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  • ¡Despertad! 1995
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g95 8/12 págs. 8-10

¿Qué depara realmente el futuro?

MUCHOS entusiastas de la ciencia ficción tienen una mente inquisitiva, un deseo de ver cambios en la sociedad humana y un profundo interés en el futuro. La Biblia habla extensamente del futuro, pero lo que dice sobre el destino del hombre en nada se parece a las especulaciones de los escritores de ciencia ficción.

La ciencia ficción presenta muchas versiones del futuro. ¿Estaría dispuesto a dar la vida por alguna de ellas? ¿En qué se basaría para escogerla? No es posible que todas esas especulaciones del curso que seguirán los acontecimientos sean ciertas. En realidad, puesto que todas son conjeturas, es decir, ficción, ¿podría usted afirmar con certeza que siquiera una de ellas es cierta? Lo más probable es que ninguna de ellas lo sea.

Vienen a parar en nada

Muchas expectativas de la ciencia ficción se han quedado en nada. ¿Como cuáles? Las que afirmaban que la ciencia produciría una civilización más avanzada en la Tierra. En vez de eso, la realidad actual muestra todo lo contrario. El escritor alemán Karl Michael Armer expresó: “El futuro nos ha arrollado”. Destacó “la amenaza global de muerte atómica, los desastres del medio ambiente, el hambre, la pobreza, las crisis de energía [y] el terrorismo estatal”.

En otras palabras, el futuro de la Tierra y de la raza humana que se describe en muchas historias de ciencia ficción no tiene visos de realizarse. Por el contrario, al deteriorarse las condiciones en la Tierra, la situación de la humanidad va en dirección opuesta. A pesar de los adelantos científicos y técnicos, en todas partes de la Tierra la sociedad humana cada día sufre más por el crimen, la violencia, la pobreza, los odios étnicos y la desintegración de la familia.

Algunos adelantos científicos han aumentado mucho los males de la humanidad. Piense en estos pocos ejemplos: la contaminación química del aire, el agua y los alimentos; la catástrofe de Bhopal (India), donde un escape accidental del gas venenoso de una planta industrial segó la vida de 2.000 personas y perjudicó a otras 200.000; la explosión de la planta nuclear de Chernóbil (Ucrania), que causó muchas muertes e incrementó los casos de cáncer y otros problemas de salud en una vasta zona.

¿Colonizar el espacio sideral?

Muchas historias futuristas de ciencia ficción ofrecen otro escape de las miserias de la vida y los fracasos de los planes humanos en la Tierra. Transportan a los observadores a lugares imaginarios del espacio sideral. Con frecuencia presentan a hombres que viajan en naves intergalácticas con el fin de colonizar otros mundos u otras regiones del universo. Tales relatos han llevado a muchas personas a pensar como aquella que escribió al editor de un periódico neoyorquino: “El futuro de la humanidad depende de la exploración del espacio”.

Es cierto que la exploración espacial sigue adelante con el lanzamiento de transbordadores espaciales e instrumentos a las inmediaciones de la Tierra. Pero ¿qué puede decirse de vivir en el espacio sideral? Aunque se habla de prolongados viajes espaciales tripulados por el hombre, por el momento no existen planes para colonizar la Luna o cualquier otro planeta cercano, mucho menos otras galaxias. En realidad, la colonización del espacio por parte del hombre no es una posibilidad realista del futuro cercano. Además, los programas espaciales de muchas naciones han elevado tanto su costo que ha sido preciso reducirlos o abandonarlos.

La realidad es que el futuro de la humanidad, el futuro de usted, no depende de ninguna aventura espacial promovida por los seres humanos. Su futuro está aquí, en la Tierra. No lo determinarán ni los científicos ni los gobiernos humanos ni los escritores. ¿Por qué podemos estar tan seguros?

Porque el Creador de la Tierra, Jehová Dios, es quien determina el futuro. Ningún escenario de ciencia ficción puede reproducir las condiciones que se prometen en la Biblia. En ese libro, su Palabra inspirada, Dios nos da a conocer el futuro del hombre. (2 Timoteo 3:16, 17; 2 Pedro 1:20, 21.) ¿Qué se revela allí?

El futuro de la humanidad

La Palabra de Dios expone con claridad el propósito del Creador de hacer un cambio total en la sociedad humana por medio de un nuevo gobierno en manos de Jesucristo. La Biblia llama a ese gobierno celestial el Reino de Dios. (Mateo 6:9, 10.)

Con relación a ese Reino, la profecía inspirada de Daniel 2:44 dice: “En los días de aquellos reyes [los gobernantes actuales] el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”.

Inspirado por la poderosa fuerza activa de Dios, el apóstol Pedro también escribió sobre el futuro de la Tierra bajo el Reino de Dios. Dijo: “Pero hay nuevos cielos [el Reino celestial de Dios] y una nueva tierra [la nueva sociedad humana gobernada por ese Reino] que esperamos según [la] promesa [de Dios], y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.)

¿Cómo será la vida de quienes tengan el privilegio de residir en la Tierra bajo el dominio del Reino celestial de Dios? La promesa del Creador dice: “‘[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’. Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: ‘¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas’. También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’”. (Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5.)

El futuro que el Creador promete es maravilloso. Es totalmente diferente de los escenarios utópicos —representados tan a menudo con seres y entornos fantásticos— que sugieren los científicos o los escritores de ciencia ficción. Los verdaderos cristianos cifran su confianza en las promesas seguras de Dios. Hasta están dispuestos a dar la vida por ellas.

¿Cómo pueden estar tan seguros? Porque la Palabra de Dios les ha enseñado que esta “esperanza no conduce a la desilusión”, pues ‘Dios no puede mentir’. De hecho, “es imposible que Dios mienta”. (Romanos 5:5; Tito 1:2; Hebreos 6:18.) Como dijo hace mucho tiempo Josué, un siervo de Dios: “Ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado”. (Josué 23:14.)

Gran parte de la ciencia ficción refleja las ideologías de este inicuo viejo sistema. ¿De qué manera? La ciencia ficción empezó en una época de supuesta ilustración, cuando muchas personas rechazaron la autoridad tradicional y creyeron que podrían forjar su propio futuro. Con sobrada razón culparon a la religión de muchos de los problemas de la sociedad, pero también echaron a un lado la verdad sobre la existencia y los propósitos del Creador. Desilusionados con los resultados que veían, buscaron nuevas ideas.

Pero las ideas humanas, prescindiendo de lo bien pensadas que estén, tienen limitaciones. El Creador dice: “Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes”. (Isaías 55:9.)

El verdadero descubrimiento científico

En el nuevo mundo de Dios, la humanidad saciará en parte su sed natural de conocimiento por medio de la verdadera investigación científica. No será necesario idear fantasías, pues la realidad cautivará y educará la mente de una manera sana y apegada a la verdad.

En ese tiempo, muchas personas comprenderán cómo se sintió el renombrado científico Isaac Newton, quien se comparó con “un muchacho que ha estado jugando en la playa [...] mientras el vasto océano de la verdad se extendía totalmente ignoto delante de [él]”. Indudablemente, en el nuevo mundo Dios dirigirá a los humanos fieles para que hagan un descubrimiento emocionante tras otro.

Sí, la investigación científica se basará totalmente en la verdad, pues Jehová es “el Dios de la verdad”. Él nos anima a aprender de nuestro entorno y del reino animal. (Salmo 31:5; Job 12:7-9.) El entusiasmo científico sincero, dirigido por el Dios de la verdad, seguramente será un aspecto fascinante del nuevo sistema de Dios. En ese tiempo, el mérito de todos los inventos, descubrimientos y magníficos adelantos que eleven las condiciones de vida de la raza humana, no se atribuirán al hombre, sino al Creador del universo, Jehová Dios.

En ese mundo que se acerca rápidamente, todas las personas obedientes glorificarán a Dios por su cuidado amoroso y su guía. Le servirán con exultación y lo aclamarán con las palabras de Revelación 4:11: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”.

[Fotografía en la página 9]

Su futuro, como el de la humanidad, está aquí, en la Tierra

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