Se avecina un mundo sin guerra
EXAMINE nuevamente el pasaje de Isaías ya citado: “Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra”. Observe en el contexto que los que convierten sus espadas en rejas de arado son “muchos pueblos” que caminan por las sendas de Dios. (Isaías 2:2-4, Reina-Valera, 1995.) Estos versículos indican que las personas mencionadas adoran a Jehová Dios y obedecen sus leyes. Pero ¿quiénes son?
Tienen que ser un pueblo internacional que, además de haber rechazado el armamento, se afana por erradicar de su mente y corazón las actitudes y tendencias que ocasionan pleitos y contiendas. (Romanos 12:2.) No matan al prójimo; lo aman. (Mateo 22:36-39.) ¿Ha oído hablar de personas así?
Quizás sepa que los testigos de Jehová constituyen una hermandad internacional que se ha negado a tomar las armas para matar. Piénselo: Si todos los habitantes de la Tierra tuvieran su actitud, ¿no habría paz y seguridad en el planeta?
Pero, obviamente, no todo el mundo comparte su postura. Más bien, se cumple lo que escribió el rey Salomón hace tres milenios: “Yo mismo regresé para poder ver todos los actos de opresión que se están haciendo bajo el sol, y, ¡mira!, las lágrimas de aquellos a quienes se oprimía, pero no tenían consolador; y de parte de sus opresores había poder”. (Eclesiastés 4:1.)
Se convoca a los amantes de la paz
¿Habrá algún día un mundo sin guerras? Ciertamente. ¿Será fruto de las labores del hombre? De ningún modo. ¿Surgirá al convertirse toda la humanidad en masa a la religión verdadera? En absoluto. La respuesta se halla en los Salmos de la Biblia: “Vengan, contemplen las actividades de Jehová [...]. Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra”. (Salmo 46:8, 9.)
¿De qué manera realizará Jehová sus objetivos? El libro de Proverbios responde: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos [o sea, quienes desprecian la ley divina], serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella”. (Proverbios 2:21, 22.)
La razón principal por la que Dios no ha actuado hasta la fecha es esta: Brindar a las personas la oportunidad de aprender sus caminos a fin de andar en sus sendas. El apóstol Pedro escribió: “Jehová no es lento respecto a su promesa, como algunas personas consideran la lentitud, pero es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento”. (2 Pedro 3:9.) Por esta razón, los miembros del pueblo de Dios ayudan desinteresadamente a su prójimo a aprender de Jehová. Como dijo Isaías, hacen esta invitación: “Vengan, y subamos a la montaña de Jehová, [...] y él nos instruirá acerca de sus caminos”. (Isaías 2:3.)
“En la parte final de los días”
En este mismo pasaje de Isaías también se vaticinó que la educación de la gente en las sendas de la paz tendría lugar en “en la parte final de los días”. (Isaías 2:2.) Hoy vivimos precisamente en esa etapa. Aunque parezca irónico, las guerras de este siglo son indicio de este hecho.
Cuando sus discípulos le preguntaron qué señalaría el fin del sistema de cosas actual, Jesús predijo “grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento”. (Lucas 21:11; Mateo 24:3.) También agregó: “‘Cuando oigan de guerras y desórdenes, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucede inmediatamente’. Entonces pasó a decirles: ‘Se levantará nación contra nación, y reino contra reino’”. (Lucas 21:9, 10.)
Aunque la guerra lleva milenios en existencia, en nuestro siglo han ocurrido dos guerras mundiales y, según cálculos, centenares de batallas menores. Es espantoso que hayan muerto decenas de millones de seres humanos en este siglo. Según la revista World Watch, durante los dos mil años que precedieron al siglo XX tenían que pasar cincuenta años como promedio para que un millón de personas murieran en combate, mientras que en este siglo esa cantidad representa la cifra de víctimas de un solo año.
Un mundo sin guerras
Las horrendas guerras de nuestro siglo, así como muchos otros acontecimientos predichos en la Biblia, indican que nos hallamos al umbral del nuevo mundo que Dios instituirá. El viejo desorden mundial será borrado y dará paso a una “nueva tierra” en la que imperarán la paz y la justicia. (2 Pedro 3:13.) La Palabra de Dios dice: “Los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:9, 11.)
Por todo el planeta, millones de personas anhelan un mundo libre de guerras. En indicación de que Dios sin duda va a cumplir su promesa de crear tal mundo, un profeta de Dios escribió mucho tiempo atrás: “La visión es todavía para el tiempo señalado, y sigue jadeando hasta el fin, y no dirá mentira. Aun si tardara, manténte en expectación de ella; porque sin falta se realizará. No llegará tarde”. (Habacuc 2:3.)
Es prudente, por tanto, que confíe en Dios, lo que le permitirá ver el cumplimiento de esta promesa suya: “Dios mismo estará con [su pueblo]. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4.)
[Ilustración y recuadro de las páginas 8 y 9]
Cómo será el nuevo mundo que promete la Biblia:
No habrá delito, violencia ni maldad
“[Dios] hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.” (Salmo 46:9.)
“Los malhechores mismos serán cortados [...]. Y solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será.” (Salmo 37:9, 10.)
Toda la humanidad vivirá en paz
“Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará [...] Príncipe de Paz. De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin.” (Isaías 9:6, 7.)
La Tierra entera será un paraíso
Jesús dijo: “Estarás conmigo en el Paraíso”. (Lucas 23:43.)
“Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.” (Salmo 37:29.)
Existirá una afectuosa hermandad mundial
“Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto.” (Hechos 10:34, 35.)
[Ilustraciones de la página 10]
Resucitarán los seres queridos que perdimos
“Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la] voz [de Jesús] y saldrán.” (Juan 5:28, 29.)
No habrá ya enfermedad, vejez ni muerte
“Limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:4.)