Diospa munayninta ruwananchikpaq huñunakuypi yanapawaqninchik qillqapa sapaq yachachikuyninkuna
7-13 ENERO
BIBLIAMANTA ASTAWAN YACHANAPAQ | HECHOS 21, 22
“Jehova Diospa munayninyá ruwasqa kachun”
“Efectúese la voluntad de Jehová”
15 Mientras Pablo se alojaba en casa de Felipe, llegó otro visitante muy respetado: el profeta Ágabo. Los presentes lo conocían bien y sabían que había vaticinado la hambruna que ocurrió durante el mandato del emperador Claudio (Hech. 11:27, 28). Por eso, es posible que se preguntaran: “¿A qué vendrá? ¿Qué mensaje traerá?”. No le quitaban ojo de encima. De pronto, vieron que le retiró a Pablo el “cinturón”, o “ceñidor” (Versión Moderna), que llevaba puesto. Se trataba de una faja que iba liada a la cintura y servía además para guardar monedas y otros artículos. Con esta larga banda de tela, Ágabo se amarró a sí mismo de pies y manos, y luego pronunció un mensaje impactante: “Así dice el espíritu santo: ‘Al varón a quien pertenece este cinturón los judíos lo atarán de esta manera en Jerusalén, y lo entregarán en manos de gente de las naciones’” (Hech. 21:11).
16 Aquella profecía confirmó que el apóstol iría a Jerusalén. También indicó que, por culpa de los judíos, terminaría “en manos de gente de las naciones”. La predicción conmocionó a todos los presentes. “Cuando oímos esto —señala Lucas—, nos pusimos a suplicarle, tanto nosotros como los de aquel lugar, que no subiera a Jerusalén. Entonces Pablo contestó: ‘¿Qué están haciendo al llorar y hacerme débil de corazón? Pueden estar seguros: estoy listo no solo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús’” (Hech. 21:12, 13).
“Efectúese la voluntad de Jehová”
17 ¡Imagínese la escena! Todos los hermanos, hasta el propio Lucas, le ruegan a Pablo que no siga con sus planes. Enternecido al observar su amor, su preocupación e incluso sus lágrimas, Pablo les dice: “[Me] están haciendo [...] débil de corazón”, o “¡Me parten el alma!” (Nueva Versión Internacional). Con todo, su decisión es tan firme como cuando había hablado con los hermanos de Tiro. No lo van a ablandar ni las súplicas ni el llanto. Más bien, les explica por qué debe proseguir hacia su destino. ¡Qué valentía y qué firmeza! Al igual que Jesús, se arma de valor para ir a Jerusalén (Heb. 12:2). No aspira al martirio, pero si tiene que sufrirlo, lo hará, ya que considera un honor morir como seguidor de Cristo.
“Efectúese la voluntad de Jehová”
18 ¿Cómo reaccionaron los hermanos? El relato indica que respondieron con sumo respeto: “Como no se dejaba disuadir, asentimos con las palabras: ‘Efectúese la voluntad de Jehová’” (Hech. 21:14). Habían tratado de convencerlo de que no fuera a Jerusalén, pero, aunque resultara difícil, no iban a insistir más. Lo escucharon y, reconociendo que tenía que hacerse la voluntad de Jehová, cedieron en sus pretensiones. El apóstol había emprendido un camino que lo llevaría a la muerte, y le sería más fácil si las personas que tanto lo querían no trataban de hacerlo cambiar de idea.
Ima yachachikuykunatam tariramunchik
“Oigan mi defensa”
10 Sin embargo, el apóstol no dejó de ser comprensivo con quienes preferían mantener ciertas costumbres del judaísmo, como el descanso laboral del sábado o la abstinencia de determinados alimentos (Rom. 14:1-6). Tampoco impuso reglas sobre la circuncisión; de hecho, se encargó de que Timoteo se sometiera a esa intervención para que los judíos no desconfiaran del muchacho, pues era de padre griego (Hech. 16:3). Consciente de que se trataba de una decisión personal, escribió a los gálatas: “Ni la circuncisión es de valor alguno, ni lo es la incircuncisión, sino la fe que opera mediante el amor” (Gál. 5:6). Con todo, había ocasiones en que sí era una falta de fe adherirse a esta práctica. ¿Cuándo? Cuando se hacía para sujetarse a la Ley o cuando se enseñaba que era indispensable para obtener la aprobación de Jehová.
11 Aunque aquellos rumores sobre Pablo eran una grave distorsión de la realidad, habían conseguido perturbar a los hermanos de origen judío. Por esta razón, los ancianos le dieron estas instrucciones al apóstol: “Tenemos cuatro varones que tienen sobre sí un voto. Toma a estos contigo y límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se les rape la cabeza. Y así sabrán todos que no son ciertos los rumores que se les contaron acerca de ti, sino que estás andando ordenadamente, tú mismo también guardando la Ley” (Hech. 21:23, 24).
12 Pablo pudiera haber protestado que la raíz del problema no eran los rumores sobre su persona, sino el celo por la Ley mosaica que manifestaban aquellos judeocristianos. Pero estaba dispuesto a ser flexible siempre que no tuviera que ir en contra de ningún principio divino. Hacía tiempo había escrito: “A los que están bajo ley me hice como bajo ley, aunque yo mismo no estoy bajo ley, para ganar a los que están bajo ley” (1 Cor. 9:20). En esta ocasión, él colaboró con los ancianos de Jerusalén y así llegó a estar “como bajo ley”. De este modo nos dejó un magnífico ejemplo que nos anima a cooperar con los superintendentes y a no insistir en que las cosas se hagan según nuestro criterio (Heb. 13:17).
nwtsty Hch 22:16 nisqanmanta aswan yachanapaq
Diosmi huchaykikunata pampachanqa Jesuspa sutinta rimasqaykirayku: O “lava tus pecados e invoca su nombre”. Lo que “lava” los pecados no es el agua del bautismo, sino invocar el nombre de Jesús, es decir, poner fe en él y demostrar esa fe con obras (Hch 10:43; Snt 2:14, 18).
14-20 ENERO
BIBLIAMANTA ASTAWAN YACHANAPAQ | HECHOS 23, 24
“Pablotam tumparqaku autoridadkunapa contranpi runakunata hatarichisqanmanta”
“¡Ten ánimo!”
5 El apoyo fue oportunísimo, pues al día siguiente más de cuarenta judíos “formaron una conspiración y se comprometieron con maldición, diciendo que ni comerían ni beberían hasta que [lo] hubieran matado”. Esta “conspiración juramentada” mostró lo decididos que estaban a asesinarlo. Creían que, en vista del juramento que habían hecho, caería sobre ellos una maldición si fracasaban (Hech. 23:12-15). El plan, que contaba con el visto bueno de los sacerdotes principales y los ancianos, era solicitar que lo llevaran de nuevo ante el Sanedrín para continuar el interrogatorio, con el pretexto de cerciorarse de algunos detalles referentes a su persona. Pero los conjurados estarían al acecho en el camino, listos para abalanzarse sobre él y matarlo.
6 Ahora bien, el sobrino del apóstol —cuyo nombre desconocemos— se enteró de la trampa y fue a avisar a su tío, quien a su vez lo envió al comandante Claudio Lisias (Hech. 23:16-22). ¡Qué muchacho tan valiente! Ciertamente, Jehová ama a los jóvenes intrépidos que anteponen los intereses del Reino y del pueblo de Dios a los suyos propios y hacen todo lo posible por promoverlos.
“¡Ten ánimo!”
10 Una vez en Cesarea, Pablo quedó “bajo guardia en el palacio pretoriano de Herodes”, a la espera de que llegaran de Jerusalén sus oponentes (Hech. 23:35). Cinco días más tarde se presentaron Ananías (el sumo sacerdote), un grupo de ancianos y Tértulo (el “orador”, o abogado, de la acusación). Este último comenzó alabando a Félix por sus obras a beneficio de los judíos, obviamente con la intención de adularlo y ganarse su favor. Luego entró en materia y describió al apóstol en estos términos: “Es un individuo pestilente [...] que promueve sediciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada, y es vanguardia de la secta de los nazarenos, uno que también trató de profanar el templo, y a quien prendimos”. Los demás judíos “tomaron parte en el ataque, afirmando que estas cosas eran así” (Hech. 24:5, 6, 9). Sin duda, los cargos de promotor de sediciones, cabecilla de una secta peligrosa y profanador del templo eran gravísimos y podían conducir a la pena de muerte.
“¡Ten ánimo!”
13 Este es un magnífico ejemplo que debemos imitar si alguna vez comparecemos ante las autoridades civiles por causa de nuestra fe y somos acusados falsamente de agitadores, sediciosos o adeptos de una “secta peligrosa”. Para empezar, al dirigirse al gobernador, Pablo no se anduvo con halagos ni zalamerías hipócritas, como hizo Tértulo. No obstante, mantuvo una actitud calmada y respetuosa. Además, presentó con tacto una defensa clara y fidedigna. Señaló que los “judíos del distrito de Asia” que lo habían acusado de contaminar el templo no habían acudido a juicio e insistió en su derecho legal a verlos cara a cara y oírles presentar los cargos en su contra (Hech. 24:18, 19).
14 Lo más destacado es que no se retuvo de dar testimonio de sus creencias. Con valor, reiteró su fe en la resurrección, la doctrina que suscitó tanto alboroto durante su comparecencia ante el Sanedrín (Hech. 23:6-10). ¿Por qué hizo hincapié en este punto? Porque su predicación giraba en torno a Jesús y al hecho de que había sido levantado de entre los muertos, algo que sus oponentes no aceptaban (Hech. 26:6-8, 22, 23). En efecto, la polémica se centraba en la resurrección, y más concretamente en la de Cristo.
Ima yachachikuykunatam tariramunchik
nwtsty Hch 23:6 nisqanmanta aswan yachanapaq
ñuqaqa kani fariseom: Algunos de los presentes conocían a Pablo (Hch 22:5). Cuando Pablo dijo que era hijo de fariseos, los fariseos del Sanedrín seguramente entendieron que Pablo estaba reconociendo que tenía los mismos antecedentes religiosos que ellos. Sabían que él era un cristiano entusiasta, así que no pensaron que quisiera engañarlos. En este contexto, podría entenderse que Pablo era fariseo en cierto sentido. Los saduceos no creían en la resurrección, pero Pablo y los fariseos sí. Al identificarse con los fariseos, el apóstol estableció con ellos un terreno común. Según parece, sacó a relucir este tema polémico porque quería que algunos miembros del Sanedrín se pusieran de su parte, y la estrategia le funcionó (Hch 23:7-9). Más tarde, se identificó de forma parecida cuando tuvo que defenderse ante el rey Agripa (Hch 26:5). Y de nuevo mencionó sus antecedentes fariseos cuando escribió a los cristianos de Filipos (Flp 3:5). También es interesante cómo se describe en Hechos 15:5 a otros cristianos que habían sido fariseos (vea la nota de estudio para Hch 15:5).
nwtsty Hch 15:5 nisqanmanta aswan yachanapaq
Fariseokunapa partidonpi kaqkunamanta wakin: Al parecer, se seguía identificando a algunos cristianos por sus antecedentes fariseos (vea la nota de estudio para Hch 23:6).
nwtsty Hch 24:24 nisqanmanta aswan yachanapaq
Drusila: Era la menor de las tres hijas de Herodes Agripa I, mencionado en Hechos 12:1. Nació alrededor del año 38 y era hermana de Agripa II y Berenice. El gobernador Félix fue su segundo esposo. Primero se casó con el rey sirio Aziz de Emesa y, alrededor del año 54, cuando tenía unos 16 años de edad, se divorció y se casó con Félix. Es posible que estuviera presente cuando Pablo habló ante Félix “sobre la justicia y el autodominio y el juicio venidero” (Hch 24:25). Cuando Festo ocupó el cargo de gobernador, Félix dejó a Pablo en prisión para “ganarse el favor de los judíos”. Algunos piensan que lo hizo para complacer a su joven esposa, que era judía (Hch 24:27).
21-27 ENERO
BIBLIAMANTA ASTAWAN YACHANAPAQ | HECHOS 25, 26
“Pablom Roma nacionta kamachiqña juzgananpaq mañakurqa”
“¡Apelo a César!”
6 Comprendiendo que los deseos de Festo de ganarse las simpatías de los judíos lo colocaban en peligro de muerte, Pablo invocó su derecho como ciudadano romano diciéndole: “Estoy de pie delante del tribunal de César, donde debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú también estás descubriendo bastante bien. [...] ¡Apelo a César!”. Por lo general, una vez hecha esta reclamación, no había vuelta atrás. Así lo admitió el propio gobernador: “A César has apelado; a César irás” (Hech. 25:10-12). Al exigir la revisión del caso en un foro más alto, el apóstol sentó un precedente para todos los cristianos. Si la autoridad “dicta injusticias en nombre de la ley” y ataca las buenas nuevas, nosotros las defendemos valiéndonos de los medios legales a nuestro alcance (Sal. 94:20, Nueva Biblia Española).
“¡Apelo a César!”
10 Con los debidos respetos, el apóstol agradeció al soberano la oportunidad de presentar su defensa ante él, reconociéndolo como entendido en las costumbres y polémicas del judaísmo. A continuación, comenzó a repasar su vida: “Conforme a la secta más estricta de nuestra forma de adoración yo viví fariseo” (Hech. 26:5). Cuando era miembro de esa escuela religiosa, Pablo aguardaba la venida del Mesías. Y ahora que era cristiano, no tenía reparos en identificar a Jesús con el Ungido anhelado por tantos siglos. Dijo que se encontraba en aquella audiencia porque —al igual que sus acusadores— estaba convencido de la realización de las promesas que Dios les había hecho a sus antepasados. Esta afirmación avivó aún más el interés de Agripa.
11 Recordando los atropellos que había perpetrado contra los cristianos, Pablo dijo: “Pensé dentro de mí que debía cometer muchos actos de oposición contra el nombre de Jesús el Nazareno; [...] estando sumamente enojado contra [sus seguidores], fui hasta el extremo de perseguirlos hasta en las ciudades de afuera” (Hech. 26:9-11). Y había muchos testigos de que el apóstol no estaba exagerando (Gál. 1:13, 23). Puede que Agripa se preguntara: “¿Por qué habrá cambiado tanto?”.
12 La respuesta vino en sus siguientes declaraciones: “Mientras viajaba a Damasco con autoridad y una comisión de parte de los sacerdotes principales, vi al mediodía en el camino, oh rey, una luz que fulguró desde el cielo en derredor de mí y de los que conmigo iban, y su resplandor sobrepasaba el del sol. Y cuando todos habíamos caído a tierra oí una voz que me decía en el lenguaje hebreo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo? Te resulta duro seguir dando coces contra los aguijones’. Pero yo dije: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y el Señor dijo: ‘Yo soy Jesús, a quien estás persiguiendo’” (Hech. 26:12-15).
13 Antes de producirse esta manifestación sobrenatural, Pablo había estado “dando coces contra los aguijones”. En otras palabras, había actuado igual que la bestia de carga que se lastima sin necesidad dando patadas contra el pincho de la vara con que es guiada. En efecto, había sufrido graves daños espirituales al resistirse a la voluntad de Dios. Pero en el camino de Damasco, Jesús se apareció a este hombre sincero, aunque mal orientado, y consiguió hacerle cambiar de actitud (Juan 16:1, 2).
14 ¡Y menudos cambios hizo! Dijo a Agripa: “No me hice desobediente a la vista celestial, sino que, tanto a los de Damasco, primeramente, como a los de Jerusalén, y por todo el país de Judea, y a las naciones, fui llevando el mensaje de que se arrepintieran y volvieran a Dios, e hicieran obras propias del arrepentimiento” (Hech. 26:19, 20). En realidad, llevaba años cumpliendo la comisión que había recibido de Cristo aquel mediodía. ¿Qué frutos había dado su predicación? Muchos habían abrazado la verdad, corregido sus vidas inmorales y deshonestas y buscado a Dios. De este modo se habían hecho buenos ciudadanos y promotores del respeto a la ley y el orden.
15 Pero a sus enemigos les tenían sin cuidado esos beneficios, y así lo indicó Pablo al decir: “Por estas cosas los judíos me prendieron en el templo e intentaron matarme. Sin embargo, porque he obtenido la ayuda que proviene de Dios, continúo hasta este día dando testimonio tanto a pequeño como a grande” (Hech. 26:21, 22).
16 Los cristianos hemos de estar “siempre listos para presentar una defensa” de nuestra fe (1 Ped. 3:15). Si tenemos que hablar de nuestras creencias ante jueces y políticos, debemos copiar el modelo que nos dejó el apóstol al dirigirse a Agripa y Festo. Es posible que les lleguemos al corazón si les explicamos que la verdad bíblica nos ha brindado una mejor calidad de vida tanto a nosotros como a nuestros oyentes.
“¡Apelo a César!”
18 Pero Pablo tenía una buena respuesta para el procurador: “No estoy volviéndome loco, excelentísimo Festo, sino que expreso dichos de verdad y de buen juicio. En realidad, el rey a quien hablo con franqueza de expresión bien sabe de estas cosas [...]. ¿Crees tú, rey Agripa, a los Profetas? Yo sé que crees”. El monarca le respondió: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano” (Hech. 26:25-28). Sea que lo dijera en serio o no, el testimonio de Pablo había calado hondo en él.
Ima yachachikuykunatam tariramunchik
nwtsty Hch 26:14 nisqanmanta aswan yachanapaq
ñawchi puntayuq kaspita haytakachaspam: Un aguijón es una vara terminada en punta que se usaba para hacer andar a los animales (Jue 3:31). La expresión dar coces contra los aguijones es un dicho que aparece en la literatura griega. Hace referencia al daño que se hacía un toro terco cuando se defendía de los pinchazos del aguijón dándole patadas. Antes de ser cristiano, Saulo estaba haciendo algo parecido: estaba exponiéndose a sufrir graves daños por perseguir a los discípulos de Cristo, que contaban con el apoyo de Jehová (compare con Hch 5:38, 39; 1Ti 1:13, 14). En Eclesiastés 12:11, se dice que los consejos de los sabios son como aguijones, porque motivan a las personas a seguir el camino correcto.
Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino
14 Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos que el monarca tenía del judaísmo, explicó que con su predicación realmente no estaba “diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían de efectuarse” en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hechos 26:22, 23). Entonces le preguntó directamente: “¿Crees tú, rey Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se derrumbaría. Pero si concordaba con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con él y se arriesgaría a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del corazón de Agripa? “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:27, 28). Aunque aquel rey no se convirtió al cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).
28 ENERO–3 FEBRERO
BIBLIAMANTA ASTAWAN YACHANAPAQ | HECHOS 27, 28
“Pablom Roma llaqtaman apasqa karqa”
“No se perderá ni un alma de entre ustedes”
15 Es muy posible que Pablo ya hubiera hablado con muchos de los embarcados sobre “la esperanza de la promesa que fue hecha por Dios” (Hech. 26:6; Col. 1:5). Pero ahora que parecía inevitable el naufragio, les dio buenas razones para confiar en una salvación más próxima: “Esta noche estuvo de pie cerca de mí un ángel [...], y dijo: ‘No temas, Pablo. Tienes que estar de pie ante César, y, ¡mira!, Dios te ha dado de gracia a todos los que navegan contigo’. Por lo tanto, estén alegres, varones; porque creo a Dios que será exactamente como se me ha dicho. Sin embargo, tenemos que ser echados en cierta isla” (Hech. 27:23-26).
“No se perderá ni un alma de entre ustedes”
18 Habían ido a parar a Malta, isla situada al sur de Sicilia (véase el recuadro de la página 209 “¿Cuál isla corresponde a Malta?”). Aunque sus habitantes hablaban una lengua diferente, trataron con “extraordinaria bondad humana” a los empapados y temblorosos náufragos (Hech. 28:2). De hecho, les hicieron una fogata que no solo les permitiría calentarse en ese día frío y lluvioso, sino ser testigos de un milagro.
“No se perderá ni un alma de entre ustedes”
21 En aquella región vivía un rico terrateniente llamado Publio, tal vez la principal autoridad romana de Malta. Al presentarlo, Lucas lo llama “el hombre prominente de la isla”, empleando el título exacto que ha aparecido en dos inscripciones locales. En fin, Publio hospedó a Pablo y sus compañeros durante tres días, a pesar de que tenía a su padre enfermo. Nuevamente, el cronista se expresa con exactitud al describir con detalle la dolencia: “estaba acostado, angustiado con fiebre y disentería”. El apóstol hizo una oración, colocó las manos sobre él y lo curó. Atónitos por el milagro, los lugareños le llevaron más enfermos para que los sanara, así como regalos para cubrir las necesidades de aquellos cristianos (Hech. 28:7-10).
“Dando testimonio cabal”
10 El cronista sigue explicando: “Cuando entramos en Roma, a Pablo se le permitió alojarse [en una casa, él] solo con el soldado que lo guardaba” (Hech. 28:16). Esta custodia menos estricta exigía que el preso estuviera atado por una cadena a su vigilante. Sin embargo, ninguna cadena podría acallar al celoso proclamador del Reino. De modo que, después de tomarse tres días nada más para recuperarse del viaje, mandó llamar a las figuras locales más destacadas del judaísmo a fin de presentarse y darles testimonio.
Ima yachachikuykunatam tariramunchik
nwtsty Hch 27:9 nisqanmanta aswan yachanapaq
ayuno punchawpas: O “el ayuno otoñal” (lit. “el ayuno”). La expresión griega que se traduce “el ayuno” se refiere al único ayuno que estipulaba la Ley mosaica, es decir, el ayuno del Día de Expiación anual, también llamado Yom Kipur (hebreo yohm hakkippurím, “día de los cubrimientos”) (Le 16:29-31; 23:26-32; Nú 29:7). Se cree que la expresión afligir el alma, que se usa en relación con el Día de Expiación, hacía referencia a varias formas de sacrificio, entre ellas, el ayuno (Le 16:29). El que en Hechos 27:9 se mencione “el ayuno” demuestra que ayunar era uno de los principales sacrificios que se hacían en el Día de Expiación, que se celebraba a finales de septiembre o principios de octubre.
nwtsty Hch 28:11 nisqanmanta aswan yachanapaq
Zeuspa churinkunapa: Según la mitología grecorromana, los “Hijos de Zeus” (griego Dióskouroi) eran Cástor y Pólux, los hijos gemelos de Zeus (Júpiter) y Lena, reina de Esparta. Entre otras cosas, se creía que eran los protectores de los marineros y que podían salvarlos de los peligros del mar. Este detalle sobre el mascarón de proa del barco es una prueba más de que el relato lo escribió un testigo ocular de los hechos.