¿Se puede ser feliz cuando se tiene mucho que hacer?
LA MAYORÍA de nosotros llevamos una vida muy ocupada, a menudo ajetreada. Las presiones incesantes de la vida actual requieren que nos esforcemos constantemente tan solo para mantenernos al día. Los esposos y padres tienen que cumplir con obligaciones apremiantes de familia, y con patronos y otras personas. Las esposas y madres tienen que atender las necesidades domésticas de su familia, y con frecuencia tienen, además, empleo seglar. También los jóvenes están bajo la presión de cumplir con ciertas obligaciones de familia a la vez que obtienen una educación que los prepare para una función productiva en la sociedad.
Pero ¿qué hay de los que hemos dedicado nuestra vida a Jehová Dios y somos sus Testigos bautizados? Aparte de todo lo demás que se requiere de nosotros, recibimos este consejo del apóstol Pablo: “Amados hermanos míos, háganse constantes, inmovibles, siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor, sabiendo que su labor no es en vano en lo relacionado con el Señor”. (1 Corintios 15:58.) Así es; la adoración verdadera tiene como requisitos muchas responsabilidades adicionales. ¿Cómo podemos cumplir con todas esas obligaciones y tener tranquilidad mental y verlo todo desde un punto de vista gozoso?
El logro trae felicidad
La felicidad —una sensación de bienestar o contentamiento— está estrechamente relacionada con saber atender bien las responsabilidades de uno en la vida. Si podemos cumplir con nuestras obligaciones diarias de manera razonablemente eficiente y realizamos las cosas a tiempo y de modo ordenado, tenemos un sentido de logro y satisfacción. Así debe ser, y el resultado contribuye a nuestra felicidad.
Jehová Dios nunca se propuso que el atender nuestras responsabilidades fuera una carga agobiante. Más bien, siempre ha deseado que nos ‘regocijemos y veamos el bien por todo nuestro duro trabajo’. (Eclesiastés 3:12, 13.) Cuando estamos contentos con nuestro trabajo, por lo general somos productivos. Aceptamos instrucción con facilidad y mantenemos la paz con los demás. Por otra parte, si estamos descontentos, nuestro trabajo suele convertirse en una labor fatigosa... algo que es monótono, aburrido, hasta agotador en sentido emocional. Esto lleva a hábitos de trabajo improductivos y un estado de ánimo negativo. La vida se convierte en una lucha diaria mientras tratamos de cumplir con todo lo que se requiere de nosotros. No obstante, si podemos hallar la manera de seguir contentos en el trabajo que efectuamos, es más probable que disfrutemos de un modo de vivir remunerador y satisfaciente.
Sea equilibrado
Para que seamos felices aunque tengamos mucho que hacer, tenemos que ser equilibrados. ¿Y qué es equilibrio? Es “estabilidad mental y emocional”. La persona equilibrada procura ser ordenada en sus actividades. Planea de antemano, evita la dilación y es moderada en los hábitos. Despliega autodominio en el comer, el beber, la recreación, los pasatiempos favoritos y el entretenimiento. En realidad, ¡demuestra “autodominio en todas las cosas”! (1 Corintios 9:24-27; compárese con Tito 2:2.)
La oración desempeña un papel importante en mantener el equilibrio cristiano. El siervo de Jehová puede pedir en oración el espíritu santo de Dios y la ayuda de su Padre celestial para cultivar los frutos del espíritu, entre ellos el autodominio. (Lucas 11:13; Gálatas 5:22, 23.) El cristiano debe buscar a Dios en oración especialmente cuando se ve hostigado por pruebas que pudieran perturbar su equilibrio. “Haz rodar sobre Jehová tu camino, y fíate de él, y él mismo obrará”, dijo el salmista David. (Salmo 37:5.) Puede que a veces tengamos que orar como lo hizo David cuando suplicó: “Oh Dios, de veras obra rápidamente a favor de mí. Tú eres mi ayuda y el Proveedor de escape para mí. Oh Jehová, no tardes demasiado”. (Salmo 70:5.) Nunca olvide que mediante la oración es posible mantener el equilibrio y disfrutar de ‘la paz de Dios que supera a todo pensamiento y guarda nuestros corazones y facultades mentales’. (Filipenses 4:6, 7.)
Porque depende de Jehová y disfruta de la paz de Dios, el cristiano equilibrado tiene buen juicio. (Tito 2:11, 12.) Este proviene de tener una buena comprensión de los principios bíblicos y de aplicarlos en la vida. Esa persona no es hipócrita ni se apresura a juzgar. Por guiarse por lo razonable, no es testaruda ni obstinada. Ve con modestia lo que es y lo que puede hacer, y esto le permite cooperar con otros. (Miqueas 6:8.) Es interesante notar que los rasgos que ayudan a alguien a ser equilibrado están también entre los requisitos de las personas a quienes se nombra para servir de superintendentes en la congregación cristiana. (1 Timoteo 3:2, 3.)
Podemos contribuir muchísimo a nuestra felicidad si procuramos ser más equilibrados en nuestras actividades diarias. Por desplegar las cualidades relacionadas con el buen equilibrio, podemos realizar las cosas necesarias sin sufrir severa tensión física ni emocional. Nuestro estilo de vida reflejará mayor estabilidad, y lograremos más. A otros les agradará más nuestra compañía, y nosotros experimentaremos mayor contentamiento y gozo. Pero ¿cuáles son algunas maneras prácticas de mantener el equilibrio?
Maneras prácticas de mantener el equilibrio
Para mantener el equilibrio debemos tratar de ser prestos y organizados en el manejo de nuestros asuntos personales. Tenemos que planear de antemano, atender los asuntos de manera ordenada y sistemática. Los que no están bien organizados y tienden a tardarse en lo que hacen se complican la vida con mayor tensión e inquietud. El éxito en este aspecto de la vida nos ayudará a vernos en dominio de la situación en vez de vernos como víctimas indefensas de las circunstancias.
No debemos tratar de hacerlo todo nosotros mismos. Los que no están dispuestos a aceptar la ayuda de otros pagan con frecuencia un alto precio en agotamiento y frustración. Hay tareas que otros pudieran atender. Por lo tanto, es prudente aprovechar las aptitudes de los que estén dispuestos a prestar ayuda. Además de aligerar nuestra propia carga, esto pudiera ser alentador para los que desearan acercársenos más.
Es imprudente compararnos con los que tal vez puedan hacer más. El tratar de ser como los que al parecer logran más que nosotros es desalentador y nos lleva a vernos como inferiores e indignos. El pensar así es perjudicial, pues socava nuestra determinación y nuestro sentido de lo que podemos lograr. “Que cada uno pruebe lo que su propia obra es —escribió Pablo—, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona.” (Gálatas 6:4.) Recuerde que el trabajador más estimado es el que sigue instrucciones, es asiduo y confiable, y efectúa trabajo de buena calidad. Si somos así, nuestros servicios serán apreciados y muy solicitados. (Proverbios 22:29.)
Tenemos que cuidar bien de nuestra salud. Esta es una de nuestras posesiones más valiosas, pues sin ella quizás podamos hacer muy poco. Por consiguiente, debemos tratar de mantener un sano régimen alimentario mediante consumir alimento nutritivo. De noche, debemos acostarnos a una hora razonable que nos permita recibir el descanso que necesitamos. Cuando estamos sumamente cansados o nos parece que estamos a punto de enfermar, no debemos seguir empujándonos; puede que paguemos un precio alto por ello.
Es importante cuidarnos para no desarrollar un espíritu quejumbroso. Si damos rienda suelta al pensamiento negativo, podemos hallar puntos malos en casi cualquier cosa o persona. Eso de seguro nos priva de gozo a nosotros y les resta gozo a otros. En vez de chismear maliciosamente o quejarnos de lo que nos parece incorrecto, debemos informar el asunto a los que tienen la responsabilidad de ocuparse de él, y dejar que ellos corrijan las circunstancias. (Compárese con 1 Corintios 1:10-12.) Somos prudentes si mantenemos una perspectiva optimista y siempre procuramos y esperamos hallar algo bueno en otras personas y en los sucesos que influyen en nuestra vida. (Compárese con Judas 3, 4, 16.)
Al planear nuestras actividades debemos recordar que con un paso desesperado tal vez establezcamos marcas, pero raras veces puede mantenerse tal paso por mucho tiempo. El esforzarse excesivamente de continuo no solo lleva al agotamiento, sino que también puede causar la clase de desánimo que socave nuestra resolución de seguir adelante. Por lo tanto, fijémonos un paso que podamos mantener indefinidamente. Por ejemplo, es bueno establecer un horario práctico para participar con regularidad en predicar de casa en casa y en otros rasgos del ministerio cristiano. Es necesario que apartemos tiempo para distraernos y tener recreación edificante. Y nos será provechoso hablar con personas mayores que tienen décadas de experiencia, pues estas quizás hayan aprendido a terminar las cosas necesarias sin agotarse física o emocionalmente.
Use buen juicio
Es apropiado que sintamos la obligación y el deseo de cumplir con todas las responsabilidades que se nos asignan, incluso las que se nos asignan dentro de la congregación del pueblo de Jehová. A Dios le agradan los trabajadores diligentes y confiables. (Compárese con Mateo 25:21; Tito 2:11-14.) Pero las Escrituras instan: “Salvaguarda la sabiduría práctica y la capacidad de pensar”. (Proverbios 3:21.) El aplicar la sabiduría bíblica nos beneficiará, y tenemos que usar sentido común y buen juicio para planear con cuidado y mantenernos siempre dentro de los límites de nuestras fuerzas.
El consejo de tener mucho que hacer en la obra del Señor hay que equilibrarlo con la advertencia que se recomienda en Eclesiastés 9:4. Ahí leemos: “Un perro vivo está en mejor situación que un león muerto”. Sí; un perro vivo, aunque algunos lo menosprecien, está en mejor situación que un león —un animal visto por muchos como símbolo de realeza— muerto. Si ejercemos equilibrio y cuidamos apropiadamente de nuestra salud, nos mantendremos vivos y seguiremos activos. Los muertos no pueden seguir participando en ninguna actividad. El buen juicio puede ayudarnos a hallar un equilibrio razonable que nos permita terminar las cosas necesarias sin perder el gozo.
Por lo tanto, el tener mucho que hacer no significa que no podemos ser felices. Las personas más ocupadas pueden estar entre las más felices si son razonables, ven las cosas con un buen punto de vista, y usan buen juicio para mantenerse bien equilibradas. Podemos experimentar la mayor felicidad posible si desplegamos sabiduría, efectuamos buenas obras y ciframos nuestra esperanza en Jehová Dios. (1 Timoteo 6:17-19.)