CAPÍTULO 5
Superintendentes que pastorean el rebaño
CUANDO Jesús estuvo en la Tierra, demostró que era “el pastor excelente” (Juan 10:11). Al ver a las multitudes que lo seguían, se conmovió profundamente, “porque estaban maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor” (Mat. 9:36). Él era muy diferente de los líderes religiosos de Israel, que habían sido muy malos pastores. Habían abandonado al rebaño, y por eso estaba desatendido y hambriento espiritualmente (Ezeq. 34:7, 8). En cambio, Jesús les enseñó muchas cosas a las ovejas, y se interesó tanto por ellas que hasta dio su vida para salvarlas. Pedro y los demás apóstoles observaron el gran cariño con que Jesús trataba a la gente, y su buen ejemplo les enseñó a ayudar a las personas a volver a Jehová, el “pastor y superintendente de sus almas” (1 Ped. 2:25).
2 En una ocasión, Jesús le recordó a Pedro que era muy importante alimentar y pastorear a las ovejas (Juan 21:15-17). Pedro nunca olvidó esa lección. Tiempo después, él mismo les recordó lo siguiente a los ancianos: “Pastoreen el rebaño de Dios que está a su cuidado, sirviendo de superintendentes; no lo hagan por obligación, sino de buena gana ante Dios; tampoco lo hagan por amor a ganancias deshonestas, sino con empeño, ni lo hagan actuando como si fueran los amos de los que son la herencia de Dios, sino convirtiéndose en ejemplos para el rebaño” (1 Ped. 5:1-3). Los superintendentes de nuestros días también hacen caso de estos consejos. Al igual que Jesús, se entregan al rebaño de todo corazón y lo dirigen en el servicio a Dios (Heb. 13:7).
Al igual que Jesús, los ancianos se entregan al rebaño de todo corazón y lo dirigen en el servicio a Dios
3 Tenemos muchas razones para estar agradecidos por contar en las congregaciones con superintendentes nombrados por espíritu. Una de ellas es que nos animan y nos dan atención personal. Otra es que se encargan de dirigir las reuniones, en las que recibimos alimento espiritual (Rom. 12:8). Una tercera razón es que contribuyen a nuestra seguridad, pues nos protegen de cosas o personas que podrían hacernos daño (Is. 32:2; Tito 1:9-11). Además, nos animan a predicar todos los meses dándonos ellos mismos un buen ejemplo (Heb. 13:15-17). No cabe duda de que estos hombres son un regalo de Jehová para edificar a la congregación (Efes. 4:8, 11, 12).
LOS REQUISITOS BÍBLICOS
4 Jehová desea que la congregación reciba el cuidado debido, y por ese motivo puso en su Palabra los requisitos que deben satisfacer los superintendentes. De los hombres que cumplen estos requisitos se puede decir que han sido nombrados por espíritu santo (Hech. 20:28). Es cierto que los requisitos bíblicos son elevados, pero también es cierto que ser superintendente es una responsabilidad seria. Ahora bien, los requisitos no son tan elevados que no los puedan llenar los cristianos que de verdad aman a Dios y que están dispuestos a hacer lo que él les pida. Lo que debe ser evidente es que estos hombres ponen en práctica los consejos bíblicos en todo aspecto de su vida.
Jehová desea que la congregación reciba el cuidado debido, y por eso puso en su Palabra los requisitos que deben satisfacer los superintendentes
5 La Biblia nos indica cuáles son los requisitos básicos que debe cumplir un superintendente. Se encuentran en la primera carta que el apóstol Pablo escribió a Timoteo y en su carta a Tito. En 1 Timoteo 3:1-7 leemos: “Si un hombre está esforzándose por ser superintendente, desea una labor muy buena. Por lo tanto, el superintendente debe ser irreprochable, esposo de una sola mujer y moderado en sus hábitos; debe tener buen juicio, ser ordenado y hospitalario, y estar capacitado para enseñar. No debe ser borracho ni violento, sino razonable. No debe ser conflictivo ni amar el dinero. Debe ser un hombre que dirija bien a su familia y que tenga a sus hijos en sujeción a él con toda seriedad (porque, si un hombre no sabe dirigir a su propia familia, ¿cómo cuidará de la congregación de Dios?). No debe ser un hombre recién convertido, para que no se llene de orgullo y reciba la misma condena que recibió el Diablo. Además, debe tener una buena reputación entre la gente de afuera, para que no se le pueda reprochar nada y no caiga en una trampa del Diablo”.
6 A Tito le escribió lo siguiente: “Te dejé en Creta para que corrigieras las cosas defectuosas y nombraras ancianos en cada ciudad, de acuerdo con las instrucciones que te di: el anciano debe ser un hombre libre de acusación, esposo de una sola mujer y con hijos creyentes a los que no se les pueda acusar de desenfreno ni de rebeldía. Porque, como mayordomo de Dios, el superintendente debe estar libre de acusación, y no debe ser terco ni enojarse con facilidad, no debe ser borracho ni violento, ni debe codiciar ganancias deshonestas. Más bien, debe ser hospitalario, amar lo que es bueno, tener buen juicio, ser justo y leal, y tener autocontrol. Debe aferrarse a la fiel palabra en lo relacionado con su arte de enseñar, para que pueda animar a otros con la enseñanza sana y censurar a los que la contradicen” (Tito 1:5-9).
7 Algunos cristianos podrían pensar que estos requisitos son demasiado difíciles. Pero, en vez de desanimarse, deberían esforzarse por cumplirlos. Además, cuando muestren estas buenas cualidades, otros hermanos de la congregación se sentirán animados a imitarlos. Al escribir sobre estos hombres que Jehová ha dado como un regalo a la congregación, Pablo dijo que Dios lo hizo “para corregir a los santos, para la obra ministerial y para edificar el cuerpo del Cristo hasta que todos estemos unidos en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, hasta que tengamos la madurez de un hombre adulto y alcancemos la estatura plena del Cristo” (Efes. 4:8, 12, 13).
8 Los superintendentes no son jovencitos ni recién convertidos, sino que tienen experiencia en la vida cristiana. Tienen un conocimiento y una comprensión profundos de las Escrituras, y aman sinceramente a la congregación. Son valientes y no les da miedo corregir a quienes actúan mal, protegiendo así a las ovejas de los que tratan de aprovecharse de ellas (Is. 32:2). La congregación ve claramente que son hombres con madurez espiritual que se preocupan sinceramente por el rebaño de Dios.
9 Quienes deseen ser superintendentes deben mostrar sabiduría en su vida. Los que están casados obedecen las normas cristianas sobre el matrimonio, es decir, tienen una sola esposa y dirigen bien a su familia. Si tienen hijos creyentes, que están en sujeción a ellos con toda seriedad, a los que no se puede acusar de desenfreno ni de rebeldía, la congregación les pedirá con confianza consejos sobre la vida de familia y el vivir cristiano. El superintendente es irreprochable, está libre de acusación y tiene buena reputación, incluso entre la gente de afuera. Nadie puede acusarlo justificadamente de haber hecho algo que manche el nombre de la congregación. Además, no debe haber sido censurado recientemente por algún pecado grave. Por lo tanto, los hermanos de la congregación se sienten seguros, porque saben que su bienestar espiritual está en buenas manos, y desean imitar su buen ejemplo (1 Cor. 11:1; 16:15, 16).
10 Hombres como estos realizan una labor parecida a la de los ancianos del antiguo Israel. Ellos eran hombres “sabios, prudentes y experimentados” (Deut. 1:13). Los ancianos son humanos imperfectos, pero tanto fuera como dentro de la congregación se les conoce como hombres de principios y temerosos de Dios, que han demostrado durante cierto tiempo que viven de acuerdo con los principios divinos (Rom. 3:23). Su conducta intachable les permite hablar a la congregación con franqueza.
11 Estos hombres son moderados en sus hábitos y no esperan demasiado de los demás. En lugar de ser fanáticos o extremistas, son equilibrados y tienen autocontrol. Son moderados en campos como el entretenimiento, las aficiones, la comida y la bebida. Si consumen alcohol, lo hacen con prudencia, de manera que no se les pueda acusar de beber en exceso ni de ser borrachos. Quien bebe demasiado pierde con facilidad el control, y en ese estado no puede atender la espiritualidad de la congregación.
12 Para cuidar de la congregación, el superintendente debe ser ordenado. Tiene buenos hábitos, y eso se nota en su apariencia, su casa y sus actividades diarias. No deja siempre las cosas para el último momento, sino que es previsor. Además, respeta los principios de la Biblia.
13 El superintendente tiene que ser razonable. Debe ser capaz de colaborar con los demás ancianos de la congregación. Tiene una opinión realista de sí mismo y no exige demasiado de otros. Como es una persona razonable, no cree que su opinión siempre sea más acertada que la de los demás ancianos. Reconoce que le faltan cualidades que otros tienen. Basa sus conclusiones en la Biblia y trata de imitar el ejemplo de Jesucristo (Filip. 2:2-8). El anciano no es conflictivo ni violento, sino que respeta a los demás y los considera superiores. Tampoco es terco: no se obstina en que siempre se hagan las cosas como él dice. No se enoja con facilidad, sino que es una persona pacífica.
14 Quien sirve de superintendente tiene buen juicio. Esto significa que sabe mantener la calma en situaciones difíciles, y no es impulsivo ni juzga las cosas de manera precipitada. Alguien que tiene buen juicio comprende bien los principios divinos y sabe usarlos. Es una persona que escucha los consejos, sigue las instrucciones y no es hipócrita.
15 Pablo le recordó a Tito que el superintendente debe amar lo que es bueno y ser justo y leal. Estas cualidades se reflejan en cómo trata a los demás y en su postura firme a favor de lo que es bueno. Siempre respeta y obedece los justos principios de Jehová, y nada ni nadie puede acabar con la devoción que siente por él. Sabe guardar secretos. Además, es hospitalario, un hombre dispuesto a dar de sí mismo y a usar sus bienes para ayudar a otras personas (Hech. 20:33-35).
16 Un buen superintendente está capacitado para enseñar. En su carta a Tito, Pablo dijo que tiene que “aferrarse a la fiel palabra en lo relacionado con su arte de enseñar, para que pueda animar a otros con la enseñanza sana y censurar a los que la contradicen” (Tito 1:9). Sabe razonar con otros, presentar pruebas y responder a las objeciones. Utiliza las Escrituras para convencer y para fortalecer la fe de los demás. Enseña “en tiempos buenos y en tiempos difíciles” (2 Tim. 4:2). Tiene la paciencia que hace falta para corregir con apacibilidad a quien ha cometido un error, así como para ayudar a quien tiene dudas y motivarlo a servir a Jehová con fe. Es un buen maestro en la plataforma o a nivel individual.
17 Es importante que los ancianos prediquen con entusiasmo. Debe ser evidente que se esfuerzan por imitar a Jesús también en este campo. Él consideraba una prioridad predicar las buenas noticias y se interesó por ayudar a sus discípulos a ser buenos evangelizadores (Mar. 1:38; Luc. 8:1). Al igual que Jesús, los ancianos hacen todo lo posible por dedicar tiempo al ministerio a pesar de llevar vidas muy ocupadas, y eso impulsa a los demás a mostrar el mismo entusiasmo. Y, cuando los ancianos salen a predicar con su familia y con otros hermanos, el resultado es que se animan los unos a los otros (Rom. 1:11, 12).
18 Podría parecer que se espera mucho de los ancianos. Por supuesto, nadie puede cumplir a la perfección estos elevados requisitos, pero ningún anciano debería tener una deficiencia grave en alguno de estos campos. Algunos ancianos destacarán en unas cualidades y otros en otras. Así, el cuerpo de ancianos en conjunto contará con las cualidades necesarias para cuidar bien a la congregación de Dios.
19 Cuando el cuerpo de ancianos recomiende a un hermano para que sea superintendente, tendrá en cuenta el siguiente consejo del apóstol Pablo: “Le digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense de un modo que demuestre buen juicio, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Rom. 12:3). Los ancianos deben pensar que los demás son superiores a ellos. Ninguno debe ser “demasiado justo” cuando analice si otro hermano llena los requisitos para ser anciano (Ecl. 7:16). Entender bien los requisitos para los superintendentes les permitirá determinar si un hermano los cumple a un grado razonable. Cuando los ancianos hagan una recomendación, demostrarán que respetan las justas normas divinas y se interesan por la congregación si no son hipócritas y no tienen prejuicios, y recuerdan que todos somos imperfectos. Le pedirán a Jehová que los guíe con su espíritu y analizarán con cuidado si el hermano cumple con los requisitos bíblicos. Recomendar a un hermano como superintendente es una importante responsabilidad, y por eso los ancianos deben seguir el consejo de Pablo: “Nunca te apresures a imponerle las manos a ningún hombre” (1 Tim. 5:21, 22).
PRODUCEN EL FRUTO DEL ESPÍRITU
20 Los ancianos dan prueba de que los dirige el espíritu santo al manifestar su fruto. Pablo dice cuáles son los nueve aspectos de este fruto: “amor, felicidad, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe, apacibilidad, autocontrol” (Gál. 5:22, 23). Los ancianos que tienen estas cualidades animan y consuelan a los hermanos de la congregación y los ayudan a servir unidos a Jehová. Su conducta y los buenos resultados de su labor demuestran que han sido nombrados por espíritu santo (Hech. 20:28).
PROMUEVEN LA UNIDAD
21 Es fundamental que los ancianos cooperen para fomentar la unidad en la congregación. Aunque tienen personalidades muy diferentes, mantendrán la unidad entre ellos si se escuchan con respeto, sin importar si están de acuerdo o no. Siempre que no se viole ningún principio bíblico, todos estarán dispuestos a ceder y dar su apoyo a la decisión final que tome el cuerpo de ancianos. La persona que está dispuesta a ceder demuestra que se deja guiar por “la sabiduría de arriba”, que es “pacífica y razonable” (Sant. 3:17, 18). Ningún anciano debe pensar que es superior a los demás ni debe tratar de dominarlos. Los ancianos trabajan unidos por el bien de la congregación. Al hacerlo, están de hecho colaborando con Jehová (1 Cor., cap. 12; Col. 2:19).
ESFUÉRCESE POR CUMPLIR CON LOS REQUISITOS
22 Quien desea ser superintendente tiene que esforzarse por cumplir con los requisitos bíblicos. Este deseo es una muestra de madurez espiritual (1 Tim. 3:1). Sin embargo, ser anciano implica trabajo y sacrificio. Significa estar dispuesto a atender las necesidades de los hermanos y cuidar de su espiritualidad.
CUANDO CAMBIAN LAS CIRCUNSTANCIAS
23 Un anciano que ha servido fielmente durante años tal vez ya no pueda atender sus responsabilidades como antes por culpa de la mala salud, la edad u otros motivos. No obstante, se le debe respetar y ver como un anciano. No es necesario que renuncie por estas razones. Sigue mereciendo la honra que se les debe a los ancianos que se esfuerzan al máximo por cuidar del rebaño.
24 Ahora bien, si él cree que sus nuevas circunstancias limitan lo que puede hacer y piensa que lo mejor para él es renunciar, puede hacerlo (1 Ped. 5:2). Pero los hermanos deben seguir respetándolo, pues es alguien muy valioso para la congregación, aunque ya no tenga las responsabilidades de un anciano.
RESPONSABILIDADES EN LA CONGREGACIÓN
25 Los ancianos ocupan varios puestos de responsabilidad en la congregación: coordinador del cuerpo de ancianos, secretario, superintendente de servicio, conductor del Estudio de La Atalaya y superintendente de la reunión Vida y Ministerio. Además, muchos ancianos son superintendentes de grupo. Estas responsabilidades se asignan por tiempo indefinido. Desde luego, si uno de ellos cambia de congregación, no puede atender sus responsabilidades por problemas de salud o deja de ser anciano porque ya no cumple con los requisitos bíblicos, se escogerá a otro anciano para cubrir su puesto. Es posible que un superintendente tenga que encargarse de más de una responsabilidad si no hay suficientes ancianos en la congregación. Esto dejará de ser necesario cuando se nombre a más ancianos.
26 El coordinador del cuerpo de ancianos preside las reuniones de los ancianos. Colabora con humildad con sus compañeros en el cuidado del rebaño de Dios (Rom. 12:10; 1 Ped. 5:2, 3). Sabe organizar los asuntos de la congregación y cumple bien con su labor de anciano y coordinador (Rom. 12:8).
27 El secretario tiene a su cargo los archivos de la congregación e informa a los demás ancianos de asuntos importantes. Si fuera necesario, podría designarse a otro anciano o a un siervo ministerial competente para que lo ayude.
28 El superintendente de servicio se ocupa de todos los asuntos relacionados con la predicación. Además, dedica un fin de semana al mes a visitar a cada uno de los grupos para el servicio del campo. En las congregaciones donde hay pocos grupos, tal vez los visite dos veces al año. ¿Qué hace él en esta visita? Dirige las reuniones para el servicio del campo, predica con los publicadores y los ayuda con sus revisitas y cursos bíblicos.
LOS SUPERINTENDENTES DE GRUPO
29 Servir de superintendente de grupo es un privilegio muy especial. Sus responsabilidades son las siguientes: 1) interesarse activamente en la espiritualidad de los publicadores del grupo; 2) ayudarlos a que sean regulares en la predicación, disfruten de ella y sean productivos, y 3) ayudar a los siervos ministeriales del grupo a que se pongan la meta de servir más en la congregación y la alcancen. El cuerpo de ancianos determinará quiénes podrán cumplir mejor estas responsabilidades.
30 En vista de lo que tiene que hacer el superintendente de grupo, los ancianos se encargarán de esta labor. Si no hay suficientes, nombrarán a un siervo ministerial con las cualidades necesarias para que sea el siervo de grupo hasta que un anciano pueda hacerse cargo. Se le llama siervo de grupo porque no es un superintendente de la congregación, sino que atiende esta responsabilidad bajo la dirección de los ancianos.
31 Es importante que el superintendente de grupo sea un buen ejemplo en la predicación. Su regularidad, celo y entusiasmo animan a los demás componentes del grupo. Ya que trabajar juntos los anima y beneficia, conviene tener un horario de predicación que sea práctico para la mayoría (Luc. 10:1-16). Por lo general, el superintendente dirige la reunión para el servicio del campo y organiza a los publicadores. También se asegura de que tengan suficiente territorio donde predicar. Cuando no pueda dirigir el grupo, le pedirá a otro anciano o a un siervo ministerial que lo haga. En caso de que no haya ninguno disponible, se lo pedirá a un publicador competente.
32 El superintendente de grupo lo organiza todo para recibir la visita del superintendente de servicio. Le informa al grupo y genera entusiasmo en los hermanos, recordándoles cómo los beneficia esta visita. Todos la apoyarán con entusiasmo si están al tanto de los planes que se han hecho.
33 Los grupos para la predicación son pequeños a fin de que el superintendente pueda conocer bien a todos los que pertenecen a su grupo. Él es un pastor amoroso que se interesa profundamente por cada uno de ellos. Se esfuerza por ayudarlos y animarlos a salir a la predicación y a asistir a las reuniones y participar en ellas. Hace lo posible por lograr que todos permanezcan firmes espiritualmente. Algunos en especial pueden beneficiarse de su ayuda. A los enfermos o deprimidos les hará bien una visita. A otros, las palabras de ánimo y los buenos consejos pueden motivarlos a alcanzar otros privilegios que les permitan ser más útiles en la congregación. Es lógico que el superintendente de grupo ponga especial atención en quienes componen su grupo, pero como anciano y pastor se preocupa por toda la congregación y está listo para ayudar a quien lo necesite (Hech. 20:17, 28).
34 El superintendente de grupo recoge los informes de predicación de su grupo y se los entrega al secretario. Los publicadores colaboran con su superintendente entregando a tiempo los informes al final de cada mes. Pueden dárselos directamente a él o depositarlos en la caja designada del Salón del Reino.
EL COMITÉ DE SERVICIO DE LA CONGREGACIÓN
35 El comité de servicio está formado por el coordinador, el secretario y el superintendente de servicio. Se encarga, entre otras cosas, de aprobar el uso del Salón del Reino para bodas y funerales, y asignar a los publicadores a un grupo de predicación. También aprueba solicitudes como la de precursor auxiliar y regular. El comité de servicio cumple sus funciones bajo la dirección del cuerpo de ancianos.
36 La sucursal indica las tareas específicas del comité de servicio, el conductor del Estudio de La Atalaya, el superintendente de la reunión Vida y Ministerio y el resto de los ancianos.
37 El cuerpo de ancianos de la congregación se reúne cuatro veces al año para tratar asuntos relacionados con el progreso espiritual de la congregación. Además de la reunión que tienen durante la visita del superintendente de circuito, los ancianos se reúnen unos tres meses después de cada visita. Claro está, pueden reunirse siempre que sea necesario.
SUMISOS AL ORDEN TEOCRÁTICO
38 Como ya dijimos, los superintendentes son imperfectos. Pero Jehová nos manda que seamos sumisos a ellos, porque ese es el orden que ha establecido. Los ancianos lo representan en este orden teocrático, y él les pedirá cuentas de sus actos. Hebreos 13:17 dice: “Sean obedientes y sumisos a los que los dirigen, porque ellos están cuidando de ustedes y van a rendir cuentas por eso. Así, ellos lo harán felices y no con suspiros, porque esto los perjudicaría a ustedes”. Jehová usa el espíritu santo para nombrar a los superintendentes, y lo usará para quitarlos de ese puesto si no demuestran el fruto del espíritu y su vida deja de estar a la altura de lo que se espera de un anciano.
39 ¿Verdad que valoramos que los superintendentes de la congregación trabajen duro y nos den un excelente ejemplo? Su labor a favor de la congregación hace que servir a Dios sea más fácil y nos resulte más agradable. El apóstol Pablo les dio este consejo a los cristianos de Tesalónica: “Ahora, hermanos, les pedimos que les muestren respeto a los que trabajan duro entre ustedes, los dirigen en el Señor y los aconsejan. Demuestren tenerlos en muy alta estima y trátenlos con amor por el trabajo que hacen” (1 Tes. 5:12, 13). Además, en la primera carta que le escribió a Timoteo, Pablo le dijo cuál era la actitud hacia los ancianos que deberían tener quienes forman parte de la congregación: “Que los ancianos que dirigen bien la congregación sean considerados dignos de doble honra, especialmente los que trabajan duro hablando y enseñando” (1 Tim. 5:17).
OTRAS RESPONSABILIDADES EN LA ORGANIZACIÓN
40 A algunos ancianos se les escoge para que sirvan en los Grupos de Visita a Pacientes. A otros, para que formen parte de los Comités de Enlace con los Hospitales. Los hermanos de estos comités visitan los hospitales y hablan con los médicos para recomendar una mayor utilización de los tratamientos sin sangre con los testigos de Jehová. Otros superintendentes apoyan la obra del Reino colaborando en la construcción y el mantenimiento de Salones del Reino y Salones de Asambleas o sirviendo en los comités de las asambleas. Todos tenemos “en alta estima” a estos hermanos tan trabajadores, que voluntariamente dedican tiempo y energías a servir a los demás (Filip. 2:29).
LOS SUPERINTENDENTES DE CIRCUITO
41 El Cuerpo Gobernante nombra a ancianos capaces para que sirvan de superintendentes de circuito. La sucursal les asigna las congregaciones que visitarán, por lo general, dos veces al año. Los superintendentes de circuito también visitan con cierta frecuencia a los precursores que están en lugares aislados. Preparan un programa de visitas y avisan con suficiente antelación a las congregaciones para que estas se beneficien al máximo.
42 El coordinador del cuerpo de ancianos se encarga de que todo esté listo para la visita. Así, esta fortalecerá la fe de todos (Rom. 1:11, 12). Cuando recibe más información sobre la visita y sobre las necesidades del superintendente de circuito y de su esposa, el coordinador se comunica con otros hermanos para conseguir alojamiento y otras cosas necesarias. Se encarga de informar a todos, incluido el superintendente de circuito, de los preparativos que se han hecho.
43 El superintendente de circuito se comunicará con el coordinador para hablar sobre el horario de las reuniones, incluidas las reuniones para la predicación. Se programarán siguiendo las sugerencias del superintendente y las instrucciones de la sucursal. Todos deben saber con antelación dónde y cuándo se celebrarán las reuniones de congregación, así como la reunión con los precursores, la reunión con los ancianos y siervos ministeriales, y las salidas para predicar.
44 El coordinador del cuerpo de ancianos se asegura de que el superintendente reciba con antelación los formularios Registro de publicador de la congregación, los de asistencia a las reuniones, los registros de territorios y la contabilidad de la congregación. El martes por la tarde, el superintendente revisa estos documentos y ve si es necesario ayudar a los hermanos que se encargan de mantenerlos. Este análisis también le permite ver posibles necesidades de la congregación.
45 Durante la semana de la visita, el superintendente aparta tiempo para conversar con los hermanos en las reuniones, en la predicación, en las comidas y en otras ocasiones. Cuando se reúne con los ancianos y los siervos ministeriales, los anima y les da consejos basados en la Biblia que los ayuden a pastorear el rebaño (Prov. 27:23; Hech. 20:26-32; 1 Tim. 4:11-16). También se reúne con los precursores para animarlos y ayudarlos a enfrentarse a los problemas que pudieran tener para cumplir su labor.
46 Cuando haya otros asuntos que requieran atención, el superintendente de circuito hará lo posible durante la visita para ayudar a resolverlos. Si esos asuntos no se pueden dar por terminados durante esa semana, el superintendente indicará a los ancianos o a otros hermanos implicados cómo encontrar lo que la Biblia dice sobre el tema. Si es necesario que la sucursal dé seguimiento al asunto, el superintendente y los ancianos le enviarán un informe detallado.
47 El superintendente de circuito asiste a las reuniones de la congregación que está visitando. Estas pueden sufrir cambios de acuerdo con las instrucciones de la sucursal. Da discursos para animar, motivar, instruir y fortalecer a la congregación. Trata de hacer que el amor de los hermanos por Jehová, Jesucristo y la organización sea más fuerte.
48 Uno de los objetivos de la visita es animar a los hermanos a predicar con entusiasmo y darles sugerencias prácticas. Por eso, invitar al superintendente o a su esposa a hacer revisitas o dar un curso bíblico puede hacer mucho bien. Cualquiera que lo desee puede solicitar que lo acompañen en el ministerio. Por otro lado, es posible que muchos publicadores puedan organizar sus actividades a fin de salir más a predicar durante esa semana e incluso hacer el precursorado auxiliar. Todos los esfuerzos que se hagan para apoyar la predicación durante la semana de la visita son muy valiosos (Prov. 27:17).
49 Se organizan dos asambleas de circuito al año. A una de ellas, la sucursal envía a un representante, que será el orador visitante. El superintendente de circuito es el responsable de la organización de estas asambleas. Nombra al superintendente de asamblea y al superintendente auxiliar. Ellos lo ayudan a organizar la asamblea, lo que le permite concentrarse en la supervisión del programa. El superintendente de circuito también asigna a otros hermanos para que se encarguen de los diversos departamentos. Además, se encarga de que periódicamente se haga una auditoría de la contabilidad del circuito. A veces, los circuitos se dividen en secciones debido a las distancias o a que no hay locales del tamaño adecuado. Cada sección tiene su propia asamblea.
50 El superintendente de circuito envía su informe de predicación mensual a la sucursal. También puede enviar un informe de los gastos básicos que haya tenido y que no haya cubierto la congregación que ha visitado, como transporte, alimentación, hospedaje o cualquier otra cosa necesaria para cumplir con su labor. Jesús les prometió a quienes pusieran el Reino en primer lugar que nunca les faltaría lo necesario, y los superintendentes viajantes confían plenamente en esa promesa (Luc. 12:31). Por su parte, las congregaciones no deben olvidar el privilegio que tienen de ser hospitalarias con estos hermanos (3 Juan 5-8).
EL COMITÉ DE SUCURSAL
51 Las sucursales de los testigos de Jehová cuentan con un Comité de Sucursal, integrado por tres o más hermanos maduros y espirituales. Uno de ellos sirve de coordinador. Este comité supervisa la predicación en el territorio que está bajo su jurisdicción, que puede consistir en uno o más países.
52 El Comité de Sucursal cuida de las congregaciones que están en su territorio. ¿De qué maneras? Organiza congregaciones y circuitos para atender las necesidades del territorio y que se predique en todas partes. Se interesa por la actividad de los misioneros y de los precursores especiales, regulares y auxiliares. Programa las asambleas y asigna a quienes sirven en ellas, y así todas las cosas se hacen “de forma digna y ordenada” (1 Cor. 14:40).
53 En algunos países, la obra está a cargo de una sucursal que está en otro país. A veces se nombra un Comité de País en esos lugares. Este comité puede supervisar mejor la obra en su propio país. Atiende el Hogar Betel y las oficinas, la correspondencia y los informes, y las actividades del campo en general. El Comité de País y el Comité de Sucursal trabajan juntos a favor del Reino.
54 El Cuerpo Gobernante nombra a los hermanos que sirven en estos dos comités.
REPRESENTANTES DE LA CENTRAL MUNDIAL
55 Cada cierto tiempo, el Cuerpo Gobernante envía representantes de la central mundial a las sucursales. El objetivo principal de estas visitas es animar a la familia Betel y ayudar al Comité de Sucursal a resolver cualquier problema o situación que se pueda presentar en la obra de predicar. El representante también se reúne con algunos superintendentes de circuito y cada cierto tiempo con los misioneros que sirven en el campo. En esas ocasiones, conversa con ellos sobre sus problemas y necesidades, y les da ánimo para que sigan dedicándose a la importantísima labor de predicar el Reino y hacer discípulos.
56 Al representante de la central mundial le interesa mucho lo que se está logrando en la predicación y en las congregaciones. Si el tiempo se lo permite, puede visitar las oficinas remotas de traducción. También, en la medida de lo posible, sale a predicar durante la visita.
Aceptar la guía de los superintendentes que pastorean el rebaño nos permite estar unidos a Cristo, Cabeza de la congregación
UNA PRUEBA DEL AMOR DE JEHOVÁ
57 No cabe duda de que el duro trabajo y el amor con que nos cuidan estos hermanos maduros nos beneficia mucho. Aceptar la guía de estos superintendentes nombrados para pastorear el rebaño nos permite estar unidos a Cristo, Cabeza de la congregación (1 Cor. 16:15-18; Efes. 1:22, 23). Como resultado, las congregaciones de todo el mundo prosperan gracias a la guía de la Palabra de Dios y de su espíritu (Sal. 119:105).