“¡Por favor, Juanito, no llores!”
Así suplicaba una joven madre que trataba en vano de acallar a su bebé. Lo mecía, lo alimentaba, lo acariciaba, lo meneaba y trataba de tranquilizarlo, sin mucho éxito. Juanito seguía llorando y gritando.
EL PRIMER llanto del bebé es música a los oídos de la madre. Pero el llanto constante de un bebé, como el sonido de una sirena, ha sacado de quicio a algunas madres. Como lo expresó un médico: “El llanto de un nene [...] puede reducir al adulto más competente a un estado frenético de impotencia”. Exhaustas por haber dado a luz, con los nervios destrozados por tener que levantarse a medianoche para alimentar al bebé y cambiarlo continuamente de pañal, a algunas madres se les hace difícil responder compasivamente cuando el bebé llora.
Sin embargo, por siglos las madres se han encarado con éxito al llanto del bebé. ¡Usted también puede hacerlo! Aunque no ofrecemos ninguna solución “mágica”, de seguro usted puede beneficiarse del consejo de algunos padres, la ciencia médica y la Biblia.
¡Los bebés también son personas!
En primer lugar, tenemos que salir de un error común: que el bebé es solo un pedacito de barro moldeable falto de individualidad... un objeto, un juguete. Más bien, él es un ser humano vivo, que respira y tiene verdaderas necesidades. Generalmente, el infante está alerta, es sensible y tiene una personalidad única, aunque imperfecta. A pesar de que es difícil concebir que un bebé indefenso sea pecador, la Biblia, de manera realista, muestra que “la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud”. (Génesis 8:21) Esto nos ayuda a comprender que, aunque lindos y encantadores, los niños pueden engañar, enfurecerse y encelarse... ¡características de la humanidad imperfecta!
Es probable que en la mente del niño estén ocurriendo muchas cosas a medida que evalúa el mundo que lo rodea y reacciona a sus propios sentimientos. El bebé quiere comunicarse y, en efecto, dice: “¡Aquí estoy! ¡Préstenme atención!”. ¿Cómo lo hace? ¿Discutiendo calmadamente? No, el bebé solo puede llorar... a menudo a todo pulmón.
Forjando un vínculo
“Cuando vi por primera vez a mi bebé, me encariñé con él. Fue simplemente la manera como se veía. ¡Era tan hermoso!” Así se refiere una madre de tres hijos a lo que los médicos llaman “vínculo”: el apego emocional mutuo entre la madre y el bebé. ¿Es importante que la madre y el bebé se “encariñen”? Sí, pues este vínculo ayuda a la madre a ser sensible a las necesidades del bebé y a adaptarse a ellas. “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho de modo que no le tenga piedad al hijo de su vientre?”, preguntó el profeta Isaías.—Isaías 49:15.
Parece que este vínculo comienza a formarse aun durante la preñez, cuando la mujer encinta siente que un ser vivo va creciendo dentro de ella. Y cuando se permite que la madre y el niño permanezcan juntos después del alumbramiento, parece que este vínculo se fortalece grandemente. Ahora en muchos hospitales se permite dicho contacto, en vista de los estudios que afirman que los resultados son duraderos: “Los nenes lloran menos, crecen más rápido, son más afectuosos, y la madre tiene más confianza en sí misma”, para mencionar algunos de ellos.
El apóstol Pablo notó cómo una “madre que cría acaricia a sus propios hijos”. (1 Tesalonicenses 2:7) Este acto tierno de criar va más allá del dar alimento nutritivo al bebé. Bárbara, madre de cinco hijos, afirma: “El amamantar al bebé hace que una se sienta más apegada a éste. Sentía afecto por los bebés que alimenté con biberón, pero hay un sentimiento distinto cuando una amamanta. ¡Muchos médicos concuerdan entusiásticamente con esto!
Por natural que parezca este vínculo, no es algo automático, sino que se puede fortalecer o debilitar. Puede que requiera tiempo y esfuerzo antes que su bebé responda a los cuidados de usted, sea que lo amamante o lo alimente con biberón, que haya nacido mediante un método “natural” o con anestesia. Pero, a la larga, vale la pena el esfuerzo.
Pero ¿qué está tratando de decir él?
La Biblia condena el poner oídos sordos al clamor del indefenso, ¡y usualmente un bebé no permitirá que se le pase por alto! (Proverbios 21:13, La Biblia al Día) Llorará hasta que se le consuele o esté demasiado agotado para seguir llorando. Una madre confesó: “Simplemente destruye a una oír al bebito llorar”. Ese deseo instintivo de reaccionar al llanto del bebé y consolarlo pone la base para establecer buena comunicación. La revista Redbook declaró: “Los bebés cuyas madres reaccionan así con regularidad se acostumbran a que les entiendan sus señales. Esto despierta en ellos el deseo de comunicarse más”. Con el tiempo el bebé aprende a hablar. Pero por ahora el llanto debe bastar. ¡Escuche! ¿Qué está tratando de decir? ¡Los estudios indican que las madres que se han adaptado a su bebé pueden imaginarse con sorprendente exactitud qué es lo que le causa incomodidad al bebé!
¿Qué pudiera estar causándole molestia a su bebé recién nacido? Los niños tienen el deseo vehemente de beber leche, y posiblemente su niño tenga hambre. La leche de la madre, el biberón o hasta el chupete pudiera calmarlo. Como los hijos del patriarca Jacob, su bebé es muy ‘delicado’ y pudiera llorar simplemente porque está cansado. (Génesis 33:13, 14) ¿Tiene su hijo fiebre u otros síntomas de enfermedad? O ¿pudiera ser que el pañal mojado le cause molestia? Las posibilidades son numerosas.
Su bebé también tiene necesidades emocionales. Usted necesita amor y seguridad, ¿no es cierto? Los bebés necesitan amor y seguridad más allá de lo ordinario. ¿Cómo puede usted satisfacer estas necesidades? ¡Por medio del sentido del tacto!... sosteniendo, acariciando y haciéndole cosquillas a su bebé. La Dra. Eleanor Hamilton dice: “El bebé que llora por contacto corporal está clamando que se satisfaga una necesidad que es tan esencial como la de alimentarlo, cambiarle el pañal y ponerlo a eructar”. El privarlo de este contacto esencial es “el equivalente de condenar al bebé a una celda aislada”.
Los bebés necesitan sentirse seguros. El médico Lucas menciona que la madre de Jesús utilizó el siguiente método antiguo para consolar a su bebé recién nacido: “Lo envolvió con bandas de tela”. (Lucas 2:7) El “momificar” al bebé pudiera parecerle extraño, pero esta práctica encierra sabiduría. Una publicación sobre el cuidado del niño aconseja: “Algunos bebés recién nacidos que están tensos se sosiegan y se les hace más fácil dormir [...] si se les envuelve con una manta ligera o un paño. Parece que esto evita que algún sobresalto o los movimientos casuales de brazos y piernas lo despierten. Se debe envolver al bebé con bastante firmeza, pues parece que, en vez de sosegarse, el bebé se irrita si la manta está un poco suelta”. Tanto si el llanto es por comida o una súplica para que se le acaricie con ternura, el llanto del bebé tiene significado, y por tanteo una aprende a “estar en sintonía” con el infante.
Arreglándoselas con los cólicos
Dwan dice: “Mi primer hijo era el bebé ‘perfecto’. ¡Pero mi segundo hijo lloraba —de hecho, gritaba— casi continuamente por tres meses!”. ¿Cuáles fueron los efectos? “El bebé absorbió toda mi atención. Me aislé y apenas me comunicaba con otras personas. No soy una persona nerviosa, pero esta situación afectó seriamente mi sistema nervioso y contraje colitis.”
¿Un bebé “malo”? No. El lloraba porque realmente sentía dolor. El sistema digestivo de un recién nacido es inmaduro, y algunos niños experimentan fuertes dolores de estómago y en los intestinos. Esta condición se conoce comúnmente como cólicos. ¿Cómo se curan éstos? El Dr. Benjamin Spock admite: “Desafortunadamente, todavía no hay manera eficaz ni segura de aliviar los cólicos”. La única cura verdadera que hasta ahora conocen los médicos es el pasar del tiempo... usualmente dos o tres meses. Mientras tanto uno pudiera estar sentenciado a lamento continuo.
¿O es usted quien tiene problemas? T. Berry Brazelton, doctor en medicina, ha hecho que algunos padres registren el tiempo que en realidad ha estado llorando el bebé y dice que, “aunque a los padres les parece que el bebé ha estado llorando todo el día y toda la noche, la verdad es que el tiempo total que ha estado llorando el bebé es de unas dos horas al día”. Puesto que aparentemente los bebés parecen ser sensibles a las tensiones de sus padres, “mientras más frenéticos eran los esfuerzos de la madre por aquietarlo, más lloraba el bebé”.
Por eso usted tiene que calmarse y tomar medidas razonables que consuelen al bebé. El dar masajes al estómago del niño, el mecerlo, el amamantarlo, el darle el chupete, el envolverlo en una frazada, el hablarle suavemente o hasta el cantarle pudiera sosegarlo. Quizás no por mucho tiempo, pero usted logra algo muy importante: Le asegura al bebé que lo ama y puede evitarle posibles cicatrices emocionales.
Por ejemplo, Seth es un muchachito de seis años de edad que es inteligente, sereno y alegre. Uno apenas creería que pasó las primeras semanas de su vida gritando. Pero su madre, Janice, recuerda que estaba “agotada por la frustración”. Su esposo añade: “Uno se levantaba, tomaba en brazos al bebé y trataba de alimentarlo. Sin importar qué uno hiciera, él seguía llorando. El pasar por una situación como ésa fue muy exasperante, ¡y confieso que a veces me sentía con ganas de tirarlo al suelo!”. ¿Cómo mantuvieron su juicio? Mediante la cooperación. Janice dice: “Bruce verdaderamente me brindó su lealtad y apoyo”. Sí, él también se levantaba para consolar al bebé. Además, ambos reconocieron sus limitaciones: “A veces la única manera de obtener alivio era hacer primero lo que pudiéramos para consolar al bebé y entonces lo acostábamos y lo dejábamos llorar. Nos sentíamos culpables y egoístas al hacerlo. Pero para dominarnos a veces teníamos simplemente que ‘soportarlo’. También seguíamos recordándonos que eso cesaría con el tiempo”.
Dwan, a quien mencionamos antes, también aconseja: “Haga que su esposo y amistades estén al tanto del problema. Una vez que ellos se enteran, a menudo están más que dispuestos a ayudar. También esté consciente de sus propias necesidades emocionales”. Quizás un breve descanso de sus responsabilidades como madre, por medio de una niñera, le ayude a restaurar sus nervios. También es importante que usted no descuide sus necesidades espirituales. (Mateo 5:3) Janice dice: “En realidad creo que Jehová es muy compasivo con las nuevas madres y las ayuda si sencillamente acuden a él”.—Vea Salmo 55:22.
Malcriando y “desmalcriando”
Aunque el amor y la atención parecen ser vitales para el bienestar emocional del bebé, algunos bebés siguen reclamando la atención de sus padres aun después de haber calmado el hambre o el dolor. Muchos médicos concuerdan en que es difícil malcriar a un bebé recién nacido. Pero los bebés de más edad pueden convertirse en tiranos y exigir toda la atención de sus padres.
Un ejemplo típico es el caso de un niñito al que, según su madre, Carmen, “le da una rabieta y empieza a gritar si no se le da lo que desea”. ¿Cuál es la solución? “Lo tuvimos que disciplinar. El sabía que cada vez que se portara mal, le daríamos una nalgada.” Aunque a algunas personas les horroriza la idea de castigar a un bebé, Carmen sabe que la Biblia anima a los padres a entrenar y disciplinar a los hijos. (Efesios 6:4; Proverbios 23:13) Esto puede significar que de vez en cuando ella tenga que pegarle a su hijo. Pero Carmen dice: “Si una le pega, poco después viene directamente donde una y la abraza”. Por eso, aunque la atención y el amor contribuyen al desarrollo del niño, añada a esto la debida disciplina amorosa.
El niño disciplinado está mucho mejor equipado para “salir al público”. Puede que la primera vez que usted vaya con su bebé a un restaurante o un centro comercial la ocasión se convierta en una pesadilla si éste no está entrenado. Los cristianos también tienen la obligación de entrenar a sus hijos a fin de que participen en la adoración, puesto que la Biblia no sólo dice que los adultos se congreguen, sino también los “pequeñuelos”. (Deuteronomio 31:12) Es cierto que el bebé quizás le haga sentirse algo avergonzada cuando, de vez en cuando, comience a llorar en público. Pero usualmente la gente es comprensiva y tolerante. Y una madre que no halla la salida agradece el que alguien bondadosamente le diga: “¿Puedo ayudarla?”, y le permita descansar unos minutos.
“De la boca de los pequeñuelos”
Se espera que ahora no parezca tan terrible la tarea de mantener callado al bebé. Por supuesto, el bebé seguirá expresándose; es algo natural en él. Así que relájese y disfrute de su bebé. Llegue a conocerlo. El ser padre o madre es una tarea de tiempo completo.
Aunque puede que “de la boca de los pequeñuelos” se escuchen llantos y gritos, no olvide que con entrenamiento amoroso se puede escuchar “alabanza” de esas mismas boquitas. (Mateo 21:16) Los niños son un testimonio maravilloso del amor y la sabiduría de Jehová, y son uno de los dones más excelentes procedentes de El. Su bebé le hará rabiar de frustración y desternillarse de la risa; le agotará emocionalmente, pero después le dará mucho ánimo. De modo que siga alimentando, consolando y, sobre todo, amando a su bebé. Tal vez decida quedarse callado por un rato.
[Comentario en la página 18]
“El amamantar al bebé hace que una se sienta más apegada a éste”
[Comentario en la página 19]
“Seguíamos recordándonos que eso cesaría con el tiempo”
[Comentario en la página 20]
La atención y el amor contribuyen al desarrollo del niño
[Ilustración en la página 20]
“Si una le pega, poco después viene directamente donde una y la abraza”