Los jóvenes preguntan...
Si uno de mis padres se marcha de casa ¿cómo debería tratarlo?
“Cuando papá prometía venir a recogernos a mi hermana y a mí, mamá nos ponía de punta en blanco y nos sentábamos a esperarle. Las horas iban pasando mientras esperábamos hasta que finalmente mamá decía: ‘Ya es hora de ir a la cama’. Y nosotras empezábamos a llorar mientras insistíamos: ‘¡Va a venir, va a venir!’. A la mañana siguiente todavía le esperábamos, pero papá no aparecía. A veces parece como si esa fuese la historia de nuestra vida.”—Anne.a
SI EN tu caso, como en el de Anne, tus padres se han separado, es probable que comprendas por qué Jehová, que instituyó el matrimonio, desaprueba tanto el divorcio. (Compárese con Malaquías 2:16.) El divorcio afecta a todos los implicados, aun cuando el cónyuge agraviado tenga el derecho bíblico de divorciarse.b
Pero cuando los padres terminan por separarse, quizás con un divorcio, no se pone fin necesariamente a todos los problemas que te ocasiona su desavenencia. De hecho, es posible que ahora te encares a una situación difícil: la de decidir si debes mantener algún tipo de relación con tu padre (o madre) desde que se marchó de casa. Meg recuerda lo penoso que esa situación puede resultar: “Estaba tan aturdida que no podía exteriorizar mis emociones. Durante un tiempo no sentía nada, era como si mi padre hubiese muerto”. Y Mike recuerda: “Empecé a odiar a mi padre, y ese sentimiento perduró mucho tiempo. Cuando pensaba en cómo había dejado a una mujer con cuatro hijos, y le pasaba la menor ayuda económica posible para quedar impune... me ponía furioso”.
Trata de cerrar la brecha, no la abras más
Durante este período de tu vida, lleno de confusión y desorden, es muy fácil negar de golpe tu cariño a uno de tus padres y permitir que te invadan sentimientos de ira y amargura. Sin embargo, abrigar tales sentimientos puede amargar tu concepto de la vida y llevarte a abrir aún más la brecha, rompiendo los vínculos que te unen a tu padre (o madre) de forma que resulte casi imposible restaurarlos.
La Biblia no nos autoriza a dejar de honrar a nuestros padres. (Compárese con Lucas 18:20.) Los expertos concuerdan en que, en la mayoría de los casos, el joven debería mantener la relación con ambos padres después de su separación. El doctor Robert E. Gould, profesor de psiquiatría, escribió en la revista Seventeen que el ver con regularidad a ambos padres puede ayudar a que te adaptes mejor a la realidad del divorcio. Las investigadoras Wallerstein y Kelly también descubrieron que los jóvenes que superaron bien el divorcio de sus padres solían tener una estrecha relación con ambos. Pero, ¿cómo puedes estar unido a un padre que se ha marchado de casa o que ha traicionado tu confianza?c
La clave de la paz es la perspicacia
Al principio es posible que se interponga un sentimiento natural de cólera, pero si te pones la meta de comprender mejor a tu padre (o madre) la perspicacia que resulta puede ayudarte a vencer la ira. Como dice Proverbios 19:11, “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión”. Desde luego, es más fácil hacerlo cuando la parte culpable ha manifestado cierto pesar o arrepentimiento. Sin embargo, recuerda que manifestar perspicacia con relación al punto de vista, personalidad y debilidades de un padre que se ha marchado de casa no significa que excuses su proceder o te pongas de su lado en la desavenencia, como tampoco significa que traiciones al padre con quien vives. Tan solo implica manifestar un punto de vista más realista sobre tu progenitor.
Por ejemplo, muchos jóvenes suponen que si su padre (o madre) se ha marchado de casa es porque los odia, de otra forma, ¿por qué se habría ido? Pero en realidad, la ruptura se debió a problemas maritales no a ti. Es muy probable que con su marcha no pretendiese rechazarte a ti, aunque te lo parezca. Como lo expresó el doctor Gould, “Todas las probabilidades indican que si tus padres te han amado antes de su divorcio seguirán haciéndolo después”.
“Entonces, ¿a qué se debe que apenas nos visite?”, quizás te preguntes. El que un padre deje de presentarse repetidas veces a las visitas concertadas o solo se ponga en contacto contigo esporádicamente es fácil que se interprete como que no quiere verte. Sin embargo, es posible que esa no sea ni mucho menos la razón. A veces un padre sabe que su conducta antes de la ruptura matrimonial ha dejado a la familia muy herida. Si tú has herido alguna vez los sentimientos de un amigo, sabrás lo difícil que resulta después mirarle a la cara. Bien dice Proverbios 18:19: “Hermano ofendido es más que un baluarte”. (Serafín de Ausejo.)
Debido a sus sentimientos de culpa, es posible que a tu padre o madre le cueste presentarse ante la familia. Otro factor puede ser el orgullo. Y hasta puede darse el caso de que un padre que se ha marchado simplemente no pueda encontrarse cara a cara con su ex cónyuge, sobre todo si este ha vuelto a casarse, pues lo que solía ser su “hogar” ahora quizás le parezca extraño. Si estos y otros factores hacen que le resulte difícil visitarte, ¿qué puedes hacer para facilitar las cosas? En Romanos 12:18 leemos: “En cuanto de vosotros depende, haced todo lo posible para vivir en paz con todo el mundo” (Martín Nieto, [1988]). ¿Cómo lograrlo?
Por una parte, quizás tengas que esperar un poco menos del padre que se ha marchado. El que esperes más tiempo y atención del que ahora recibes solo te frustrará y desanimará. Por el contrario, trata de disfrutar del tiempo limitado que pasas con él.
“Pero, ¿de qué podemos hablar?”, puede que te preguntes. Es cierto que al principio sus visitas pueden resultar embarazosas. Pero seguramente hay muchas cosas que quiere saber: asuntos relacionados con tus amistades, tu progreso en las clases, y cuáles son tus intereses fuera de la escuela. Y también hay muchas cosas que tú podrías preguntar. No hay duda de que el divorcio ha dejado un gran vacío en la vida de tus padres, como lo ha dejado en la tuya. De modo que sé como “el hombre de discernimiento” de Proverbios 20:5, que ‘saca’ las “aguas profundas” de consejo que hay en otro. Haz preguntas; pídele que te hable de su nueva casa o del trabajo, de sus aficiones, de su interés por los deportes, de sus amistades. Y si no puedes superar el dolor que te ha ocasionado, quizás con el tiempo puedas encontrar la manera de hablar del tema con calma.
Sé equilibrado
Por otro lado, existe el peligro de idealizar al padre que se ha marchado de casa. El padre de Randy era un alcohólico y mujeriego que abandonó varias veces a la familia y finalmente se divorció de la madre de Randy. No obstante, Randy recuerda: “Por alguna razón, yo casi lo adoraba”.
No es extraño ver en un hijo esa adoración descaminada. En Estados Unidos, alrededor del 90% de los hijos de padres divorciados viven con la madre y visitan al padre. Por consiguiente, suele ser la madre quien tiene la responsabilidad de cuidar a sus hijos cada día y de disciplinarlos. Aunque reciba alguna ayuda monetaria, la madre suele encontrarse en peor situación económica después del divorcio, mientras que la situación del padre puede que hasta mejore. Como consecuencia, visitar a papá significa recibir regalos y pasárselo bien mientras que vivir con mamá significa escatimar gastos y que le digan lo que debe hacer y lo que no. Es lamentable, pues algunos jóvenes hasta han dejado a su madre cristiana para irse a vivir con un padre no creyente pero más rico y permisivo. (Compárese con Proverbios 19:4.)
Si estás tentado a tomar una decisión así, analiza tus valores. Recuerda que tu Creador valora más lo que realmente necesitas: guía moral y disciplina, y no hay nada que un padre o madre pueda ofrecerte que afecte más profundamente tu personalidad y la calidad de tu vida. La disciplina es muestra de amor verdadero. (Proverbios 4:13; 13:24.)
Recuerda también que tu Creador solo tiene una norma de lo que está bien y lo que está mal, sin importar lo que uno de tus padres te permita hacer. Tom recuerda: “Mamá nunca nos desanimaba de ir a ver a papá. Pero cada viernes, cuando íbamos a visitarle, nos decía: ‘No olviden que son cristianos y que Jehová ve lo que hacen’. Eso me ayudó a apegarme a mis creencias cuando visitaba a papá”.
No obstante, por mucho que lo intentes, no siempre puedes conseguir la aprobación de un padre. Las sugerencias que se dan en este artículo pueden ayudarte a cerrar la brecha, pero aunque todos tus esfuerzos fracasen, no te des por vencido, las personas cambian. Y aunque en el caso de tu padre o tu madre no fuese así, por lo menos tendrás la satisfacción de saber que ‘en cuanto de ti depende’ se ha mantenido la paz. Mejor aún, podrás recibir la cariñosa sonrisa de aprobación de un padre, pues Jehová dice en Proverbios 27:11: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio”. Cuando eres obediente y te apegas a las normas de Dios, mientras te esfuerzas por manifestar perspicacia misericordiosa en tu relación con tus padres, Dios se complace en ti, y Él es un Amigo y un Padre del que nunca tendrás que separarte.
[Notas a pie de página]
a Se han cambiado algunos nombres.
b Véase el capítulo “¿Por qué se divorciaron mis padres?” del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.
c Aquí no nos referimos a los padres que han cometido abusos deshonestos o han maltratado de forma extrema a sus hijos. En tales casos, una relación estrecha quizás no sea posible ni tampoco aconsejable.
[Fotografía en la página 23]
A veces supone una prueba dejar a uno de tus padres para pasar un tiempo con el otro