¿Es usted maduro?
¿ES USTED maduro? Si lo es, está completamente desarrollado, capacitado para hacer el trabajo de un hombre o de una mujer en su comunidad. Ha aprendido a recoger información, razonar sobre la misma y llegar a las debidas conclusiones con ella. Si es maduro, podrá enfrentarse a problemas difíciles sin desequilibrarse. Puede soportar provocación sin enojarse. No se deprime ni ofende fácilmente. Su conocimiento de la Palabra de Dios es comprensivo, su habilidad para ayudar a otros es eficaz, y su aplicación de los principios bíblicos a su propia vida es ejemplar. Sí, todo esto está implicado en la madurez.
El término “maduro” tiene el significado de haber crecido, de estar completamente desarrollado. Es la condición que a veces se describe en la Biblia como lo que está completo o perfecto. Es solo mediante el lograr la madurez que podemos llevar a cabo el propósito de nuestra existencia, cumplir debidamente con todas nuestras obligaciones y responsabilidades.—Mat. 5:48; 1 Cor. 13:10.
Hay cuatro aspectos de la madurez con los cuales tienen que ver los cristianos: físico, mental, emocional y espiritual. La madurez física no puede apresurarse. Lo mejor que podemos hacer es solamente cooperar con la fuerza vital que la provoca. Pero la madurez mental, emocional y espiritual puede apresurarse, dependiendo de la disposición mental del individuo y de su medio ambiente. Por otra parte la madurez física es algo bastante tangible, mientras que la madurez mental, emocional y espiritual es relativa, dependiendo de las condiciones. En su día a Mahoma y a Carlomagno se les consideraba mentalmente maduros, sin embargo uno de estos hombres era analfabeto y el otro a duras penas podía escribir su propio nombre.
MADUREZ FÍSICA
La madurez física no es imperativa para tener madurez espiritual, aunque es una gran ayuda y sin ella las actividades de uno están hasta cierto grado circunscritas. Por ejemplo, hay requisitos mínimos de edad para llegar a ser miembro de la familia Betel y para pronunciar una conferencia bíblica. De este modo se ve que el tiempo es un elemento absolutamente básico de la madurez física y no puede pasarse por alto. Generalmente, la madurez física se asocia con la edad adulta, aunque ciertos fisiólogos sostienen que el cuerpo humano continúa creciendo hasta que llega a los treinta años de edad.
Puede decirse que el proceso de maduración comienza en la concepción. El afecto materno es un factor sumamente vital, especialmente en la edad temprana; de hecho, tan pronto como en la concepción, pues un bebé indeseado nace con desventaja. Los pediatras declaran que una madre no necesita preocuparse tanto en cuanto a exactamente qué clase de alimento de bebé usa ni justamente cuándo alimentar al bebé como de que su hijo reciba una abundancia de afecto maternal.
La cooperación con la inherente fuerza vital para la madurez física también requiere que los padres cuiden que sus hijos no solamente reciban suficiente alimento, sino también que sea de la clase apropiada. Los bocaditos para halagar el paladar, tales como pasteles, golosinas y cosas por el estilo, aunque hacen que la criatura aumente de peso, la hacen deficiente en otros sentidos.
Para la madurez física los niños también necesitan ejercicio, algo que se está descuidando mucho en algunos países debido a las comodidades de esta edad moderna. Aunque los niños derivan ejercicio del juego sano, hay también otros medios de fortalecer sus músculos, tales como labores útiles, ocuparse en el ministerio cristiano y simplemente caminar, a la escuela o al almacén de la esquina. Los padres prácticos por lo tanto dejaran que sus hijos caminen cualquier distancia razonable, más bien que llevarlos siempre en el automóvil familiar. ¿Por qué privar a sus hijos de un ejercicio saludable, dándoles al mismo tiempo la vana noción de que uno existe únicamente para beneficio de ellos?
Tampoco han de menoscabarse el descanso y el sueño si no se ha de interferir con el progreso hacia la madurez física. Los hábitos de la vida moderna privan a los niños del sueño necesario. Con frecuencia el mirar la televisión les roba a los niños horas que deberían emplearse en el descanso y el sueño.
En todo esto hay una lección para los adultos cuya salud física no es todo lo que pudiera desearse. Den suficiente—pero no demasiada—atención al alimento apropiado, el ejercicio adecuado, el descanso y el sueño y estarán más capacitados para cumplir con sus responsabilidades.
MADUREZ MENTAL Y EMOCIONAL
Estrictamente hablando, la madurez mental tiene que ver principalmente con la mente como el instrumento para pensar, para asimilar hechos, hacer comparaciones, sacar conclusiones y luego mostrar la determinación de hacer algo en cuanto a ellas. El tiempo es un factor importante aunque no inflexible para lograr la madurez mental. Primero los padres y luego los maestros de escuela tienen la responsabilidad de guiar y ayudar a los niños que están a su cuidado a lograr la madurez mental. Sin embargo, debe haber voluntad de cooperar por parte del niño si ha de lograrse la madurez mental.
Tal como con la madurez física, el afecto de parte de los instructores del niño desempeña un papel vital en el progreso que se logre hacia la madurez mental. Por una parte, hace que los padres y maestros disciernan mejor y sean instructores más eficientes, y, por otra, el afecto le da al niño tanto ánimo como incentivo para aprender.
Por supuesto, para lograr la madurez mental el niño también debe tener la correcta clase de alimento mental. Además de lo que el niño aprende de los libros de texto escolares, se influye en él y se le ayuda o se le obstaculiza por el nivel mental de su medio ambiente. Por lo tanto los padres deben cuidar de su gramática y pronunciación. Aparte de su valor para lograr la madurez emocional y espiritual, la Biblia es una ayuda excelente hacia lograr la madurez mental por el modo en que fue escrita, empleando el lenguaje más selecto y con el pensamiento y lógica más claros. Ayuda a cultivar la habilidad de pensar. Esto es algo que especialmente deben recordar los adultos, los cuales quizás no puedan asistir a una escuela pero que desearían cultivar la habilidad de pensar claramente, asimilar conocimiento por la lectura, la observación y la experiencia y llegar a conclusiones sanas.—Pro. 2:10, 11; 2 Ped. 3:1.
La madurez emocional requiere cierto grado de madurez física y mental. Los principios bíblicos suministran la mejor ayuda para lograr la madurez emocional. Se le ha definido como la habilidad para convivir armoniosamente con sus semejantes con el mínimo de fricción. Su sustancia consiste en los dos requisitos bíblicos de amar a su prójimo y de ejercer dominio propio.—Mar. 12:31; Gál. 5:22, 23; 2 Ped. 1:6.
Si el afecto es importante a la madurez física y mental, es más importante aun para la madurez emocional. De hecho, pudiera decirse que los niños no llegan a la madurez emocional a menos que se críen en un clima de amor. Además, a los niños debe enseñárseles a exhibir amor ellos mismos, a pensar en otros. Deben ser entrenados en los principios de justicia y rectitud, deben aprender a someterse a autoridad y a apreciar que todas las libertades son relativas. Donde los padres han descuidado estos rasgos el individuo puede llevarse él mismo a la madurez espiritual mediante la aplicación de principios bíblicos y la ayuda del espíritu de Dios y otras ayudas divinamente suministradas. Además de los mandamientos claros y explícitos de la Palabra de Dios concerniente a lo que se requiere de nosotros de amarnos a nosotros mismos y amar a nuestro prójimo, la Biblia también contiene muchos ejemplos magníficos que podemos seguir y muchos ejemplos que amonestan en cuanto a cosas que han de evitarse, todo lo cual es conducente a nuestro logro de la madurez emocional.
La madurez emocional también incluye un ajuste sexual satisfactorio. La persona emocionalmente madura no está frustrada, esté casada o soltera. Si el individuo es soltero, permanece casto, huyendo de la fornicación. Si la persona está casada, limita su interés sexual a su propio cónyuge, su propia carne.—1 Cor. 6:18; Pro. 5:15.
La persona emocionalmente madura puede ejercer dominio propio prescindiendo de las circunstancias. No pierde la paciencia ni sucumbe a la pasión bajo tentación. Nuevamente aquí no tenemos mejor ayuda que la Palabra de Dios con sus mandamientos expresos, razones y ejemplos para fortalecernos de modo que ejerzamos dominio propio.
MADUREZ ESPIRITUAL
La madurez espiritual es la más importante de todas, pues implica no solamente nuestra vida presente sino también nuestro destino futuro. (1 Tim. 4:8) La cristiandad da poca o ninguna consideración a la madurez espiritual o religiosa. Esa es la razón por la cual el aumento en el número de miembros de las iglesias no ha hecho impacto en el tono moral de la sociedad. El miembro de término medio de la iglesia no puede dar razón alguna por sus creencias, y su conducta no difiere de la de los que no concurren a las iglesias.
Pero el cristianismo verdadero se preocupa por la madurez espiritual, pues es obligatoria para poder retener la integridad. Por eso es que las escrituras continúan dando énfasis a su importancia y necesidad: “¡Manténganse despiertos, estén firmes en la fe, pórtense como hombres, háganse fuertes!” “Lleguen a estar plenamente desarrollados en poderes de entendimiento.” “Pasemos adelante a la madurez.” El propósito mismo de Dios al suministrar apóstoles, profetas, pastores y maestros es que los cristianos “todos lleguemos a la unidad en la fe y en el conocimiento acertado del Hijo de Dios, a un hombre ya crecido, a la medida de crecimiento que pertenece a la plenitud del Cristo; a fin de que ya no seamos niños.”—1 Cor. 16:13; 14:20; Heb. 6:1; Efe. 4:11-14.
¿De qué maneras se distingue un cristiano maduro de uno que no lo es? El cristiano inmaturo lee la Biblia y las ayudas para el estudio bíblico solamente cuando halla tiempo para hacerlo, y rara vez halla ese tiempo. El cristiano maduro no está contento con meramente leerlas sino que las estudia para hacer suya la información y poder explicarla claramente a otros. Aparta tiempo para el estudio.—2 Tim. 2:15.
El cristiano inmaturo permite que el mal tiempo se interponga en cuanto a su concurrencia a las reuniones de la congregación cristiana, llega tarde y no está preparado para participar, y parte inmediatamente después. El cristiano maduro se prepara por adelantado, concurre regularmente sin consideración del tiempo, participa activamente en la reunión y se queda un rato después para asociarse con otros y estimularlos.—Heb. 10:23-25.
El cristiano inmaturo predica espasmódicamente y se contenta con hablar y colocar literatura. El cristiano maduro sirve regularmente en todas las fases del ministerio, es diestro en la enseñanza, hace revisitas y logra resultados. Más que eso, ayuda a entrenar a otros en el ministerio.—Rom. 15:1-3.
El cristiano inmaturo se ofende fácilmente, y está propenso a contemporizar, a ceder a la tentación, a mostrar temor al hombre e ir a extremos. El cristiano maduro perdona, manifiesta el fruto del espíritu, es fuerte y mantiene el equilibrio evitando los extremos. Lejos de permitir que las influencias externas lo gobiernen, se guía por principios. Continúa buscando primeramente el reino de Dios y deja que sus intereses dominen su vida, sus asuntos familiares, su ocupación seglar y su recreación. Mantiene todo en su lugar; no permite que su trabajo seglar le arrastre, ni tampoco que su entretenimiento llegue a ser una manía dominante. No está tan ocupado predicando a otros que se descuide a sí mismo y descuide su familia. La persona madura tiene devoción piadosa con autosuficiencia y piensa en otros y no solamente en sí mismo. Según este criterio, ¿es usted maduro? Sin duda usted es maduro en algunos sentidos y no en otros. Procure diligentemente adquirir la madurez de que carece.—1 Tim. 6:6; 1 Ped. 1:13.
AYUDAS A LA MADUREZ ESPIRITUAL
El factor aislado más importante para lograr y también mantener la madurez espiritual es la intensidad de la devoción. Al grado que nuestra devoción sea realmente intensa nos asiremos de las múltiples ayudas que Dios nos ha brindado para ayudarnos a alcanzar la madurez: su Palabra, su organización visible, su espíritu santo o fuerza activa y la oración. En otras palabras, siempre estaremos profundamente conscientes de nuestra necesidad espiritual.—Mat. 5:3.
Entre los elementos más esenciales para llegar a la madurez espiritual está el alimento espiritual, y esto significa estudiar la Biblia y las ayudas que Dios ha brindado para permitirnos entenderla debidamente. Hay tanto que leer y tanto que estudiar, hay tantas reuniones para las cuales prepararnos y a los cuales concurrir, que no tenemos tiempo ni energía para cosas sin valor. El leer la alta crítica o crítica textual es como mordisquear veneno. Tal curiosidad morbosa puede ocasionar nuestra muerte, espiritual y al fin física. La lectura de novelas es como alimentarse de productos de pastelería o confites. Quizás sea agradable, pero se necesita el buen alimento espiritual para la salud espiritual.—Mat. 4:4.
También es imperativa la asociación con el pueblo organizado de Dios para la madurez espiritual, por varias razones. La organización de Dios nos suministra el alimento espiritual sin el cual no podríamos madurar espiritualmente. También nos brinda cuidado amoroso y el afecto como de madre, que como cristianos necesitamos para medrar, y hace esto mediante las varias reuniones de congregación y las grandes asambleas. Nos suministra oportunidades para el ejercicio espiritual, la predicación de las buenas nuevas del reino de Dios, y también nos entrena para esta actividad. Aquí en especial mostramos que somos cristianos maduros. El cristiano maduro está capacitado para estar firme, estando completamente vestido con la armadura de Dios y siendo diestro en blandir la espada del espíritu, la Palabra de Dios. Presta atención al mandamiento del apóstol: “Predica la palabra, hazlo urgentemente en tiempo favorable, en tiempo dificultoso.”—Efe. 6:14-17; 2 Tim. 4:2.
Y finalmente, para la madurez espiritual necesitamos tanto el espíritu de Dios como también mantenernos en comunicación con Dios mediante la oración, pues ambas cosas están relacionadas. Obtenemos el espíritu de Dios mediante el estudio de su Palabra, la asociación con su organización, la actividad en su servicio y pidiéndoselo en oración. En cuanto a la oración, nos mantiene en comunicación con Dios, nos limpia de un sentido de culpabilidad y nos da consuelo y esperanza.
No debería pasarse por alto el hecho de que puede perderse la madurez espiritual si no continuamos creciendo espiritualmente. Para mantener nuestra madurez espiritual debemos continuar usando fielmente todas las ayudas que Dios ha suministrado y que nos hayan permitido lograr la madurez espiritual en primer término.