Los jóvenes preguntan...
¿Por qué tengo que sacrificarme por los demás?
“¿LOS INTERESES de quién ocupan el primer lugar en tu vida?” Esta fue la pregunta que planteó un reportero de ¡Despertad! a un grupo de jóvenes en una calle concurrida. “Los míos —dijo Mike—. Primero yo, después yo y siempre yo.” Una joven de diecisiete años llamada Susie dijo: “Si tuviese que decidir entre mi bienestar y el de mi familia, el mío vendría primero”.
Lamentablemente estos sentimientos son comunes. Un libro titulado The Postponed Generation (La generación postergada) menciona un estudio llevado a cabo entre 1.125 estudiantes, en el que dos sociólogos trataron de averiguar si los jóvenes estaban principalmente interesados en sí mismos o en la sociedad. ¿Con qué resultado? Alrededor del 80% estaban “interesados en sí mismos y no se preocupaban por la sociedad ni sentían ninguna obligación hacia ella”.
No es de extrañar entonces que sean pocos los que quieren sacrificarse, molestarse o apartarse de su rutina por otros que no sean ellos mismos. Libros tales como The Art of Selfishness (El arte del egoísmo) y Looking Out for Number One (Preocúpate por ti mismo) llegaron a aparecer en las listas de los libros de mayor venta y sirvieron más o menos de modelo para cultivar un comportamiento egocéntrico. Como profetizó la Biblia, los hombres son hoy día “amadores de sí mismos”. (2 Timoteo 3:1, 2.)
Sin embargo, ¿cómo respondes tú a las necesidades de otros? Por ejemplo, si estás a punto de acomodarte para ver tu programa favorito de televisión y uno de tus padres te pide que vayas a la tienda, ¿te enfadas o te resientes? ¿Te resistes ante la idea de participar en los quehaceres domésticos, compartir la ropa o la habitación con un hermano, o simplemente hacer un favor a alguien cuando eso supone una ‘molestia’ para ti? En ese caso, es tiempo para que hagas algunos cambios. Pero ¿por qué? Y, más importante aún, ¿cómo?
El origen del egoísmo
La ley de Dios para su pueblo es: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:39.) Esto significa que tenemos la obligación de interesarnos por otros, de ser abnegados y sensibles a sus necesidades. Sin embargo, no siempre alcanzamos este excelente ideal, y la Biblia nos ayuda a entender porqué. En Génesis 8:21 dice: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud”.
Nuestro antepasado Adán no se preocupó de cómo iba a afectar a otros su acto de rebeldía. Por eso no debería sorprendernos que, al ser descendientes de él, hayamos nacido con un fondo egoísta. (Compárese con Salmos 51:5.) Es sorprendente como esta actitud ya se pone de manifiesto desde la tierna infancia. La revista Parents comenta: “Todos los niños pequeños son egocéntricos. [...] Se interesan en ti, pero solo cuando haces algo por ellos”. Si no se controla, el egoísmo puede convertirse en un rasgo muy arraigado en la personalidad.
Otro rasgo que impide que nos sacrifiquemos por otros es la pereza. (Proverbios 21:25.) De hecho, cuando prevalece la pereza, la persona llega a inventarse excusas ridículas para evitar hacer cosas. Proverbios 22:13 dice: “El perezoso ha dicho: ‘¡Hay un león afuera! ¡En medio de las plazas públicas seré asesinado!’”.
Lo que implica ayudar a otros
La parábola del buen samaritano registrada en Lucas 10:29-37 indica que ayudar a otros puede implicar verdadero sacrificio personal. En respuesta a la pregunta: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”, Jesús habló de un judío al que unos salteadores golpearon y dejaron por muerto. A pesar de las tensiones raciales que existían entre los judíos y los samaritanos, un samaritano se sintió motivado a sacrificarse por la víctima. Le curó las heridas utilizando para ello su propio vino y aceite. Entonces lo montó con cuidado sobre su bestia y lo llevó a un mesón. Pagó al mesonero una cantidad comparable al salario de dos días de trabajo y prometió pagarle lo que gastase además de aquello.
Esta motivadora ilustración capta la esencia de lo que significa sacrificarse por los demás: tomar la iniciativa, hacerse prójimo de otros. Requiere estar dispuesto a sacrificar tiempo, energía y dinero. Consideremos algunas maneras de hacer esto.
Sacrifícate por tu familia
Tu prójimo más próximo son los que componen tu familia: tus padres y tus hermanos. No obstante, tal vez pienses que los que están más cerca de ti deberían comprender que llevas una vida ocupada y no tendrían que exigirte demasiado. Sin embargo, la Biblia exhorta: “Sean hospitalarios unos para con otros sin rezongar”. (1 Pedro 4:9.) Trata de no ver las aparentes molestias que puedan resultar de ello como un fastidio, sino como una oportunidad para fortalecer los vínculos familiares.
Eddie recuerda: “El horario que llevaba mamá muchas veces la dejaba agotada, pero nunca olvidaré la expresión de su rostro cuando abría la puerta y encontraba los platos fregados, el suelo limpio y la mesa puesta para la cena. Admito que me hubiese gustado haber estado jugando a la pelota en aquellas ocasiones, pero mi sacrificio contribuyó a unir más nuestra familia”. ¿Puedes pensar en algunas maneras de sacrificarte por los miembros de tu familia?
Sé un buen prójimo para tus compañeros cristianos
El apóstol Pablo dijo: “Realmente, pues, mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe”. (Gálatas 6:10.) Cuando una persona se gasta a favor de sus compañeros de creencia deriva mucha felicidad. (Hechos 20:35.)
Chris, por ejemplo, es un testigo de Jehová de dieciséis años a quien le gusta hacer recados para una anciana de su congregación. En cierta ocasión ella le telefoneó pidiéndole ayuda, pues el ascensor del edificio donde vivía se había estropeado, y como no podía subir a pie los cinco pisos, temía tener que quedarse en la calle. Al llegar, Chris le dijo: “Si le parece bien, súbase a mi espalda y yo la llevaré a cuestas hasta arriba”. Y así subieron los cinco pisos ¿Agotador? Sin duda, pero Chris se sintió recompensado no solo por la gratitud de su anciana amiga, sino también por saber que sus acciones agradaban a Dios.
Sin embargo, tú no necesitas esperar a que se presente una situación tan especial para manifestar tu interés por otros. Por ejemplo, antes y después de las reuniones cristianas, algunos jóvenes tienden a formar grupitos entre ellos y no incluyen a los mayores. Esto va en contra del consejo bíblico de ‘mostrarles consideración’. (Levítico 19:32.) A veces un amigable hola o una breve conversación es todo lo que hace falta para levantar el ánimo de una persona mayor. “Pero a mí me cuesta hablar con los mayores —puede que objetes—. Tenemos tan poco en común.”
Doug, quien ahora sirve de anciano cristiano en una congregación, recuerda con cariño: “A los diecinueve años mis mejores amigos tenían edad suficiente para ser mis padres o abuelos. ¡Cuánto contribuyeron ellos a mi progreso espiritual!”. ¿Por qué no te sacrificas un poco y te propones ofrecer tu amistad a algunas personas mayores, quizás cuando asistas a tu próxima reunión cristiana? Por lo general, verás que tienes con ellos muchas más cosas en común de lo que pensabas. Y, al igual que Doug, descubrirás que puedes aprender de su valiosa experiencia en la vida.
Ayuda a “los de afuera”
En Colosenses 4:5 el apóstol Pablo dijo: “Sigan andando en sabiduría para con los de afuera, comprándose todo el tiempo oportuno que queda”. Los testigos de Jehová manifiestan interés por otros por medio de predicar el mensaje de la Biblia. (Mateo 24:14.) Los jóvenes que se toman en serio su obligación ante Dios se sienten motivados a participar lo más plenamente posible en esta obra.
“Yo me gasto en la obra de predicar porque amo a Jehová —dice Tamitha, quien, aunque solo tiene once años de edad, dedica a la obra de evangelización muchas horas todos los meses—. La predicación también me da la oportunidad de mostrar amor a mis vecinos.” En lugar de buscar empleos lucrativos, miles de jóvenes cristianos han escogido la carrera de servir a otros como evangelizadores de tiempo completo, muchos de ellos trabajando de media jornada para sufragar sus gastos. Otros se han ofrecido para ser misioneros o para trabajar en las diversas sucursales de la Sociedad Watch Tower.
Dar te beneficia
“Las personas necesitan de otros para el bien de su salud”, dijo la revista American Health. Los investigadores incluso afirman que la gente que se sacrifica por otros deriva beneficios de salud. Hay además otro beneficio, y Jesucristo lo indicó cuando dijo: “Practiquen el dar, y se les dará”. (Lucas 6:38.) La persona generosa se gana el afecto de otros y será tratada con generosidad. (Compárese con Proverbios 11:25.)
De modo que practica el dar, sacrificándote por otros. Siempre que salga a relucir tu tendencia egoísta, recuerda que la Palabra de Dios dice: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona”. (1 Corintios 10:24.) Haciendo eso no solo te ganarás la amistad de otros, sino también la aprobación del Dios Altísimo.
[Fotografía en la página 18]
Sacrificarnos por otros produce gran felicidad