Seamos santos en todo aspecto de la vida
“Sean santos en todo lo que hacen.” (1 PED. 1:15, La Palabra de Dios para Todos)
1, 2. a) ¿Qué espera Jehová de sus siervos? b) ¿Qué preguntas vamos a responder en este artículo?
EL APÓSTOL Pedro citó del libro de Levítico y explicó por inspiración divina que los cristianos, al igual que los israelitas, tienen que ser santos en todo aspecto de la vida (lea 1 Pedro 1:14-16). “El Santo”, Jehová, espera que tanto los ungidos como las “otras ovejas” se esfuercen al máximo por ser santos “en toda su conducta”, en todo lo que hagan (Juan 10:16).
2 En este artículo descubriremos otras perlas espirituales del libro de Levítico que nos ayudarán a entender las normas de santidad de Jehová y a ponerlas en práctica en nuestra vida. Además, responderemos a las siguientes preguntas: ¿Por qué debemos obedecer siempre las normas de Jehová? ¿Qué nos enseña Levítico sobre respetar a Jehová como nuestro único Soberano? Y ¿qué aprendemos de los sacrificios que ofrecían los israelitas?
OBEDEZCAMOS SIEMPRE LAS NORMAS DE JEHOVÁ
3, 4. a) ¿Por qué debemos obedecer siempre las leyes y principios de Jehová? b) ¿Por qué no debemos vengarnos ni guardar rencor?
3 Para agradar a Dios, debemos obedecer siempre sus leyes y principios, y nunca restarles importancia ni adoptar una actitud indiferente. Aunque ya no estamos obligados a cumplir la Ley que dio a Moisés, esta nos ayuda a percibir lo que es correcto o incorrecto desde el punto de vista de Dios. Por ejemplo, Jehová les mandó a los israelitas: “No debes tomar venganza ni tener rencor contra los hijos de tu pueblo; y tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Jehová” (Lev. 19:18).
4 Como vemos, Jehová no quiere que nos venguemos ni que guardemos rencor (Rom. 12:19). Si pasáramos por alto lo que nos pide, estaríamos manchando su nombre y agradando a Satanás. Por eso, cuando alguien nos ofende, no debemos permitir que el resentimiento se apodere de nosotros. La Biblia dice que somos “vasos [o recipientes] de barro” llenos de un tesoro: el ministerio (2 Cor. 4:1, 7). No podemos meter en el mismo recipiente un tesoro tan valioso como el ministerio y un ácido tan corrosivo como el rencor.
5. ¿Qué aprendemos de la obediencia de Aarón cuando murieron sus hijos? (Vea la ilustración del principio.)
5 Levítico 10:1-11 cuenta la dolorosa experiencia que vivieron Aarón y su familia. Jehová mandó fuego del cielo para acabar con la vida de Nadab y Abihú, dos de los hijos de Aarón, y le dijo a la familia que no diera ninguna muestra de tristeza. ¡Qué difícil debió ser obedecer aquel mandato! ¿Y nosotros? ¿Conservamos nuestra santidad ante Jehová al no buscar la compañía de familiares o amigos expulsados? (Lea 1 Corintios 5:11.)
6, 7. a) ¿Qué puntos importantes deberíamos tener en cuenta al decidir si participar o no en una boda en una iglesia? (Vea la nota.) b) ¿Qué podríamos decirle a un familiar que nos invita a participar en una boda en una iglesia?
6 Puede que hoy en día no tengamos que enfrentarnos a una prueba tan dura como la de Aarón y su familia. Pero ¿qué hay si un familiar nos invita a asistir a una boda en una iglesia o incluso participar en ella? Aunque es cierto que la Biblia no lo prohíbe directamente, sí que contiene principios que nos pueden ayudar a decidir.a
7 Quizás a algunos familiares les sorprenda nuestra decisión. Tal vez no entiendan que queramos obedecer a Jehová y ser santos en este asunto (1 Ped. 4:3, 4). No queremos ofenderlos, así que nos expresaremos con cariño; pero es importante que seamos claros. Y sería bueno hablar del asunto cuanto antes. Podríamos empezar dándoles las gracias por habernos invitado a participar en su boda, y luego explicarles que en la ceremonia religiosa habrá cosas que no podremos hacer y que, como no queremos hacerlos sentir incómodos o abochornados en ese día tan especial, es mejor que no participemos. Decírselo de esta manera nos ayudará a no transigir y a obedecer las normas de Jehová en todo momento.
JEHOVÁ ES NUESTRO ÚNICO SOBERANO
8. ¿Cómo destaca Levítico el derecho que tiene Jehová a establecer leyes?
8 El libro de Levítico destaca el derecho de Jehová como Soberano a establecer leyes. Reconoce más de 30 veces que fue Jehová quien dio las leyes que leemos en él. Moisés era consciente de eso; de ahí que hiciera siempre lo que Dios le mandó (Lev. 8:4, 5). Del mismo modo, nosotros debemos obedecer siempre a nuestro único Soberano, Jehová. Para lograrlo, contamos con la ayuda de su organización. Pero habrá veces que tendremos que demostrar nuestra obediencia cuando estemos a solas, como le ocurrió a Jesús en el desierto (Luc. 4:1-13). ¿Qué haremos entonces? Si confiamos en Dios y lo respetamos como nuestra máxima autoridad, nadie nos hará desobedecer y no nos dejaremos vencer por el miedo (Prov. 29:25).
9. ¿Por qué se nos odia?
9 A los seguidores de Cristo no debería sorprendernos que nos persigan. Él advirtió a sus discípulos: “Los entregarán a tribulación y los matarán, y serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre” (Mat. 24:9). Pero ese odio no nos detiene: seguimos predicando y siendo santos a la vista de Jehová en todo lo que hacemos. Ahora bien, ¿por qué se nos odia, si somos ciudadanos honrados que llevamos vidas limpias y ordenadas? (Rom. 13:1-7.) Porque obedecemos a Jehová como nuestro único Soberano. Es “solo a él” a quien adoramos, y nunca pasaremos por alto sus justas normas (Mat. 4:10).
10. ¿Qué le ocurrió a un hermano que quebrantó su neutralidad?
10 La Biblia dice que los cristianos “no son parte del mundo”. Por esta razón, no tomamos parte en guerras ni en asuntos políticos (lea Juan 15:18-21 e Isaías 2:4). Por desgracia, algunos hermanos han quebrantado su neutralidad. Muchos de ellos luego se han arrepentido sinceramente y han vuelto a Jehová (Sal. 51:17). Pero otros no. Tomemos por caso algo que pasó en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial. Unos oficiales juntaron en la misma ciudad a 160 hermanos menores de 45 años que habían sido encarcelados en distintas prisiones del país por mantenerse neutrales. Una vez allí, les dijeron que debían emprender el servicio militar. Aunque la mayoría fueron fieles y se negaron, nueve prestaron el juramento militar y aceptaron los uniformes. Dos años después, uno de esos nueve se vio ante una situación muy comprometida: le ordenaron formar parte de un pelotón de fusilamiento y ejecutar a algunos de aquellos Testigos fieles. ¡Qué impresión debió llevarse al ver que su propio hermano estaba entre los prisioneros! Afortunadamente, las ejecuciones al final no se llevaron a cabo.
DÉMOSLE A JEHOVÁ LO MEJOR
11, 12. ¿Qué nos enseña sobre Jehová lo que la Ley estipulaba para los sacrificios?
11 La Ley que se le dio a Moisés estipulaba que los israelitas ofrecieran sacrificios (Lev. 9:1-4, 15-21). Dichos sacrificios no podían tener defectos, pues apuntaban al sacrificio perfecto de Jesús. Además, cada uno tenía que hacerse de una manera concreta. Por ejemplo, Levítico 12:6 explica lo que debía hacer una mujer después dar a luz: “Al cumplirse los días de su purificación por hijo o por hija, traerá un carnero joven en su primer año para una ofrenda quemada y un pichón o una tórtola para una ofrenda por el pecado, a la entrada de la tienda de reunión, al sacerdote”. Aunque las instrucciones eran muy específicas, la Ley deja claro que Jehová es un Dios razonable y amoroso. Si la madre no tenía suficiente para un carnero, podía ofrecer dos tórtolas o dos pichones (Lev. 12:8). Aunque fuera pobre, Jehová la amaba y la valoraba igual que a la que podía ofrecer un animal más costoso. ¿Qué nos enseña esto a nosotros?
12 El apóstol Pablo animó a los cristianos a ofrecer un “sacrificio de alabanza a Dios” (Heb. 13:15). Ofrecemos este sacrificio de alabanza cuando damos a conocer el santo nombre de Jehová mediante la predicación. Claro está, no todos tenemos las mismas circunstancias ni la misma salud, pero lo importante es que siempre le demos a Jehová lo mejor de nosotros mismos. Por ejemplo, quienes no pueden salir de su casa debido a la edad avanzada o la mala salud dan testimonio por carta o por teléfono y predican a quienes van a verlos. De esa manera también alaban a Jehová (Rom. 12:1; 2 Tim. 2:15).
13. ¿Por qué deberíamos entregar un informe de nuestra actividad en el ministerio?
13 Cuando le ofrecemos sacrificios de alabanza a Jehová, no lo hacemos obligados, sino movidos por el profundo amor que le tenemos (Mat. 22:37, 38). ¿Cómo deberíamos ver entonces que se nos pida informar nuestra actividad en el ministerio cada mes? Entregar los informes es una manera de demostrar nuestra “devoción piadosa”, en otras palabras, nuestro amor y obediencia a Jehová (2 Ped. 1:7). Por supuesto, nadie debería sentirse presionado a salir a predicar tan solo por poner más horas en el informe. De hecho, si un publicador, por su edad o mala salud, únicamente puede dedicar quince minutos al mes a predicar, se le permite informar ese tiempo. Jehová sabe que detrás de esos minutos hay un corazón lleno de amor por él y de aprecio por el privilegio de ser uno de sus Testigos. Sabe que es lo mejor que puede dar, y por eso lo valora tanto. Como hemos visto, el que un israelita fuera pobre no le impedía hacer sacrificios a Jehová. Del mismo modo, los hermanos que están limitados pueden sentirse contentos de entregar el informe. Con los informes de todos los publicadores se obtiene un informe mundial que permite a la organización ver dónde hace falta más ayuda y, de acuerdo con eso, planificar todo lo que tiene que ver con la predicación. ¿Verdad que no es mucho pedir que a final de mes entreguemos el informe?
PROFUNDICEMOS EN NUESTRO ESTUDIO DE LA BIBLIA
14. ¿Por qué deberíamos examinar nuestros hábitos de estudio?
14 Después de analizar estas perlas espirituales, ¿no es cierto que entendemos mejor por qué Jehová incluyó el libro de Levítico en su Palabra? (2 Tim. 3:16.) Y ahora, sin duda, estamos más resueltos a permanecer santos, no solo porque Jehová lo espera, sino porque se merece que le demos lo mejor. Además, este análisis nos ha motivado a profundizar en nuestro estudio de la Biblia (lea Proverbios 2:1-5). Está claro que todos queremos que Jehová acepte nuestros sacrificios de alabanza. Por eso, preguntémonos: “¿Cómo son mis hábitos de estudio? ¿Estoy permitiendo que la televisión, los videojuegos, el deporte o los pasatiempos me impidan progresar?”. Si es así, meditemos en las palabras que el apóstol Pablo incluyó en su carta a los Hebreos.
15, 16. ¿Por qué fue Pablo tan directo con los cristianos hebreos?
15 Pablo fue muy directo cuando escribió a los hebreos (lea Hebreos 5:7, 11-14). Les dijo con toda franqueza que se habían hecho “embotados en su oír”, que les costaba mucho entender las enseñanzas profundas. ¿Por qué fue tan directo? Porque, al igual que Jehová, amaba a aquellos cristianos y le preocupaba que estuvieran tratando de sobrevivir a base de “leche”, o de un conocimiento superficial de las Escrituras. Aunque era importante que conocieran las doctrinas y enseñanzas básicas, si querían convertirse en cristianos maduros debían ingerir “alimento sólido”, es decir, profundizar en su estudio.
16 En vez de haberse convertido en maestros, seguían necesitando que alguien les enseñara. ¿La razón? No se habían nutrido con “alimento sólido”. ¿Y nosotros? ¿Cómo vemos las verdades profundas? ¿Nos esforzamos por entenderlas? ¿Dedicamos tiempo a orar y a estudiar la Biblia en profundidad? Si nos cuesta, ¿será porque nos hemos acostumbrado a estudiar solo por encima? Recordemos que nuestra labor no es únicamente predicar, sino enseñar y hacer discípulos (Mat. 28:19, 20).
17, 18. a) ¿Por qué deberíamos esforzarnos por estudiar las verdades profundas de la Biblia? b) ¿Cómo deberíamos ver el consumo de bebidas alcohólicas antes de las reuniones?
17 A muchos de nosotros no nos resulta fácil estudiar la Biblia, y Jehová no obliga a nadie a hacerlo. Aun así, sin importar el tiempo que llevemos en la verdad, todos debemos nutrirnos con alimento espiritual sólido, pues es imprescindible para mantenernos santos.
18 Para ser santos a la vista de Jehová, debemos examinar las Escrituras con cuidado y hacer lo que él nos pide. Volvamos al ejemplo de Nadab y Abihú, a quienes Jehová ejecutó por ofrecer “fuego ilegítimo”, quizás mientras estaban bajo los efectos del alcohol (Lev. 10:1, 2). Fijémonos en lo que Dios le mandó a su padre, Aarón, justo después de aquel incidente (lea Levítico 10:8-11). ¿Quiere decir esto que no debemos consumir bebidas alcohólicas antes de las reuniones cristianas? Reflexionemos en los siguientes puntos. Nosotros ya no tenemos que obedecer la Ley (Rom. 10:4). En algunos países, los hermanos toman bebidas alcohólicas con moderación durante las comidas antes de ir a las reuniones. En la Pascua se compartían cuatro copas de vino. Cuando Jesús instituyó la Conmemoración, les pidió a los apóstoles que bebieran del vino que representaba su sangre (Mat. 26:27). La Biblia condena beber en exceso y emborracharse (1 Cor. 6:10; 1 Tim. 3:8). Y, movidos por su conciencia, muchos hermanos tal vez decidan abstenerse por completo de alcohol antes de participar en cualquier faceta del servicio sagrado. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que las circunstancias no son las mismas en todos los países, y que lo importante es que distingamos “entre la cosa santa y la profana” para asegurarnos de agradar a Dios y de ser santos en todo lo que hacemos.
19. a) ¿Qué puede ayudarnos a sacarle el máximo provecho a la adoración en familia y al estudio personal? b) ¿Qué tenemos que hacer para ser santos?
19 Hay muchos tesoros espirituales que podemos descubrir si los buscamos con cuidado en la Palabra de Dios. La organización nos da numerosas ayudas para sacarle el máximo provecho a la adoración en familia y al estudio personal, ¿las estamos usando? Conozcamos mejor a Jehová y su propósito, y acerquémonos cada vez más a él (Sant. 4:8). Como el salmista, pidámosle: “Destapa mis ojos, para que mire las cosas maravillosas procedentes de tu ley” (Sal. 119:18). Obedezcamos siempre las normas de Jehová, “el Santo”, y participemos con entusiasmo en “la obra santa de las buenas nuevas” (1 Ped. 1:15; Rom. 15:16). Vivimos en tiempos difíciles, así que resolvámonos a ser santos en todo aspecto de la vida y a servir a Jehová como nuestro único Soberano.
a Vea el artículo “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 15 de mayo de 2002.