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“Un crimen espantoso”¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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“Un crimen espantoso”
MARÍAa comenzó a prostituirse cuando tenía 14 años. Adoptó este horrible modo de vida a instancias de su propia madre, quien le decía que, como era muy hermosa, gustaría mucho a los hombres y además ganaría un montón de dinero. Por las noches, su madre la llevaba a un motel para buscar clientes y se quedaba cerca para cobrar el servicio. Cada noche, María se acostaba con tres o cuatro hombres.
No muy lejos del hogar de María, vivía Carina, de 13 años, a quien también obligaron a prostituirse. Al igual que muchas otras familias de la comunidad que trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar, los padres de Carina la obligaban a vender su cuerpo para complementar sus escasos ingresos. En otra localidad, Estela dejó la escuela sin siquiera haber aprendido a leer y escribir, para ejercer la prostitución en la calle. También está Daisy, quien tenía unos seis años cuando uno de sus hermanos abusó de ella, el primero de los muchos actos incestuosos de los que fue objeto. Comenzó a prostituirse a los 14 años.
En muchos lugares del mundo, el problema de la prostitución infantil es una realidad alarmante con resultados trágicos. No es de extrañar que las niñas y niños que se prostituyen —sea que lo hagan esporádicamente o se dediquen a ello— terminen cometiendo delitos y consumiendo drogas. Un gran número de ellos se sienten frustrados y sin valía alguna, y apenas ven posibilidades de escapar de sus desdichadas vidas.
Hay personalidades que reconocen los efectos devastadores de la prostitución infantil. El ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, dijo acertadamente: “La prostitución infantil es un crimen espantoso”. Un periódico brasileño publicó un comentario que da que pensar: “Los países donde tal práctica es frecuente y se tolera, acepta y hasta promueve por [el dinero] que genera, experimentan todos los días la devastación que causa. Cualquier beneficio económico que produzca queda inevitablemente anulado por las desgracias que dicha actividad provoca a nivel individual, familiar y social”.
Con todo, a pesar de las nobles intenciones de quienes desean acabar con la prostitución infantil, el problema va en aumento. ¿A qué se debe esta horrible situación? ¿Por qué hay tanta gente que tolera o incluso fomenta dicha actividad?
[Nota]
a Los nombres de esta serie de portada se han cambiado.
[Comentario de la página 3]
“La prostitución infantil es un crimen espantoso.”—Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil
[Comentario de la página 4]
“Toda forma de explotación sexual es incompatible con la dignidad humana y, en consecuencia, viola los derechos humanos fundamentales, [...] sea cual sea la edad, el sexo, la raza, la etnia y la clase social de las víctimas.” (Fuentes UNESCO.)
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¿Por qué va en aumento?¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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¿Por qué va en aumento?
¿SABÍA usted que el tráfico de seres humanos es el tercer negocio más lucrativo del mundo, solo superado por el tráfico de drogas y el de armas? Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, hay un aumento constante en todas las formas de prostitución.
En cierto país latinoamericano en el que la prostitución es ilegal, una comisión parlamentaria de investigación informó que hay más de quinientas mil niñas que se prostituyen.
En otro país, unos trescientos mil menores ejercen la prostitución en la calle, especialmente en los barrios donde hay tráfico de drogas.
Según algunos informes, en Asia se prostituye a un millón de jovencitas en condiciones semejantes a la esclavitud. Algunas naciones tienen la reputación de ser la meca de la prostitución infantil y el turismo sexual.
Debido a la alta incidencia de enfermedades de transmisión sexual, como el sida, los clientes están dispuestos a pagar precios mucho más altos por los niños, quienes tienen más probabilidades de ser vírgenes y por tanto de no haberse contagiado. “El temor al sida ha llevado a los hombres a buscar muchachas y muchachos cada vez más jóvenes, situación que agrava el problema”, explica Luíza Nagib Eluf, del Ministerio de Justicia de Brasil. También dijo: “La explotación sexual de niñas y adolescentes es el problema social más grave de las mujeres pobres de Brasil”.
La pobreza y la prostitución infantil
La prostitución infantil se alimenta de la miseria y la pobreza. Según cierta representante del gobierno, la explotación y la prostitución de niñas en su país están “claramente vinculadas a la desintegración familiar y son fruto de la miseria y del hambre”. Algunos padres afirman que la pobreza les ha obligado a prostituir a sus hijos. A su vez, los niños de la calle recurren a la prostitución porque la consideran el único medio de subsistencia.
El periódico O Estado de S. Paulo explica que una joven que termina como prostituta en ocasiones empieza uniéndose a una banda. A fin de conseguir comida, quizá robe y, al principio, venda su cuerpo esporádicamente. Después comienza a vivir de la prostitución.
A veces se envía a las adolescentes al extranjero para trabajar de prostitutas. “Las cantidades de dinero que las prostitutas emigradas envían a sus países de origen son considerables, dada la situación y la pobreza de algunos Estados de Asia y de África —informa Fuentes UNESCO—. Pero los ciudadanos de los países ricos también son responsables de la explotación sexual en los países pobres: se van al extranjero a ‘alquilar los servicios’ de jóvenes y niños.”
La revista Time menciona los peligros a los que se exponen las niñas que ejercen la prostitución en las calles de una ciudad latinoamericana: “Algunas de las prostitutas solo tienen 12 años y suelen provenir de familias desintegradas. De día duermen en cualquier lugar que encuentren, y por la noche se pasean por las discotecas que frecuentan los marineros”.
Bajo la influencia de las drogas, una joven prostituta puede verse sometida a vejaciones a las que normalmente jamás accedería. Por ejemplo, según la revista Veja, la policía encontró 92 cintas de vídeo en las que un médico había grabado los horripilantes suplicios a los que sometió a más de cincuenta mujeres, algunas menores de edad.
Pese a esta inhumana realidad, una joven prostituta dijo: “Si consiguiera un empleo, no ganaría ni para comer, porque no tengo profesión. Mi familia lo sabe todo, y yo no quiero dejar esta vida. Mi cuerpo me pertenece, y hago con él lo que quiero”.
Inicialmente, sin embargo, estas jóvenes no tenían la intención de prostituirse. De acuerdo con cierta trabajadora social, muchas prostitutas jóvenes “desean casarse” y sueñan con su “príncipe azul”. Aunque existen muchas situaciones complejas que las llevan a adoptar este estilo de vida, una investigadora afirma: “Lo más aterrador es que la mayor parte de ellas fueron violadas en sus propias casas”.
¿Acabará algún día la prostitución infantil?
Con todo, hay esperanza para estos niños desdichados. Prostitutas de todas las edades han cambiado de vida (véase el recuadro “Se puede cambiar”, de la pág. 7). La Palabra de Dios, la Biblia, ha ayudado a millones de personas de todo el mundo a ser buenos vecinos y a ser fieles en sus relaciones familiares. Con respecto a individuos que habían sido fornicadores, adúlteros, ladrones, personas dominadas por la avidez y borrachos, leemos: “Eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11).
Al igual que en tiempos bíblicos, hoy día hay personas que están efectuando cambios para mejorar. Pese a todo, hace falta mucho más para contener la marea de la explotación sexual. Algunos gobiernos y organizaciones luchan contra el turismo sexual y la prostitución infantil, pero, siendo realistas, poco puede hacer el hombre por eliminar la miseria y la pobreza. Los legisladores no pueden erradicar los pensamientos y las actitudes que son la raíz de la inmoralidad.
Ahora bien, la solución a todos estos problemas no está en manos de un gobierno humano, sino, más bien, en otro tipo de gobierno: el Reino de Dios. El siguiente artículo lo explica.
[Comentario de la página 6]
La pobreza suele contribuir a la prostitución infantil
[Recuadro de la página 6]
Un alto precio
Daisy tenía seis años cuando uno de sus hermanos abusó sexualmente de ella. Debido a esto, se fue a vivir con su hermano mayor hasta que a los 14 años comenzó a trabajar en un club nocturno. Después de unos días cayó enferma, y cuando se recuperó, los dueños le dijeron que ahora tenía una deuda con ellos, y la obligaron a prostituirse. Un año después, aún no había saldado la deuda, y parecía que jamás se libraría de ella. Pero un marinero liquidó el importe pendiente y se la llevó a otra ciudad, donde la trató como a una esclava. Ella lo abandonó y posteriormente vivió tres años con otro hombre, después de lo cual se casaron. Debido a los muchos y graves problemas maritales que tenía, trató de suicidarse en tres ocasiones.
Con el tiempo, tanto ella como su esposo empezaron a estudiar la Biblia. Pero Daisy se sentía indigna de ser testigo de Jehová. Cuando se le mostró con la Biblia que Jehová Dios acepta a todo el que hace los cambios necesarios, dedicó su vida a Él. Sin embargo, aunque Daisy se esforzaba mucho por hacer las cosas bien, no le parecía que fuera suficiente, lo que la sumía en depresiones. Afortunadamente, ha aceptado ayuda para mantener el equilibrio emocional y superar los traumas ocasionados por el abuso sexual y su vida de prostitución.
[Recuadro de la página 7]
Se puede cambiar
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, se compadeció de las personas afligidas y pecadoras. Entendía que las prostitutas, prescindiendo de su edad, podían cambiar de vida. Incluso dijo a los guías religiosos: “En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios” (Mateo 21:31). Aunque despreciadas por la vida que llevaban, a tales personas de buen corazón se les extendió perdón por su fe en el Hijo de Dios. Las prostitutas arrepentidas estuvieron dispuestas a dejar su modo de vida para recibir las bendiciones del Reino de Dios, viviendo a partir de ese momento de acuerdo con las normas justas de Dios. Hoy día también hay personas de toda clase que aceptan la verdad de la Biblia y cambian de vida.
Fíjese en lo que ocurrió con María, Carina, y Estela, mencionadas en el primer artículo. María no solo tuvo que resistir la presión de su madre para que siguiera ejerciendo la prostitución, sino que tuvo que luchar para dejar la droga. Ella explica: “Caí en la drogadicción para ahogar mis sentimientos de inutilidad por llevar una vida de prostitución”. María relata cómo la recibieron en la congregación cristiana de los testigos de Jehová: “Me impresionó el amor de la congregación. Todos, desde los niños hasta los adultos, me trataban con respeto. Observé que los hombres casados eran fieles a sus esposas. Estoy muy contenta de que me acepten como amiga”.
Cuando tenía 17 años, Carina recibió la visita de los testigos de Jehová y comenzó a estudiar la Biblia, aunque por un tiempo siguió ejerciendo la prostitución. Pero poco a poco empezó a valorar las verdades bíblicas. Así que decidió mudarse a una ciudad lejana y allí se hizo testigo de Jehová.
Estela, que de muy joven ya se prostituía, participaba en juergas y bebía, también se interesó en la Biblia, aunque estaba convencida de que Dios nunca la perdonaría. Sin embargo, con el tiempo entendió que Jehová Dios sí perdona a los arrepentidos. Ahora que forma parte de la congregación cristiana, está casada y tiene tres hijos, Estela dice: “Estoy muy contenta y agradecida a Jehová por haberme sacado del fango y haberme aceptado en su organización limpia”.
Estos relatos apoyan la afirmación bíblica de que la voluntad de Dios es que “hombres [y mujeres] de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
[Ilustración de la página 7]
Los jóvenes que se prostituyen caen con frecuencia en la drogadicción
[Reconocimiento de la página 5]
© Jan Banning/Panos Pictures, 1997
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La explotación infantil está a punto de acabar¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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La explotación infantil está a punto de acabar
EL PREÁMBULO de la Convención sobre los Derechos del Niño dice: “En la Declaración Universal de Derechos Humanos[,] las Naciones Unidas proclamaron que la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia especiales”. Con respecto a la importancia de la familia, señala: “El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”. Sin embargo, este ideal no está ni mucho menos alcanzándose.
Limitarse a hablar de un mundo mejor para los niños no es suficiente. Hoy día cunde la degeneración moral, y a mucha gente le parece que la situación es normal. Los organismos encargados de hacer cumplir la ley no son capaces de controlar la depravación ni la codicia generalizadas. Hasta los padres, que deberían amar y proteger a sus hijos, contribuyen en muchas ocasiones al ambiente de permisividad. Así pues, ¿qué esperanza tenemos de que acabe la prostitución infantil?
Aunque este sistema corrupto no ha logrado que a todos los niños se les dé un entorno de amor y un futuro seguro, nuestro Creador eliminará en breve toda forma de perversidad y promiscuidad, lo que incluye la prostitución infantil. Dentro de poco, para sorpresa de este mundo, Jehová Dios intervendrá en los asuntos humanos mediante su Reino. Los corruptores de menores y explotadores no escaparán de la sentencia divina. Únicamente los que amen a su semejante sobrevivirán para morar en el nuevo mundo de Dios. “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Proverbios 2:21, 22.)
Imagínese el alivio que habrá cuando niños y adultos se vean libres de la degradación moral y el abuso sexual. Hasta el daño emocional y físico causado por la explotación y la violencia pasará al olvido. Quienes fueron víctimas de la explotación sexual podrán vivir sin recuerdos ni secuelas que los traumaticen. “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.” (Isaías 65:17.)
Ningún niño volverá a ser víctima de maltrato o abuso sexual. La felicidad, el amor y la comprensión no se quedarán en un sueño. Hablando acerca de quienes habiten el nuevo mundo de Dios, Isaías 11:9 dice: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina”.
¡Qué dicha será vivir en un mundo en el que ya no haya pobreza, drogas, infelicidad familiar ni maldad! Reinarán la paz, la justicia y la seguridad. “Mi pueblo tiene que morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en lugares de descanso sosegados.” (Isaías 32:18.)
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La explotación infantil está a punto de acabar¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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[Ilustraciones y recuadro de la página 9]
El interés de los padres puede evitar la desintegración familiar
● “Mis padres me animaron a aprovechar bien mis años de estudiante y a aprender una profesión. No trataron de imponerme sus preferencias, sino que me ayudaron a decidirme por las escuelas que impartían el curso que yo deseaba.”—Tais.
● “Cuando mi hermana y yo íbamos de compras, mi madre nos acompañaba. Además de enseñarnos a economizar, también nos ayudaba a evitar ropa extravagante o reveladora.”—Bianca.
● “Cuando asistíamos a fiestas, mis padres siempre preguntaban quién estaría presente, qué tipo de música habría y a qué hora iba a comenzar y terminar. En la mayoría de las ocasiones, toda la familia estaba junta.”—Priscila.
● “Mis padres y yo tuvimos siempre una comunicación óptima, tanto en la infancia como en la adolescencia. Una compañera de escuela que se dio cuenta de ello me dijo: ‘Envidio la facilidad que tienes de conversar sobre cualquier tema con tus padres. Yo no me siento a gusto para hablar ni siquiera con mi madre, así que muchas de las cosas que quiero saber trato de aprenderlas de otras personas’.”—Samara.
● “Yo era una adolescente alegre, no veía maldad en las personas y siempre me estaba riendo. Me sentía a gusto con mis amigos y lo pasaba bien hablando con ellos de cosas graciosas. Mis padres comprendían que esta era mi personalidad y no trataron de cambiar mi modo de ser. Pero me ayudaron bondadosamente a entender que debía ejercer cautela y no exponerme tanto al tratar con personas del sexo opuesto.”—Tais.
● “Como todo joven, comencé a interesarme por el otro sexo. Mi padre me fijó una edad para comenzar una relación, pero no me amargué por esto. Al contrario, percibí que mis padres se preocupaban por mí y querían protegerme de posibles daños.”—Bianca.
● “Veía el matrimonio como algo bueno, sobre todo por el ejemplo de mis padres. Siempre se llevaron muy bien y mantuvieron una buena comunicación. Recuerdo que cuando empecé a salir en pareja, mi madre me aconsejó cómo actuar en determinadas circunstancias y me explicó la repercusión que tal conducta tendría en mi matrimonio.”—Priscila.
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