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Dando estímulo a otrosLa Atalaya 1963 | 1 de diciembre
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18. (a) ¿Cuántas personas influyen realmente en la vida de otros, por eso, cómo debe usarse esa influencia? (b) Cuando se habla acerca de los superintendentes cristianos o a los que están deseosos de ensanchar sus privilegios de servicio, ¿cómo podemos ser edificativos, y qué ejemplos muestran la importancia de esto?
18 Sea en el hogar o en otro lugar, sea el individuo superintendente de congregación o no, hay oportunidades para que todos se edifiquen y se estimulen mutuamente. Todo individuo influye en los que están a su alrededor. Puede edificar o puede derribar; puede estimular o puede crear indiferencia. Sea que lo quiera o no, tiene influencia. Que esa influencia sea para el bien. Tal será el caso con nuestra habla si seguimos el consejo excelente registrado en Colosenses 3:8, 9: “Deséchenlas todas de ustedes, ira, cólera, nocividad, habla injuriosa y habla obscena de su boca. No estén mintiéndose los unos a los otros.” Si hemos introducido cosas buenas en nuestra mente, si nuestro corazón está lleno de deseos saludables, lo que hablemos será edificativo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Mar. 12:34, 35) Si nuestro corazón es bueno, no hablaremos irrespetuosamente ni con desprecio de los superintendentes cristianos ni del consejo recibido por medio de la organización de Jehová, como lo hizo Diótrefes, sino que estimaremos que son “de doble honra” los que fielmente están presidiendo la congregación de Dios. (3 Juan 9; 1 Tim. 5:17) Ni hablaremos con desaliento a los que están deseosos de ensanchar sus privilegios de servicio, quizás emprendiendo el servicio de precursor de tiempo cabal o mudándose a alguna localidad donde hay gran necesidad de ministros del Reino. No seremos como los espías sin fe que desalentaron a los israelitas con informes derrotistas de modo que ellos quisieron regresar a Egipto y no proseguir a la Tierra Prometida. Más bien, como los fieles Josué y Caleb, los instaremos a mostrar valor por medio de asirse de los privilegios de servicio que están disponibles para ellos.—Núm. 13:27–14:9.
19. ¿Cuáles son algunas otras maneras en que podemos estimularnos unos a otros?
19 Por medio de nuestro mismísimo celo y nuestra mismísima fidelidad en el servicio de Dios podemos ser una fuente de fortaleza unos a otros. Por medio de nuestro ejemplo de participación celosa en el ministerio ayudamos a otros a hacer lo mismo. Al contar a otros las experiencias excelentes de que disfrutamos en el ministerio, al compartir con ellos las gemas de conocimiento que recogemos de nuestro estudio bíblico, nos estimulamos unos a otros, así como lo hacían los apóstoles cuando visitaban a sus hermanos cristianos. (Hech. 15:3, 30, 31) Por medio de nuestro interés en los que están enfermos y afligidos, y en los que están en prisión por causa de la justicia, por medio de mantenernos en comunicación con ellos y visitándolos donde esto es posible, fortalecemos su corazón. (2 Cor. 7:6, 7; Hech. 28:15) Por medio de rehusar transigir con el mundo de Satanás ayudamos a otros a permanecer firmes. Y por medio de nuestra anuencia, no solo a molestarnos nosotros mismos, sino aun a arriesgar nuestra vida y libertad donde sea necesario a fin de edificarnos unos a otros, nos damos estímulo unos a otros para hablar la Palabra de Dios sin temor. Que todos los testigos dedicados de Jehová continúen usando plenamente tales oportunidades de estimularse unos a otros.
20. En cuanto a ‘edificarse los unos a los otros,’ ¿qué consejo se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:11-15?
20 Por eso, consideremos las necesidades de los que nos rodean, copiemos el ejemplo de nuestro Padre en el cielo y de su Hijo por medio de estimular a otros. “Por lo tanto sigan consolándose los unos a los otros y edificándose los unos a los otros, así como de hecho lo están haciendo.” Al hablar acerca de sus superintendentes cristianos y trabajar con ellos, edifíquelos y edifique el punto de vista de otros para con ellos. “Les solicitamos, hermanos, que respeten a los que están trabajando duro entre ustedes y presidiéndolos en el Señor y amonestándolos; y que les den consideración más que extraordinaria en amor por causa de su trabajo. Sean pacíficos los unos con los otros.” Por otra parte, ustedes que son superintendentes, no desanimen, sino más bien estimulen a sus hermanos. “Amonesten a los desordenados, hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos.” Prescindiendo de quiénes seamos o quién sea la persona con quien tratemos, sea en la casa, en la congregación cristiana o en nuestro trabajo seglar, “vean que nadie devuelva daño por daño a ningún otro, antes bien sigan siempre tras lo que es bueno los unos para con los otros y para con todos los demás.” (1 Tes. 5:11-15) Sí, estimulémonos unos a otros.
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La primera Biblia impresa en NorteaméricaLa Atalaya 1963 | 1 de agosto
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La primera Biblia impresa en Norteamérica
Ya nadie puede entender la primera Biblia que se imprimió en Norteamérica. El último hombre que podía leerla murió en 1895. Fue traducida por Juan Eliot en el lenguaje de los indios de Massachusetts en 1663. Se intitulaba: “MAMUSSE WUNNEETUPANATAMWE UPBIBLUM GOD naneeswe NUKKONE TESTAMENT MEQUOSHKINNUMUK kah wonk WUSKU TESTAMENT—THE WHOLE HOLY HIS BIBLE GOD both OLD TESTAMENT and also NEW TESTAMENT.” (Literalmente: “La entera Santa su Biblia Dios tanto Antiguo Testamento como Nuevo Testamento.”) Los coleccionistas de libros pagan gustosamente hasta 7,500 dólares por un ejemplar de la traducción, aunque no pueden leerla.
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