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  • ¿Qué puedo hacer si la conducta de mis padres me avergüenza?

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  • ¿Qué puedo hacer si la conducta de mis padres me avergüenza?
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¿Qué puedo hacer si la conducta de mis padres me avergüenza?

EL PADRE de Jacob era un superintendente cristiano respetado de un país de África. Pero después que abandonó a la madre de Jacob para irse a vivir con otra mujer, se le expulsó de la congregación cristiana. La situación empeoró cuando se dio a la bebida. Jacob recuerda: “Iba a mi escuela bebido y me ponía en ridículo delante de los profesores y de mis compañeros de clase”.a

Otro joven africano, al que llamaremos David, presenció también la expulsión de su padre de la congregación cristiana por no arrepentirse de su mal proceder. “No podía creerlo —dice David⁠—. Siempre lo había considerado un buen ejemplo para mí. Mi mayor temor era que nadie quisiera asociarse con la familia de un expulsado.”

Si uno de tus padres trae deshonra al nombre de la familia por participar en conducta escandalosa o incluso por ser arrestado, no es extraño que te sientas avergonzado y humillado, y que temas lo que sucederá en el futuro. Algunas veces quizás pienses como el salmista que escribió: “Durante todo el día mi humillación está enfrente de mí, y la vergüenza de mi propio rostro me ha cubierto”. (Salmo 44:⁠15.)

Como resultado de la conducta de tus padres, posiblemente te sientas humillado e incómodo en compañía de amigos y parientes, y tal vez ellos también parezcan sentirse intranquilos en tu presencia. Es posible que haya jóvenes crueles que se diviertan humillándote por la situación de tus padres, o puede que adultos te adviertan seriamente que a ti pudiera sucederte lo mismo.

¡No es culpa tuya!

Un antiguo dicho popular afirmaba: “Los padres comen las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera”. (Ezequiel 18:⁠2, La Biblia de las Américas.) En la actualidad algunos jóvenes también pudieran llegar a pensar que les ha tocado segar las consecuencias de la mala conducta de sus padres. David estaba muy herido después que se expulsó a su padre de la congregación, y se preguntaba si Dios lo estaba castigando.

Pero ¿se trataba de un castigo divino? Es cierto que Dios advirtió a la nación de Israel que él ‘traía castigo por el error de padres sobre hijos’. (Éxodo 20:⁠5.) Por ejemplo, en cierta ocasión Jehová envió a toda la nación al exilio en la distante Babilonia. Aunque el exilio se debió principalmente a la mala conducta de los adultos, no cabe duda de que trajo desdicha a los niños israelitas. Aun así, Dios siguió mostrando favor a jóvenes israelitas, como Daniel y sus compañeros, que continuaron adorándolo fielmente. (Daniel 3:28, 30.)

Por eso, aun cuando pudiera causarte mucho dolor y angustia el que tus padres se descarríen, no tienes por qué temer haber perdido el favor o la bendición de Dios. Reflexiona en las palabras de Jehová registradas en Ezequiel 18:14, 17, que siguieron al dicho mencionado antes sobre las uvas agrias: “¡Mira!, uno ha llegado a ser padre de un hijo, que sigue viendo todos los pecados de su padre que él ha hecho, y él ve y no hace cosas como ellas [...], él mismo no morirá debido al error de su padre. Positivamente seguirá viviendo”.

Recuerda, no obstante, que para seguir viviendo, has de tomar un derrotero distinto al de tu padre descarriado. “Que cada uno pruebe lo que su propia obra es —aconseja la Biblia⁠—, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona.” (Gálatas 6:⁠4.)

Demuestra que eres diferente

Piensa, por ejemplo, en el joven rey de la antigua Judá llamado Josías. Tanto su padre como su abuelo practicaron la idolatría de forma notoria. A pesar de ello, Josías mismo “procedió a hacer lo que era recto a los ojos de Jehová”. (2 Reyes 21:19, 20; 22:1, 2.) El padre del rey Ezequías, Acab, fue otro rey que puso un ejemplo inicuo. Cerró las puertas del templo de Jehová y ofreció a sus propios hijos en sacrificio a un dios pagano. (2 Crónicas 28:1-3, 24, 25.) Sin embargo, Ezequías demostró ser diferente de su padre. Comenzó a gobernar a los veinticinco años e inmediatamente emprendió la tarea de restaurar la adoración pura en Judá. (2 Reyes 18:1-5.)

El ejemplo de los hijos de Coré fue similar. Antes de que la nación de Israel entrara en la Tierra Prometida, Coré, un levita eminente, encabezó una rebelión contra Moisés y Aarón. Sin embargo, la revuelta fue aplastada rápidamente cuando se ejecutó a Coré y sus seguidores mediante un terremoto y fuego procedente del cielo. No obstante, llama la atención el hecho de que los hijos de Coré sobrevivieran. (Números 26:9-11.) Parece ser que no se pusieron de parte de su padre en esa rebelión. No hay duda de que estos hijos de Coré se sintieron avergonzados por el derrotero inicuo de su padre. Sin embargo, Jehová bendijo a los descendientes de Coré debido a que se apegaron a su Ley. Algunas de las expresiones más bellas que se encuentran en la Biblia son las palabras escritas por los hijos de Coré. (Véanse los Salmos 45, 48, 84, 85, 87 y 88.)

Al igual que Josías, Ezequías y los hijos de Coré, muchos jóvenes cristianos de la actualidad han demostrado ser diferentes de sus padres rebeldes. Examina el caso de un adolescente al que llamaremos Julián, cuyos padres fueron testigos fieles de Jehová pero se convirtieron en opositores apóstatas del cristianismo. En una ocasión se manifestaron con pancartas a la entrada de un lugar donde se celebraba una asamblea cristiana a la que Julián asistía. “Fue muy humillante —explica él⁠—. Algunos que no sabían que se trataba de mis padres me dijeron: ‘¿Has visto a esos apóstatas insensatos ahí fuera?’.” Sin embargo, Julián no imitó el derrotero rebelde de sus padres, y gracias al apoyo de familiares fieles y de otros compañeros cristianos, ha podido enfrentarse a los sentimientos de humillación y vergüenza.

Tanto Julián como Jacob y David (mencionados anteriormente) han superado su situación familiar. Todos ellos son hoy ministros en una sucursal africana de la Sociedad Watch Tower. “Sé que quizás tenga que enfrentarme a humillaciones por culpa de mis padres en el futuro —dice Julián⁠—, pero también sé que si confío en Jehová, él me dará la fuerza para resistir.”

Cómo dominar los sentimientos

Pudiera ser especialmente necesario recibir ayuda para vencer los sentimientos de angustia suscitados por la conducta vergonzosa de tu padre o tu madre. “Cuando veo a mi madre [borracha] —escribió Charmaine, de quince años⁠—, es como si algo se muriera dentro de mí [...]. Me enfada mucho [...]. No puedo permitir que mis amigos descubran su problema, pues todavía conservo mi dignidad.” (Alcohol Abuse—⁠The Incredible Lie! [Abuso del alcohol, la mentira increíble], de Henri Naudé.) Un proverbio inglés nos recuerda, sin embargo, que “una pena compartida es la mitad de un problema”. Además, puede que el problema de tu padre o tu madre sea de conocimiento público. Por eso, ¿por qué tratarlo como si fuera un secreto inconfesable? Y en caso de que resulte prudente ser discreto, ¿tiene algún sentido permitir que se desarrollen sentimientos de hostilidad? ¿No sería útil contar con un cristiano maduro en quien confiar? Así podrías recibir estímulo afectuoso. (Proverbios 12:25; 16:⁠24.)

El reflexionar sobre los principios bíblicos es otra forma eficaz de vencer los sentimientos negativos. Jacob admite: “Las cosas que mi padre hacía crearon en mi corazón odio hacia él”. Sin embargo, el odio no mejorará la situación y tampoco está en armonía con el mandato bíblico de honrar a los padres. (Efesios 6:1-3.) En vez de hacer de tus padres el objeto de tu odio, debes tener un odio sano a su mala conducta. (Compárese con Proverbios 8:13; Judas 23.) También es apropiado obedecer y mostrar respeto a un progenitor rebelde. Manifestar y expresar tu amor constante quizás le ayude a hacer los cambios necesarios.

Jacob tenía además otro problema común: la tendencia a compararse con otros jóvenes cuyas circunstancias eran mejores. Sin embargo, llegó a darse cuenta de lo inútil de esa manera de pensar. “En vez de espaciarse en tales pensamientos —dice él⁠—, resulta más útil concentrarse en cómo superar la situación.” A Jacob le fue de gran ayuda leer literatura bíblica y meditar en el derrotero de vida de cristianos fieles.

El compañerismo estrecho con la congregación cristiana también puede resultar beneficioso. En ella puedes encontrar ‘hermanos, hermanas y madres’ espirituales. (Marcos 10:30.) David temía que los miembros de la congregación lo evitaran debido a que su padre había sido expulsado. Pero descubrió que sus temores eran totalmente infundados. “La congregación evitó que nos sintiéramos marginados, contrario a lo que yo pensaba que sucedería. Los hermanos siguieron visitándonos. Todo esto me convenció de que la congregación realmente se interesaba en nosotros.”

No hay duda de que tener un padre rebelde puede resultar humillante y penoso. Pero no tienes por qué desesperarte. Medita en las experiencias que se han mencionado aquí. Busca la ayuda de amigos amorosos. No muestres falta de respeto a tus padres; puede que tu fiel derrotero les haga cambiar. (Compárese con 1 Pedro 3:1, 2.) Y prescindiendo de lo que suceda, recuerda que tu posición ante Jehová no depende de la conducta de tus padres. ¡Depende de ti!

[Nota a pie de página]

a Se han cambiado los nombres de este artículo.

[Fotografía en la página 20]

No tienes que seguir el proceder descarriado de tus padres

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