Ministros ordenados de Dios
“También damos gracias sin cesar a Dios, porque cuando ustedes recibieron la palabra de Dios que oyeron de parte de nosotros la aceptaron, no como la palabra de hombres, sino, exactamente como verdaderamente es, como la palabra de Dios, la cual también obra en ustedes los creyentes.”—1 Tes. 2:13.
1. ¿Qué contraste hay entre las ceremonias de ordenación de los clérigos de la cristiandad y la ordenación de Jesús?
LAS organizaciones religiosas, tales como las protestantes y las católicas, hacen mucha alharaca al ordenar a sus clérigos. El pastor de una congregación primero debe haber estudiado en un seminario teológico cierto número de años, y después de graduarse entonces se supone que está listo para entrar en la clase clerical. Ahora viene una ceremonia elaborada con mucha pompa y ostentación. Muchos dignatarios se hallan presentes para oficiar y observar la ceremonia. El individuo es consagrado o apartado al servicio y adoración de su Dios. A medida que el clérigo avanza en su jerarquía religiosa de sacerdote a obispo o arzobispo, es necesario que participe en otras ceremonias en las que hay más esplendor y mayor exhibición por parte del cuerpo eclesiástico. Muchos de los clérigos de la cristiandad son ordenados o investidos de funciones sacerdotales, en grandes catedrales suntuosas con despliegue profuso a fin de ser un elaborado espectáculo público. Pero el fundador del cristianismo verdadero fue ordenado con espíritu santo desde el cielo después que lo hubo zambullido bajo las aguas del río Jordán un hombre con “indumentaria de pelo de camello y un cinturón de cuero alrededor de los lomos” y cuyo “alimento . . . era el insecto langosta y miel silvestre.”—Mat. 3:4.
2, 3. Aunque no tuvo educación teológica, ¿qué muestra que Jesús estuvo bien capacitado para emprender el ministerio?
2 ¡Que diferencia en ordenación! ¡Jesús participó en un procedimiento tan sencillo para llegar a ser ministro ordenado de Jehová! Además, no hay registro en las Escrituras que indique que Jesús fue a alguna escuela en particular a fin de ser entrenado para el ministerio, aunque ciertamente cuando joven estudió la Palabra de Dios, las Escrituras Hebreas. Es bastante evidente que él no fue instruído en una escuela especial por los escribas y fariseos, los caudillos religiosos de su día. Sin embargo, sí leemos que a los doce años Jesús se ocupó de los asuntos de su Padre interrogando a tales hombres, es decir, a los escribas y fariseos. Lucas, el historiador, dijo que sus padres estuvieron buscándolo después de la Pascua cuando regresaban a casa desde Jerusalén y “comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Pero, no encontrándolo, volvieron a Jerusalén, y lo buscaron diligentemente. Bueno, después de tres días lo hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros y escuchándoles e interrogándoles. Pero todos los que le escuchaban estaban en constante asombro por su entendimiento y sus respuestas.”—Luc. 2:44-47.
3 Este jovencito, de sólo doce años, dijo a sus padres: “¿No sabían ustedes que debo estar en la casa de mi Padre?” Sin embargo, Jesús viajó a su casa con sus padres, y el relato dice: “Jesús siguió progresando en sabiduría y en desarrollo físico y en favor con Dios y los hombres.”—Luc. 2:49, 52.
4, 5. (a) ¿Qué tiempo de decisión llegó para Jesús, y como mostró su Padre que aprobaba el trabajo que él escogió? (b) ¿Fue su ordenación un despliegue profuso de ceremonia?
4 Sin embargo, llegó el tiempo en que Jesús se había de ocupar de los asuntos de su Padre todo el tiempo, y cuando llegó a la edad de treinta años se dirigió a Juan el Bautista, un profeta de Jehová que bautizaba en el río Jordán. En este lugar apartado hubo “la voz de un hombre que clama en el desierto: ‘Preparen el camino de Jehová hagan derechas sus vías.’” Era Juan el Bautista, y metió a Jesús completamente bajo el agua y lo levantó de ella. De esta manera Jesús simbolizó su dedicación a hacer la voluntad de su Padre, y Jehová lo reconoció como su Hijo amado en quien él se complacía bien. “Después de ser bautizado Jesús subió inmediatamente del agua; y, ¡mire! los cielos fueron abiertos, y él vio descendiendo como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! también, hubo una voz de los cielos que dijo: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.’” (Mat. 3:3, 16, 17) Jesús ahora era el Cristo, el ungido. Estaba ordenado por Dios y tenía que comenzar su gran obra de predicar como ministro ordenado. “Además, Jesús mismo, cuando comenzó su obra, era como de treinta años.”—Luc. 3:23.
5 Nadie puede decir que la ordenación de Jesús fue cosa de ostentación, hecha con muchos sacerdotes o clérigos en derredor. No hubo procesión. Tampoco se había graduado de alguna escuela teológica. Era carpintero e hijo de carpintero que ahora se presentó para emprender la vocación del ministerio.
6. ¿Cómo llegaron a ser ministros ordenados los discípulos de Jesús, y en aquellos días cuántos de los que llegaban a ser cristianos eran ordenados para el ministerio?
6 Todos los discípulos de Jesús fueron bautizados de modo semejante, plenamente sumergidos en el agua, y, después de instruirlos en cuanto al reino de Dios que se había acercado, Jesús los envió a predicar el mensaje del Reino así como él lo estaba haciendo. Fueron bien entrenados. Conocían la palabra y la voluntad de Dios y vivían como Jesús les dijo que vivieran. Ningún seminario teológico para ellos, pero todavía eran ministros ordenados de Dios. Después Jehová los usó para organizar a los cristianos primitivos en congregaciones y ellos nombraron superintendentes para pastorear el rebaño de Dios, no para enseñorearse del rebaño. En aquellos días todas las personas que llegaban a ser cristianos llegaban a ser ministros ordenados, porque Jehová hacía de éstos “embajadores substituyendo por Cristo, como si Dios estuviera haciendo súplica mediante [ellos].”—2 Cor. 5:20.
7. ¿Qué mandamiento de Jesús muestra que sus discípulos eran ordenados para el ministerio?
7 Fue después de su resurrección que Jesús dijo a sus discípulos congregados: “Vayan pues y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles que observen todas las cosas que yo les he mandado.” (Mat. 28:19, 20) A los apóstoles no se les dijo que hicieran algo diferente al bautizar a los seguidores verdaderos de Cristo Jesús de lo que se había hecho en el propio caso de ellos, o del ejemplo que Cristo Jesús puso. Por eso, entonces, no hay ningún ritual religioso según formalismo en el cual uno tiene que participar para ser ministro ordenado de Dios. Cristo trazó el modelo sencillo.
8. En verdad y hecho, ¿quién es el que ordena a los ministros de Dios, y qué conexión tiene el bautismo con el asunto?
8 Naturalmente, el que una persona se bautice en agua no hace a ésta ministro ordenado. Dios efectúa la ordenación de la persona que se bautiza, la cual ya ha reconocido a Jehová Dios como el Gobernante soberano y a Cristo Jesús como su Salvador, reconociendo también que ella misma es pecadora y que necesita el mérito del sacrificio de Cristo con el fin de estar en una condición aprobada delante de Dios. El que una persona se bautice en agua tiene gran significado, porque allí el bautizado está declarando públicamente que está dedicado o apartado para el servicio y adoración de Jehová. Por supuesto, tiene que saber lo que está haciendo y tiene que continuar demostrando que es digno de este propósito tan elevado. Al aceptar Dios al bautizado, lo ordena al ministerio divino.
9, 10. (a) ¿Qué significa el ser ordenado? (b) ¿Cómo mostró Jesús lo que esa autoridad significaba que él tenía que hacer?
9 El ser ordenado significa el ser investido de funciones ministeriales, o el ser nombrado o asignado autorizadamente. Jesús fue asignado autorizadamente por Dios para efectuar servicio específico, lo cual era la voluntad de Dios para él. Jesús en la sinagoga de Nazaret leyó sus funciones ministeriales del rollo de Isaías: “‘El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despedir a los quebrantados con una exoneración, para predicar el año aceptable de Jehová.’ Con eso envolvió el rollo, se lo entregó al asistente y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga se fijaron atentamente sobre él. Entonces comenzó a decirles: ‘Hoy se cumple esta escritura que acaban de oir.’”—Luc. 4:18-21.
10 Se profetizó en Isaías 61:1, 2, que Cristo haría esta obra, y por eso Jesús pudo citar este texto de la Biblia y decir que él estaba cumpliéndolo. Jesús fue ordenado, asignado a este servicio, en el río Jordán al tiempo de su bautismo. Allí el espíritu de Jehová vino sobre él y entonces fue autorizado para hacer la obra de Dios. Entonces era tiempo para que él hablara e hiciera una declaración pública. ¡Jesús ciertamente hizo eso!
11. Cuando leemos las Escrituras Cristianas Griegas, ¿qué se nos dice acerca de la obra de Jesús, y se transmitió a otros su comisión de hacer esa obra? ¿A quiénes?
11 Todas las personas que han leído las Escrituras Griegas tienen conocimiento del tremendo programa de predicar y enseñar que Jesús llevó a cabo durante los tres años y medio de su ministerio. También tienen conocimiento del trabajo que efectuaron los apóstoles, trabajo al cual el apóstol Pablo se refirió cuando dijo: “Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.” (Rom. 10:10) Hoy los cristianos no pueden obrar de modo diferente. La misma comisión que le tocó a Jesús de declarar buenas nuevas, de predicar una liberación a los cautivos, de traerles vista a los ciegos, y de predicar el año aceptable de Jehová, se transmitió a sus seguidores cristianos fieles. Una expresión semejante y muy positiva de este asunto hizo para nuestro día Jesús mismo cuando estuvo en el monte de los Olivos. Él dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin cabal.” (Mat. 24:14) Pero los apóstoles y todos los seguidores de Jesús habrían de hacer de la predicación de las buenas nuevas su comisión en la vida.
ALCANCE DEL MINISTERIO
12. ¿Cuán importante es la obra del ministerio, y qué preguntas oportunas se proponen?
12 Este asunto de ser uno ministro ordenado delante de Dios o delante de los gobiernos mundanos no es asunto leve. Envuelve toda palabra, todo pensamiento y toda acción de uno, el seguir verdaderamente los principios enunciados por Cristo Jesús, sí, el andar en sus pisadas. Exactamente, ¿cuán trascendental es esta ordenación del cristiano delante de Dios? ¿Es ministro el individuo o persona a quien se ha ordenado sólo durante el tiempo que predica estas buenas nuevas a alguien? ¿O es esta ordenación, porque la persona está dedicada a Jehová Dios, una ordenación de veinticuatro horas al día? ¿Puede una persona salirse de su vocación profesa por un corto período de tiempo y obrar de modo diferente, o está obligada a guardar constantemente sus prendas de vestir ministeriales? Las Escrituras muestran que Jesús cuando era joven fue carpintero, pero cambió su vocación. Le habría gustado cambiar su vocación más pronto en la vida, pero eso no era la voluntad de Dios. Primero tenía que cumplir treinta años, la edad en que los levitas llegaban a ser sacerdotes cabales bajo la ley judía. Entonces cuando fue ordenado por Dios dio el primerísimo lugar de importancia en su mente a hacer la voluntad de su Padre, lo cual era predicar el reino de los cielos que se había acercado. Entrenó a sus discípulos a hacer la misma clase de trabajo, o a seguir la misma vocación.
13. ¿Cuál es el significado teológico de la palabra vocación? ¿Quién tiene que seguir tal derrotero?
13 El significado teológico de la palabra vocación es: “Una llamada al servicio de Dios en una posición o condición en particular de la vida, especialmente en el sacerdocio o vida religiosa, según se demuestra por la aptitud de uno, inclinaciones naturales, y, a menudo, por convicción de una invitación divina. El puesto o condición de vida al cual recibe uno tal llamada. Una invitación oficial a un ministerio eclesiástico particular, como un curato.” Jesús de veras tuvo “una llamada al servicio de Dios.” Tuvo una llamada por autoridad a una actividad o carrera particular. Su vocación ahora era ‘buscar primero el reino y su justicia.’ (Mat. 6:33) Así, también, cualquier persona que llega a ser un seguidor ordenado de Cristo Jesús después de eso tiene que vivir una vida cristiana de ese modo. Los apóstoles de Jesús tuvieron que hacer esto a fin de probar que su vocación era la de ministros ordenados delante de Dios, aunque delante de los gobiernos mundanos los hombres los consideraban como pescadores, recaudadores de impuestos o fabricantes de tiendas de campaña.
14. (a) ¿Cuándo ocupan el lugar secundario tales vocaciones como la de carpintero, albañil, ingeniero o doctor? (b) ¿Por qué jamás puede uno renunciar una vez que se le ha ordenado?
14 El ser un cristiano dedicado hoy día no es una ocupación de tiempo parcial así como no lo fue entonces. Es una vocación de tiempo cabal. El cristiano verdadero no sólo es cristiano los domingos durante unas horas mientras se halla en su iglesia o en una reunión para orar. Un individuo dedicado verdaderamente, un ministro ordenado delante de Dios, tiene que ser cristiano toda su vida desde el tiempo que se dedica a seguir a Cristo Jesús y a andar en sus pisadas. En el mundo cierto individuo o persona puede decir que su vocación es ser carpintero, albañil, ingeniero, doctor, y que se gana la vida mediante tal ocupación. Pero si ese individuo en particular dedica su vida a Jehová Dios y se bautiza en agua, entonces aquella ocupación seglar tras la que sigue llega a ser secundaria y su ministerio cristiano tiene que llegar a ser lo de primera importancia, ahora realmente su vocación, porque fue llamado al servicio de Dios. Jesús dijo: “Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” El primer trabajo del cristiano, su interés principal, entonces, es su llamada a una vida cristiana. Tiene que ser eso. Su vocación tiene que ser la de un ministro ordenado delante de Jehová Dios. Tal vez renuncie a su trabajo seglar, pero jamás puede renunciar a su llamada divina al servicio de Dios. Si el cristiano renuncia al ministerio pierde su vida eterna. ¿Cuál es más importante, entonces?
15. El que se dedica declara ¿qué? ¿y desde qué punto de vista ve la Palabra de Dios?
15 El dedicarse al servicio de Jehová y el simbolizar esa dedicación mediante bautismo en agua no es ingresar en alguna organización religiosa terrestre. No es un paso tan leve como ése. Es la cosa más importante que el individuo ha hecho en su vida. El ser sumergido en agua es una declaración a todos los compañeros cristianos y pueblos del mundo de que en lo sucesivo está dedicado a Dios, para servir como ministro suyo. Esta es su vocación, y de allí en adelante toda la palabra de Dios según se presenta en la Biblia tiene que ser su guía. Él como cristiano verdadero ha obrado como dijo Pablo: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios que oyeron de parte de nosotros la aceptaron, no como la palabra de hombres, sino, exactamente como verdaderamente es, como la palabra de Dios, la cual también obra en ustedes los creyentes.”—1 Tes. 2:13.
16, 17. (a) Cuando uno ha aceptado la Palabra de Dios, ¿qué está envuelto? (b) ¿Cómo mostró esto Pablo?
16 ‘Usted ha recibido la palabra de Dios y la ha aceptado,’ ¿es verdad? Ahora, ¿qué está envuelto? El apóstol Pablo dijo que envolvía aun el comer y el beber de uno. Quizás eso parezca absurdo, pero leamos lo que él escribió a los corintios: “Por esto, sea que estén comiendo o bebiendo o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para gloria de Dios. Eviten el hacerse causas de tropiezo tanto a judíos como a griegos y a la congregación de Dios, aun como yo estoy agradando a toda la gente en todas las cosas, no buscando mi propio provecho, sino el de los muchos, para que puedan salvarse.” (1 Cor. 10:31-33) Pablo se interesó en salvar vidas por medio de su ‘comer o beber o hacer cualquier otra cosa.’ Pero ¿cómo tiende a salvar vidas el comer y beber de uno? Pablo lo explica en los capítulos ocho y diez de Primera a los Corintios.
17 Pablo sabía que los cristianos habían de ‘abstenerse de cosas sacrificadas a los ídolos’ (Hech. 15:29); pero explicó a los corintios: “Todo lo que se venda en la carnicería sigan comiéndolo, sin investigar nada a causa de su conciencia, porque ‘la tierra pertenece a Jehová, y también su abundancia’. Si alguno de los incrédulos los invita a ustedes y desean ir, procedan a comer todo lo que les sea puesto delante, sin investigar nada a causa de su conciencia. Pero si alguno les dijera: ‘Esto es algo ofrecido a un dios,’ no coman a causa de aquel que lo reveló y a causa de la conciencia. ‘Conciencia,’ digo, no la de ustedes, sino la de la otra persona. Pues ¿por qué debe ser que mi libertad sea juzgada por la conciencia de otra persona? Si estoy participando con gracias, ¿por qué debe hablarse ofensivamente de mí por aquello por lo cual doy gracias?” (1 Cor. 10:25-30) Puede ser que la carne que se vendía en las carnicerías hubiese sido ofrecida a los ídolos, pero ¿cómo había de saberlo la persona? Quizás no preguntó si el animal, o aun la parte de él que ella compraba, se ofreció a un ídolo. Por eso, Pablo dice, que si una persona lo invita a usted a comer, coma lo que ella tiene. Pablo sabía “que un ídolo nada es en el mundo y que no hay más que un solo Dios.” (1 Cor. 8:4) Pero, si alguien que esté comiendo con usted dice: “Esto es algo ofrecido a un dios,” entonces a causa de la conciencia de ese hombre no coma usted nada de ello. ¿A causa de la propia conciencia de usted? No, sino a causa de la conciencia de la otra persona. Usted puede hacer tropezar a esa persona al comer.
18, 19. (a) ¿Por qué estaba tan preocupado Pablo acerca de la conciencia de sus hermanos? (b) ¿Deben los seguidores de Cristo hoy día estar preocupados igualmente? ¿Por qué?
18 Pablo arguyó que la libertad o conocimiento del cristiano “no se convierta de algún modo en tropezadero para los que son débiles.” Si usted comiera el alimento ofrecido a los ídolos después de dar gracias a Dios por él usted todavía podría arruinar a un hombre. “Pero cuando ustedes pecan así en contra de sus hermanos y hieren su conciencia que es débil, ustedes están pecando en contra de Cristo. Por eso, si el alimento hace tropezar a mi hermano, jamás comeré carne, para no hacer tropezar a mi hermano.” (1 Cor. 8:9, 12, 13) La ordenación de Pablo, el estar apartado para el servicio de Dios, incluía la manera en que comía y bebía. Envolvía toda acción suya en las cosas de todos los días. Pablo se interesaba en salvar vidas. Por eso dijo: “No arruinen por su alimento a aquel por quien Cristo murió. . . . Porque el reino de Dios no significa el comer y el beber, sino que significa rectitud y paz y gozo con espíritu santo.” “Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas son provechosas. Todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas edifican. Siga buscando cada uno, no su propio provecho, sino el de la otra persona.”—Rom. 14:15, 17; 1 Cor. 10:23, 24.
19 ¿Pueden los cristianos hoy día considerar las cosas de modo diferente y permitir que su comer o beber haga tropezar a un judío o a un griego o a un hermano en la congregación? ¡No! Nos hallamos en la misma posición en que estuvo Pablo. Él más bien quería estar “agradando a toda la gente en todas las cosas, no buscando mi propio provecho, sino el de los muchos, para que puedan salvarse.” (1 Cor. 10:33) ¿Haría usted lo mismo? Lo haría si usted es ministro ordenado como Pablo.
COMER, BEBER, HABLA Y TRABAJO
20. (a) Aunque el comer alimentos no sea un punto en disputa para los cristianos ahora, ¿qué lo es, y qué argumentos se ofrecen a favor de su uso? (b) Sin embargo, ¿qué tiene que considerarse en nuestros hábitos de beber?
20 Pero, dice alguien, cosas como ésa no suceden hoy. La gente no ofrece alimento a los ídolos. Bueno, entonces, ¿qué hay de los hábitos de beber de usted? Se bebe mucho hoy día, y Pablo menciona el beber como algo que vigilar. La gente toma toda clase de bebidas, pero el beber que causa más perturbación en la mente de algunas personas es el beber bebidas alcohólicas. Tal vez la persona que quiere beber vino arguya que Pablo amonestó a Timoteo a beber un poco de vino por causa de su estómago. Otro quizás diga que el primer milagro de Jesús fue el hacer vino. Todavía otro dirá que el vino alegra el corazón. Lo que se dice es cierto, y en casi todos los países y estados es lícito tener y usar bebidas alcohólicas, pero ¿resulta en provecho del otro hermano? El que usted tome tal bebida, ¿servirá para ‘edificar’? Pensemos no en nuestro propio provecho, sino en el de la otra persona.
21, 22. (a) ¿Qué mal ejemplo podría ponerse delante de los hermanos por un superintendente irreflexivo? (b) ¿A quiénes más además de los hermanos podría hacerse tropezar?
21 Supongamos que hay un superintendente en una congregación del pueblo de Dios, un hombre de influencia, respetado, que sale una noche con amigos pero que no gobierna su beber de licor embriagador y se emborracha. La Biblia declara muy definitivamente que los borrachos no heredarán el Reino. “¡Qué! ¿No saben que las personas injustas no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, . . . ni ladrones, ni personas codiciosas, ni borrachos . . . heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9, 10) Aunque algunos de ustedes fueron así antes de venir a la verdad, dice Pablo, ustedes fueron limpiados. Por eso, ¿por qué regresar a esta clase de práctica y hacer tropezar a su hermano? Ahora tal vez un hermano vea a este superintendente ebrio que anda por la calle zigzagueando. Este observador se escandaliza, se perturba y se ofende de que un ministro ordenado de su congregación piense tan poco en su ordenación delante de Dios que se convierta en un borracho. Este descuido en el beber ha llegado a ser causa de tropiezo para un hermano de la congregación de Dios.
22 Sigamos a este borracho un poco más. Al acercarse a su casa su vecino con quien él estudia la Biblia observa su borrachera, y a él, también, se le hace tropezar, porque pensaba que este ministro ordenado vivía una vida cristiana. Bueno, el vecino decide ya no estudiar la Biblia con esta persona, y le dice a su esposa: “Si eso es lo que la Biblia ha hecho para él, hay mejores hombres que ése con quienes asociarme los cuales ni siquiera tienen fe en Dios. ¿Por qué debería cambiar mi modo de vivir y emprender algo nuevo cuando aquí uno de los individuos prominentes de la congregación, que pretende ser ministro ordenado, está borracho?”
23. ¿De qué modo son las palabras de Pablo en las cartas a los corintios y romanos muy oportunas?
23 ¡Cuánta razón tuvo Pablo cuando dijo: “Por esto, sea que estén comiendo o bebiendo o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para gloria de Dios”! (1 Cor. 10:31) ¿Fue esto para gloria de Dios? Ciertamente el cristiano no quiere hacer tropezar a un judío, a un griego, a un vecino, a un amigo, o a un hermano de la congregación de Dios. Aquello en que cada ministro ordenado debe estar interesado es en salvar la vida de toda persona para el nuevo mundo de Dios. “Por eso, entonces, sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificarnos unos a otros. Dejen de estar derribando la obra de Dios simplemente por causa de alimento. Cierto, todas las cosas son limpias, pero le es perjudicial al hombre que con ocasión para hacer tropezar come. Es bueno no comer carne ni beber vino ni hacer nada por lo cual tropiece tu hermano.”—Rom. 14:19-21.
24, 25. ¿De qué otros modos tiene que vigilar sus pasos el cristiano?
24 El cristiano también tiene que vigilar sus pasos en otras cosas. Pablo presenta esta verdad cuando escribe a los colosenses: “Que la palabra del Cristo resida en ustedes ricamente con toda sabiduría. Sigan enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, alabanzas a Dios, canciones espirituales con gracia, cantando en sus corazones a Jehová. Y cuanto hagan en palabra o en obra, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús dando gracias a Dios el Padre por medio de él.”—Col. 3:16, 17.
25 Pablo dice que vigile usted sus palabras y trabajo, lo cual ocupa una buena parte de nuestro tiempo todos los días. Exactamente, ¿cómo hablamos a la gente y cómo trabajamos para nuestro patrón? El entrenamiento cristiano de uno ciertamente se expresa en estas dos cosas.
26. ¿Qué clase de palabras deben usar los ministros ordenados, y por qué es difícil a veces dominar nuestra habla?
26 Las palabras que salen de nuestra boca, ¿son decentes, limpias, útiles y respetables? ¿Nos gustaría que Dios nos escuchara en todo lo que decimos? Santiago escribió en cuanto a nuestras palabras cuando dijo: “Una fuente no hace que lo dulce y lo amargo burbujeen por la misma abertura, ¿verdad? . . . Tampoco puede el agua salada producir agua dulce.” En cuanto a ese pequeño miembro del cuerpo, él dice: “La lengua es un fuego. . . . Nadie de la humanidad puede domarla. Cosa ingobernable y perjudicial, está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos a Jehová, al Padre, y no obstante con ella maldecimos a los hombres que han venido a la existencia ‘en la semejanza de Dios’. De la misma boca salen bendición y maldición. No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan aconteciendo de esta manera.” La boca del ministro ordenado debe estar enseñando y amonestando a otros con gracia. No debe haber tal cosa como el jactarse y mentir contra la verdad. La boca siempre debe alabar a Jehová. “Además, el fruto de la justicia tiene su semilla sembrada en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz.”—Sant. 3:6-12, 18.
27. ¿Puede tener el ministro ordenado dos vocabularios? ¿Qué dicen Pablo y Pedro respecto a esto?
27 Los ministros ordenados de Jehová no pueden tener personalidades dobles con dos vocabularios, uno limpio y recto, el otro sucio e inicuo. El cristiano puede entrenarse de modo que pueda usar buenas palabras que expresen sus pensamientos claramente y con fuerza. El cristiano no tiene un vocabulario que use en la congregación del pueblo de Dios y luego otro conjunto de palabras duras, ásperas, sucias que use donde trabaja. Recuerde lo que dice Pablo: “Cuanto hagan en palabra . . . , háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.” Pedro confirma esto, también, usando buenas palabras expresivas: “Pues, ‘el que quiera amar la vida y ver buenos días, que reprima su lengua de lo que es perjudicial y sus labios de hablar engañosamente, pero que se aparte de lo que es perjudicial y haga lo que es bueno; que busque la paz y vaya en pos de ella. Porque los ojos de Jehová están sobre los justos y sus oídos atentos a su súplica, pero el rostro de Jehová está contra los que hacen cosas perjudiciales.’”—1 Ped. 3:10-12.
28. (a) ¿Cómo debe considerar su ocupación seglar el ministro cristiano ordenado? (b) ¿De qué otra manera, además de tomar abiertamente de los efectos de otros, puede alguien ser ladrón?
28 Luego hay esa otra parte de la vida cristiana—el trabajo. Tiempo considerable se emplea en alguna clase de trabajo, pero ¿cómo desempeña uno su trabajo y se gana el pan de cada día? En realidad toda persona hace un contrato o un acuerdo con su patrón. Cuando un patrón contrata a un hombre para hacer cierto trabajo él conviene en pagar al trabajador cierto salario. El empleado no debe eludir su trabajo, hacer menos de lo que él convino en hacer. Debe ser honrado y dar a su patrón medida completa. Si uno es contratado como carpintero por cierta cantidad de horas al día y recibe cierta paga por esas horas, entonces ciertamente durante ese período de tiempo debe ser diligente en hacer buen trabajo de carpintería durante todas esas horas. No se le paga para holgazanear. Se le paga para trabajar. Si un cristiano trabaja en una tienda que es propiedad de un rico él no tiene derecho de robar de ese rico a causa de que es adinerado, ni tiene el derecho de robar a los clientes cobrándoles más de lo que vale la mercancía y quedándose con la diferencia. Eso es robar. Un hombre le puede robar a su patrón, también, holgazaneando en el trabajo. El hombre espera que su patrón le pague. ¿Por qué no puede esperar el patrón que se haga el trabajo por el dinero que él paga? “Cuanto hagan . . . en obra, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús.” ¿Lo hace usted?
29. ¿Qué actitud adoptó el apóstol Pablo para con el esclavo Onésimo, cuando éste llegó a ser cristiano?
29 Pablo no creyó que Onésimo, esclavo de Filemón, debería ser quitado a su patrón. Cuando Onésimo llegó a ser cristiano, Pablo se enteró de que él era esclavo y lo devolvió a su dueño. El esclavo, ahora cristiano, todavía pertenecía a Filemón aunque Filemón era cristiano también. Pablo, escribiendo acerca de Onésimo, dijo: “Te estoy exhortando [Filemón] tocante a mi hijo, para quien llegué a ser padre mientras estaba en mis cadenas de prisión, Onésimo, anteriormente inútil a ti pero ahora útil a ti y a mí. A este mismísimo te lo estoy devolviendo, sí, a él, es decir, mi propio corazón.” Aunque Pablo halló que Onésimo, que se había escapado de su dueño, le era sumamente útil a él, no obstante Pablo quiso que él regresara a su dueño, porque eso era correcto, y allí era donde pertenecía por ley, y para que Filemón lo tuviera “de regreso para siempre, ya no como esclavo sino como más que esclavo, como hermano amado, especialmente eso para mí, sin embargo cuánto más para ti tanto en relación carnal como en el Señor.” (File. 10-12, 15, 16) Las Escrituras indican que sin importar en qué condición uno se encuentre, sea como esclavo u obrero libre, el cristiano debe trabajar como si lo estuviese haciendo “en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.”
30. Por eso, entonces, ¿qué tienen que ser los cristianos?
30 Los cristianos tienen que ser honrados. Tienen que ser veraces. Tienen que probar que son ministros ordenados, no sólo cuando predican las buenas nuevas, sino en todo lo que hacen, para que hombres de toda clase sean salvados. Mediante esto ellos demuestran que ‘la palabra de Dios obra en los creyentes.’ ¿Es usted un cristiano que hace buenas obras al comer, beber, hablar, trabajar, predicar o al hacer cualquier otra cosa, haciendo todo para gloria de Dios a fin de que alguien sea salvado? ¿Está usted ‘buscando la paz y yendo en pos de ella’? El cristiano sabe que “los ojos de Jehová están sobre los justos,” sus ministros ordenados.—1 Ped. 3:11, 12.