedó escuchando su palabra.”—Pro. 1:5; Luc. 10:39.
6. ¿Por qué es que algunas personas no son buenos oyentes? ¿Con qué resultado?
6 Hoy se nota en las conversaciones que muchas personas no ponen buena atención. Ellas quieren hablar la mayor parte del tiempo. Cuando es tiempo para escuchar y persisten en hablar, se privan de lo que puede ser instrucción importante. El que debería estar escuchando, muy a menudo tiene sus pensamientos en otra parte, quizás ensayando en su mente las palabras que verterá cuando pueda aprovecharse de una abertura en la conversación. A veces parece que es por demás enseñar a estas personas, puesto que la regla bíblica es: “¿Has contemplado al hombre que se apresura con sus palabras? Hay más esperanza para alguien estúpido que para él.” “El insensato habla muchas palabras.” ¡Con razón muchas personas preguntan innecesariamente “¿Qué dijo usted?” inmediatamente después que alguien les ha hablado! Si no se interesaran a grado excesivo en cuanto a hablar, probablemente no tendrían que pedir que el que les hablara repitiera sus palabras. Continuamente tenemos que mejorar en cuanto a poner atención, porque muchísimo de nuestro aprender depende de ello.—Pro. 29:20; Ecl. 10:14.
PONIENDO ATENCIÓN
7. ¿Cuándo es tiempo para ser especialmente presto en cuanto a escuchar, y por qué?
7 Cuando se está instruyendo a uno en la Palabra de Dios, por ejemplo en una reunión de congregación o en una asamblea grande del pueblo de Jehová, no es el tiempo para platicar y hablar. La Palabra de Jehová aconseja: “Guarda tus pies siempre que vayas a la casa de El Dios verdadero; y haya un acercamiento para oir, más bien que para dar un sacrificio como lo hacen los estúpidos, porque ellos no están conscientes de hacer lo que es malo. No te apresures tú mismo respecto a tú boca.” A veces en una asamblea grande hay personas hablándose unas a otras innecesariamente, platicando con personas a quienes no han visto por largo tiempo, etcétera—haciendo esto al mismísimo tiempo que se están hablando importantes verdades bíblicas desde la tribuna. Esto muestra falta de respeto a la Palabra de Dios y a su organización. Debería haber “un acercamiento para oir” durante las reuniones y sesiones en las asambleas. Después es el tiempo para platicar.—Ecl. 5:1, 2.
8. ¿Por qué es tan importante poner atención, y qué ayudará a uno a hacerlo?
8 El ser prestos para oir significa poner atención a lo que oímos, permitiendo que las verdades de Dios penetren profundamente en nuestro corazón y mente. Uno puede estar escuchando pero realmente no estar poniendo atención. No debe permitirse que la mente vague. Este asunto de poner atención a la instrucción que se nos da de la Palabra de Dios es tan importante que el apóstol de Cristo aconsejó: “Es necesario que pongamos más que la acostumbrada atención a las cosas que nosotros escuchamos, para que nunca nos deslicemos.” Por eso el cristiano necesita estar alerta cuando está recibiendo instrucción bíblica. Comprendiendo la necesidad de estar despierta mentalmente, la persona no come mucho precisamente antes de las reuniones, sabiendo que es difícil escuchar bien con una mente soñolienta. El buen escuchar también puede ser avivado por la clase correcta de ventilación en lugares de asamblea y por medio de mantener una temperatura apropiada cuando sea posible, una temperatura que no sea ni demasiado fría ni demasiado caliente. Por lo tanto haga lo que es razonable para que pueda ‘poner más que la acostumbrada atención’ a la Palabra de verdad de Dios. “Feliz es el hombre que me está escuchando por medio de mantenerse despierto.”—Heb. 2:1; Pro. 8:34.
RACIONALIDAD Y REPRENSIÓN
9. ¿Por qué es una ayuda a que uno sea razonable el ser presto en cuanto a oír, y por qué es esto especialmente vital para los superintendentes?
9 El ser presto para oir, como regla general, ayuda a uno a ser razonable. La Palabra de Dios dice: “Llegue a ser conocida a todo hombre su racionalidad.” ¿Cómo puede usted hacer eso bien si no escucha? A menudo hay que escuchar pacientemente a ambos lados de un asunto, en vez de insertar uno sus palabras apresuradamente. Si uno no escucha bastante, tal vez no llegue a las conclusiones correctas. Los superintendentes de las congregaciones cristianas, dice Pablo, tienen que ser ‘razonables.’ (1 Tim. 3:2, 3) Por consiguiente, en sus tratos con sus hermanos cristianos, los superintendentes tienen que ser ‘prestos para oir.’—Fili. 4:5.
10, 11. (a) ¿Cuál es un peligro al no ser prestos en cuanto a oir, y por eso cómo muestra la Palabra de Dios que deben ser entrenados nuestros oídos? (b) ¿Qué hay de las ocasiones en que los superintendentes hablan o dan consejo?
10 Un grave peligro al no ser presto para oir es que tal comportamiento coloca una barrera que impide el aprovecharse del consejo y la reprensión. A los oídos naturalmente no les gusta oir reprensión. Pero el cristiano tiene que entrenar sus oídos para que sean prestos en cuanto a oir en conexión con esto. “Reprende a un sabio y te amará.” “Escucha al consejo y acepta la disciplina, a fin de que te hagas sabio en tu futuro.” “Una reprensión obra más profundamente en el que tiene entendimiento que el golpear cien veces al estúpido.” Para ser sabio y entendido, los oídos de uno tienen que estar entrenados para ser prestos en cuanto a oir consejo y reprensión, no ofendiéndose o airándose a causa de ello. “El oído que está escuchando la reprensión de la vida se aloja plenamente entre personas sabias.”—Pro. 9:8; 19:20; 17:10; 15:31.
11 Cuando los superintendentes hablan en conexión con esto, dando reprensión y corrección, entonces nosotros tenemos que ser especialmente prestos para oir. Los apóstoles de Jesús tuvieron que ser prestos en cuanto a oir. Una vez Santiago y Juan se apresuraron en cuanto a la ira y quisieron pedir que bajara fuego del cielo para destruir a los habitantes de una inhospitalaria aldea samaritana. Lucas 9:55 dice que Jesús “se volvió y los reprendió.” No se ofendieron ellos. Tuvieron que ser prestos en cuanto a oir para sacar provecho de la reprensión de Jesús. “El que está adhiriéndose a la disciplina es un sendero a la vida, pero el que está dejando la reprensión está causando el vagar.”—Pro. 10:17.
LA RESPUESTA APACIBLE
12. Cuando personas descarriadas injurian al ministro del Reino, ¿cómo responderá él?
12 Los que son prestos para oir la Palabra, consejo e instrucción de Dios son los más inclinados a ser ‘lentos en cuanto a hablar, lentos en cuanto a ira.’ El ser lento en cuanto a hablar significa que uno no será presto para responder irasciblemente cuando se le está aconsejando o aun cuando se le está tratando descortésmente. Cuando uno se enfrenta a algo que lo estimula a airarse, tiene que ser especialmente lento en cuanto a hablar o devolver palabras airadas. Cuando lleva el mensaje del Reino a otros, el ministro de Dios a veces puede ser vituperado y llegar a ser el blanco de palabras injuriosas. Pero el ministro del Reino pasará por alto benignamente tales afrentas; sabe que ningún bien resulta de devolver mal por mal. Él también sabe que “una lengua apacible misma puede quebrar un hueso.” Una persona puede ser tan dura como un hueso, pero esta cubierta exterior dura puede ablandarse con habla apacible. “Los dichos agradables son un panal de miel, dulces al alma y una curación a los huesos.” El devolver palabras airadas por palabras airadas sólo haría difícil la situación para el siguiente ministro del Reino que venga. Por eso la lengua del ministro del Reino responde de una manera benigna, apacible y amigable: “La respuesta, cuando es apacible, aleja la cólera, pero la palabra que causa dolor hace surgir la ira. La lengua de los sabios hace bien con el conocimiento, pero la boca de los estúpidos burbujea con insensatez.”—Pro. 25:15; 16:24; 15:1, 2.
SIENDO LENTOS EN CUANTO A HABLAR QUEJOSAMENTE
13. ¿Qué protege a uno contra el ser presto para expresar insensatez y quejas, y qué consejo dio Pablo en cuanto al habla?
13 No burbujearemos con queja o critica insensatas si somos lentos en cuanto a hablar. Si tenemos la mente llena de las verdades del Reino y estamos ocupados expresando estas verdades, ocupados hablando las buenas nuevas del Reino, ocupados animándonos unos a otros con experiencias del ministerio del Reino, ocupados ensanchando nuestro propio ministerio, ocupados animando a otros a extender su ministerio, estaremos menos tentados a dejar que la lengua arroje un diluvio de habla ociosa, insensata y palabras de queja. Habla de esa clase no edifica. Aconsejó Pablo: “No proceda de su boca ningún dicho corrupto, sino todo dicho que sea bueno para edificar según haya la necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes.”—Efe. 4:29.
14. ¿Por qué es imprudente el que uno sea presto en cuanto a hablar quejosamente, y por eso qué debemos reconocer?
14 El ser prestos para expresar crítica no es impartir “lo que sea favorable a los oyentes.” Un espíritu quejoso es un obstáculo tremendo que tiene que vencerse, en el interés de refrenar uno su lengua. Reconocidamente, nadie ha domado perfectamente la lengua, y los hermanos de usted cometen errores, pero también los comete usted. No espere perfección de parte de ellos y Jehová no la exigirá de parte de usted. Reconozca que se harán errores con la lengua; pero al mismo tiempo reconózcalos por lo que son, cositas de poca importancia cuando uno considera las grandes verdades del Reino.
15. Si uno es presto para hablar quejosamente, ¿cómo pudiera obrar, y por qué es incorrecto tal modo de proceder?
15 Si alguien es presto para hablar palabras de queja, pudiera poner en tela de juicio algunas de las decisiones del comité de servicio de la congregación. Aun pudiera hablar a otros, siendo presto para pasar palabras de queja a tantos como sea posible. El que lo hace no aprecia la organización teocrática que Jehová tiene aquí en la tierra, y tal acción verdaderamente es contra Dios. Jehová, por medio de su espíritu santo, ha nombrado a estos siervos; y ellos tienen la responsabilidad de cuidar de la congregación y tienen que mantenerla limpia y espiritualmente saludable. Si estos siervos no cuidan apropiadamente los intereses del Reino, entonces Jehová los quitará de la misma manera que fueron asignados, por medio de su organización visible. Entonces, no sea presto para hablar palabras que derriban. Este es el tiempo para ‘seguir exhortándose unos a otros cada día, mientras puede llamarse “Hoy”.’—Heb. 3:13.
“NO HABLEN PERJUDICIALMENTE DE NADIE”
16. Cuando se habla en cuanto a personalidades, ¿cuál es un peligro que siempre está presente, y cuál es el consejo bíblico en conexión con esto?
16 El ser lentos en cuanto a hablar significa que tendremos cuidado de no hablar perjudicialmente de nadie. Cuando se habla de personalidades siempre hay el peligro de perjudicar el buen nombre de alguien. Dado que ningún hombre se eleva a la altura de la perfección, sería fácil poner de manifiesto faltas en cuanto a cualquier persona; sí, aun en cuanto a uno mismo. Por eso Pablo aconsejó: “Continúa recordándoles . . . que no hablen perjudicialmente de nadie.” El buen nombre de otros ha de respetarse, no perjudicarse a causa de que alguien tergiverse a propósito o irreflexivamente los hechos, creando así la impresión incorrecta en la mente de los oyentes. El hecho de que las palabras de alguien fueron irreflexivas no disminuye el daño hecho al buen nombre de uno. Aun si no son tergiversadas o amplificadas, el poner de manifiesto las faltas de otros los hace objeto de vergüenza pública, les hace difícil conservar los amigos: “El hombre inútil está desenterrando lo que es malo, y sobre sus labios hay, por decirlo así, un fuego abrasador. El hombre de intrigas sigue enviando contienda, y el calumniador está separando a los que se conocen unos a otros.” Si uno tiene verdadero amor cristiano, no hará que las faltas de su hermano sean de conocimiento común, porque el amor “no se porta indecentemente.” “El que oculta la transgresión está buscando amor, y el que sigue hablando de un asunto está separando a los que se conocen unos a otros.” No haga usted difícil el que otros conserven los amigos.—Tito 3:1, 2; Pro. 16:27, 28; 1 Cor. 13:5; Pro. 17:9.
17, 18. ¿Cómo se habló de Pablo perjudicialmente, y qué reprensión dio a los que usaban su lengua de manera incorrecta?
17 En los días del apóstol Pablo había algunos que decían ser cristianos que usaban su lengua de tal modo que no era provechoso. Pablo mismo llegó a ser víctima de lenguas viperinas, de lenguas que estaban prestas para hablar cosas perjudiciales. Habla de esta clase hizo que Pablo se indignara, como dice el texto: “El viento del norte produce como con dolores de parto un aguacero; y la lengua que divulga un secreto, un rostro agitado con indignación.” Por eso escribió: “Ustedes miran a las cosas de acuerdo con su valor aparente. . . . aun si nos jactásemos un poquito más de lo debido en cuanto a la autoridad que el Señor nos dio para edificarlos y no para derribarlos, no sería yo avergonzado, para que no parezca que quiero aterrarlos mediante mis cartas. Porque, dicen ellos, ‘sus cartas son de peso y enérgicas, pero su presencia corporal es débil y su habla despreciable.’ Que tal hombre tome esto en consideración, que lo que somos en nuestra palabra mediante cartas cuando estamos ausentes, también lo seremos en acción cuando estemos presentes.” “Pero aunque sea inexperto en el habla, ciertamente no lo soy en conocimiento, pero esto se lo manifestamos a ustedes de toda manera y en toda cosa.” “Porque temo que de algún modo, cuando yo llegue, los halle no como pudiera desear y yo resulte ser para ustedes no como ustedes pudieran desear, sino, en cambio, de algún modo haya contienda, celos, casos de ira, disputas, detracciones, murmuraciones, casos de estar hinchados, desórdenes.” “He dicho previamente y . . . digo con anticipación a los que han pecado antes y a todos los demás, que si en cualquier tiempo vengo otra vez no perdonaré, puesto que ustedes están buscando una prueba de que Cristo habla en mí.”—Pro. 25:23; 2 Cor. 10:7-11; 11:6; 12:20; 13:2, 3.
18 A causa de ser prestos en cuanto a hablar lo que no debieran de hablar, miembros de esa congregación corintia necesitaban ser reprendidos. Pablo tuvo suficiente valor para darles esa reprensión justa. Aunque eso les ofendiera o les hiriera su amor propio por un tiempo, les haría bien, y con el tiempo ellos apreciarían esa reprensión. “El que está reprendiendo a un hombre hallará más favor después que el que está lisonjeando con la lengua.”—Pro. 28:23.
19. Si uno quiere hablar mucho, ¿qué debe considerar?
19 Los que quieren usar su lengua en el mucho hablar deben recordar que tienen que comer el fruto de su lengua: “Del fruto de la boca del hombre obtendrá su vientre su hartura; él obtendrá su hartura aun del producto de sus labios. La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y el que la está amando comerá su fruto.” Si el fruto es fruto del Reino, la predicación de las buenas nuevas, éste lleva a la vida eterna en el nuevo mundo de Dios. Pero si uno es presto para hablar lo que no sirve, lo que es perjudicial e insensato, entonces será como Jesús advirtió a los fariseos: “Les digo que, de todo dicho inútil que digan los hombres, rendirán cuenta en el Día de Juicio; porque por tus palabras serás vindicado, y por tus palabras serás condenado.” ¡Cuán cierto es: “El que quiera amar la vida y ver buenos días, que reprima su lengua de lo que es perjudicial y sus labios de hablar engañosamente”!—Pro. 18:20, 21; Mat. 12:36, 37; 1 Ped. 3:10.
“TOLERÁNDOSE . . . MUTUAMENTE”
20. ¿Cuál es la tendencia en el mundo hoy día, y por qué no pueden ser así los cristianos?
20 Sea en la congregación o en el círculo de la familia, hay muchas cosas pequeñas de las cuales el que se hagan de un modo o de otro verdaderamente no importa. El ser presto para criticar estos asuntos que no tienen importancia demuestra falta de equilibrio. Muestra una falta de amor porque el amor “no busca sus propios intereses.” La tendencia en el mundo hoy día es el ser prestos en cuanto a insistir en salirse con la suya por medio de ser prestos para hablar palabras de crítica, de sermoneo, de cavilosidad. Hay tiranos verbales en cosas pequeñas. Sigan la voluntad de Dios como se expresa en Filipenses 2:14: “Sigan haciendo todas las cosas libres de murmuraciones y argumentos.” Realmente hagan como amonestó el apóstol: “Continúen tolerándose y perdonándose mutuamente sin reserva si alguno tiene causa de queja contra otro.” El seguir tal consejo contribuirá a la amenidad y unidad tanto en el círculo de la familia como en la congregación. “¡Mira! ¡cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en unidad!”—1 Cor. 13:5; Col. 3:13; Sal. 133:1.
EVITAR PALABRAS IMPRUDENTES AL AIRARSE
21. ¿Por qué ser “lento en cuanto a hablar,” especialmente cuando lo han hecho encolerizarse, y qué ejemplo muestra la insensatez de hablar prestamente con ira?
21 Especialmente cuando le causen enojo el cristiano debe ser “lento en cuanto a hablar.” De otro modo puede resultar habla insensata, lamentable, imprudente; porque especialmente cuando se encoleriza uno es cierto: “En la abundancia de palabras no falta la transgresión, pero el que está refrenando sus labios está obrando discretamente.” Para mostrar cuán fácil es pecar con la lengua cuando uno está airado se cita el ejemplo de Moisés. Los israelitas murmurantes “causaron provocación en las aguas de Meriba, de modo que le fue mal a Moisés por causa de ellos. Pues amargaron su espíritu y él empezó a hablar imprudentemente con los labios.” Cuando los israelitas necesitaron agua, Jehová mandó a Moisés que tomara su vara e hiciera salir agua de un risco. Moisés lo hizo, pero debido a su ira ocasionada por los israelitas quejosos fue presto para hablar: “¡Oigan, ahora, rebeldes! ¿Es de este risco que les sacaremos agua a ustedes?” Más tarde Jehová le dijo a Moisés: “Porque no mostraron fe en mí para santificarme delante de los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto ustedes no introducirán a esta congregación en la tierra que yo ciertamente les daré a ellos.” Fue un precio grande que pagar por el habla imprudente.—Pro. 10:19; Sal. 106:32, 33; Núm. 20:10, 12.
22. ¿Por qué no fueron causadas por un corazón rebelde u orgulloso las palabras imprudentes de Moisés, y por eso qué lección aprendemos nosotros?
22 Esto no quiere decir que Moisés era rebelde en su corazón. Más bien, en un momento de ira, fue presto en cuanto a hablar. Lo que salió no fue para gloria de Dios. Las palabras de Moisés dejaron la impresión de que él y Aarón eran los proveedores del pueblo, mientras que era Jehová quien había provisto para ellos durante todos esos años en el desierto. Tampoco se trató de que Moisés fuera orgulloso ni arrogante. “El hombre Moisés era por mucho el más manso de todos los hombres que estaban sobre la superficie del suelo.” Sin embargo pecó con la lengua. Aun para el más humilde siervo de Dios existe la necesidad de guardar su boca: “El que guarda su boca está guardando su alma. El que abre de par en par los labios—él tendrá ruina.”—Núm. 12:3; Pro. 13:3.
23. ¿Cómo nos ayudará el consejo de Santiago?
23 Por eso tome a pecho el consejo de Santiago: ‘Sea presto en cuanto a oir, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.’ Le ayudará a usted a producir fruto aceptable a Dios. Le ayudará a usted a usar su lengua para gloria del Creador. Le ayudará a hacer la voluntad divina según se expresa en Romanos 14:19: “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificarnos unos a otros.”