Sobreviviendo a un mundo ‘sin gratitud’
“Pero conoce esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos y difíciles de manejar. Porque los hombres serán amantes de sí mismos, amantes del dinero, presuntuosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a sus padres, sin gratitud”—2 Tim. 3:1, 2.
1. ¿Quién predijo qué falta de aprecio en nuestro día?
JEHOVÁ Dios previó la plaga mortífera de ingratitud que recorre la tierra en estos últimos días críticos antes del Armagedón. Él inspiró al apóstol Pablo para que advirtiera tocante a ello hace 1,900 años, para que los hombres que tuviesen aprecio sobrevivieran al fin de un mundo sin gratitud. “Pero conoce esto,” escribió Pablo, “que en los últimos días se presentarán tiempos críticos y difíciles de manejar. Porque los hombres serán amantes de sí mismos, amantes del dinero, presuntuosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a sus padres, sin gratitud, sin bondad amorosa, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores sin dominio de sí mismos, feroces, sin amor de la bondad, traicioneros, porfiados, hinchados de estimación propia, amantes de placeres más bien que amantes de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa pero mostrándose falsos a su poder; y de éstos aléjate.” (2 Tim. 3:1-5) La ingratitud es lo diametralmente opuesto al aprecio. La profecía muestra a los hombres tal como los hallamos hoy día, faltos de aprecio a Dios, a la adoración pura, al amor verdadero y a la obediencia a los padres y, contrariamente, recalcando en sumo grado el valor de ellos mismos los placeres y el dinero. ¡Cuán acertadamente predijo la Biblia con su historia escrita de antemano los hechos presentes! Ahora los hombres honrados tienen que alejarse del mundo sin gratitud con el fin de sobrevivir a su fin próximo.
2. (a) ¿Qué es aprecio? (b) Para expresarlo, ¿qué se requiere?
2 Para alejarse de un mundo de ingratos hay que cultivar aprecio a todo lo que es bueno, recto y que le agrada a Dios. Aprecio verdadero es mucho más que sólo gratitud. La palabra “apreciar” tiene como segunda acepción “reconocer y estimar el mérito de las personas o de las cosas,” ‘tenerlas por buenas y dignas de afecto y alabaza.’ Pero su primera acepción es la de “poner precio o tasa a las cosas vendibles.” (Diccionarios Academia Real y PAL-Las) El apreciar algo es estimar hasta el cabo su valor; tener un sentimiento confortante de satisfacción y aprobación en cuanto a ello. El aprecio implica el reconocer una cosa o estar informado de ella por medio de la percepción de los sentidos. A menudo la delicadeza de percepción está implicada en el aprecio. La expresión “apreciación musical” o “aprecio a las bellas artes” adquiere ahora un significado más cabal. Pensamos también que cuando un banco envía a un tasador para fijar un valor justo a ciertos bienes raíces el tasador tiene la responsabilidad de decidir cuánto aprecio financiero debe mostrársele a la propiedad; el tasador es un “preciador.” Cuando el valor de los bienes raíces baja se dice que “deprecian”; cuando sube el precio de las cosas se dice que “encarecen.” De esto se desprende que si hemos de mostrar aprecio a las cosas más elevadas que implican a Dios y a la adoración verdadera tenemos que llegar a ser hábiles en tasar, preciar, justipreciar. Es necesario tener conocimiento, entendimiento, experiencia, pero, ante todo, tener la sana guía de la Biblia en cuanto a lo que verdaderamente vale la pena. El mundo sin gratitud se está muriendo por falta de aprecio verdadero; su percepción por sentido de todo lo que es piadoso y bueno está casi muerta, así como él mismo lo estará pronto.
3. La parábola de Jesús de las ovejas y las cabras hace oportunas ¿qué preguntas?
3 Cristo Jesús predijo nuestros días en el capítulo 25 de Mateo, donde describió dos clases de personas que estarían viviendo al tiempo del fin del mundo. A su mano derecha están las “ovejas” apreciadoras, que aman a Dios y a Cristo el Rey reinante y que aprecian al resto de los hermanos del Rey que predica por todas partes las buenas nuevas del reino de Dios. A la mano izquierda del Rey se hallan las “cabras” condenadas a destrucción, faltas de aprecio, que afirman amar a Dios y a Cristo, pero que carecen totalmente de cualquier sentimiento personalmente confortante y agradable de aprobación y satisfacción por la obra de testificación del Reino que están efectuando los hermanos terrestres de Jesús. Las cabras no perciben que el Rey está presente en poder del Reino y que todas las naciones vienen ante su trono para juicio. ¿Dónde se halla usted en esta lucha entre el aprecio y la ingratitud? ¿Qué valor le fija usted a la Palabra de Dios? ¿Al mensaje del Reino que se está predicando? ¿A su tiempo? ¿A su vida? Posiblemente resulte en salvarle la vida el que examine la historia bíblica de esta lucha y se resuelva a hallarse entre la minoría que ha mostrado aprecio que le ha asegurado la salvación.
4. ¿Cómo fué el aprecio un punto en cuestión de vida o muerte en el día de Jesús?
4 En el día de Jesús una generación sumamente privilegiada tuvo la ventaja de ver al propio Hijo de Dios ejecutar grandes milagros en prueba de su declaración de que era el Mesías esperado por largo tiempo. La embotada percepción de los sentidos dañó su justipreciación de las credenciales de él, aunque él cumplió todas las profecías que aseguraban su autenticidad. Puesto que ella no apreció sus privilegios, esa generación condenada a ruina estimó en poco su proclamación del reino y no la apreció como digna de lealtad y apoyo sinceros. Jesús lloró por la falta de discernimiento que demostraban los de esa generación. En menos tiempo que el que les tomó a sus antepasados hacer la jornada de cuarenta años en el desierto, esa generación desagradecida segó lo que había sembrado mediante las semillas de la ingratitud. Los ejércitos romanos invadieron a Jerusalén y Judea en 70 d. de J.C., bañando la tierra en sangre, así como predijo Jesús. La ingratitud que mostraron en lo que tocaba a la presencia del Rey del reino de Dios y los privilegios de ellos en conexión con servirle les acarreó la muerte violenta. En fiel cumplimiento de la advertencia del bautista Juan, cuya justipreciación del valor de Cristo hizo que Juan se sintiera indigno de desatarle la sandalia, esa generación fué bautizada con destrucción ardiente. Pero los hombres y mujeres apreciadores que apreciaron correctamente el papel de Cristo recibieron el derramamiento del espíritu santo de Dios con poder y vida. (Mat. 3:7-12) El tener aprecio resultó en sobrevivir al fin de aquel sistema de cosas.
5. ¿Qué situación semejante existió en el día de Noé?
5 La enfermedad de la ingratitud, por supuesto, se remonta a un tiempo mucho más lejano que el día de Jesús. En Hebreos 12:16 Pablo advirtió a los cristianos de entonces que tuvieran cuidado para que no hubiese ninguno entre ellos que ‘no apreciara las cosas sagradas, como Esaú, quien a cambio de una comida dió sus derechos de primogénito.’ Pero aun antes de los días del desagradecido Esaú y del apreciador Jacob un mundo entero fué fatalmente asaltado por la plaga de la ingratitud. Fué el mundo del día de Noé. Noé y su familia de testigos de Jehová apreciaron lo necesario que era obedecer los mandamientos de Dios. Predicaron y edificaron el arca de seguridad delante de los mismísimos ojos de otra generación que no apreciaba. Las preocupaciones de la vida y el amor a los placeres carnales cerraron la mente del mundo prediluviano a la seriedad de su tiempo. Las embravecidas aguas inundadoras que habían de sumergir hasta la cúspide de la montaña más elevada probablemente hicieron que multitudes de repente preciaran de nuevo el valor que le habían asignado o fijado a la amonestación de Noé, pero una vez que se les mojaron los pies fué demasiado tarde. Los ingratos no siguieron viviendo, de modo que no pudieron corregir su error. Su preciar erróneo murió con ellos. Los arqueólogos que excavan entre las ruinas prediluvianas hallan evidencia de que Dios aniquiló a un mundo religioso. Los testigos de Jehová aprecian por qué: Tenía la religión incorrecta. Obviamente la religión falsa puede lisiar el aprecio y destruir la percepción sensible de lo que es adoración correcta a los ojos de Dios.—Génesis, capítulos 6-8; Mat. 15:3.
6. ¿Quién fué el primer ingrato? ¿A qué ha conducido su ingratitud?
6 Pero la historia de la ingratitud es más antigua que el Diluvio. Data aun desde el jardín de Edén, donde el principio del género humano fué arrojado en el pecado y la muerte por la falta de aprecio que Adán y Eva le mostraron a la adoración pura de Jehová Dios y a la necesidad de ser leales. El primer ingrato fué Satanás el Diablo mismo, quien influyó en la primera pareja de modo que ésta preció mal el valor de la Palabra de Dios y sus mandamientos. Jesús reveló la falta fatal que hubo en conexión con el aprecio en el caso de Satanás. Fué el no tener la verdad en alta estima. “Ese era un asesino cuando principió,” dijo Jesús, “y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, él habla de acuerdo con su propia disposición, porque él es un mentiroso y el padre de la mentira.” (Juan 8:44) Jehová no había creado a Satanás eso, porque, si lo hubiese hecho, entonces Jehová sería en realidad el Padre de la mentira y el mentiroso, pero es imposible que Dios mienta. La culpa estuvo en la falta de aprecio por Satanás a la verdad y a la justicia. Entre los hijos espíritus de Dios él estaba altamente favorecido. Pudo haber seguido el proceder sabio del Hijo unigénito de Dios, la Palabra, pero el que a sí mismo se hizo ingrato no experimentaba ningún sentimiento personalmente confortante y agradable de satisfacción y aprobación por el consejo amoroso de Jehová. Tampoco tenía en alta estima Satanás la asociación con los leales hijos angelicales espíritus de Dios. La senda de la ingratitud condujo a la traición en el cielo y en la tierra, y aun ahora sólo nos estamos acercando al punto culminante de la larga controversia sobre la soberanía universal de Jehová, una controversia que pronto será decidida para honra de Jehová y para bendición de toda persona apreciadora. Mientras tanto, la falta de aprecio había de conducir a Satanás a establecer un record sin precedente en cuanto a ingratitud que culminaría con asesinar a Jesús en el Calvario. Con aprecio a la integridad de Jesús, Jehová lo levantó y lo ensalzó a su diestra, donde ahora finalmente ha recibido su glorioso trono del Reino en este día de juicio. Produce sobriedad en uno el considerar la sentencia de muerte de Satanás y ver que se basa en su falta de aprecio. En el Armagedón Jesús obrará con aprecio a la soberanía de Jehová y destruirá velozmente al rebelde príncipe de los ingratos.
7. ¿Por medio de imitar qué ejemplos podemos esperar sobrevivir al fin del mundo?
7 No toda la historia bíblica es un registro de ingratitud. También brilla con ejemplos de amantes de la justicia que sabían apreciar. Aunque ahora un mundo de más de dos mil millones de almas está por morir por falta de aprecio, usted puede sobrevivir a su fin si imita la vida de los muchos expertos o peritos en el arte de apreciar los favores divinos. Abel fué uno. Él preció correctamente el favor de Jehová Dios y comprendió que su adoración del Dios verdadero tenía que efectuarse en conformidad con las normas divinas, no con ritos hechos por los hombres como las ofrendas de Caín del fruto del suelo. (Gén. 4:2-7) Abel será recordado en la resurrección porque apreció el valor de servir a Dios de la manera correcta. Otro preciador perito fué Noé, al que ya se mencionó por el aprecio que le tuvo a las instrucciones de Dios. Abrahán y Sara preciaron correctamente el privilegio de abandonar su hogar en Ur para servir a Jehová en tierras extranjeras, al estilo misional típico. Abrahán siempre apoyó el modo de vivir que Jehová señalaba y obtuvo el favor de Dios como “padre de los fieles.” En Jericó, la mujer Rahab apreció sabiamente su recién hallada relación con la organización teocrática de Jehová como de más valor que cualesquier vínculos de comunidad con la ciudad condenada. Expertamente ella apreció la necesidad de ponerse de parte de las huestes victoriosas de Jehová y de activamente demostrar su lealtad. Su aprecio y su muy sensitiva percepción del sentido de las cosas la capacitaron a ella y a los de su casa a sobrevivir a la caída de Jericó.—Jos. 6:22-25.
8. (a) Dé los nombres de otros hombres y mujeres ricos en aprecio. (b) ¿Cómo preció Moisés sus privilegios?
8 El libro bíblico de Jueces es un registro monumental de un grupo de hombres y mujeres que apreciaron celosamente la llamada de Jehová a ponerse en acción en defensa de su pueblo escogido, un pueblo que a menudo se había metido en aprietos por falta de aprecio a su gran Rey invisible. Testigos de Jehová, como Sansón, Gedeón, Jehú, Barac, Débora y otros, consideraron que era un gran privilegio el pelear por el nombre de Jehová, por su adoración verdadera y por su pueblo. Tan confiados estaban en que habían preciado correctamente este privilegio que arriesgaron la vida para ejercerlo. Los profetas de Jehová no fueron menos apreciadores de sus privilegios para con Dios. Reyes e imperios a menudo se enfurecieron contra hombres como Moisés, Samuel, Daniel, Jeremías, Ezequiel, Miqueas y muchos otros. Para estos hombres apreciadores el privilegio de ser voceros de Jehová era un tesoro sin igual. Fijaron el valor más elevado a la llamada a declarar las profecías, verdades y juicios de Jehová, fuera que éstos se declararan a amigos o a enemigos. Estos profetas temerosos de Dios fueron peritos en preciar los privilegios. Un ejemplo típico es el de Moisés, de quien Pablo escribe en Hebreos 11:24-26: “Por fe Moisés, cuando ya era crecido, rehusó ser llamado el hijo de la hija de Faraón, escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que tener el gozo temporáneo del pecado, porque estimó [es decir, avaluó, preció, apreció] el vituperio del Cristo como riquezas más grandes que los tesoros de Egipto, porque miraba resueltamente hacia el pago del galardón.” En la mente y corazón de Moisés se alcanzó una decisión, se ejecutó un preciar, que fijó el valor más elevado a las bendiciones que Jehová prometía, y esta esperanza fácilmente compensó por cualquier cosa que el mundo egipcio pudiese ofrecer a modo de atracción materialista. Durante su vida su modo de apreciar las cosas le trajo muchas bendiciones y privilegios como mediador entre Jehová e Israel, prefigurando el papel de Cristo Jesús mismo. Lo que es más, en el capítulo 11 de Hebreos se incluye a Moisés en la lista de testigos fieles y apreciadores de Jehová que volverán en la resurrección de después del Armagedón. Si Moisés hubiese preciado sus privilegios imprudentemente pudiera haber llevado una vida de gozo temporáneo y luego hubiese muerto sin esperanza.
9. ¿Quién es el más grande apreciador de la benignidad de Jehová? Contraste lo que le resulta a él con lo que le resulta a Satanás.
9 De todos los hombres y mujeres fieles que obtuvieron el favor de Dios y apoyaron su soberanía, Cristo Jesús se destaca como el que más aprecio le tuvo a los dones y privilegios de Jehová. Él es el ejemplo perfecto de aprecio. Su vida de gratitud a Jehová por la vida eterna y todas sus bendiciones es la mismísima antítesis de la carrera desagradecida y malograda de Satanás. Desde su creación el Hijo de Dios ha apreciado encarecidamente la verdad de que todo lo que él es y todo lo que él tiene es un don de su Padre Jehová. Jesús jamás meditó una desagradecida usurpación del lugar de Dios. Apreció el privilegio de estar entre la familia universal de Dios y siempre ha trabajado con aprecio en el interés de la vindicación del nombre de Jehová, siendo “obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento.” (Fili. 2:5-8) Pero considere el estado contrastante de estos dos hijos angelicales de Dios que en otro tiempo gozaron de compañerismo juntos en la familia celestial de Jehová. Satanás el ingrato arrogante ha sido divorciado de la organización de Jehová y ahora ha sido arrojado en las cercanías de la tierra, donde guerrea airadamente contra el resto de herederos del Reino, y sabe que el tiempo que le queda es corto. Cristo Jesús, el apreciador humilde, ha sido ensalzado a un puesto superior a aquel en que comenzó. Se le ha concedido el don de la inmortalidad. Terminada la guerra próxima del Armagedón le espera una eternidad de servicio con aprecio a su Dios y Padre. ¿Quién de los dos cree usted que preció sabiamente la benignidad de Jehová? ¿Qué pasos está usted dando para imitar el ejemplo de Jesús?
10. ¿Cómo predicó y practicó el aprecio Jesús?
10 Pablo nos asegura que debemos imitar el ejemplo de Jesús cuando escribe: “Corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mientras miramos atentamente al caudillo y perfeccionador de nuestra fe, Jesús. Por el gozo que fué puesto delante de él aguantó el madero de tormento, despreciando [note su justipreciación] la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Sí, consideren atentamente a aquel que ha aguantado tal habla contraria de pecadores en contra de los intereses de ellos mismos, para que no se vayan a cansar y se rindan en su alma.” (Heb. 12:1-3) Mirando atentamente al excelente aprecio que Jesús le tenía a lo que vale la pena, aprendemos correctamente a justipreciar las cosas. También podemos despreciar el oprobio de parte de parientes, amigos o vecinos que se oponen a nuestro proceder cristiano. El gozo de servir a Jehová para siempre será la cosa de valor en la vida de uno. Uno imitará el ejemplo de Jesús y gozosamente venderá su interés en cualquier cosa que le impidiese conseguir el Reino. Jesús nos proveyó una lección valiosa sobre cómo apreciar el tesoro del servicio del Reino cuando dió las siguientes ilustraciones: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió, y por el gozo que tiene va y vende las cosas que tiene y compra aquel campo. Otra vez, el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que busca perlas finas. Hallando una perla de gran valor, se fué y prontamente vendió todo lo que tenía y la compró.” (Mat. 13:44-46) Jesús hizo eso. Tuvo aprecio, la habilidad de reconocer el verdadero valor de servir a Jehová y vender todos los otros intereses, aun entregando su vida terrestre para obtener la perla de gran valor. Satanás puso a prueba el aprecio de Jesús mediante ofertas de ganancia política y material, pero nada en el sistema de cosas de Satanás pudo atraer a Jesús e influir en él para que volviera a preciar el gran valor que le dió al privilegio de vindicar el nombre de Jehová. Su tesoro de servicio del Reino no depreció con el tiempo; creció en el aprecio que recibía y sin duda todavía está creciendo. Ese es el ejemplo que Pablo nos invita a imitar.
11. ¿Cuál fué la actitud de los apóstoles en lo que toca al asunto del aprecio?
11 Bajo instrucción perfecta de Jesús todos menos uno de los apóstoles llegaron a ser como su Maestro. (Luc. 6:40) La única excepción preció mal el valor de la ganancia material y más tarde confesó, al arrojar el dinero de la traición en el templo y retirarse para suicidarse, que su preciar insensato había sido un error. (Mat. 27:3; Zac. 11:12, 13, Mod) Los otros once y Pablo, el que llenó el puesto que Judas dejó vacío, todos probaron que eran hombres de aprecio en todo sentido de la palabra. Sufrieron mucho por la verdad y por causa de las buenas nuevas, pero ¿ahogó la tribulación su gratitud a Jehová? Cuando el tribunal supremo judío azotó a los apóstoles y los dejó libres con el mandato de que dejaran de predicar, ¿volvieron a preciar su privilegio restándole valor? El registro de Hechos 5:41, 42 da la respuesta: “Estos, por lo tanto, salieron de delante del Sinedrio, regocijándose porque habían sido tenidos por dignos de ser afrentados por causa de su nombre. Y todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin parar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” No hay duda, los apóstoles tuvieron verdadero aprecio. No se preciaron en demasía; tampoco avaluaron en exceso el dinero o los placeres. Tuvieron gratitud a Dios, a Cristo, al valor de la verdadera devoción piadosa, y demostraron ser leales al poder de ésta. Siempre podemos dirigirnos a estos ejemplos con provecho, especialmente cuando un mundo moderno sin gratitud nos insta a suspender el testimonio final que se está dando acerca del reino de Dios.
12. ¿Qué grandioso privilegio fué predicho para nuestro día, y cómo se está extendiendo?
12 Desterrado a la isla de Patmos por causa de las buenas nuevas, el apóstol Juan predijo impulsado por inspiración que a hombres y a mujeres de este presente día de juicio les sería ofrecido el privilegio de emprender la obra de testificar acerca del Reino que Jesús dijo que sería ‘predicado en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendría el fin cabal.’ (Mat. 24:14) Juan escribió acerca de su visión inspirada: “Y vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y tenía buenas nuevas eternas que declarar como noticias gozosas a los que habitan en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en voz alta: ‘Teman a Dios y denle gloria, porque ha venido la hora del juicio mediante él, y por eso adoren al que hizo el cielo y la tierra y el mar y los manantiales de aguas.’” (Apo. 14:6, 7) Cuando los testigos de Jehová tocan a la puerta de usted por el motivo impulsor que les da la fuerza activa de Jehová Dios, ese privilegio de dar activamente gloria a Dios como testigo de Su reino se le está extendiendo a usted. A cada hora hombres y mujeres apreciadores procedentes de todas las naciones están respondiendo gustosamente, experimentando un sentimiento personalmente confortante de satisfacción y aprobación al participar en el testimonio final.
13. (a) ¿Qué nos puso en claro nuestro repaso de los que fueron pobres y los que fueron ricos en aprecio? (b) Por consiguiente, ¿qué preguntas nos interesan ahora?
13 Por medio de repasar la historia bíblica de los que fueron ricos en aprecio, ¿no se hace patente que el aprecio es más que agradecimiento ordinario o gratitud sencilla, aunque aún de esto carece funestamente el mundo actual? Sí, ciertamente es un asunto de vida o muerte en que está envuelto su corazón, su percepción del sentido de las cosas, su entendimiento, su alma y fuerza. Usted ha visto lo que otros han hecho; algunos sabiamente, algunos insensatamente. Ahora, ¿cuál será su manera de proceder tocante al reino de Jehová? ¿Será impulsado por aprecio o por ingratitud? La casa que usted está edificando, ¿resistirá el torbellino del Armagedón? ¿Cómo puede usted cultivar más del aprecio que lo capacitará a usted a sobrevivir al fin de este presente mundo que carece de gratitud? El siguiente artículo se ofrece para que usted lo considere meditativamente. Léalo con aprecio.