¿Quiénes padecen trastornos del apetito?
Aunque es normal que tengamos cierto interés en nuestra apariencia, si llegamos a obsesionarnos podríamos desarrollar un trastorno del apetito. Sirva de ilustración la siguiente entrevista:
¡DESPERTAD!: Ann, cuando comenzaron sus problemas, ¿era usted una persona con exceso de peso?
ANN: No, pero empezaba a salir con chicos y quería ser atractiva.
¡DESPERTAD!: ¿Dependía su amor propio de su apariencia?
ANN: Estoy convencida. Cuando alguien me miraba, siempre me preguntaba: ‘¿Qué estará pensando?’. Continuamente me repetía: ‘Para ser atractiva debes tener buen tipo’.
¡DESPERTAD!: Entonces, cuando le parecía que tenía buen aspecto, ¿se sentía satisfecha consigo misma?
ANN: Exacto. Si ganaba peso, me odiaba. Cuando me miraba al espejo no pensaba en las cualidades interiores.
Nadie sabe la razón por la que algunas personas llegan a padecer trastornos del apetito mientras que otras, en situaciones similares, no los padecen. Es evidente que influyen factores como la cultura, la genética, la salud o anormalidades bioquímicas y el ambiente familiar, pero hay ciertos rasgos de personalidad que parecen característicos de la mayoría de los que padecen esos trastornos.
Luchan por la perfección
Como grupo, tienden a ser personas emprendedoras y perfeccionistas que sobresalen en la escuela o en el trabajo. Después de tratar a más de 130 pacientes con anorexia, la doctora Hilde Bruch describe los sentimientos típicos de esas personas en su libro The Golden Cage (La jaula dorada): “Sientes gran temor a ser corriente, de término medio, común, no lo bastante buena. [...] Piensas que solo mereces la pena si haces algo muy especial, algo tan grande y deslumbrante que tus padres y las demás personas por las que te interesas se queden impresionados y te admiren por ser sumamente especial”.
Lee, que padeció de anorexia, admitió: “Intentaba hacer algo muy brillante y ser la mejor en todo lo que hacía”. Con frecuencia, esta lucha por ser perfecta se manifiesta en un ferviente deseo de agradar a otros, de ser la ‘mejor jovencita del mundo’.
Algo que en especial también puede hacer vulnerable a una mujer es su modo de ver el papel que desempeña en la sociedad. Aunque es cierto que también hay hombres que desarrollan trastornos del apetito, predominan las mujeres. El libro Surviving an Eating Disorder (Cómo superar un trastorno del apetito) explica: “Las muchachas con trastornos del apetito por lo general se han criado creyendo que no deberían exigir nada de nadie. Una buena chica es callada, pasa inadvertida y aprende a no manifestar lo que le molesta”. Pero ese tipo de educación hace que algunas piensen que no ejercen ningún control sobre su vida.
Para algunas mujeres, el siempre tratar de agradar a otros y al mismo tiempo reprimir su propio deseo de tomar el mando de su vida crea un conflicto interno que puede conducir a un trastorno del apetito. Dawn tenía un apetito desordenado e impulsivo y llegó a la bulimia, pero hoy está totalmente recuperada y explica: “Mi familia esperaba que lo hiciera todo a su manera, que yo fuese como ellos querían. Aunque por fuera daba la apariencia de estar segura de mí misma y ser muy inteligente, por dentro no era así en absoluto. Nunca me sentí capaz de cumplir con lo que esperaban de mí. No podía agradar a nadie, ni a mis amistades ni a mis padres. Entonces me di cuenta de que podía controlar algo: mi peso. Podía ganar peso y perderlo, podía hacer lo que quisiera con él. Eso me dio la sensación de que podía controlar mi vida. Si podía controlar eso, podría controlar todo lo demás”.
Sentimiento de inutilidad
La inseguridad que sentía Dawn es típica de las dudas que tienen muchas personas con trastornos del apetito. A pesar de tener talento, la mayoría carece de amor propio. Y precisamente, el hecho de comer demasiado puede indicar a veces que uno se tiene en poco. En realidad es como si la persona dijera: “No valgo para nada. ¿Por qué habría de interesarme en mi persona o en mi peso?”. Tales sentimientos engendran depresión, mal común de los que tienen trastornos del apetito.
¿Qué es lo que produce el sentimiento de inutilidad? La Biblia responde: “A causa del dolor del corazón hay un espíritu herido”. (Proverbios 15:13.) Hay varios asuntos que pueden producir dolor de corazón: amargas decepciones, rechazo, un ambiente en el que se pasan por alto las necesidades emocionales de la persona o experiencias traumáticas vividas durante la infancia, por citar solo unos ejemplos. Las investigaciones revelan que un número sorprendente de pacientes con trastornos del apetito han sido víctimas de abusos sexuales o hasta han sido violadas.
Pero a veces son las actitudes de otros lo que hace que uno se tenga en poco. “Hasta donde puedo recordar, siempre estuve demasiado gorda y mi madre no paraba de machacar sobre lo mismo —explicó una joven—. Se hacía de todo para que adelgazara; eso era lo único que importaba. Por eso me odio y odio mi cuerpo.” El ambiente social de hoy día que tanto ensalza la esbeltez contribuye a este odio que algunas personas con exceso de peso sienten hacia sí mismas.
En otros casos es el propio trastorno del apetito lo que hace que la persona pierda el respeto de sí misma. Lynn, una chica que se provocaba el vómito hasta diez veces al día, admitió: “Después de vomitar, me miraba a la cara en el espejo y me decía: ‘Te odio’, y entonces me echaba a llorar. Me sentía despreciable”.
En lo más profundo de su ser, la mayoría de los que tienen este tipo de trastornos están convencidos de que algo falla en su personalidad. Por consiguiente, todos sus esfuerzos van dirigidos a esconder el defecto fatídico de su incapacidad y a encontrar maneras de aumentar su autoestima. Los anoréxicos tratan de hacerlo de una manera muy especial. Su esfuerzo por aumentar su amor propio es lo que hace que la anorexia sea tan insidiosa y... mortífera.
Cuando a Lee la rechazó un hombre a quien amaba, su dignidad se vino abajo. “Quería demostrar que había rechazado algo bueno —dijo ella—, así que me propuse ser superdelgada y superinteligente.” Para adelgazar, dejó de comer y emprendió una vida muy activa. “Empecé a sentirme satisfecha conmigo misma. Sentía que era realmente especial pues podía hacer algo de lo que otros no eran capaces. Pensaba: ‘Soy fuerte’.”
Lee pesaba 73 kilogramos y adelgazó hasta alcanzar el alarmante peso de 47 kilogramos. Respecto a los que trataban de hacer que comiera, ella dijo: “Pensaba que trataban de arruinar mi vida y mi felicidad privándome de mi amor propio. Pensaba que llegaría a ser igual que los demás”. Esta actitud es característica de los anoréxicos: tratan de aumentar su autoestima mediante reprimir sus deseos y hacer lo que otros no pueden.
Si se ha abusado de las emociones de una muchacha, sus esfuerzos por proteger su frágil amor propio de posteriores abusos pueden conducir a la anorexia. Por ejemplo, a Shirley le preocupaba la manera como los chicos la trataban desde que empezó a hacerse mujer. Además, su propio padre trató de propasarse. “Estaba tan abochornada e indignada que acudí a mi madre y me puse a llorar —dijo Shirley—. Cuando perdí peso y me libré de mis curvas, ya nadie me molestaba. Ya no llamaba la atención del sexo opuesto.”
En algunos casos la anorexia es también una forma de huir de las responsabilidades de la vida adulta. “No quería hacerme mayor y encararme a responsabilidades familiares —comentó Shirley—. ¿Cómo iba a permitirme ganar peso? ¡Jamás! No lo haría por nadie.” Lamentablemente, su obsesión por detener el paso del tiempo la condujo a una muerte angustiosa por inanición voluntaria.
Por supuesto, no todos los anoréxicos son así. No obstante, parece que todos consiguen una sensación de fortaleza al convertirse en alguien a quien pueden admirar, y de este modo consiguen aumentar un poco su amor propio. La delgadez se convierte en su orgullo.
Cómo controlar emociones dolorosas
En vista de que el alimento apacigua y tranquiliza, se le puede utilizar mal para hacer frente a sentimientos de soledad, ansiedad, aburrimiento, ira, depresión, rechazo o traición. “Mientras estuve en la escuela, tuve una experiencia demasiado dolorosa para siquiera mencionarla —explicó Dawn—. Cada vez que pensaba en aquel incidente o me encontraba en una situación a la que no podía hacer frente, me daba un atracón. Trataba de sosegar esos sentimientos con comida.” La comida paralizaba su dolor emocional, pero su apetito desordenado e impulsivo la llevó a ganar 45 kilogramos.
A veces el trastorno del apetito se convierte en una vía de escape de las presiones de la vida. Por ejemplo, Anne tuvo que criarse con un padre alcohólico y constantemente se burlaban de su peso. ¿Por qué llegó a ser bulímica? Ella explicó: “Era mi forma de hacer frente al estrés cotidiano, y me fue bien, porque cuando se está obsesionada con algo no hay que pensar en los verdaderos problemas. Echas la culpa de todo al exceso de peso y te dices a ti misma que cuando adelgaces, la vida será estupenda”.
Aunque es posible que todos comamos un poco más cuando nos sentimos preocupados o solos, la persona que corre el peligro de desarrollar un trastorno del apetito no hace frente de manera normal a los problemas que la preocupan. Por ejemplo, si en su interior siente hostilidad hacia alguien o hacia alguna situación, prefiere comer para apaciguar su hostilidad antes que expresar su resentimiento.
La función de la dieta
Las investigaciones indican que la razón más común por la que la gente se desenfrena con la comida es que se someten a una dieta muy estricta. Un estudio sobre las causas de la obesidad realizado en 1989 reveló lo siguiente: “El observar un régimen de adelgazamiento parece repercutir en lo contrario: se gana aún más peso”. ¿Por qué?
Cuando la gente trata de seguir una dieta estricta, suele eliminar los dulces y otros alimentos sabrosos. Estos alimentos “prohibidos” se convierten en una tentación constante. Entonces, ante una preocupación o una sensación de ansiedad o soledad, se sienten desgraciados. Para animarse, se dan un atracón con los mismísimos alimentos de los que se han privado, y luego se someten a una dieta aún más rigurosa que conduce a lo mismo: un atracón. Este círculo vicioso provoca aumento de peso y trastornos del apetito. Lee explicó que las dietas prepararon el terreno para su anorexia: “Había probado todo tipo de régimen. Perdía peso y luego lo recuperaba, pero esta vez no quería que sucediera”.
Aunque el conocer las causas de un trastorno del apetito no basta para vencerlo, por lo menos puede ser una ayuda. También puede ser útil para impedir que surjan los problemas. No obstante, ¿y si observa algunas de estas tendencias en usted misma, alguien de su familia o alguna amiga? ¿Cómo pueden vencerse esos rasgos de personalidad?
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El preocuparse mucho por la apariencia física pudiera conducir a un trastorno del apetito
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Algunas personas se dan un atracón para sobrellevar las emociones angustiosas