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¡Despertad! 1972
g72 22/9 págs. 5-8

¿Cuán confiable es nuestro texto bíblico?

A PESAR de la rápida decadencia de las iglesias de la cristiandad, todavía hay demanda popular por la Biblia. Esto se refleja en el hecho de que casi no pasa un año sin que se publiquen nuevas traducciones de la Biblia. Algunas de éstas rápidamente alcanzan una tirada de cientos de miles de ejemplares y, en algunos casos, hasta de millones de ejemplares.

Pero alguien pudiera preguntar: ‘¿Por qué continuar publicando nuevas traducciones? En español tenemos la Versión Valera y la versión católica Torres Amat y otras traducciones que han existido por mucho tiempo. ¿Por qué necesitamos traducciones nuevas?’

El porqué de las traducciones nuevas

Hay muchas buenas razones para ellas, pero hay tres que son muy importantes. Primero, el lenguaje cambia constantemente. Esto hace que las traducciones más antiguas se hagan difíciles de entender, y a veces, hasta que se entienda equivocadamente lo que quieren decir.

Por ejemplo, la palabra inglesa para “costa” en tiempos antiguos no se refería solamente a la costa del mar. Significaba el borde o la frontera de un país. Así es que tanto la Versión Autorizada o del rey Jaime (inglesa) como la versión católica Douay (inglesa), publicadas por primera vez hace más de 360 años, dicen que el apóstol Pablo viajó por “las costas superiores” hacia Éfeso. (Hech. 19:1) Sin embargo, el registro bíblico muestra que Pablo viajó a Éfeso desde el “país de Galacia y de Frigia,” ¡un viaje que ni por asomo lo llevaría cerca de una costa marítima! (Hech. 18:23) Por esa razón The New American Bible, una moderna traducción católica de 1970, dice: “Pablo pasó por el interior del país y vino a Éfeso.”

Se podrían citar muchos ejemplos parecidos. Así, pues, el cambio en el significado de ciertas palabras con el transcurso de los años hace muy valiosa una traducción al día, moderna.

Una segunda razón para publicar nuevas traducciones de la Biblia es que en los últimos años se han encontrado muchos documentos manuscritos antiguos. Y estos documentos seglares suministran un mejor entendimiento de los idiomas originales —hebreo, arameo y griego— en los cuales se escribió la Biblia.

Hasta hace poco, se pensaba que muchas palabras de las Escrituras Griegas Cristianas eran, por decirlo así, palabras especiales de la Biblia. Pero ahora se han encontrado estas mismas palabras en la correspondencia común de tiempos bíblicos... en escrituras de compra y venta, documentos oficiales y hasta en recibos. El ver cómo se usaron estas palabras en los documentos seglares de aquella época ha sido en algunas circunstancias muy útil para lograr una traducción más precisa.

Una tercera razón importante para las nuevas traducciones de la Biblia es que continuamente se han estado descubriendo más manuscritos antiguos de la Biblia. Tan solo de las Escrituras Griegas Cristianas existen ahora más de 4.600 sobresalientes ejemplares manuscritos, completos o en porciones, en griego; además hay más de 8.000 ejemplares en latín y unos 1.000 en otros idiomas. De particular interés para los traductores modernos de la Biblia es el que se les hayan hecho accesibles los manuscritos conectados con tres importantes descubrimientos efectuados en los últimos cuarenta años.

El primero de estos descubrimientos fue una cantidad de manuscritos bíblicos del segundo hasta el cuarto siglo, escritos en papiro, que fueron adquiridos por el fallecido Sir Alfred Chester Beatty en 1930. Después, desde 1947 en adelante se hallaron más de 40.000 fragmentos de manuscritos en varias cuevas cerca del mar Muerto, y entre éstos están 100 manuscritos de la Biblia. Abarcan porciones de todos los libros de las Escrituras Hebreas con excepción de Ester. El más famoso de todos ellos es el Rollo del Mar Muerto “A” del libro de Isaías. Y un tercer descubrimiento reciente consiste en algunos papiros que se cree que son de cerca del 200 E.C. Estos fueron adquiridos por la Biblioteca Bodmer, de Ginebra, Suiza.

El valor de estos hallazgos no estriba en que sean radicalmente diferentes de los manuscritos que ya se poseen, de modo que indiquen que sea necesario hacer cambios básicos en el texto de la Biblia. Por el contrario, las diferencias son de poca importancia. Sin embargo, si usted fuera un entusiasta de Shakespeare, aun la alteración de una sola palabra en Hamlet sería de importancia para usted, aunque en realidad no cambiaría en lo más mínimo a los personajes, el argumento, o el desenlace. De igual manera, para un estudiante de la Biblia, el cambio de una sola palabra puede ser importante para entender el significado de un versículo de la Biblia, sin que por eso se altere ninguna doctrina o interpretación básica.

Sin embargo, esto puede suscitar esta pregunta en la mente de algunas personas: ‘¿Cómo puede un traductor de la Biblia, que desee utilizar todos estos descubrimientos de manuscritos, verificar cada versículo en los muchos diferentes manuscritos ahora disponibles? ¿No tomaría esto más que toda una vida de trabajo?’

Afortunadamente el traductor de la Biblia no tiene que verificar personalmente cada manuscrito. Eruditos especializados, hombres como B. F. Westcott y F. J. A. Hort, D. Eberhard Nestle y Rudolf Kittel, han comparado las características distintivas y las variaciones de cada manuscrito importante y han construido lo que ha recibido la designación de “textos,” en el idioma original. Los “textos” que ellos han preparado adoptan las mejores lecturas de todos los manuscritos disponibles. A menudo han alistado en las notas al pie de las páginas las letras claves y designaciones de los manuscritos y versiones que apoyan determinada lectura, seguido esto por detalles de todas las lecturas alternativas importantes. Estos eruditos no se ocupan en traducir la Biblia al español o a ningún otro idioma, sino que solo trabajan con el idioma original.

Entonces entra en la escena el traductor bíblico. Su trabajo consiste en verter ese texto original en el idioma que él desee. Él se guía por la evidencia recogida por los eruditos textuales.

Crítica textual

La crítica textual tiene que ver con el trabajo de los eruditos textuales de hacer el “texto” del idioma original en el cual se basarán los traductores de la Biblia. La obra de los críticos textuales a veces se llama “baja crítica” o “crítica inferior” para distinguirla de la “alta crítica” o “crítica superior.” Dado que su propósito es recobrar el texto original del escritor de la Biblia, es crítica constructiva más bien que crítica destructiva.

Como ejemplo del trabajo de los eruditos textuales, considere el versículo bíblico de 1 Timoteo 3:16. La Versión Valera dice así: “Dios ha sido manifestado en carne.” Sin embargo, la mayoría de las traducciones modernas dicen: “Quien fue manifestado en carne.” ¿A qué se debe la diferencia? ¿Y por qué reemplazaron a “Dios” por “Quien” los traductores modernos? Se debe a que los eruditos textuales han identificado la manera en que obviamente leía el texto original del escritor bíblico.

La contracción antigua para “Dios” estaba representada por la forma griega [Arte: carácter griego], mientras que las letras griegas que literalmente significaban “quien” en la escritura uncial, es decir, en la escritura con letras mayúsculas, eran OC. Uno puede ver lo fácil que sería convertir “quien” en el título “Dios” con simplemente poner una raya a través de “O” y una línea horizontal encima de ambas letras. Y esta es una alteración que se hizo en algunos manuscritos antiguos.

Los eruditos textuales han puesto de manifiesto esta alteración. Westcott y Hort muestran en sus Notes on Select Readings, que la alteración solo se encuentra en manuscritos escritos desde el fin del cuarto siglo E.C. en adelante. ¡Hasta en el famoso manuscrito Alejandrino del siglo quinto, en el Museo Británico, una investigación con el microscopio ha revelado que la raya y la línea horizontal fueron añadidas en una fecha muy posterior!

Los eruditos textuales también pueden identificar otras alteraciones o errores. Varios indicios les son de utilidad. Por ejemplo, la confusión entre letras que son muy parecidas, la omisión o la duplicación de frases debido a que la vista sigue el renglón equivocado, o la incorporación de un apunte marginal dentro del texto.

Cuidado meticuloso al copiar

La existencia de esos errores puede hacer que alguien pregunte: ‘¿Son comunes los errores o las variaciones en los manuscritos? ¿Cómo podemos estar seguros de que los manuscritos antiguos de la Biblia con los que trabajan los eruditos textuales son razonablemente exactos, en vista de que ningunos son originales hechos por los escritores mismos de la Biblia?’

Hay que reconocer que es fácil que se cuelen errores cuando se hacen repetidas copias de un escrito. Sin embargo, es muy importante tomar en cuenta la manera meticulosa en que los copistas verificaban y corregían las copias de las Escrituras.

Los escribas hebreos eran particularmente reverentes. Eran escrupulosamente cuidadosos al tratar el texto. Tenían sistemas de verificación, tales como contar el número de las letras en cada sección, hasta el número de veces que aparecía cierta letra. Ninguna palabra se escribía de memoria. Aun si el rey le hablaba al escriba mientras éste estaba escribiendo el nombre de Dios, Jehová, debía continuar como si el rey no estuviera presente. Completo ya el manuscrito, era verificado o examinado por correctores.

Los manuscritos copiados en griego dan evidencia del trabajo de corrección. Por ejemplo, esto puede verse en el famoso Códice Sinaítico, un manuscrito griego del cuarto siglo de la Versión de los Setenta. El corrector añadió en el margen superior un pasaje que por error había sido omitido en el capítulo trece de Primera a los Corintios. Entonces indicó con flechas el lugar donde el pasaje debió haber aparecido en el texto mismo.

Con relación a los efectos de este escrupuloso cuidado, el Dr. Hort declara: “El gran grueso de las palabras del Nuevo Testamento resalta sobre todos los procesos discriminadores de la crítica, porque está libre de variación, y solo necesita ser transcrito. Si las comparativas trivialidades . . . se apartan, las palabras que en nuestra opinión todavía están sujetas a duda difícilmente pueden llegar a más de una milésima parte de todo el Nuevo Testamento.”

El difunto erudito textual de la Biblia Sir Frederic Kenyon hizo la siguiente alentadora declaración en la introducción a sus siete tomos sobre los “Papiros Bíblicos Chester Beatty”: “La primera y más importante conclusión que se deriva del examen de éstos [los entonces recientemente descubiertos papiros del segundo al cuarto siglo] es la satisfactoria conclusión de que confirman la pureza esencial de los textos existentes. No hay muestra de ninguna variación llamativa o fundamental ni en el Viejo ni en el Nuevo Testamento. No hay importantes omisiones ni añadiduras de pasajes, ni ninguna variación que afecte hechos o doctrinas vitales. Las variaciones del texto afectan asuntos de poca importancia, tales como el orden de las palabras o las palabras precisas que se usaron.”

El recientemente descubierto Rollo del Mar Muerto “A” de Isaías, fechado como de alrededor del 100 a. de la E.C., hace patente que el cuidado al copiar fue eficaz hasta el punto de casi eliminar los errores. Este rollo es mil años más antiguo que el más antiguo manuscrito que existía del libro bíblico de Isaías en hebreo. Y sin embargo hay pocas diferencias entre las dos copias de Isaías, lo cual hizo que el profesor Millar Burrows dijera en su libro The Dead Sea Scrolls: “Es de maravillarse que a través de aproximadamente mil años el texto sufriera tan poca alteración.”

Sin embargo alguien quizás pregunte: ‘¿Cómo puede uno estar tan seguro de que los Rollos del Mar Muerto y otros manuscritos que se han hallado son tan antiguos? ¿Hay verdadera evidencia de que lo son?’

Sí, la hay. La paleografía, que tiene que ver con el estudio de escritos o escrituras de la antigüedad, ofrece evidencias notables. Los estilos de escritura varían de período en período, cambiando con la costumbre de la época, y también con el cambio del idioma a medida que pasan los años. A menudo se emplea la ciencia de la paleografía para asignar fechas a documentos escritos antiguos. Considere un ejemplo.

En el Rollo del Mar Muerto “A” de Isaías las letras hebreas vau y yod son de apariencia similar. Ese era el estilo alrededor de los siglos primero y segundo a. de la E.C., pero en épocas posteriores la letra yod fue notablemente más pequeña que la vau. Este es solamente un ejemplo de cómo un estudio del estilo de la escritura puede ayudar a fechar un manuscrito.

Por supuesto, existe la posibilidad de que alguien trate de falsificar un manuscrito antiguo, haciendo que todo parezca viejo. Y en el siglo diecinueve hubo una o dos personas que trataron de hacer eso. Uno fue Constantine Simonides. Pero fue descubierto por medio de cuidadoso trabajo de eruditos. Hoy día el uso de pruebas de carbono-14 para fechar, aunque no son concluyentes, también ayudarían a descubrir una falsificación. Sin embargo, el estudio cuidadoso todavía es el medio más valioso de determinar la edad de un manuscrito y poner al descubierto algún intento de fraude.

En la actualidad las fotografías de manuscritos antiguos hechas en microfilme o publicadas en facsímil ayudan a los eruditos en este trabajo. De esta manera los eruditos de todo el mundo pueden hacer un estudio minucioso de los manuscritos. Por lo tanto, la posibilidad de que una falsificación pase sin ser notada es muy remota. Sería mucho más fácil falsificar billetes de banco, puesto que eso solo requiere habilidad técnica, en vez de un conocimiento de paleografía.

Base para la confianza

Se puede ver, por lo tanto, que el estudio de los manuscritos antiguos es una verdadera ciencia que cada año se hace más exacta. Y cada nueva traducción de la Biblia, si edifica sobre toda la evidencia disponible con imparcialidad, se hace más refinada y exacta. Así, pues, la erudición suministra razones para confiar plenamente en que esencialmente la Biblia ha llegado hasta nosotros sin alteraciones.

Por supuesto, esto es lo que debería esperarse. Porque sin duda alguna el Dios Todopoderoso mismo tuvo que ver con que su Palabra fuera conservada con tanta fidelidad a través de todos estos años. De cualquier manera que uno lo mire, el hecho de que el texto de la Biblia es confiable está más allá de toda duda.

[Recuadro de la página 8]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

El estilo de las letras hebreas difirió en distintos períodos de la hechura de manuscritos. Estas diferencias ayudaron a los eruditos a fechar los manuscritos. Note las diferencias en estos dos ejemplos:

[Arte: caracteres hebreos]

Nombre Divino en el Rollo “A” de Isaías (c. 100 a. de la E.C.)

Nombre Divino en el Manuscrito fechado 895 E.C.

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