Meroe: testimonio de una grandeza olvidada
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Kenia
EL MUNDO casi ha olvidado la antigua ciudad de Meroe, situada en las cercanías de la orilla derecha del río Nilo, a unos 210 kilómetros al nordeste de Jartum (Sudán), y que en su día fue la soberbia capital del imperio etíope, pero que en la actualidad no es más que un montón de ruinas. Sus templos medio desmoronados, sus palacios vacíos y su artesanía fragmentada no son más que un leve recuerdo de un pasado glorioso. Echemos una mirada a algunas de las antiguas ruinas.
Aquí estaba ubicado el Templo de Amón, que en su tiempo medía 140 metros de longitud y aún hoy destaca sobre la arena del desierto. En el pasado, estatuas de carneros hechas de granito, algunas de las cuales todavía se pueden ver hoy día, flanqueaban la ancha vía procesional que conducía a la entrada del templo.
Si visita las inmediaciones del templo aún podrá contemplar algunas de las estatuas, grabados y pinturas que adornaban de forma suntuosa los palacios reales. O quizás desee admirar las columnas hermosamente esculpidas que rodean una piscina cercana. El sistema de cañerías que en otro tiempo encauzaba el agua hacia la piscina a través de las bocas abiertas de unas pequeñas estatuas con cabeza de león resulta ingenioso hasta para los criterios del siglo XX. Y los estragos del tiempo, el Sol o la arena del desierto no han deslucido por completo los llamativos colores que adornan las columnas que rodean la piscina.
En el límite oriental de Meroe se alza el Templo del Sol, muy prominente en su día con relación a la adoración que practicaban los habitantes de esta ciudad. Aunque su tamaño no es tan imponente como el del Templo de Amón, lo adornan con gran suntuosidad relieves de escenas que representan triunfos militares, y azulejos azules y amarillos que engalanan el suelo y las paredes.
La necrópolis es un importante tributo a la antigua grandeza de Meroe. Al otro lado de una vasta llanura desértica, pero relativamente cerca de la ciudad, hay varias pirámides diferentes. Aunque no tienen la escala y majestuosidad de las grandes pirámides de Egipto, estas sepulturas también son impresionantes. Son prueba clara del estilo de vida de una realeza que ha caído en el olvido. En su época de esplendor, Meroe era una ciudad que gozaba de gran distinción, era como una antigua París, Washington o Moscú.
¿Quiénes vivían y trabajaban aquí? Y ¿qué fue lo que condujo a la desaparición de esta ciudad?
Los habitantes y su historia
Los fundadores de Meroe eran cusitas o etíopes. En las pinturas y los relieves de las paredes se observan con claridad sus rasgos africanos. La cultura egipcia dejó su huella en Meroe, pero hacia fines del segundo milenio antes de la era común, Etiopía se liberó del control egipcio.
A finales del siglo VIII a. E.C., Etiopía llegó a conquistar Egipto y dominó esa región durante unos sesenta años. Así, aunque muchas personas piensan que el Imperio egipcio fue el único que surgió de África, vemos que no es así. A uno de los gobernantes etíopes durante el siglo VIII a. E.C., el rey Tirhaqá, incluso se le menciona en la Biblia.
Según el relato bíblico, el rey asirio Senaquerib luchaba contra Libná mientras se preparaba para atacar Jerusalén. De repente llegaron noticias de que el rey Tirhaqá había salido para pelear contra los asirios. (2 Reyes 19:8, 9; Isaías 37:8, 9.) Sin embargo, las inscripciones asirias dicen que Tirhaqá fue derrotado en Elteqeh. Medio siglo después, la dominación etíope del valle del Nilo terminó cuando Asiria sojuzgó por completo a Egipto. (Nahúm 3:8-10; Isaías 20:3-6.)
Napata había sido la capital de Etiopía durante ese período, pero en el año 540 a. E.C. Meroe obtuvo el rango de capital del imperio, lo que dio comienzo a su reino de ochocientos años de duración. Y aunque el poder y la influencia del imperio fue declinando, Meroe todavía ejercía cierto poder.
Durante el tiempo de la dominación romana, un eunuco etíope recibió la ayuda del evangelizador Felipe para hacerse cristiano. (Hechos 8:26-29, 38.) La Biblia dice que este hombre era el tesorero de Candace, reina de los etíopes. Por lo visto, el nombre Candace era un título con el que se hacía referencia a las reinas que gobernaban desde Meroe. Así que es posible que Meroe tuviese cierto impacto incluso en la congregación cristiana.
El ocaso de un imperio
¿Qué causó, pues, el declive progresivo de Meroe hasta caer en el olvido? Hay muy poca información al respecto, y para complicar aún más las cosas, existe el problema de que el antiguo idioma cusita está todavía por descifrar. La escritura cursiva meroítica que se ve en las entradas de los templos, palacios y otras estructuras de piedra diseminadas por todas las ruinas no se encuentra en ninguna otra parte, aunque en un período anterior se utilizaba una versión alterada de escritura jeroglífica egipcia. Las palabras del idioma meroítico se pueden leer y pronunciar, pero lamentablemente no se pueden comprender. Así que para determinar con exactitud qué fue lo que ocurrió, no queda otro remedio que basarse hasta cierto grado en conjeturas.
Es posible que el nuevo reino de Aksum le quitase a Meroe su poder comercial, y eso condujera a la decadencia del imperio. De todas maneras, Aksum por fin atacó y destruyó la ciudad de Meroe alrededor del año 350 E.C., y con ello, Meroe, sus ciudades hermanas, su civilización y su cultura desaparecieron de la historia hasta que excavaciones arqueológicas recientes sacaron a la luz su gloria pasada.
Enormes montones de escoria salpicados por los alrededores de la antigua Meroe indican que la gente de esa zona conocía el secreto de fundir el mineral de hierro, y además a gran escala. Entre las ruinas de Meroe se hallan aperos de labranza y utensilios de hierro para la guerra. La ubicación de Meroe en la principal ruta comercial entre oriente y occidente contribuyó al paso de muchos comerciantes y caravanas por su dominio. Al tener acceso al océano Índico a través de la altiplanicie de Etiopía y, hacia el oeste, a toda la zona africana del sur del Sáhara, a Meroe le resultaba fácil propagar sus conocimientos e influencia a otras partes de África.
No obstante, hoy día Meroe está en la lista de un sinnúmero de otros reinos que cataron brevemente la prominencia y el poder, y luego desaparecieron. A pesar de toda su anterior habilidad artística y riqueza, hoy día la ciudad no es más que un simple montón de ruinas. Sin embargo, no hay duda de que esta ciudad etíope de olvidada grandeza dejó una marca indeleble en el desarrollo y la propagación de la civilización por toda África.
[Fotografía en la página 24]
Relieve en una pirámide funeraria
[Fotografías/Mapa en la página 25]
Arriba: Ruinas de un templo de Meroe
Abajo: Pirámides funerarias de Meroe
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Meroe
Mar Rojo
EGIPTO
SUDÁN
ARABIA SAUDÍ