Reunidos en unidad para la obra ministerial
“El [Dios] se propuso en sí mismo para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber, de reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra ... para que sirviésemos [o, fuésemos] para la alabanza de su gloria.”—Efe. 1:9-12, NM; VA; AN.
1. ¿De qué maneras se encuentra el hombre moderno involuntariamente en pugna consigo mismo?
EL HOMBRE moderno se encuentra en una situación compleja y difícil. Se encuentra involuntariamente en pugna consigo mismo. Por una parte, en el pasado medio siglo ha aprendido a domar las fuerzas de la creación de Dios de una manera y a un grado no soñados en generaciones previas, o apenas conjeturados. Tremendos adelantos en medios de comunicación y de viaje, adelantos en el mundo de la mecánica, también en los campos de la medicina y de la ciencia—éstos han abierto la puerta a posibilidades maravillosas. Por otra parte, por esos mismos medios, bajo la dirección y estímulo de hombres ambiciosos y despiadados, la puerta también se ha abierto a posibilidades terribles. El hombre moderno puede sacar provecho de muchas maneras desconocidas hasta ahora, pero también tiene en sus manos los medios para casi arruinar la Tierra y sus habitantes. Los hombres están orgullosos de sus logros, pero al mismo tiempo, como se predijo, “los hombres desmayan por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.” Hombres presumidos, testarudos, se ven obligados a confesar que éstos son “tiempos críticos, difíciles de manejar.” ¡Qué contradicción!—Luc. 21:26; 2 Tim. 3:1-5.
2, 3. ¿Qué contraste excelente se ve cuando nos dirigimos al Anciano de Días?
2 Pero cuando apartamos nuestra atención del hombre moderno y la dirigimos al Anciano de Días, el Creador, ¡qué contraste! En el capítulo 7 de la profecía de Daniel, versículos 9 al 14, Da 7:9-14 se le describe como estando entronizado en el Tribunal, con muchos millares de pie ante él y ministrándole.
3 En el contexto de esa misma profecía se hace referencia a bestias feroces, representando reinos terrestres, esforzándose unas contra otras por la preeminencia y dándose grandes ínfulas. Pero la solución de todos sus conflictos se halla en las manos del Anciano de Días, el Supremo. El juicio se da a favor de alguien a quien se describe como “hijo de hombre . . . Y a él le fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos . . . todos le sirvan aun a él. Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno al que no se le reducirá a ruinas.” Proporcionando detalles adicionales, la profecía más tarde dice que “el juicio mismo fue dado a favor de los santos del Supremo . . . Y el reino y la gobernación y la magnificencia de los reinos bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que es los santos del Supremo.”—Dan. 7:13, 14, 22, 27.
4, 5. ¿A quiénes se identifica en Revelación como (a) aquel a quien se entroniza, (b) el que es digno de tomar el rollo, y (c) los santos que comparten la gobernación con Cristo?
4 La identificación de estos personajes no se deja en duda. En el último libro de la Biblia se considera el mismo tema y se trata detalladamente. En el capítulo 4 de Revelación hallamos una descripción magnífica del trono celestial y de Aquel que está sentado en él. Es imponente, pero no aterradora. Al que está entronizado se le menciona dos veces por nombre: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso . . . Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas.”—Rev. 4:8, 11.
5 En el capítulo 5, al único que tiene el derecho de acceso al trono y que es “digno . . . de tomar el rollo y de abrir sus sellos” se le identifica como “El León que es de la tribu de Judá, la raíz de David,” es decir, Cristo Jesús. Junto con él, se menciona también a los santos, individuos redimidos o comprados por la sangre del Cordero, y que, con Cristo Jesús, son ‘hechos un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y gobernarán como reyes sobre la tierra.’ Estos forman la iglesia verdadera, la congregación cristiana, que tiene “parte en la primera resurrección,” y que serán “sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.”—Rev. 5:5, 9, 10; 20:6.
6. Como el Supremo, ¿qué cualidades posee Jehová?
6 Estos pasajes de la Palabra de Dios impresionan fuertemente en nosotros el absoluto derecho a la soberanía y la posición absoluta y que no puede ser atacada del Supremo, Jehová. Con él, todo es armonioso y seguro. No hay nada contradictorio, como es dolorosamente evidente en los asuntos del hombre moderno. En sus manos Jehová tiene la solución para todos los problemas y conflictos del hombre, lo cual se ve en la gobernación y reino que se confían sin peligro al Cordero, Cristo Jesús, que se prueba digno de recibirlos. El hecho de que a otros, un número limitado de la humanidad pecaminosa, se les faculta para participar en esa gobernación y reino es solo una evidencia agregada, bien que maravillosa, de las riquezas de la bondad inmerecida de Jehová.
7. ¿Cómo se recalca la bondad inmerecida de Jehová en la primera parte de la carta a los efesios?
7 Es este último aspecto el que evidentemente estaba en la mente del apóstol Pablo cuando escribió a los cristianos, “a los santos que están en Éfeso.” Él ora a favor de ellos: “Que tengan bondad inmerecida y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Luego explica que su adopción como hijos de Dios por medio de Jesucristo fue “en alabanza de su [de Dios] gloriosa bondad inmerecida,” y que el ‘perdón de sus ofensas,’ basado en la sangre derramada y rescate de Jesús, también fue “según las riquezas de su [de Dios] bondad inmerecida.”—Efe. 1:1-7.
8, 9. (a) ¿Qué actitud debemos tener hacia la vida? (b) ¿Qué revelación hizo Pablo en cuanto a la voluntad y propósito de Dios?
8 Teniendo presente esto, luego el apóstol considera el mismo tema excelso que ya se mencionó, el de la soberana voluntad y propósito de Dios y la posición de todas sus criaturas en relación a ello. No hay excepciones ni exenciones. A veces alguien dice: “Yo no pedí nacer,” como si mediante ello tratara de estar exenta de algún sentido de responsabilidad en la vida. Pero no. Nosotros no debemos nuestra existencia a la casualidad. Jehová es el Supremo y creó todas las cosas, incluyendo a la familia humana en perfección original, poseyendo la maravillosa facultad de procreación. Por respeto y aprecio al Creador, debemos decir que es a causa de su voluntad que hemos venido a existir.—Rev. 4:11.
9 Con este mismo estado de ánimo escuchemos lo que Pablo dice. Él explica que Dios hizo abundar su bondad inmerecida para con nosotros por medio de dar a conocer el “secreto sagrado de su voluntad. Es según su beneplácito que él se propuso en sí mismo para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber, de reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra.”—Efe. 1:9, 10.
10, 11. ¿Qué significado e importancia se atribuyen a los vocablos (a) “secreto sagrado,” y (b) “administración”?
10 El mismísimo lenguaje que usó el apóstol recalca la importancia de la voluntad y propósito principalísimo de Jehová. Esto se había mantenido por mucho tiempo como un “secreto sagrado.” ¡Cómo nos atrae esa expresión! ¡Qué placer le proporciona a uno el que se le confíe un secreto! Aun una criatura, especialmente una niñita, gusta mucho de tener un secreto y, al instante correcto, susurrarlo al oído de su mejor amiga, observando con viveza que ningún otro niño se encuentre al alcance del oído. El secreto de ella quizás no signifique mucho para nosotros los adultos, pero el secreto de Jehová es sagrado e incorpora su propósito entero y es importantísimo, tanto para él como para nosotros. El pasarlo por alto o el tropezar a causa de él, como muchos lo han hecho, significa la pérdida de todo.
11 Considere también el vocablo “administración.” Este también indica algo de verdadera importancia, como generalmente se usa con referencia a cosas como la dirección eficaz de asuntos gubernamentales y legales. Muchos lectores de La Atalaya, cuando visitan una asamblea grande, disfrutan de dar un vistazo de cerca a los diversos departamentos, viendo todo lo que se puede ver, pero no se detienen por mucho tiempo cuando llegan a una puerta con un letrero que dice “Administración.” ¡Ah! no, no quieren llegar a estar envueltos en esa clase de responsabilidad.
LA GRAN ADMINISTRACIÓN DE JEHOVÁ
12, 13. Como se expresa en Efesios 1:10, ¿qué ha de aprenderse en cuanto a la administración de Dios?
12 ¿Cuál es esta administración vital de Jehová, mantenida en secreto por tanto tiempo? Se nos dice la respuesta. Es el beneplácito de Jehová, “al límite cabal de los tiempos señalados, . . . reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra.” (Efe. 1:10) De esto podemos aprender inmediatamente varias cosas importantes:
13 (1) Solo hay un reunir bajo una sola administración. El hombre, prescindiendo de cuán sincero sea, no puede edificar su propia organización religiosa y alegar que ésta es acepta a Dios. (2) El ser reunido en unión con Cristo requiere el espíritu de sumisión anuente a él como el Ungido de Dios, también el espíritu de unidad y cooperación anuente con todos los demás que son reunidos así. (3) Como se revela posteriormente, hay un ministerio encargado por Dios a los que se reúne. (4) El hecho de que Jehová habrá de “reunir todas las cosas de nuevo” denota una condición anterior de unidad feliz, que por alguna razón no se mantuvo, pero que habrá de ser restaurada. (5) Entra en el cuadro el elemento del tiempo. Esta gran obra tiene lugar “al límite cabal de los tiempos señalados.” Por eso, primero queremos saber, ¿cuándo es el límite cabal y cuándo se inaugura cabalmente la administración?a
14. ¿Cuándo es el “límite cabal de los tiempos señalados,” y por cuáles acontecimientos se determina?
14 El límite cabal se alcanza cuando, como Jesús dijo en su gran profecía, “se cumplan los tiempos señalados de las naciones.” (Luc. 21:24) Este trascendental punto decisivo en el desarrollo del propósito de Jehová y en la historia humana se alcanzó en 1914, como se testifica abundantemente por lo que sucedió aquí sobre la Tierra en cumplimiento de la profecía bíblica. Entonces fue cuando le fue dada la gobernación a Cristo Jesús en el cielo, como se describe en el capítulo 7 de Daniel, a pesar de la oposición de reinos feroces, semejantes a bestias, en la Tierra. Como también ilustró proféticamente el salmista, las naciones y sus gobernantes ‘se reunieron en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido,’ pero Jehová se rio de ellos en escarnio y declaró: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey en Sion, mi santa montaña.” Cuando el rey ungido de Jehová, Cristo Jesús, fue instalado o entronizado, fue cuando se estableció la administración. Esto no tuvo lugar en Sion, o en Jerusalén, allá en Palestina, sino, como dice el texto, en el “monte de Sion y . . . una ciudad del Dios vivo, . . . Jerusalén celestial.”—Sal. 2:2-6; Heb. 12:22.
15, 16. (a) ¿Cuándo y cómo comenzó la reunión en unión con Cristo? (b) ¿Qué señala la inauguración plena de la administración de Dios?
15 Quizás se presente el argumento de que cuando escribió a los efesios Pablo hablaba de la reunión en unión con Cristo como ya habiendo comenzado. Eso es verdad, en lo que toca a los pasos con ese fin. Esto comenzó en el Pentecostés de 33 E.C., con los primeros miembros de la congregación cristiana cuando el espíritu de Dios fue derramado sobre ellos. (Hech. 2:1-4) Pero ni cuando estuvieron activamente ocupados en su ministerio, ni al morir, recibieron su galardón cabal. Como Pablo escribió a Timoteo: “De este tiempo en adelante me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, el justo juez, me dará como galardón en aquel día.” (2 Tim. 4:8) La gran administración de Jehová entra en operación cabal después del fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914.
16 Habiendo llegado “aquel día,” ¿qué vemos? Con las palabras de la visión simbólica según fue descrita por Juan ahora podemos decir por fe: “Y vi, y, ¡miren! el Cordero de pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escrito en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.” Fue después de 1914 que los “nuevos cielos” administrativos, con el entronizado Jesucristo como Administrador de Dios, arrojaron a Satanás el Diablo y sus ángeles demonios a nuestra Tierra y procedieron a la obra de unificación, particularmente de 1919 en adelante, como muestra la historia moderna de los testigos de Jehová. (Rev. 14:1; 12:1-13) Así la obra de la administración avanza a pasos agigantados, cumpliendo completamente la voluntad del Supremo exactamente como él hizo que se registrara hace mucho tiempo con estas palabras: “En el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo de la tierra, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre.”—Fili. 2:10,11.
17. En este tiempo, ¿a qué tenemos que prestar atención en particular?
17 De modo que estamos en el gran día en que hacemos bien en prestar atención a esas lecciones que indican la necesidad de tener una visión clara de la organización teocrática de Dios, también para apreciar el propósito por el cual se nos reúne en unidad bajo su dirección, a saber, para la obra ministerial. Además, esto recalca que es necesario el espíritu de sumisión y de cooperación. Estas lecciones vienen a ser más claramente definidas al indagar nosotros más en lo que Pablo dice sobre este mismo tema.
EL ESPÍRITU CORRECTO CON EL PROPÓSITO CORRECTO
18. En la Tierra, ¿cómo y por qué llegó a un fin la condición original de unidad?
18 Para poner de relieve que se necesita el espíritu correcto, nos será provechoso mirar atrás al pasado, particularmente en la escena terrestre, y ver por qué no se mantuvo la condición original de unidad feliz. Cuando madre Eva prestó atención a lo que la serpiente dijo acerca del fruto prohibido, eso llegó a ser no solo una prueba en cuanto a obediencia, sino también en cuanto a humildad. Engañada por lo que se le dijo, ella comenzó a considerar aquel fruto desde un nuevo punto de vista. Le daría, así pensó, una independencia recién hallada, y la idea la atrajo. Esto se muestra por el hecho de que ni siquiera esperó a preguntarle a su esposo acerca de ello, sino que prosiguió por su propia iniciativa. Podemos imaginar que ella dijo: ‘¿Por qué no? Tengo criterio propio, ¿no es verdad? Sé que mi esposo no ha probado nada de este fruto todavía, pero eso corre de mi cuenta; me encargaré de que él lo pruebe.’ ¡Y de veras lo hizo!—Gén. 3:1-6; 1 Tim. 2:14.
19. ¿Cómo se manifiesta hoy en día el espíritu del mundo, y a qué conducirá esto?
19 No, nosotros no oímos a madre Eva hablarse en el jardín de Edén, pero no es raro oír a algunas de sus hijas hablar de esa manera. ¿No es ése el espíritu del mundo hoy en día, tanto nacional como individualmente? Hasta las naciones más pequeñas están exigiendo sus derechos e independencia soberanos. Ese mismo espíritu, también, lo muestran a menudo individuos que dicen, de hecho: ‘Tengo el derecho de vivir mi propia vida a mi propio modo.’ Esa es la razón fundamental por la cual muchos no quieren prestar atención al mensaje que los testigos de Jehová les traen. Saben que éste estorbará su independencia. A ellos y a sus gobernantes, semejantes a Eva, más bien les gustaría prestar atención a las “expresiones inspiradas inmundas” jactanciosas, semejantes a ranas, que son inspiradas por los demonios mentirosos. Tal propaganda excita su espíritu de independencia orgullosa y resulta en que sean ‘reunidos a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.’—Rev. 16:13, 14.
20. ¿A qué dos alternativas nos enfrentamos hoy en día?
20 ¡Con razón el hombre moderno está completamente perplejo! Ciertamente es obvio el que tenemos que renunciar a tal espíritu de independencia, prescindiendo de cuánto hayamos participado de él en el pasado. Estamos en el día en que Dios está reuniendo “todas las cosas de nuevo en el Cristo,” primero reuniendo a él los fieles cristianos que han dormido en la muerte por medio de resucitarlos para estar con Jesucristo en el cielo. (Efe. 1:10; 1 Tes. 4:13-18) Si no estamos dispuestos a ser reunidos bajo esa justa administración con el espíritu de sumisión y devoción leal, entonces, a sabiendas o sin saberlo, nos hallaremos reunidos con las fuerzas opositoras que marchan al Armagedón bajo el acaudillamiento de Satanás para pelear contra Dios el Todopoderoso. Como dijo Jesucristo directamente: “El que no está de parte mía, contra mí está.”—Mat. 12:30.
21. Como ilustró Jesús, (a) ¿quiénes únicamente son reunidos a él, y (b) sobre qué base rinde el juicio Jesús?
21 Usando la ilustración de Jesús, hallamos que solo las personas de cualidades de oveja son reunidas a él; primero, el “rebaño pequeño,” la congregación cristiana que forma los “nuevos cielos,” pero ahora también desde 1931 las “otras ovejas” que ansiosamente esperan las bendiciones de la “nueva tierra.” No se trata separadamente con las “otras ovejas,” sino que todos llegan a ser “un solo rebaño, [bajo] un solo pastor,” o administrador. Usando otra ilustración de Jesús, que se cumple en este día en que se le entroniza como Rey, vemos que él describió a las “otras ovejas” como los que apoyan y cooperan bien con siquiera uno de los más pequeños de estos mis hermanos,” o seguidores. A todos los demás los juzga él como cabras que, por su independencia obstinada, rehúsan dar tal cooperación o no la dan.—Mat. 25:31-46; Luc. 12:32; Juan 10:16.
22. ¿A qué llamamientos de la Palabra de Dios debemos reaccionar ahora?
22 En este día en que Jehová en breve ‘romperá y hará añicos’ a todos los que se oponen a él y a su rey ungido, y hará “cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra,” todos seamos sabios y reaccionemos con el espíritu correcto a los llamamientos que se hacen en los mismos pasajes bíblicos, donde Jehová dice: “Cedan y conozcan que yo soy Dios.” “Sirvan a Jehová con temor . . . Besen al hijo [Cristo Jesús], para que Él no se encolerice . . . Felices son todos los que se refugian en él.”—Sal. 2:9-12; 46:9, 10.
23, 24. ¿Cuál es el propósito de Dios para los que son reunidos en unión con Cristo, y pueden decidir acerca de esto ellos mismos?
23 ¿Cuál es el propósito de Dios para nosotros que sí reaccionamos o respondemos y somos reunidos bajo la administración de Cristo? ¿Es solo nuestra propia bendición y salvación? ¿Podemos decidir nosotros mismos acerca de esto? Eso sería sumamente ilógico, aunque algunos han cometido ese error y se han salido de las filas. No, no es según lo que pensemos, sino, como Pablo dice en cuanto a los predeterminados 144,000, es “según el propósito de aquel [Dios] que opera todas las cosas conforme a la manera que su voluntad aconseja.” Por eso, ¿cuál es el propósito de Dios? Observe la respuesta dada: “Para que sirviésemos [literalmente, fuésemos] para la alabanza de su gloria.” Luego observe en lo que inmediatamente sigue que se nos dice cómo servir aceptablemente según el propósito de Dios. Después de hablar de sí mismo y de otros que habían sido los “primeros en esperar en el Cristo,” luego Pablo dice que “ustedes [en Éfeso] también esperaron en él.”
24 ¿Cómo se había hecho posible esto? Pablo explica que fue “después que oyeron la palabra de la verdad, las buenas nuevas acerca de su salvación.” Esto define claramente para nosotros la voluntad del Supremo para aquellos a quienes se reúne. No tenemos que retener las buenas nuevas, sino que tenemos que dejar que otros oigan acerca de ellas para que ellos también puedan participar y regocijarse con la misma esperanza gloriosa. Así es como podemos ser para alabanza gloriosa de Jehová, y este propósito divino tiene que cumplirse bajo la dirección de una sola administración.—Efe. 1:11-13.
25. ¿Cuál es el punto de vista apropiado del cristiano tocante a él mismo y a las obras?
25 Desde otro ángulo, un poco más adelante, Pablo otra vez presenta el argumento a favor de la supremacía de Dios y en contra de que adoptemos un punto de vista independiente de las cosas. Nos recuerda que no podemos dar crédito alguno a nosotros mismos por llegar a ser cristianos. No tenemos nada de qué alardear. Más bien, como cristianos, “somos producto de la obra de él [de Dios].” No obstante, aunque hemos sido “salvados mediante fe,” no podemos permanecer ociosos y tampoco podemos decidir por nosotros mismos cómo efectuar nuestra salvación. Más bien, como Pablo lo expresó, somos reunidos en unión con Cristo Jesús “para obras buenas, las cuales Dios preparó anticipadamente para que anduviésemos en ellas.”—Efe. 2:8-10.
26, 27. (a) ¿Cómo se manifiesta el espíritu correcto con el propósito correcto? (b) ¿Cómo aclaró Jesús el punto en cuestión?
26 Por los textos que se consideran bajo este subtítulo, la lección que ha de aprenderse y el punto en cuestión envuelto quedan bastante claros. Es menester que tengamos el espíritu correcto con el propósito correcto, el espíritu de devoción altruista, de toda alma, a Jehová con el fin de asegurar nuestra prosperidad en las obras correctas que él ha preparado para nosotros. No solo tenemos nosotros mismos que ser reunidos en unión con Cristo, sino que bajo él tenemos que participar en reunir a otros por medio de dejar que escuchen las buenas nuevas.
27 Jesús dijo: “El que no recoge conmigo, desparrama.” Eso aclara el punto en cuestión. Si rehusamos colocarnos bajo su administración o permanecer dentro de ella, entonces es manifiesto que tenemos el espíritu incorrecto con el propósito incorrecto. Cualquier reunión que se trate de efectuar aparte de la administración de Cristo tiene que ser en oposición a ella, sin importar cuán buena parezca la obra y cuán bueno parezca el motivo. Como Jesús dijo en sus comentarios previos, después de habérsele acusado de expulsar demonios por medio de Beelzebub, “Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en desolación . . . si Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido contra sí mismo; ¿cómo, pues, podrá estar en pie su reino?” Esto explica por qué el hombre moderno se encuentra involuntariamente en pugna consigo mismo, a pesar de sus esfuerzos para la unidad. Su motivo principalmente es egoísta, y eso no es base para una unidad genuina, duradera. No seamos cegados ni desviados de modo que apoyemos la administración incorrecta.—Mat. 12:24-30.
EL REUNIR COBRA FORMA
28. ¿De qué manera se ve que la congregación cristiana cobra forma?
28 Prosiguiendo con este mismo tema, el apóstol revela un desenvolvimiento adicional que acontece bajo la administración de Cristo. Este es intensamente interesante y proporciona un punto de vista más ensalzado de la administración. Explica que los que son reunidos no solo se apiñan en torno de un centro común, por decirlo así. Más bien, se ve que cobran forma definida, a semejanza de un edificio. Primero, “siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular de fundamento.” Los apóstoles y profetas forman el resto del fundamento, sobre el cual el “edificio entero, unido armoniosamente, va creciendo para ser templo santo para Jehová . . . lugar donde habite Dios por espíritu.” (Efe. 2:20-22) ¡Qué elevado concepto! Cuando asistimos a una reunión de los testigos de Jehová en su Salón del Reino, o en una asamblea más grande, quizás nos veamos tentados a considerarlos desde un punto de vista carnal, observando solo su apariencia exterior. Más bien, debemos considerarlos y apreciarlos como lo hace Jehová. Otros textos bíblicos que usan la misma ilustración del templo de Dios recalcan la misma cosa, nuestra necesidad de mantener el punto de vista espiritual, también la responsabilidad que tienen los que pertenecen al templo de Dios de evitar el llegar a estar “unidos bajo yugo desigual con los incrédulos.”—1 Cor. 3:16, 17; 2 Cor. 6:14–7:1.
29. ¿Cómo se ve en el cuadro del templo a la grande muchedumbre de “otras ovejas”?
29 La entera congregación cristiana de 144,000 junto con Jesucristo compone el templo espiritual formado de “piedras vivas.” (1 Ped. 2:4, 5; Juan 2:19-22) Quizás usted diga que entiende esto, pero que eso no tiene conexión alguna con usted puesto que sus esperanzas no son celestiales, como las del “rebaño pequeño,” sino terrestres. Muchos lectores de La Atalaya quizás crean así acerca de ello, pero no se equivoque. Si usted ama a Jehová y se ha sometido a él en dedicación, simbolizada por inmersión en agua, entonces usted aparece dentro del cuadro. Para su estímulo le recordamos que, después de describir la formación del Israel espiritual, la clase del templo o santuario, Juan recibió una visión de una grande muchedumbre de “otras ovejas” de que se dice que está “rindiendo [a Dios] servicio sagrado día y noche en su templo.” ¡No podríamos imaginarnos un cuadro más excelente de unidad y concordia estrechas!—Rev. 7:15.
30. ¿Cómo ha asumido un alcance más amplio hoy en día la obra de reunir, recalcando qué necesidad?
30 En apoyo de esto leemos que la “voluntad [de Dios] es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:4) Hoy en día personas de toda clase están reaccionando a las buenas nuevas y poniéndose en armonía con ellas, siendo reunidas en “un solo rebaño” bajo “un solo pastor.” Las Escrituras aclaran que todas éstas, mediante su conducta, deben servir para la alabanza de la gloria de Dios por medio de participar unidamente en la obra ministerial que ha de terminarse antes del fin consumado del presente sistema de cosas. Desde los días de los apóstoles en adelante se ha puesto el énfasis en el reunir a la congregación cristiana de los 144,000 coherederos de Cristo; pero ahora, al “límite cabal de los tiempos señalados,” la obra de reunir ha asumido un alcance más amplio desde 1931, aunado a gran urgencia porque el tiempo es corto. Necesitamos toda la ayuda y estímulo posibles, y por lo tanto será bueno dar un vistazo de cerca a nuestra obra ministerial, tanto dentro de la organización de Dios como fuera.
[Nota]
[Ilustración de la página 688]
“Expresiones inspiradas inmundas” parecidas a ranas reúnen a los gobernantes en oposición a Dios
[Ilustración de la página 689]
Sirviendo como ministro bajo la administración de Cristo