Esfuércense vigorosamente como obreros de Dios
“Si siguen haciendo estas cosas jamás fracasarán.”—2 Ped. 1:10.
1-3. ¿Cómo debe compararse la obra de un ministro de Dios con la obra de un herrero o de un constructor?
IMAGÍNESE una herrería de una aldea antigua. Adentro se halla el herrero muy atareado con su fragua. Está soldando eslabones de una gran cadena que algún día sostendrá el ancla de un barco. Día tras día, desde la mañana hasta la noche, usted puede oír al herrero dar golpes con su pesado martillo. Al fin queda completa la cadena. Cada eslabón es una obra maestra de hechura, un espejo del herrero mismo, de lo que es, de cómo piensa y de lo que cree.
2 Pasan los años. Muere el herrero, pero en alta mar se encuentra un barco y lo azota una tempestad. El capitán se ve obligado a bajar el ancla y a esperar. Vientos furiosos y olas semejantes a montañas azotan el barco. Toda vida a bordo de la nave depende ahora de la cadena, de cada uno y de todos los eslabones que fueron forjados en la antigua herrería. Toda la noche el barco se mece y retuerce, pero la cadena lo detiene firmemente. Al fin cesa la tormenta. Todos los pasajeros se juntan en la cubierta para agradecer a Dios la liberación. Sí, darle gracias a Dios por la seguridad y alabarlo porque en la tierra hubo un herrero temeroso de Dios que se entregó a su trabajo de alma y corazón, un hombre que no temió gastarse, que apreció la necesidad de la calidad en el trabajo, que no se cansó en el bien hacer, sino que perseveró en su trabajo hasta completarlo.
3 Igual que el herrero, todo ministro de Dios es un obrero. Es obrero de Jehová. No puede ser incierto o tímido acerca de sentir que lo es, ni puede ser descuidado en cuanto a dar buena evidencia de este hecho. No puede temer el trabajar, ni puede ser pusilánime en el desempeño de sus deberes, porque se ocupa en una obra de salvación, en una obra salvavidas. Porque apreciaba este hecho, Pablo, el apóstol, previene al obrero cristiano: “Cada uno siga cuidando cómo está edificando,” o pudiéramos decir, “cómo está trabajando.” “Ahora, si sobre el fundamento alguien edifica oro, plata, piedras preciosas, materiales de madera, heno, rastrojo, la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, porque quedará revelada por medio de fuego, y el fuego mismo probará qué clase de obra es la de cada uno. Si la obra de alguien, obra que él ha edificado sobre el fundamento, permanece, ése recibirá una recompensa.” El apóstol Pedro declaró que Jehová “juzga imparcialmente según la obra de cada uno.”—1 Cor. 3:10-15; 1Ped.1:17.
4. ¿Cómo será probada nuestra obra como ministros?
4 La obra del herrero demostró ser fiel bajo prueba. Permaneció. Salvó vidas. ¿Permanecerá la obra de usted cuando sea expuesta a las pruebas severas de hoy día? Cuando la batalla del Armagedón estalle, se pelee y se gane, ¿quedará algo que muestre que usted ha trabajado? Lo que quede de su trabajo, ¿le traerá a usted una recompensa de parte de Jehová? ¡Feliz el hombre que entonces halle que no ha trabajado en vano!—1 Cor. 15:58; Heb. 6:10.
5, 6. ¿Qué “taller” y “herramientas” tiene el ministro de Dios, y cuál es su obra? ¿Cuán importante es la calidad de su obra?
5 El ministro de Dios tiene como taller suyo su asignación de territorio individual. Como herramientas suyas tiene la Palabra de Jehová, la Biblia, también La Atalaya y ¡Despertad!, libros y folletos y otras ayudas bíblicas para ayudarle a hacer buen trabajo. Tiene el espíritu de Dios y la organización de Jehová que lo respaldan. Su trabajo, como el del herrero, es salvavidas. Él también está soldando los eslabones de una gran cadena, no una cadena hecha de hierro, sino de las duraderas cualidades espirituales de Dios. Él tiene que forjar estas cualidades no sólo en sí mismo, sino también en personas de buena voluntad que desean ser eslabonadas al arca antitípica, el nuevo sistema de cosas, y ser salvadas con ella a través de la gran tormenta del Armagedón que se aproxima rápidamente.
6 De esta cadena no sólo depende la propia vida del obrero, sino la vida de todas las personas de buena voluntad en su asignación. Estas son su campo de trabajo. Él está modelándolas para la salvación. Pablo se refirió a la congregación corintia como el producto de “mi obra en el Señor.” Nuestras revisitas y estudios bíblicos con las personas de buena voluntad que dirigimos a la sociedad del nuevo mundo son nuestra obra en el Señor. Si nosotros como obreros de Dios somos indiferentes o apáticos en cuanto a nuestro trabajo, se pondrá al descubierto en la calidad de nuestra obra, en la calidad de nuestros estudios y nuestro servicio a Jehová. Si hacemos obra inferior, estamos debilitando las probabilidades de la gente de obtener salvación. La obra incompetente puede costar vidas, y entre las vidas que puedan perderse a causa de nuestra negligencia puede estar la misma vida de nosotros. Por eso vigile cómo trabaja usted.—1 Cor. 9:1.
7, 8. ¿Cuáles son los requisitos para desempeñar obra de primera clase con calidad salvavidas?
7 Cada eslabón es una cualidad espiritual esencial para la salvación. No se puede descuidar ningún eslabón o tratarlo como de poca importancia, porque la cadena sólo es tan fuerte como su eslabón más débil. Cada eslabón tiene que mantenerse firme entre el ancla y el barco, si ha de evitarse el naufragio. El único modo en que cada eslabón aguantará las tensiones durante una tormenta es si es de buen hierro y si está forjado correctamente.
8 ¿Cuáles son estas cualidades duraderas semejantes a hierro que tienen que ser forjadas en nuestra vida? ¿Cómo podemos hacerlas parte de nuestro pensar, de nuestra obra, de nuestra personalidad renovada? No hay ningún arreglo fácil para obtener estas cualidades duraderas, ningún arreglo que no requiera esfuerzo y que permita que uno proceda según su propio agrado. Sólo si nos esforzamos vigorosamente como obreros de Dios podemos esperar forjarlas en nuestra vida, llenar los requisitos de Jehová y obtener la vida.
CUALIDADES SALVAVIDAS Y COMO LABRARLAS
9, 10. ¿Qué cadena de cualidades espirituales menciona Pedro, y qué valor atribuye a ella?
9 Nuestra esperanza es obtener salvación o vida eterna por medio del reino de nuestro Señor Jesucristo, el Capitán de nuestro barco. Pablo llama a nuestra esperanza “ancla del alma.” La fe en que tal vida puede alcanzarse es el primer eslabón soldado firmemente al ancla, nuestra esperanza. Luego dice Pedro: “Proporcionen a su fe virtud, a su virtud conocimiento, a su conocimiento dominio propio, a su dominio propio aguante, a su aguante devoción piadosa, a su devoción piadosa cariño fraternal, a su cariño fraternal amor.” Estas cualidades espirituales forman la cadena que es esencial para la salvación, porque bajo inspiración Pedro nos dice: “Porque si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán que ustedes sean inactivos o infructíferos tocante al conocimiento acertado de nuestro Señor Jesucristo. Porque si estas cosas no están presentes en alguien, está ciego, cerrando los ojos a la luz, y ha asumido un olvidarse de su limpiamiento de sus pecados de hace mucho tiempo. Por esta razón, hermanos, con más motivo hagan lo sumo posible a fin de hacer firmes para ustedes mismos su llamada y selección; porque si siguen haciendo estas cosas jamás fracasarán. De hecho, así se les proporcionará a ustedes ricamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”—Heb. 6:19; 2 Ped. 1:5-11.
10 El deseo de nuestro corazón es conseguir la entrada en ese reino eterno y su dominio. Pedro dice que estas cualidades nos asegurarán la entrada. Entonces deberíamos querer desarrollar en nosotros estas cualidades espirituales a todo costo. ¿Cuál es Ja mejor manera de hacer esto?
FE
11. ¿Cómo podemos identificar a un ministro bueno y a uno malo?
11 Así como hay herreros buenos y malos, hay ministros buenos y malos. Usted puede identificar a cada uno por sus obras. Cuando hombres con ninguna fe o poca fe entran en el campo del ministerio, la norma o calidad de la obra espiritual disminuye considerablemente. Por eso hoy es difícil hallar en la cristiandad a hombres de fe verdadera en Jehová y en su Palabra, porque sus clérigos son obreros sin fe. Es menester que los obreros de Jehová no sean así. Tienen que ser hombres de fe, porque “sin fe es imposible lograr su buen agrado.” Esto significa tener una fe viva, activa, porque “la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma.” No sólo tiene que estar esta fe en los obreros, sino que éstos tienen que saber comunicarla a otros. Esto lo hace el obrero al expresar su esperanza, al predicar el Reino y la salvación por medio de Jesucristo.—Heb. 11:6; Sant. 2:17.
12. ¿Cómo se adquiere la fe?
12 La manera de adquirir fe fuerte es por medio de estudiar la Palabra de Dios y ejercer convicción en esa Palabra: “Por eso la fe sigue al informe. En cambio, el informe es por medio de la palabra acerca de Cristo.” Mientras más expresamos convicción en la Palabra de Jehová, más fuerte se hace nuestra fe. Sepa que los justos ‘vivirán por motivo de fe,’ pero si se retraen Jehová ‘no se complace en ellos.’—Rom. 10:17; Heb. 10:38, 39.
VIRTUD
13. ¿Qué es virtud, y por qué tiene que producir evidencia de virtud el cristiano?
13 Pedro dice que debemos agregar virtud a nuestra fe. La virtud tiene referencia a la práctica o acción moral en armonía con las normas correctas. Tiene que ver con rectitud de comportamiento e integridad. Los clérigos de la cristiandad, igual que herreros inútiles, tal vez se señalen ellos mismos como obreros de Dios, pero el fraude, el peculado, los crímenes y la corrupción entre sus feligreses muestran que sus obras carecen de virtud. El cristiano tiene que producir evidencias de virtud tanto en sí mismo como en su obra, si va a probar a sí mismo y a otros la buena y la aceptable y completa voluntad de Dios. De otra manera, su fe no significa nada. Está muerta.—Rom. 12:2.
14. ¿Cómo se adquiere la virtud?
14 La virtud se adquiere introduciendo pensamientos correctos en la mente y el corazón, pensando en cosas correctas, verdaderas, castas, amorosas, dignas de alabanza, “trayendo todo pensamiento en cautiverio para hacerlo obediente al Cristo.” Esto no se hace fácilmente. Exige autodisciplina, abnegación, trabajo duro. Pero tiene sus recompensas. Cuando uno quita el mal de sus propios hechos de delante de la vista de Dios, está probando a sí mismo y a otros la profundidad de su sinceridad y devoción a Jehová. Sin virtud los cristianos jamás llegarían “a ser irreprensibles e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación pervertida y torcida.” La virtud es esencial para la salvación.—2 Cor. 10:5; Fili. 4:8, 9; 2:15.
CONOCIMIENTO
15. ¿Qué conocimiento práctico debe tener el ministro de Dios?
15 Pedro une la virtud con el conocimiento. Así como los herreros buenos tienen el conocimiento y la capacidad para desempeñar una gran variedad de trabajo, los obreros de Jehová tienen un extenso campo de conocimiento espiritual y la capacidad para efectuar obra espiritual eficaz y confiable. Tienen un buen conocimiento práctico de la Biblia. Conocen doctrina correcta y están equipados para enseñarla. Tienen una variedad de sermones de tres a ocho minutos para usarlos en su ministerio de casa en casa. También tienen varios sermones para volver a visitar a las personas interesadas y una larga lista de presentaciones breves para la distribución de las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Tienen conocimiento del discursar en público; saben consolar y mostrar compasión. Tienen un campo casi infinito de conocimiento bíblico. Conocen sus herramientas, sus ayudas bíblicas, y saben usarlas eficazmente para gloria de Jehová.
16. ¿Cómo podemos ser trabajadores ‘que no tengan de qué avergonzarse’?
16 Puesto que los obreros de Jehová se hallan bajo obligación de contestar a los que piden una razón de la esperanza que hay en ellos, tienen que estudiar, haciéndolo privadamente, en grupos y como congregación. Deben tener respuestas, respuestas correctas, respuestas bíblicas. El conocimiento acertado edifica fe, fortalece la virtud, mantiene viva dentro de nosotros nuestra esperanza. Si tenemos conocimiento acertado podemos impartir conocimiento a las personas de buena voluntad, nuestro campo de trabajo, y así hacerlas fuertes en la esperanza, en la fe y en la virtud. Pero si no tenemos un conocimiento de los propósitos de Jehová, ¿cómo podemos instruir a otros? Entonces, es imposible que hagamos buen trabajo. Pablo exhorta: “Haz todo lo posible para presentarte aprobado a Dios, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.” Por eso esfuércense ustedes vigorosamente con el fin de adquirir conocimiento acertado, porque “la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños.” Es un eslabón esencial para la salvación.—2 Tim. 2:15; Ecl. 7:12.
DOMINIO PROPIO
17. ¿Por qué tenemos que mostrar dominio propio, y cómo?
17 Pedro nos dice que proporcionemos a nuestro conocimiento dominio propio. ¿Por qué? Porque el conocimiento es fuerza, y la fuerza sin freno puede lastimar y destruir. Los herreros tienen gran fuerza en sus brazos grandes y musculosos, pero tienen que tener a raya esta fuerza cuando forjan metales delicados o de otro modo destruirán su obra. Tienen que saber cuándo golpear y cuán duro. La misma regla aplica al publicador del Reino, el obrero de Jehová. Por ejemplo, si él visitara a personas en un nuevo estudio bíblico y les dijera que no hay trinidad, fuego del infierno, alma inmortal, cielo para ellas, que no hay Navidad, ni Pascua florida—¿sabe usted lo que sucedería? ¡No habría estudio! Por lo tanto, el siervo de Jehová no sólo tiene que aprender verdades, sino saber cuándo y cómo aplicarlas. Hay que ejercer dominio propio no sólo en el campo, sino en casa, en nuestro trabajo seglar, en los centros de servicio y en la congregación. Tiene que ser parte del pensar del cristiano. Forje en usted esta cualidad del dominio propio, porque la muerte y la vida se hallan a disposición de ella.
AGUANTE
18. ¿Qué tenemos que aguantar todos, y por qué?
18 Estrechamente unido al dominio propio se halla el aguante. Pablo dijo: “Por lo tanto, no desperdicien su libertad de palabra, la cual recibirá una grande remuneración. Porque ustedes tienen necesidad de aguante, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban el cumplimiento de la promesa.” Hoy al mundo entero le falta aguante. Está inquieto, nervioso, impaciente, pero es preciso que nosotros no seamos así. Tenemos que aguantar en las obras rectas para poder recibir la promesa, la remuneración de nuestro trabajo. Tenemos que aguantar el trabajo de casa en casa. Tenemos que aguantar el trabajo de revisitas y de estudios bíblicos en las casas. Tenemos que aguantar las pruebas que nos sobrevienen, ejerciendo la convicción de que fiel es Dios quien prometió. Tenemos que aguantarnos unos a otros. Pablo dijo: “Sigo aguantando todas las cosas por causa de los escogidos, para que ellos, también, obtengan la salvación que hay en unión con Cristo Jesús junto con gloria eterna.” No es el que haya comenzado el que gana el premio, sino “el que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo,” dijo Jesús. “Por lo tanto, no desistamos de hacer lo que es recto, porque segaremos al tiempo debido si no nos rendimos.”—Heb. 10:35, 36; 2 Tim. 2:10-13; Mat. 24:13; Gál. 6:9.
DEVOCIÓN PIADOSA
19. ¿Cuáles son los resultados de la devoción piadosa?
19 Si vamos a aguantar hasta el fin tenemos que tener devoción piadosa. Se exige devoción exclusiva a Jehová de todo el que quiere desempeñar buen trabajo. Esta es una devoción contagiosa que entusiasma a nuestros hermanos a estar animados en el servicio de Jehová. Es una devoción que produce fruto. En la ilustración de Jesús sobre los talentos aprendemos que no sólo tenemos que retener y preservar lo que tenemos, sino que tenemos que aumentar por medio de redoblar. Los esclavos que aumentaron sus talentos, el uno de cinco a diez y el otro de dos a cuatro, recibieron el “¡Muy bien!” del amo. Pero al que escondió su talento se le llamó “inicuo y perezoso.” Se le quitó el talento y se dió al que tenía diez talentos. La regla divina es: “Al que tiene, más le será dado y se le hará abundar; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” Por lo tanto, esfuércense ustedes vigorosamente para que los privilegios de que gozan ahora no les sean quitados y dados a alguna otra persona.—Mat. 13:12.
CARIÑO FRATERNAL Y AMOR
20. ¿Cómo se manifiesta el cariño fraternal?
20 A este eslabón de devoción piadosa la Palabra de Dios nos dice que unamos el cariño fraternal. Pablo escribe: “En amor fraternal ténganse cariño tierno unos a otros. En mostrarse honor unos a otros lleven la delantera. No sean holgazanes en su trabajo. Fulguren con el espíritu. Sean esclavos de Jehová.” Una parte esencial del trabajo del cristiano es tenerles cariño profundo a los hermanos. En cuanto a aquellos a quienes les tenemos cariño profundo, esperamos su salvación tanto como la nuestra. Nos preocupamos acerca de ellos. Los visitamos cuando están enfermos, los animamos a aguantar cuando están bajo pruebas, cuidamos de sus necesidades físicas cuando es necesario, oramos por ellos, los anhelamos y los amamos. El cariño fraternal mantiene nuestra cadena en una condición espiritual saludable, libre de todas las influencias corruptivas que pudieran corroer la cadena y así debilitar su fuerza resistente.—Rom. 12:10, 11.
21-24. ¿Por qué es tan importante el amor, y a quiénes tenemos que amar?
21 El cariño fraternal y nuestro último eslabón, que es el amor, están unidos muy estrechamente. Mostrando la importancia del amor, Pablo dijo que si hablase en las lenguas de los hombres y de los ángeles, si tuviese el don de profetizar y entendiese todos los secretos sagrados y todo el conocimiento, si tuviese toda la fe de modo que trasplantara montañas, si diese sus posesiones para alimentar a otros, si entregara su cuerpo, para poder jactarse, pero no tuviese amor—“nada soy,” dice él. “En nada he aprovechado.”—1Cor. 13:1-3.
22 Hay que amar, porque “Dios es amor.” “El amor edifica” al que ama y al amado. Pedro dice: “Ante todas las cosas, tengan amor intenso los unos para los otros, porque el amor cubre una multitud de pecados.” Pablo insta: “Vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unidad.” “Soporta todas las cosas, cree todas las cosas, espera todas las cosas, aguanta todas las cosas. El amor nunca se acaba.” Jesús dijo: “Por esto todos sabrán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.”—1 Juan 4:16; 1 Cor. 8:1; 1 Ped. 4:8; Col. 3:14; 1 Cor. 13:4-8; Juan 13:35.
23 Templada con el amor, nuestra cadena jamás puede romperse, resistirá toda prueba que Satanás y su organización inicua puedan traer contra ella. Sin amor nuestra cadena no es nada, nuestra obra no es nada, nosotros no somos nada. El amor a Dios y el amor al prójimo tienen que estar difundidos en todo rasgo de nuestra vida si hemos de recibir la aprobación de Jehová. (1 Cor. 16:14) “Esto es lo que el amor de Dios quiere decir, que observemos sus mandamientos.” Y un mandamiento es: “El que ama a Dios debe estar amando a su hermano también.” La mejor cosa en cuanto a un obrero de Dios no es los sermones que predica, la instrucción que da, ni la inspiración que produce, sino la vida de amor que vive. “Sigan tras el amor.” Es el camino de Cristo. Conduce a la vida eterna.—1 Juan 5:3; 4:21; 1 Cor. 14:1.
24 Nuestra cadena está completa. Cada eslabón ha sido forjado. Pedro dijo: “Si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán que ustedes sean inactivos o infructíferos . . . porque si siguen haciendo estas cosas jamás fracasarán.” “Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.” Su obra será fructífera. Permanecerá cuando sea expuesta a fuego.—2 Ped. 1:8, 10; 1 Tim. 4:16.
¿QUÉ CLASE DE OBRERO ES USTED?
25. ¿Cómo se pondría de manifiesto la debilidad de obra del ministro?
25 ¿Qué clase de obrero es usted? ¿Tiene usted estas cualidades duraderas hasta rebosar? ¿Es usted diligente en cuanto a forjarlas en su obra, en sus revisitas y estudios bíblicos, de modo que aquellos a quienes usted enseñe, a su vez, puedan transmitirlas a otros en una reacción semejante a cadena? Si usted es activo y fructífero, entonces, con suma probabilidad, usted es un buen obrero de Jehová. Pero si usted es inactivo e infructífero, su cadena espiritual es débil. Le hace falta escudriñarse y fortalecer estas cualidades.
26, 27. ¿Qué obras valen verdaderamente, y por qué?
26 El más grande privilegio que le puede venir a cualquier hombre es ser un obrero de Jehová. Si trabajamos en piedra, eso perecerá; si trabajamos en metal, el tiempo lo borrará; si edificamos rascacielos e imperios, quedarán hechos polvo; pero si trabajamos por Jehová, si empapamos el corazón y la mente de los hombres con justos principios de acción, con temor del mal y amor a lo correcto; si los forjamos con fe, virtud, conocimiento, dominio propio, aguante, devoción piadosa, cariño fraternal y amor; si creamos en las personas de buena voluntad una devoción a Jehová y a su reino, estaremos grabando en esas tablas de corazones humanos algo que ningún transcurso de tiempo podrá borrar, una obra que se hará más y más brillante con los años y a través de toda la eternidad, una obra que vivirá en las vidas de hombres y mujeres creados a la imagen y semejanza de Dios.
27 Entonces, cuando la tormenta del Armagedón estalle con toda su furia, sacudiendo cielo y tierra, el trabajo de usted no se perderá, sino que permanecerá. Los sobrevivientes del Armagedón darán gracias a Jehová y lo alabarán porque tuvo obreros en la tierra que no temieron entregarse a su obra de alma y corazón, hombres que estuvieron dispuestos a esforzarse vigorosamente por causa del Reino. La obra que usted hizo no perecerá, sino que permanecerá para siempre en la vida de los que vivan en el nuevo mundo de Dios. “Por lo cual, amados hermanos míos, estén firmes, inmovibles, siempre con mucho que hacer en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo no es en vano en relación al Señor.”—1 Cor. 15:58.