El amor cubre una multitud de pecados
“Tengan amor intenso los unos para los otros, porque el amor cubre una multitud de pecados.”—1 Ped. 4:8.
1, 2. (a) ¿Qué males cometemos todos, y por qué hasta pudiéramos cometerlos con mayor frecuencia? (b) ¿Qué nos ayudará a resolver los problemas que se presentan?
¿LE HA hablado usted alguna vez mordazmente a alguien, para inmediatamente desear no haberlo hecho? ¿O ha obrado alguna vez con falta de bondad de alguna otra manera, para luego pesarle haberlo hecho? Sin duda todos nosotros hemos hecho eso. Y a medida que aumentan las presiones y penalidades a las cuales se nos somete mientras más se acerca el fin de este sistema de cosas, es posible que las ocasiones en que nos lastimemos u ofendamos unos a otros se hagan más frecuentes. Por eso, ¿qué debemos hacer al presentarse problemas?
2 Al buscar una respuesta a esto es provechoso echar un vistazo más de cerca a lo que se dice en 1 Pedro 4:7, 8. Allí se menciona que, puesto que el fin de todas las cosas se ha acercado, debemos ‘ser de juicio sano,’ “vigilantes en cuanto a oraciones,” pero especialmente debemos ‘tener amor intenso los unos para los otros.’ Ahora note la razón que se da en cuanto a por qué este amor es tan importante. El relato dice: “Porque el amor cubre una multitud de pecados.” Es muy importante considerar este aspecto.
3. (a) ¿A qué hecho tenemos que enfrentarnos todos? (b) ¿Qué observación correcta hace la Biblia acerca de nosotros?
3 Tenemos que enfrentarnos al hecho de que, debido a la desobediencia e imperfección de nuestros padres originales, Adán y Eva, todos hemos heredado una inclinación hacia la conducta mala o el pecado. (Rom. 5:12) Todos con frecuencia erramos el blanco de lo que es justo. Dentro de nosotros hay una propensión a ser envidiosos, a sentirnos provocados, a jactarnos, a no estar dispuestos a perdonar, etcétera. Y ¿no nos encolerizamos con nosotros mismos cuando a veces cedemos a estas inclinaciones pecaminosas? Sin embargo estas tendencias malas existen, y sencillamente tenemos que comprender que, en ciertas ocasiones, se van a expresar en palabras y acciones. El discípulo Santiago, escribiendo bajo inspiración de Dios, observó correctamente: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto.” Pero nadie es perfecto. “No hay hombre que no peque,” dice la Biblia.—Sant. 3:2; 1 Rey. 8:46.
4. (a) ¿Cómo no deberíamos reaccionar al ocurrir pecados, y qué, más bien, deberíamos hacer? (b) ¿Qué nos ayudará a examinar las cosas con apego a la realidad al surgir problemas?
4 Por eso es importante que veamos la realidad tal como es en cuanto a nuestras relaciones de unos con otros. Las inclinaciones pecaminosas van a expresarse de alguna manera entre los cristianos, prescindiendo de con cuánto vigor ellos traten de impedir que esto suceda. (Rom. 7:15-20) No debemos escandalizarnos ni preocuparnos terriblemente, de modo que quizás lleguemos a la conclusión de que estos males son una indicación de que no estamos asociados con la congregación cristiana verdadera. No; más bien, debemos buscar evidencia de que el amor ha cubierto estos pecados. Por lo tanto, es vital que ejerzamos amor para probar que formamos parte de la congregación cristiana verdadera. Sin embargo, no siempre es fácil hacer lo correcto y amoroso. La Biblia nos ayuda a comprender esto. Nos da discernimiento en cuanto a cosas que sucedieron dentro de la congregación cristiana del primer siglo que pueden ayudarnos a examinar las cosas con punto de vista práctico, apegado a la realidad, a fin de que podamos mantenernos en equilibrio si surgen problemas.
MUJERES DE FILIPOS Y SU PROBLEMA
5. (a) Suministre algunos datos relacionados con la congregación filipense. (b) ¿Qué clase de carta escribió el apóstol Pablo a la congregación?
5 Primero, consideremos una circunstancia que se desarrolló dentro de la congregación cristiana de Filipos, la ciudad principal del distrito de Macedonia. El apóstol Pablo estableció esta congregación en 50 E.C. en su visita durante su segunda gira misional. (Hech. 16:11-40) Unos cuantos años después, en el transcurso de su tercera gira misional, Pablo evidentemente pudo visitar de nuevo a la congregación filipense. (Hech. 20:1-6) Luego, unos diez años después de haber establecido la congregación, los actos extraordinarios de bondad y celo cristianos de los filipenses movieron a Pablo a escribirles una conmovedora carta de amor y estímulo. Les expresó mucho encomio de principio a fin, con solo una breve insinuación de corrección hacia el fin de su carta.
6. ¿Qué escribió Pablo concerniente a Evodia y Síntique, y qué preguntas hace surgir esto?
6 Pablo escribió: “Por consiguiente, hermanos míos amados y anhelados, mi gozo y corona, estén firmes de esta manera en el Señor, amados.” Pero ahora note su siguiente declaración: “A Evodia exhorto y a Síntique exhorto a que sean de la misma mente en el Señor.” (Fili. 4:1, 2) ¿Por qué dijo esto Pablo? ¿Por qué dio estímulo para que la congregación ‘estuviera firme de esta manera en el Señor,’ y entonces escogió a estas dos mujeres, Evodia y Síntique, y las exhortó a ser de la misma mente en el Señor?
7. (a) ¿Qué pudiera haber hecho que estas dos mujeres no fueran de la misma mente en el Señor? (b) ¿Qué indica quizás el hecho de que Pablo supiera acerca de la actitud de ellas?
7 Está claro que había algún problema entre estas dos mujeres; evidentemente no había unión mental entre ellas. Ahora bien, la Biblia no nos dice en qué consistía la dificultad, ni qué había llevado al problema entre ellas. Quizás existían celos entre ellas de alguna manera. Quizás las dos hayan sido de personalidad fuerte, y es probable que sencillamente se hubieran irritado una a la otra a tal grado de que ya no se hablaban. Pero, prescindiendo del problema, había alguna fricción envuelta en aquella situación, porque no eran “de la misma mente en el Señor.” Y Pablo supo de ello a centenares de kilómetros de distancia, en Roma, desde donde estaba escribiendo, lo cual indica que la dificultad ya era de larga duración y era bastante conocida entre los hermanos.
8. (a) Básicamente, ¿qué clase de mujeres eran Evodia y Síntique, y qué indica esto? (b) ¿Qué lección podemos sacar de esa experiencia del primer siglo?
8 Sin embargo, al mismo tiempo, éstas eran básicamente cristianas buenas. Ambas servían a Jehová Dios con sus hermanos y hermanas. Pues Pablo pasa a escribir a la congregación: ‘Sigue prestando ayuda a estas mujeres que se han esforzado lado a lado conmigo en las buenas nuevas.’ (Fili. 4:3) Por consiguiente Evodia y Síntique habían sido cristianas por algún tiempo, pues habían trabajado antes con Pablo para dar adelanto a la obra de predicar. Pero ahora tenían un problema. Por eso, pues, si dificultades como ésta existieron en la congregación del primer siglo, ¿debería preocuparnos excesivamente el que hoy ocurrieran dificultades similares? Pero no solo hubo problemas como éste entre mujeres.
DIFICULTADES ENTRE ANCIANOS CRISTIANOS
9, 10. (a) ¿Qué le había sucedido a Juan Marcos durante el primer viaje misional de Pablo y Bernabé? (b) ¿Por qué pudo Bernabé haber querido llevar consigo a Marcos en el segundo viaje misional, y sin embargo, qué pensó Pablo?
9 Ancianos cristianos, también, tuvieron problemas, hasta ancianos prominentes. Considere al apóstol Pablo y su primer compañero de viaje, Bernabé, por ejemplo. Habían terminado su primera gira misional y establecido varias congregaciones cristianas, y ahora estaban considerando la segunda gira, como explica la Biblia: “Después de algunos días dijo Pablo a Bernabé: ‘Sobre todo, volvamos y visitemos a los hermanos en cada una de las ciudades en las cuales publicamos la palabra de Jehová para ver cómo están.’” (Hech. 15:36) En aquel primer viaje Juan Marcos los había acompañado, pero por alguna razón que no se revela, el relato dice: “Juan se retiró de ellos y se volvió a Jerusalén,” donde vivía su madre María.—Hech. 13:13.
10 De modo que, mientras Pablo y Bernabé consideraban su segunda gira misional, surgió el nombre de Marcos. La Biblia nos dice lo que sucedió: “Por su parte, Bernabé estaba determinado a tomar consigo también a Juan, que se llamaba Marcos. Pero a Pablo no le pareció propio tomar consigo a éste, puesto que se había apartado de ellos desde Panfilia y no había ido con ellos a la obra.” (Hech. 15:37, 38) De modo que aquí hubo una diferencia de opinión. Quizás Bernabé haya creído que Marcos había tenido una buena excusa para regresar a Jerusalén durante la primera gira; posiblemente su madre estaba enferma y él regresó para estar con ella. No sabemos. Pero, por otra parte, si Marcos de veras se había ido en un paso precipitado, inexcusable, Bernabé evidentemente opinaba que Marcos había aprendido una lección y esta vez se adheriría a la obra. Pero a Pablo no le pareció así. No quería que Marcos los acompañara. Ahora bien, ¿no pensaría usted que estos dos ancianos cristianos maduros podrían zanjar de manera amable un desacuerdo como aquél? Sin embargo ¿qué sucedió?
11. (a) ¿En qué resultó este desacuerdo entre Pablo y Bernabé a causa de Marcos? (b) ¿Demostró esta dificultad entre ancianos cristianos que no eran siervos del Dios verdadero?
11 La Biblia dice: “Con esto ocurrió un agudo estallido de cólera, de modo que se separaron el uno del otro; y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó para Chipre. Pablo eligió a Silas y se fue después.” (Hech. 15:39, 40) ¡Imagínese eso! Aquí dos ancianos prominentes tuvieron, no simplemente una altercación leve, sino “un agudo estallido de cólera” entre ellos, y a causa de un asunto aparentemente tan pequeño. De modo que se separaron, manifiestamente sin los mejores sentimientos cada uno en cuanto al otro. Si usted hubiese estado allí y hubiese visto esto, ¿habría llegado a la conclusión de que ciertamente ésta no podía ser la organización de Dios, debido a la manera en que habían obrado estos ancianos prominentes?
12. ¿Qué pecado cometió Pedro durante una visita a Antioquía, y qué le hizo obrar de esta manera?
12 O considere otra clase de experiencia, algo diferente, que aconteció en Antioquía. Cuando el apóstol Pedro visitó esta ciudad de Siria, se asoció con la entera congregación, de modo que con denuedo comió y estuvo con toda libertad en reuniones sociales en los hogares de los creyentes gentiles. Sabía que esto era apropiado, puesto que, años antes, había recibido dirección divina para predicarle a Cornelio, que llegó a ser el primer converso gentil incircunciso al cristianismo. Sin embargo, cuando visitaron a Antioquía desde Jerusalén unos cristianos judíos que venían de Santiago el medio hermano de Jesús, Pedro, por temor de ser criticado por “los de la clase circuncisa,” empezó a retirarse y separarse de los cristianos gentiles. Otros cristianos judíos circuncisos de aquel lugar empezaron a hacer lo mismo. Esto claramente no estaba bien. Era un pecado de parte de Pedro causar aquella división en la congregación cristiana.
13. (a) ¿Cómo reaccionó Pablo cuando estuvo en Antioquía y vio lo que estaba sucediendo? (b) ¿Por qué fue hipócrita Pedro en sus acciones, y sin embargo qué le parecería el ser corregido delante de toda la congregación?
13 Para este tiempo el apóstol Pablo también estuvo en Antioquía, y se encolerizó al ver lo que sucedía. En su carta a los gálatas, explicó: “Cuando yo vi que no estaban andando rectamente conforme a la verdad de las buenas nuevas, le dije a Cefas [Pedro] delante de todos ellos: ‘Si tú, aunque eres judío, vives como las naciones, y no como los judíos, ¿cómo es que obligas a la gente de las naciones a vivir conforme a la práctica judía?’” (Gál. 2:11-14) Pedro sabía que la ley mosaica ya no estaba en vigor, y había mostrado esto antes al haberse asociado con plena libertad con los gentiles. (Hech. 10:28, 29) Sin embargo ahora, por temor, estaba volviendo a instituir las divisiones que se estipulaban bajo la ley mosaica, la cual Ley, sin embargo, él sabía que ya no aplicaba a los cristianos judíos. (Efe. 2:13-18) De modo que su “retirarse y . . . separarse” de los cristianos gentiles fue claramente un acto de hipocresía impulsado por temor de lo que ciertos cristianos judíos, especialmente los de Jerusalén, pudieran pensar de él. Y por eso Pablo, delante de toda la congregación, puso de manifiesto la hipocresía de Pedro. ¿Cómo se hubiera sentido usted si hubiera sido Pedro?—Heb. 12:11.
DEJANDO QUE EL AMOR CUBRA LOS PECADOS
14. (a) ¿Cómo pudiera haberse sentido Pedro en cuanto a recibir esta corrección de Pablo? (b) Sin embargo, ¿qué actitud posterior para con Pablo indica que Pedro dejó que quedara cubierto por el amor este pecado suyo?
14 Piense en cómo pudo haberse sentido Pedro. Él era prominente entre los apóstoles, pues anteriormente Jesucristo mismo le había confiado privilegios de servicio especiales. (Mat. 16:18, 19; Hech. 2:14-41; 10:34-48) Pablo era más nuevo en la organización cristiana, y ahora aquí estaba delante de la entera congregación resistiendo a Pedro cara a cara. ‘¡Cómo se atreve Pablo a hablarme así delante de la congregación!’ pudiera haber pensado con indignación Pedro. Pero no, Pedro era humilde. Aceptó la corrección, y no permitió que hiciera que su amor a Pablo se enfriara. Pues note cómo Pedro se refiere más tarde a Pablo en una carta de estímulo a compañeros cristianos: “Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, así como también nuestro amado hermano Pablo según la sabiduría que le fue dada les escribió.” (2 Ped. 3:15) Sí, Pedro permitió que el problema, que en este caso había sido resultado de su propio pecado, quedara cubierto por el amor. ¡Ciertamente Pedro demostró la cualidad que distingue a la congregación cristiana verdadera!
15. (a) ¿Se arregló la dificultad entre Pablo y Bernabé? ¿Qué indica si se arregló o no? (b) ¿Qué evidencia hay de que Pablo haya reconocido algún juicio equivocado en cuanto a Marcos?
15 ¿Qué hay del problema que hubo entre Pablo y Bernabé con relación a llevar con ellos a Marcos? ¿Quedó cubierto con el tiempo por el amor este problema, que culminó en un agudo estallido de cólera? Sí, evidentemente. Pues más tarde cuando Pablo escribió a la congregación corintia mientras efectuaba trabajo misional en Éfeso llamó a Bernabé, junto con Pedro y los otros apóstoles, un allegado colaborador. (1 Cor. 9:5, 6) Pablo evidentemente reconoció cualquier juicio equivocado que hubiera hecho de Marcos, y posiblemente pidió disculpas humildemente tanto a Marcos como a Bernabé. Pues más tarde Pablo se expresa con gran estima de Marcos. De hecho, en una de sus cartas a Timoteo escribió: “Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para servir.”—2 Tim. 4:11; Col. 4:10.
16. (a) ¿Es razonable suponer que Evodia y Síntique zanjaron sus desacuerdos? (b) Sin embargo, posiblemente, ¿qué actitud incorrecta pudieran haber manifestado?
16 Bueno, ¿qué hay de Evodia y Síntique? ¿Zanjaron sus desacuerdos, permitiendo que el amor cubriera cualesquier pecados que hubieran cometido una contra la otra? La Biblia no nos dice qué les sucedió finalmente. Pero en vista de que eran buenas mujeres que se habían esforzado lado a lado con Pablo en su ministerio cristiano, pudiéramos razonablemente suponer que aceptaron humildemente el consejo que se les dio. Cuando se leyó la carta de Pablo, casi podemos verlas en la imaginación yendo una a la otra después de la reunión y arreglando su problema con un espíritu de amor. Por otra parte, el consejo dado pudiera haberlas endurecido. Pudieran haber adoptado una actitud que pudiera expresarse así: ‘¿Qué derecho tiene Pablo a escribir acerca de nuestro problema a toda la congregación?’ Y así sus desacuerdos pudieran haber quedado sin resolverse, y hasta pudieran haber empeorado. ¿Qué hay si esto hubiese sucedido?
17. (a) Si Evodia y Síntique no zanjaron sus desacuerdos, ¿qué cosas pudieran haber ocurrido, posiblemente? (b) ¿Podemos aprender algo hoy de eso que pudo haber sucedido?
17 Bueno, esta carta a los filipenses se escribió alrededor de 60 E.C. Unos cuantos años después, en 64 E.C., el emperador romano Nerón, según se informa, incendió a Roma y culpó a los cristianos de haberlo hecho. Poco después estalló gran persecución contra los cristianos. ¿Qué hay si esta persecución también se hubiese esparcido a Filipos, y Evodia y Síntique hubiesen sido echadas en prisión, tal como, años antes, Pablo y Silas habían sido encarcelados allí? (Hech. 16:19-34) ¿Qué hay si se les hubiese puesto en la misma prisión, y en la misma celda juntas? Pues bien, si no fueran de la misma mente, y si sus desacuerdos se hubiesen convertido en odio de una para con la otra, ¿qué pudiera haber sucedido? Pudieran haberse derribado espiritualmente una a la otra, y quizás haber arruinado cada una la relación de la otra con Jehová Dios. ¡Qué triste hubiera sido eso! ¡Y qué triste será hoy si no tenemos amor intenso unos a otros cuando la “grande tribulación” le sobrevenga a este sistema de cosas!—Mat. 24:21.
EL AMOR ES VITAL AL ACERCARSE EL FIN
18. (a) ¿Qué es necesario que aprendamos a hacer? (b) Al acercarse el fin, ¿qué posible situación mundial da énfasis a la necesidad de amar a los hermanos y las hermanas de nuestra propia congregación?
18 Esto es algo que merece nuestra seria consideración. El fin de todas las cosas se ha acercado, y es necesario que cultivemos amor intenso para cubrir la “multitud de pecados” que todos tenemos. (Sant. 3:2) Es necesario que aprendamos a amar a nuestros hermanos y hermanas a pesar de sus defectos de personalidad, sus hábitos que tiendan a irritar, u otros rasgos en cuanto a ellos que quizás nos sean desagradables. Pues piense en ello: A medida que este sistema se acerca a su derrumbe total en la “grande tribulación,” y las comunicaciones sin duda se descompongan y los medios modernos de viaje se hagan imposibles, ¿con quiénes podremos comunicarnos para ofrecerles ayuda y recibir ayuda de ellos? No con nuestros hermanos de una congregación a mil kilómetros de distancia, cien kilómetros de distancia, o quizás hasta veinte o diez kilómetros de distancia. No; más bien, Jehová Dios ha suministrado compañeros cristianos en nuestra propia congregación para fortalecernos y ayudarnos. Es particularmente a estas personas que están cerca de nosotros, nuestros asociados cristianos allegados, que tenemos que amar y es por ellas que necesitamos ser amados. ¡Qué importante resultará ser esta relación estrecha en los tiempos dificultosos del porvenir!
19. ¿Qué consecuencias pudiera haber si no tenemos intenso amor unos a otros?
19 Si no tenemos amor intenso para con los de nuestra propia congregación, las consecuencias pueden ser muy malas. El apóstol Pablo mostró esto cuando escribió a los cristianos de Galacia, que evidentemente estaban encontrando alguna dificultad en llevarse bien juntos. Instó: “Mediante el amor, sírvanse como esclavos unos a otros. Porque toda la Ley queda cumplida en un dicho, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ Pero si ustedes siguen mordiéndose y devorándose unos a otros, cuidado que no sean aniquilados los unos por los otros.” (Gál. 5:13-15) Sí, si no tenemos amor unos a otros, podemos derribar y hasta arruinar la relación de unos y otros con Jehová. ¡Esto podría resultar en que no pasáramos con vida a través de la “grande tribulación” que tanto se ha acercado!
20. ¿Cómo muestra la Biblia que el amor a Dios tiene que estar acompañado de amor a nuestros hermanos?
20 Por eso, pues, en realidad tenemos que trabajar en cultivar amor unos a otros. Sencillamente no podemos estar practicando la verdad, y al mismo tiempo estar guardando rencor contra nuestros hermanos, o tratándolos de manera desamorosa de otras maneras. La Biblia se expresa muy claramente sobre este asunto, diciendo: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios,’ y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto. Y este mandamiento lo tenemos de él, que el que ama a Dios esté amando también a su hermano.” No hay duda en cuanto a ello: estamos bajo obligación de amarnos unos a otros.—1 Juan 4:20, 21; 3:14-16.
APRENDA DE LOS MEJORES MAESTROS
21. (a) ¿Qué pudieran pensar algunos en cuanto a sus hermanos cristianos? (b) Sin embargo, ¿qué ejemplo de mostrar amor suministra Jehová Dios?
21 Pero quizás alguien diga: “Usted no entiende. Ciertos individuos de nuestra congregación no obran como cristianos verdaderos. Son muy exasperantes y ofensivos en su modo de ser.” Puede ser que a algunas personas les falte mucho en el desarrollo de cualidades cristianas verdaderas. Sin embargo Jehová Dios, nuestro Creador perfecto, las ama. Él no espera hasta que casi estamos perfectos, ni siquiera hasta que comenzamos a rehacer nuestra personalidad para amoldarnos a sus caminos, para amarnos. No; más bien, la Biblia dice: “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom. 5:8) Sí, mientras nos encontrábamos todavía hundidos en un derrotero de maldad y teníamos disposiciones ofensivas, egoístas, Jehová nos amó. Este es el ejemplo que se nos invita a seguir al mostrar amor.—Efe. 5:1, 2.
22, 23. (a) ¿Qué rasgo malo se manifiestó entre los apóstoles de Jesús cerca de Capernaum? (b) ¿Cómo se manifiestó nuevamente este rasgo, y qué consejo dio Jesús?
22 Jesucristo, también, nos puso un ejemplo maravilloso en este asunto. Reunió en torno de sí discípulos que básicamente eran buenos hombres. Sin embargo, tenían malos rasgos. Por ejemplo, en el camino que daba hacia Capernaum, se pusieron a discutir. El relato bíblico dice: “Entraron en Capernaum. Ahora bien, cuando [Jesús] estuvo en la casa les hizo la pregunta: ‘¿Qué discutían en el camino?’ Se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién era el mayor.” De modo que Jesús puso a un niñito en medio de ellos, lo rodeó con los brazos, y dijo a sus discípulos que tenían que humillarse como niñitos y no buscar prominencia.—Mar. 9:33-37; Mat. 18:1-6.
23 Sin embargo, sucedió que, no habiendo pasado mucho tiempo desde eso, cuando se acercaban a Jerusalén, los apóstoles Santiago y Juan vinieron a Jesús y le pidieron las dos posiciones más prominentes en su reino, una a su derecha y la otra a su izquierda. La Biblia dice: “Ahora bien, cuando los otros diez oyeron de esto, comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan.” De modo que Jesús les habló otra vez acerca de este rasgo malo que entonces existía en ellos. Les dijo: “Ustedes saben que los que parecen gobernar las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellas. No es así entre ustedes; antes, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes, y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos.”—Mar. 10:35-45.
24. (a) ¿Qué ejemplo de humildad puso Jesús para sus apóstoles en su última Pascua juntos, y, sin embargo, en cuanto a qué estuvieron discutiendo poco después de aquello? (b) ¿Cómo continuó Jesús mostrando amor a sus apóstoles, y con qué resultado?
24 Probablemente fue un poco más de una semana después que Jesús se reunió con sus discípulos para comer con ellos su última Pascua. Conocía el problema que existía entre ellos; de modo que aparentemente para el principio de aquella última cena juntos, ¿qué hizo Jesús? Tomó una palangana, la llenó de agua, ¡y se dirigió a cada uno de los apóstoles y les lavó los pies! (Juan 13:4-17) ¡Qué excelente ejemplo de humildad para que ellos lo siguieran! Sin embargo ¿qué sucedió más tarde, durante aquella misma noche? La Biblia nos dice: “Sin embargo, también se suscitó entre ellos una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor.” (Luc. 22:24) ¿Puede usted imaginarse una cosa como ésa? Sin embargo Jesús no lanzó las manos al aire disgustado y dijo: ‘Ustedes no tienen remedio. Me doy por vencido. Nunca aprenderán a ser mis seguidores verdaderos.’ No; mientras todavía manifestaban aquellos rasgos pecaminosos, Jesús los amó. Continuó exhortándolos y aconsejándoles. (Luc. 22:25-27) Y finalmente aprendieron, y más tarde trabajaron juntos en unidad, sin que ninguno de ellos buscara ambiciosamente prominencia y prestigio.
25. (a) ¿Qué bien resultará de dejar que el amor cubra los pecados? (b) ¿Por qué es tan vital que tengamos amor intenso unos a otros ahora?
25 El amor ciertamente cubre “una multitud de pecados.” De hecho, al ejercerlo —sabiendo perdonar, y ayudándonos y amonestándonos unos a otros— impediremos que los pecados causen algún daño o dificultad permanentes. Jamás olvide lo que el apóstol Pedro escribió en cuanto a la importancia del amor en este tiempo crítico de la historia: “El fin de todas las cosas se ha acercado,” dijo. “Sean de juicio sano, por lo tanto, y sean vigilantes en cuanto a oraciones. Ante todo, tengan intenso amor los unos para los otros, porque el amor cubre una multitud de pecados.” Ciertamente es necesario que ejerzamos amor intenso ahora. Nuestra mismísima supervivencia para entrar en el justo nuevo sistema de Dios depende de que procedamos así.—1 Ped. 4:7, 8.
[Ilustración de la página 636]
Para ayudar a sus discípulos a vencer un mal rasgo, Jesús puso a un niño en medio de ellos y les dijo que les era necesario humillarse como niñitos