La búsqueda de la longevidad
EL AFÁN por prolongar la vida es casi tan antiguo como la vida misma. Por lo tanto, no es de sorprender que tanto en la historia antigua como en la moderna abunden relatos y leyendas de personas que buscaban el secreto de la longevidad.
Por ejemplo, la historia romántica podría hacernos creer que cuando en 1513 el conquistador español Juan Ponce de León viajó hacia el norte desde Puerto Rico, lo que buscaba era la fuente de la eterna juventud. Sin embargo, contemporáneos suyos dijeron que el propósito de su viaje era conseguir esclavos y nuevas tierras. Él no descubrió una fuente que devolviese la juventud, sino lo que hoy día se conoce como Florida. Aun así, la leyenda persiste.
Si nos remontáramos más en el pasado, encontraríamos la epopeya acadia de Gilgamés, registrada en unas tablillas de barro que datan de antes del siglo XVIII a. E.C. Esta epopeya explica que después del fallecimiento de su amigo Enkidu, a Gilgamés llegó a obsesionarle el temor a la muerte. El poema habla de sus viajes y de sus arduos, aunque infructuosos, esfuerzos por alcanzar la inmortalidad.
Más recientemente, en 1933, en su novela Lost Horizon (Horizontes perdidos), James Hilton describió un país imaginario llamado Shangri-la, cuyos habitantes gozaban de una vida casi perfecta y muy larga en alrededores paradisiacos.
Incluso hoy día hay quienes se dedican a la búsqueda de métodos poco corrientes y hasta exóticos que prometen una vida mejor y más larga. No obstante, otros abordan el tema de manera más pragmática. Adoptan rigurosas medidas sanitarias o se someten a estrictos programas de ejercicios y dietas. Tienen la esperanza de que esto les ayude a aparentar más jóvenes y a sentirse mejor.
Todo esto subraya el deseo de todo ser humano de vivir una vida más larga y más feliz.
El enfoque científico
El estudio del envejecimiento y los problemas de las personas de edad avanzada se ha convertido en una ciencia seria. Científicos de renombre opinan que están a punto de descubrir la causa del envejecimiento. Hay quienes creen que está programado en los genes, otros opinan que es el resultado acumulado de enfermedades que estropean el organismo y de sustancias nocivas producidas por el metabolismo, y aún otros lo atribuyen a las hormonas o al sistema inmunológico. Los científicos piensan que si se pudiese aislar la causa del envejecimiento, cabría la posibilidad de eliminarlo.
En la búsqueda de la inmortalidad, la línea divisoria entre la ciencia y la ciencia-ficción es cada vez más difícil de distinguir. Un ejemplo de ello es la clonación. Lo que se propone es clonar o reproducir un cuerpo idéntico al de una persona mediante la manipulación celular y genética. Entonces, a medida que las partes del organismo enfermen o fallen, puede tomarse un órgano nuevo del clon y trasplantarlo, de manera muy parecida a como se reemplaza una pieza estropeada de un automóvil por una nueva de repuesto. Algunos científicos afirman que, en teoría, lo que se podría hacer mediante la clonación, no tiene límite.
Al llevar los asuntos un poco más lejos, se ha investigado un proceso llamado criogenización. Los defensores de este procedimiento explican que cuando una persona muere, puede congelarse su cuerpo y conservarlo hasta que se encuentre curación para lo que hoy es incurable. Entonces confían en poder descongelar el cuerpo, reanimarlo y restaurarlo a lo que se espera que sea una vida más larga y feliz.
En vista de tales esfuerzos y de los incontables millones de dólares que se invierten en este tipo de investigación, ¿cuáles han sido los resultados? ¿Estamos un poco más cerca de librarnos del yugo de la muerte de lo que lo estaban todos aquellos miles de millones de personas que vivieron y murieron antes que nosotros?
¿Qué posibilidades hay?
A juzgar por las proclamaciones y predicciones optimistas de algunos de los que han participado en tal investigación, parece que estemos a la vuelta de la esquina de poder vivir mucho más tiempo de lo acostumbrado. Consideremos unos cuantos ejemplos de los últimos años de la década de los sesenta.
“El conocimiento que adquiramos en tal búsqueda nos proporcionará las armas necesarias para combatir el último enemigo —la muerte— en su propio terreno. Pondrá a nuestro alcance la inmortalidad relativa [...]. Podría venir en nuestro tiempo.” (Alan E. Nourse, médico y escritor.)
“Eliminaremos por completo el problema del envejecimiento, de modo que prácticamente la única causa de muerte sean los accidentes.” (Augustus B. Kinzel, en aquel tiempo presidente del Salk Institute for Biological Studies [Instituto Salk para Estudios Biológicos].)
“La inmortalidad (en el sentido de prolongar la vida por tiempo indefinido) es alcanzable desde el punto de vista técnico, no solo para nuestros descendientes sino para nosotros mismos.” (Robert C. W. Ettinger, en The Prospect of Immortality [La perspectiva de la inmortalidad].)
Aunque en aquel tiempo no todos los gerontólogos e investigadores compartían ese entusiasmo, los expertos en general parecían concordar en que para principios del siglo XXI el envejecimiento estaría controlado y la vida se prolongaría de modo significativo.
¿Cuál es la situación ahora que estamos mucho más cerca de principios del siglo XXI? ¿Está a nuestro alcance la longevidad, por no decir, la inmortalidad? Consideremos los siguientes comentarios.
“Muchos gerontólogos concordarán en que estos son tiempos muy confusos para nosotros. Ni entendemos cuál es el mecanismo subyacente del envejecimiento ni somos capaces de medir su ritmo en términos bioquímicos exactos.” (Journal of Gerontology, septiembre de 1986.)
“Nadie sabe con certeza cuál es el proceso del envejecimiento o por qué sigue un curso distinto en diferentes personas. Tampoco conoce nadie la manera de incrementar la longevidad humana, a pesar de las afirmaciones, con frecuencia fraudulentas y a veces peligrosas, de los embaucadores que prometen ‘prolongar la vida’ y de otros que comercian con los temores y enfermedades de los ancianos.” (FDA Consumer, revista oficial de la Administración para los Fármacos y los Alimentos de E.U.A., octubre de 1988.)
Es obvio que las predicciones hechas en el pasado acerca de conquistar la muerte y prolongar la vida por tiempo indefinido son demasiado entusiásticas. Alcanzar la inmortalidad a través de la ciencia es todavía un sueño inverosímil. ¿Significa eso que hasta que se produzca un importante avance en la ciencia o la tecnología no se puede hacer nada para prolongar la vida, o al menos mejorarla?
¿Una vida más larga y feliz ahora?
Aunque los investigadores todavía no han descubierto el secreto para la longevidad, han aprendido mucho acerca de la vida y el proceso del envejecimiento. Y parte de la información conseguida, si se aplica, puede ser beneficiosa.
Por ejemplo, experimentos con animales han revelado que una “subalimentación controlada puede prolongar en más de un 50% el tiempo máximo de supervivencia, y puede demorar la aparición y gravedad de muchos problemas relacionados con la edad”, informa el Times de Londres. Esto ha hecho que se efectuaran estudios con el fin de ver si lo mismo es cierto con respecto a los humanos.
Por consiguiente, en su libro The 120-Year Diet (La dieta de ciento veinte años), el doctor Roy Walford recomienda combinar una dieta muy nutritiva, pero baja en calorías y grasas, con un buen programa de ejercicios. El doctor cita como ejemplo a la gente de Okinawa. En comparación con la dieta del japonés medio, la de estas personas tiene alrededor de un 40% menos de calorías. Sin embargo, “la proporción de centenarios entre ellos es de cinco a cuarenta veces más que en las otras islas japonesas”.
Los nativos de la región de Caucasia, en el sudoeste de la Unión Soviética, son otro ejemplo de longevidad que se cita con frecuencia. En su libro How to Live to Be 100 (Cómo vivir hasta los cien años), Sula Benet, quien vivió entre ellos, dijo que un número extraordinariamente elevado de esas personas tienen vidas saludables y activas hasta bien pasados los cien años y se dice que varios de ellos han llegado a más de ciento cuarenta años. La escritora comenta que “en la dieta caucasiana hay dos factores que permanecen constantes: 1) No comen en exceso [...]. 2) Ingieren muchísimas vitaminas naturales en forma de verduras frescas”. Además, “su trabajo no solo les proporciona ejercicio físico, sino también la convicción de que están contribuyendo de modo significativo a su comunidad”.
Lo que usted puede hacer
¿Radica la solución en trasladarse a Okinawa, Caucasia o a algún otro lugar donde los nativos gozan de longevidad? Es probable que no, pero algo que usted puede hacer es imitar los buenos hábitos de esas personas longevas y seguir el consejo de médicos y profesionales de la nutrición y la salud que sean competentes.
Casi todos ellos recomiendan llevar una vida moderada, lo que significa estar pendiente, no solo de la cantidad de alimento que se ingiere, sino también de escoger de entre los alimentos disponibles los que sean nutritivos y saludables. Son bien conocidos también los buenos efectos que produce el ejercicio regular. Un esfuerzo razonable por aplicar estos principios y eliminar hábitos perjudiciales de la sociedad moderna, como el tabaco, la droga y los excesos con el alcohol, no puede menos que ayudarle a sentirse mejor.
Es lógico que cuanto mejor tratemos nuestro cuerpo, más sanos estaremos, y cuanto más sanos estemos, mayores serán nuestras posibilidades de vivir más tiempo. Sin embargo, sin importar lo que hagamos, la duración media de la vida sigue siendo de setenta u ochenta años, como dice la Biblia. (Salmos 90:10.) ¿Existe alguna esperanza de prolongar la vida? Y, en caso afirmativo, ¿por cuánto tiempo?
[Recuadro en la página 5]
¿QUÉ EDAD TIENE USTED?
Tanto si se da cuenta de ello como si no, usted es mucho mayor de lo que quizás piense. La biología nos dice que al momento de nacer, los ovarios de una mujer ya contienen todos los óvulos que se desprenderán a lo largo de su vida, lo que significa que si su madre tenía treinta años cuando lo concibió, el óvulo del que usted se formó ya tenía esa misma edad.
Es probable que esto no le haga sentirse más viejo, pero la verdad es que se está haciendo mayor de día en día. Jóvenes o mayores, todos envejecemos, y la mayoría de nosotros quisiéramos frenar, por no decir detener, ese proceso.