¿Son la policía o los tribunales la solución?
UNA cosa es saber que la violencia en el hogar está muy propagada, otra es evitar ser parte de ella. Una cosa es aprender algunas de las causas que están detrás de ella, otra es saber cómo enfrentarse a la violencia en el hogar o impedir que ocurra en el propio hogar de uno.
Las personas que no han vivido en un hogar violento quizás se apresuren a decir que la solución simplemente está en llamar la policía o, si es necesario, sencillamente en obtener un divorcio. ¿Pero es así de simple?
Muchas esposas (o esposos) maltratados a sabiendas optan por seguir con su cónyuge a pesar de la brutalidad de éste o ésta. ¿Por qué? En el caso de algunos esto se deje a los hijos, pues les parece que un hogar violento es mejor que un hogar roto. Otros temen perder a su socio en las relaciones sexuales o un compañero y tener que vivir el resto de su vida solos. El temor a la venganza subsiguiente detiene a algunos. Algunas esposas que son tratadas brutalmente continúan amando a sus esposos, animadas por la esperanza de que cambien. Y muchas permanecen cautivas debido a la preocupación de no poderse mantener.
Susana es un ejemplo de esto. Tenía 18 años de edad cuando se casó con Alejo. Poco después salió a la superficie el lado violento de él. “Era muy mandón conmigo,” relata ella. “No aceptaba crítica alguna, especialmente cuando bebía, lo cual era casi todas las noches. Esperaba que yo cocinara, limpiara, cuidara a los niños, tuviera relaciones sexuales con él, hiciera lo que él quisiera cuando él lo quisiera. En realidad era como vivir en la celda de una cárcel. . . . Me pegaba y me lastimaba si no le obedecía.” ¿Por qué no se marchaba? “En realidad lo quería. Pensé que cambiaría. . . . Más tarde, cuando por fin desperté y me di cuenta de que nunca cambiaría, no tenía lugar alguno adonde ir, no tenía dinero.”
A menudo las esposas golpeadas optan por llamar a la policía. Sin embargo, cuando la policía viene, por lo general lo más que puede hacer es detener la batalla actual. ¿Cómo pueden ellos, en 20 minutos más o menos, cambiar la situación básica del hogar? El próximo paso pudiera ser lograr que el tribunal emita una orden de protección o una garantía de paz. Muchas mujeres maltratadas amenazan con hacerlo, pero no llevan a cabo sus amenazas. Sin embargo, cuando esto sí se hace a veces tiende a hacer que un esposo violento vacile, pues se da cuenta de que ‘si le vuelvo a pegar, quizás me metan en la cárcel.’
Después de conseguir protección por alguno de estos medios (o a veces hasta sin tratar de conseguirlos) algunos cónyuges maltratados solicitan la separación legal o el divorcio. En un estudio efectuado en Cleveland, Ohio, 36 por ciento de las mujeres dijeron que el maltrato físico era la razón por la cual buscaban el divorcio. Sin embargo, la Sra. Eileen Mack, supervisora de libertad condicional para Tribunales de Familia de Nueva York comentó lo siguiente acerca de las parejas que tienen matrimonios violentos:
“El apresurar a la gente a ir al tribunal, es perjudicarla. La solución no yace en romper las familias, sino hacer que ambos se presenten y consideren el asunto.”
Además, ¿qué hay en cuanto al cónyuge cristiano que es golpeado, y que no obstante sabe que la Palabra de Dios no recomienda el divorcio? Jesús dijo que la única base para el divorcio que le da a uno libertad bíblica para volverse a casar es la fornicación (adulterio) de parte del cónyuge. (Mat. 19:9; Mal. 2:10-16) Y el apóstol Pablo instó a los cristianos a permanecer con sus cónyuges incrédulos con la esperanza de salvarlos.—1 Cor. 7:12-16.
Este consejo puede considerarse a la luz del hecho de que Dios claramente desaprueba la brutalidad y la ira cruel. “A cualquiera que ama la violencia,” dice Salmo 11:5, “ciertamente lo odia Su alma.” La Biblia dice que las contiendas, los enojos y las altercaciones son “obras de la carne” que lo pueden excluir a uno del reino de Dios.—Gál. 5:19-21; Mat. 5:22.
Se comprende, pues, por qué Pablo escribió: “La mujer que tiene esposo incrédulo, y sin embargo él está de acuerdo en morar con ella, no deje a su esposo.” (1 Cor. 7:13) Las esposas se han preguntado: ‘¿Da prueba el esposo que maltrata violentamente a su esposa de que está “de acuerdo” en vivir con ella?’ Algunas víctimas cristianas han concluido que no. Y han dado los pasos para buscar protección por medio de una separación legal o un divorcio aunque saben que no tienen libertad bíblica para volverse a casar.
¿Otra selección?
Como hemos hecho notar, algunos cónyuges maltratados creen que tienen razones que los obligan a tratar de permanecer con sus cónyuges. En particular cuando hay niños menores, algunas esposas cristianas que tienen esposos incrédulos violentos han vacilado en buscar una separación legal o divorcio. Se han preocupado con retener la oportunidad que tienen de enseñar a los hijos las verdades bíblicas dadoras de vida. De modo que surge la pregunta válida: ¿Hay algún otro modo de enfrentarse a la violencia en el hogar? Esa también pudiera ser la pregunta en cualquier matrimonio en que ambos cónyuges han sido culpables de estallidos de violencia. ¿Es posible hacer cambios y vencer la violencia?