Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo llevarme bien con mi maestro?
“UN BUEN maestro —dice Barbara Mayer, maestra de escuela secundaria—, puede desafiarte a que te esfuerces por hallar talentos y habilidades que nunca te imaginabas tener, y puede convertirse en guía y hasta en amigo que te entiende y realmente desea lo mejor para ti.”
Por otro lado, un maestro también puede ser lo que el escritor Theodore Clark llamó “un objeto de temor y ansiedad”. Clark explica: “Los maestros de escuela son muy poderosos. Pueden calificar a los estudiantes, avergonzarlos, humillarlos y crear ansiedad a voluntad”. Dichosamente, la mayoría de los maestros se preocupan genuinamente por sus estudiantes y son razonablemente justos. No obstante, hay algunos maestros que a veces pueden ser severos, irrazonables e injustos. Tales maestros pueden hacerte difícil la vida.
Un artículo que se publicó anteriormente nos ayudó a comprender que los maestros se enfrentan a presiones y problemas singulares que a veces pueden afectar su comportamiento en la clasea. Pero ¿qué hay si parece que un maestro repetidas veces te hace blanco de sus mofas o te da calificaciones que a ti te parecen más bajas de lo que mereces?
La regla áurea en la clase
The Family Handbook of Adolescence comenta: “Los estudiantes que [...] por medio de su comportamiento parecen menospreciar las creencias de los maestros usualmente son menospreciados a cambio”. Sí, ¡a menudo son los estudiantes quienes moldean al maestro hostil!
Considera los efectos de las bromas crueles en la clase. El libro Listen to Us! relata el castigo cruel y poco común que a veces se inflige a los maestros suplentes, lo cual da una idea de cuán sádicos pueden ser los estudiantes. “¿Sabe usted lo que experimentan los [suplentes]?”, pregunta Valerie, de 13 años de edad. Para contestar su propia pregunta, habla de “la tortura, el tormento”, al que los muchachos hoy día someten a los maestros suplentes.
Valerie no está exagerando. Roland Betts dice: “Los alumnos acosan despiadadamente a los maestros suplentes, a menudo hasta les causan una depresión nerviosa”. Seguros de que pueden obrar impunemente, los estudiantes se deleitan en sufrir repentinos ataques de torpeza... al unísono dejan caer los libros o lápices al piso. O quizás traten de frustrar al maestro haciéndose los tontos y fingiendo que no pueden entender ni una palabra de lo que él dice. “Saboteamos por diversión”, explica el joven Bobby.
Sin embargo, si te dedicas a sembrar actos de crueldad en el salón de clases, no te sorprendas si siegas un maestro hostil y malo. (Compara con Gálatas 6:7.) “Uno de los principios básicos de la naturaleza humana —explica The Family Handbook of Adolescence— es que las personas tratan a otras como creen que ellas mismas están siendo tratadas.”
Además, a los maestros se les ha colocado apropiadamente en una posición de autoridad para tu beneficio. Y les debes respeto, aunque no siempre ejerzan su autoridad de manera justa. (Compara con Lucas 6:40.) Pero considera lo siguiente: Si el trato irrespetuoso puede sacar a relucir las peores cualidades de un maestro, ¿no pudiera sacar a relucir sus mejores cualidades el trato respetuoso?
Por eso, recuerda la regla áurea: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. (Mateo 7:12.) Por eso niégate a participar en las travesuras que los alumnos hagan en la clase. Presta atención a lo que diga el maestro. Sé cooperador. Quizás, con el tiempo, la actitud de él sea menos hostil... al menos con relación a ti.
‘No le caigo bien a mi maestro’
Los autores del libro Options admiten “que los maestros —y los padres— son humanos, y, de vez en cuando, son propensos a cometer errores y a tener aversión a cierto estudiante simplemente por razones emocionales”. A veces un choque de personalidades causa el problema. O algún tipo de malentendido enemista a tu maestro contigo; confunde la curiosidad con rebelión, o un leve capricho con tontedad.
Lamentablemente, la gente todavía tiende a ser como los corintios de la antigüedad, quienes evaluaban las cosas “según su valor aparente”. (2 Corintios 10:7.) Y si un maestro te tiene antipatía, tal vez se sienta inclinado a avergonzarte o humillarte. Como resultado de esto, se entiende que tal vez surja un sentimiento mutuo de animosidad.
Cómo mantener la paz
El consejo de la Biblia es: “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres”. (Romanos 12:17, 18.) En otras palabras, trata de no contrariar a tu maestro. Evita las confrontaciones innecesarias. No des a tu maestro causa legítima de queja. De hecho, trata de ser amigable. ‘¿Amigable? ¿Con él?’, puede que te preguntes. Sí, despliega buenos modales saludando respetuosamente a tu maestro cuando llegues al salón de clases. Si persistes en tratarlo con cortesía, muy bien pudiera ser que él cambie la opinión que tiene de ti. (Compara con Romanos 12:20, 21.)
Joyce Vedral, maestra de escuela secundaria, recuerda: “Cierto día yo estaba de muy mal humor. Regañaba a todos por la más mínima falta. Finalmente grité a un alumno que no había abierto su libro. Estaba a punto de amenazarlo con bajar su calificación, cuando, de repente, me detuve, desarmada por la sonrisa grande y hermosa que él tenía en el rostro. Se sonrió conmigo y siguió sonriéndose, y, mirándome el rostro tenso y sombrío, dijo: ‘Estemos felices’. No tuve más remedio que sonreírme también. Dentro de poco todos en clase tenían una sonrisa y estaban riéndose”.
Es cierto que no todos pueden salirse de una situación difícil con una sonrisa. Pero Eclesiastés 10:4 sí aconseja: “Si el espíritu de un gobernante [o una persona en un puesto de autoridad] se levantare contra ti [castigándote], no dejes tu propio lugar, porque la calma misma templa grandes pecados”. Recuerda, también, que “una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia”. (Proverbios 15:1.)
‘Merecía una mejor calificación’
Si la situación no mejora, trata de considerar a fondo el problema con tu maestro. Puede que no sea fácil hacerlo. No obstante, la Biblia dice cómo abordó Natán la difícil tarea de poner al descubierto una falta grave que había cometido el rey David. Natán no irrumpió en el palacio lanzando acusaciones. Abordó a David con tacto y usó una ilustración que permitió que David mismo llegara a las conclusiones correctas. (2 Samuel 12:1-7.)
Tú también pudieras abordar humilde y calmadamente a tu maestro si crees que se ha cometido alguna injusticia... como la de haberte dado una calificación injusta. Bruce Weber, ex maestro, nos recuerda: “La rebelión por parte del alumno provoca obstinación en el maestro. Si vociferas y te encolerizas o alegas que se ha cometido una injusticia crasa contra ti y juras vengarte, no conseguirás nada” (Revista Seventeen).
Trata de abordar la situación de un modo que sea más propio de un adulto. Quizás pudieras empezar por pedir a tu maestro que te ayude a entender su sistema de calificaciones. Luego, dice Weber, puedes “tratar de probar que has sido víctima de un descuido o una equivocación más bien que de falta de buen juicio. Usa el mismo sistema de calificaciones de tu maestro; muéstrale dónde ves que se ha cometido un error con relación a la calificación que has recibido”. Por lo menos estás aprendiendo a negociar cuestiones difíciles. Tu madurez pudiera dejar una impresión positiva en tu maestro.
Informa a tus padres del asunto
Pero a veces el meramente hablar resulta infructuoso. Considera la experiencia de Susan. Como estudiante de honor, a ella le chocó que uno de sus maestros empezara a darle malas calificaciones. ¿Cuál era el problema? Susan era testigo de Jehová, y su maestra casi admitió que a ella no le gustaba Susan por eso. “Me sentía muy frustrada —dice Susan—, y no sabía qué hacer.”
El libro Options recomienda que en situaciones como esta “abordes a tus padres y les digas que parece que el maestro en cuestión realmente te tiene antipatía, que hace todo lo posible por castigarte o hacerte blanco de mofas o censuras”. Eso fue lo que Susan hizo. “Me armé de valor —recuerda ella—, y hablé con mi madre [quien no tiene esposo] sobre esta maestra. Al principio creía que ella no me iba a entender. Pero ella dijo: ‘Bueno, quizás yo pueda hablar con tu maestra’. Y durante una visita a la escuela fue a preguntar a mi maestra cuál era el problema. Yo creía que mi madre se iba a enfadar mucho, pero no fue así. Solo habló calmadamente con ella.” La maestra se dio cuenta de que Susan contaba con el respaldo de su madre, e hizo arreglos para que Susan tuviera otra maestra.
Hay que admitir que no todas las situaciones complicadas que surgen terminan de manera tan feliz. A veces uno simplemente tiene que aguantar una situación difícil. Pero un período académico no dura para siempre. Y si puedes coexistir pacíficamente con tu maestro durante ese período académico, siempre puedes esperar que el próximo año comenzarás de nuevo, quizás con otros condiscípulos... y hasta otro maestro con el cual aprender a llevarte bien.
[Nota a pie de página]
a Ve el artículo “¿Por qué es tan injusto mi maestro?”, que se publicó en el número del 22 de agosto de 1985 de ¡Despertad!
[Comentario en la página 12]
Si el trato irrespetuoso puede sacar a relucir las peores cualidades de un maestro, ¿no sacará a relucir sus mejores cualidades el trato respetuoso?
[Ilustración en la página 13]
Si te parece que se ha cometido una injusticia contra ti, aborda respetuosamente a tu maestro