ENTENDIMIENTO
Las palabras que se traducen “entendimiento” en las Escrituras tienen una amplia aplicación en el lenguaje original. Pueden referirse a una comprensión sencilla o describir una comprensión profunda y completa de la naturaleza interna, las razones subyacentes y el significado de asuntos complejos. La perspicacia, el discernimiento y la percepción son aspectos del entendimiento y en algunas ocasiones dichos aspectos ofrecen una matización especial que exige el uso de tales términos a la hora de traducir las voces originales.
Los términos hebreos bin (“verbo”) y bi·náh (“sustantivo”) normalmente tienen que ver con el entendimiento. A veces bin y bi·náh pueden ofrecer las siguientes matizaciones especiales: discernimiento (1 Sam. 3:8; 2 Sam. 12:19; Sal. 19:12; Dan. 9:2), consideración minuciosa (Deu. 32:7; Pro. 14:15; 23:1; Jer. 2:10; Dan. 11:37) o atención que se da a un asunto (Job 31:1; 32:12; 37:14; Sal. 37:10), y en esos casos pueden traducirse según corresponda. El profesor R. C. Dentan, en The Interpreter’s Dictionary of the Bible (vol. IV, pág. 732, 733), dice: “La raíz ביו [bin] significa principalmente ‘discernir con los sentidos’, ‘percibir diferencias’, también ‘dar profunda atención a’ y finalmente (de manera especial en sus derivados) ‘conseguir comprensión’ o ‘dar’ comprensión a otros”. El erudito en hebreo Gesenius (Hebrew and English Lexicon, pág. 140) da como sentido básico “separar, distinguir [...], por lo tanto discernir, señalar, entender, todo [lo] cual está en función de la capacidad para separar, distinguir, discriminar”. Otros sustantivos, ta·vún y tevunáh, por lo visto vienen de la misma raíz que bi·náh, y se pueden traducir apropiadamente “discernimiento” (Pro. 10:23; 11:12) o “entendimiento” (Éxo. 31:3; Deu. 32:28), dependiendo del contexto.
El significado básico de estos términos revela a la persona entendida como aquella capaz de comprender los pormenores de un asunto, de discernir su composición por medio de aislar los factores o los elementos que constituyen o forman un todo, de percibir la relación entre estos componentes y por lo tanto comprender o captar el significado del asunto. Esto se puede ilustrar con un idioma. Cuando una persona oye los sonidos hablados en cierta lengua, si quiere entender lo que se habla, tiene que poder distinguir las palabras individuales que componen las frases, conocer su significado y ver cómo están relacionadas unas con otras. (Deu. 28:49.) Sin embargo, aunque uno pueda comprender básicamente lo que se le ha dicho, el entendimiento puede ir más allá de una simple comprensión. Supone sacar el verdadero significado y sentido del mensaje, pudiendo evaluarlo, beneficiarse de él y saber la acción que este exige. Cuando el sacerdote Esdras leyó la Ley delante del pueblo en Jerusalén, “todos los de inteligencia [del heb. bin] suficiente para escuchar” fueron reunidos, pero, aunque la mente de estos era madura, capaz de entender todas las palabras, los levitas “estaban explicando [o dando entendimiento, una forma de bin] la ley al pueblo, [...] leyendo en voz alta del libro, de la ley del Dios verdadero, la cual se exponía, y había el ponerle significado; y continuaron dando entendimiento en la lectura”. (Neh. 8:2, 3, 7, 8.)
Otros dos términos hebreos, sa·kjál (“verbo”) y sé·kjel (“sustantivo”), tienen que ver con el entendimiento. De sa·kjál, el profesor Dentan dice que, en su uso bíblico, “ha llegado a significar específicamente ‘tener perspicacia’ o ‘ser prudente’”. (Compárese con 1 Samuel 18:5, 30; 1 Reyes 2:3; 1 Crónicas 28: 19; Daniel 1:17.) Estos términos a veces pueden denotar también discreción. (Sal. 47:7; Pro. 10:19.)
En las Escrituras Griegas, cuando la palabra “entendimiento” significa percepción o captar el sentido de un asunto, está representada especialmente por sy·ní·e·mi (“verbo”) y sý·ne·sis (“sustantivo”), que corresponden con el término hebreo bin y sus derivados. Otros términos afines son e·pí·sta·mai, que básicamente significa “conocer bien”, y no·é·o, “pensar” o “considerar”, y, por lo tanto, “llegar a un entendimiento”.
LA FUENTE DEL ENTENDIMIENTO
Jehová Dios es tanto la Fuente del entendimiento como el Ejemplo Supremo de su uso. El entendimiento de Dios queda manifiesto en la espléndida coordinación y manera de funcionar del universo, en el cual cada creación desempeña un propósito particular y armonioso, sin ningún conflicto o problema debido a falta de discernimiento por parte del Creador. (Job 38:36; Sal. 136:5-9; Pro. 3:19, 20; Jer. 10:12, 13.) Dios ha dado a los animales entendimiento instintivo, a cada uno según su género. Los hombres pueden pasar años consiguiendo entendimiento de la aerodinámica, pero el halcón sabe instintivamente cómo “leer” y utilizar los diferentes tipos de corrientes de aire. (Job 39:26.) Sin embargo, las criaturas animales son extremadamente limitadas en otros aspectos del entendimiento humano. (Compárese con Salmos 32:9.)
A pesar de los estudios intensivos que se han hecho con el transcurso de los siglos, muchos fenómenos y ciclos que funcionan según las leyes divinas todavía se escapan de la plena comprensión del hombre. (Job 36:29; 38:19, 20.) Lo que el hombre puede captar por su estudio de la creación material tan solo se aproxima a ‘los bordes de los caminos de Dios’ y no es más que un “susurro” al compararlo con el “poderoso trueno”. Estas expresiones aplican aún más en el caso de las obras de juicio y salvación de Dios, pues sus pensamientos son demasiado profundos para que las personas impías los capten. (Job 26:7-14; Sal. 92:5, 6.) Sin embargo, el considerar la sabiduría y el entendimiento divinos manifestados en la creación material le permitió a Job discernir su apropiada relación con el Creador y reconocer humildemente su propia falta de entendimiento. (Job 42 :1-6.)
En lo que concierne al hombre, Jehová puede penetrar en los pensamientos y actos de todos los humanos. (1 Cró. 28:9; Sal. 139:1-6.) Además, Él puede prestar seria consideración (heb. bin) o atención a individuos o a cierta clase de individuos. (Pro. 21:12; Sal. 5:1, 2.) Él conoce su propio propósito inquebrantable, lo que Él hará en el futuro, y sus normas justas son fijas e inmutables. Por lo tanto, “no hay sabiduría, ni ningún discernimiento, ni ningún consejo en oposición a Jehová”. (Pro. 21:30; compárese con Isaías 29: 13, 14; Jeremías 23:20; 30:24.) Él no necesita consultar a nadie para entender algo; por ejemplo, cómo ayudar a sus siervos de manera eficaz o librarlos de la angustia y de la opresión. (Isa. 40:10-15, 27-31.)
El conocimiento de Jehová Dios y el discernimiento de su voluntad, junto con la fe y la confianza en Él, constituyen por lo tanto el fundamento de todo entendimiento verdadero por parte de sus criaturas inteligentes. “El conocimiento del Santísimo es lo que entendimiento es”, y esto implica entender “justicia y juicio y rectitud, el derrotero entero de lo que es bueno”. (Pro. 9:10; 2:6-9; 16:20.) Ningún asunto de verdadera importancia se puede entender plenamente a menos que todos los factores se miren desde el punto de vista de Jehová y se vean en relación con sus normas, cualidades y propósito eterno.
Los que se apartan de la Fuente
La persona que escoge como derrotero la transgresión empieza a dejar de lado a Dios cuando hace decisiones y planes. (Job 34:27.) Tal persona permite que su corazón le ciegue al error de sus caminos y pierde perspicacia. (Sal. 36:1-4.) Aun si afirma adorar a Dios, pone los preceptos del hombre por encima, prefiriéndolos a los de Dios. (Isa. 29:13, 14.) Justifica y excusa su conducta relajada como un mero “juego”. (Pro. 10:23.) Llega a pervertirse, embrutecerse y a hacerse necio en su razonamiento, hasta el extremo de afirmar que el Dios invisible no ve o discierne su mala conducta, como si los poderes de percepción de Dios hubiesen fallado. (Sal. 94:4-10; Isa. 29 :15, 16; Jer. 10:21.) Por su proceder y sus actos, en realidad dice: “No hay Jehová” (Sal. 14:1-3), y no le tiene en cuenta para nada. Al no guiarse por los principios divinos, no puede juzgar los asuntos correctamente ni ver las cuestiones claramente, sopesando los factores envueltos y llegando a decisiones correctas. (Pro. 28:5.)
LOS CAMPOS DEL ENTENDIMIENTO HUMANO
El entendimiento puede estar relacionado con el conocimiento y la destreza en actividades manuales, como la construcción y el diseño de edificios, o la fabricación de artículos de madera, metal, piedra o tela. El trabajador de Tiro, Hiram, era un “hombre hábil, experimentado en entendimiento”, un artesano que trabajaba con una gran variedad de materiales. (2 Cró. 2:13, 14; 1 Rey. 7:13, 14.) Un entendimiento de este tipo contribuye a efectuar un buen trabajo, es decir, a producir cosas de calidad perdurable.
De manera similar, los hombres pueden mostrar mucho discernimiento en operaciones comerciales, lo que les puede ayudar a enriquecerse, como ocurrió con el “caudillo” de Tiro. (Eze. 28:2, 4.) Es posible que los gobernantes tengan entendimiento para guerrear y para la estrategia militar (Isa. 10:12, 13), o sean expertos en diplomacia política. (Dan. 8:23.) Sin embargo, su entendimiento puede ser limitado y de un beneficio de corto alcance, como en los casos anteriormente mencionados.
Las Escrituras hablan del entendimiento que se puede obtener por medios naturales. No obstante, tal “comprensión” (sý·ne·sis) por parte de “intelectuales” (sy·ne·tós) mundanos se convierte en algo vano y tonto cuando no se tenga en cuenta los propósitos de Dios. (1 Cor. 1:19, 20, véase Kingdom Interlinear Translation.) Las Escrituras recomiendan principalmente un entendimiento superior, espiritual, un entendimiento que tiene a Dios como fundamento. Sin importar hasta qué punto puedan los hombres explotar los recursos del planeta, explorar las profundidades de la Tierra y del mar o estudiar el cielo, nunca podrán, por sus propios esfuerzos, hallar “el lugar del entendimiento” ni la sabiduría que lleva a una vida de éxito en justicia y felicidad. (Job 28:1-21, 28.) Este entendimiento es ‘mejor que la plata’, y puede traer el futuro deseado, que no está al alcance de las efímeras riquezas y la honra mundanas. (Pro. 16:16, 22; 23:4, 5; Sal. 49:6-8, 14, 20.)
SU RELACIÓN CON EL CONOCIMIENTO Y LA SABIDURÍA
El entendimiento tiene que estar basado en conocimiento, y obra de acuerdo con él, aunque el entendimiento va más allá. El alcance y el valor del entendimiento de una persona depende en gran manera de la cantidad y calidad de conocimiento que tenga. El conocimiento consiste en estar familiarizado con los hechos, y el más importante y fundamental es Dios: su existencia, su propósito inquebrantable y sus caminos. El entendimiento permite que la persona relacione el conocimiento adquirido con el propósito y las normas de Dios, para entonces sopesar el valor de tal conocimiento. El “corazón entendido es el que busca el conocimiento”; no está satisfecho con una simple visión superficial, sino que intenta hacerse un cuadro completo de todo el asunto en cuestión. (Pro. 15:14.) Para que el discernimiento salvaguarde a una persona de la interpretación equivocada y del engaño, el conocimiento le tiene que llegar a ser ‘agradable a su mismísima alma’. (Pro. 2:10, 11; 18:15.)
Proverbios 1:1-6 muestra que el “entendido es el que adquiere dirección diestra, para entender el proverbio y el dicho difícil de entender, las palabras de los sabios y sus enigmas”. No tienen que ser cosas dichas simplemente para pasar el tiempo en conversación ociosa, pues los sabios no perderían regularmente el tiempo de esa manera. Ha de referirse a instrucción, preguntas y problemas que disciplinen y preparen tanto la mente como el corazón en los principios justos, capacitando así al oyente para acción sabia en el futuro. (Compárese con Salmos 49:3, 4.) El conocimiento y el entendimiento juntos producen la sabiduría, lo cual es la “cosa principal”: la capacidad de hacer uso de un fondo de conocimiento y profundo entendimiento para tratar con éxito los problemas. (Pro. 4:7.) La persona que tiene motivos correctos no busca entendimiento debido a simple curiosidad o para ensalzarse, sino con el propósito de actuar sabiamente. ‘La sabiduría está delante de su rostro.’ (Pro. 17:24.) Tal persona no es como aquellos hombres del día del apóstol Pablo que afirmaban ser maestros de otros pero estaban ‘hinchados de orgullo no entendiendo nada’. Aquellos hombres, por su falta de sabiduría, llegaron a estar mentalmente enfermos “sobre cuestiones y debates acerca de palabras”, cosas que crean desunión y que conducen a muchos males. (1 Tim. 6:3-5; véanse CONOCIMIENTO; SABIDURÍA.)
CÓMO ADQUIRIR EL VERDADERO ENTENDIMIENTO
La persona que busca verdadero entendimiento ora a Dios: “Hazme entender, para que observe tu ley, y para que la guarde con todo el corazón. [...] Para que siga viviendo”. (Sal. 119 :34, 144, también 27, 73, 125, 169.) Este es el motivo correcto. El apóstol oró por los cristianos de Calosas a fin de que se les “[llenase] del conocimiento exacto de su voluntad [de Dios] en toda sabiduría y comprensión espiritual [sý·ne·sis], para que [andasen] de una manera digna de Jehová”. (Col. 1:9, 10.)
La edad y la experiencia son factores naturales que ayudan a adquirir un mayor entendimiento. (Job 12:12.) Sin embargo, la edad y la experiencia por sí solas no son determinantes. Los consoladores de Job se jactaban del entendimiento que ellos y sus asociados de mayor edad tenían; no obstante, fueron reprendidos por el joven Elihú. (Job 15:7-10; 32:6-12.) Jehová, el “Anciano de Días” (Dan. 7:13), tiene un entendimiento infinitamente superior al de toda la humanidad, cuyos días tan solo se remontan a unos cuantos miles de años y todavía no entienden exactamente cómo llegó a formarse el planeta en el que viven. (Job 38:4-13, 21.) Por consiguiente, la Palabra escrita de Dios es un medio principal para conseguir entendimiento. (Sal. 119:30.)
Los niños y los jóvenes deberían considerar detenidamente la instrucción de sus padres, ya que son mayores que ellos y tienen más experiencia, especialmente cuando estos son siervos devotos de Dios. (Pro. 2:1-5; 3:1-3; 4:1; 5:1.) También se puede conseguir entendimiento al ‘considerar’ (heb. bin) con atención la historia de generaciones anteriores, y normalmente las personas de más edad están familiarizadas con estos acontecimientos. (Deu. 32 :7.) No se debería buscar la asociación de “los inexpertos” sino de los sabios, y alimentarse de su consejo e instrucción para ‘seguir viviendo y andar directamente en el camino del entendimiento’. (Pro. 9:5, 6.) Aquel que escucha y obedece puede dejar de ser ingenuo y crédulo, consiguiendo así ‘entender sagacidad’ y evitar muchas experiencias amargas. (Pro. 8:4, 5.)
Al estudiar y aplicar con diligencia la Palabra de Dios y sus mandatos, una persona puede llegar a tener más perspicacia que sus maestros y más entendimiento que los hombres de mayor edad. (Sal. 119:99, 100, 130; compárese con Lucas 2:46, 47.) Esto se debe a que la sabiduría y el entendimiento son en realidad parte integrante de las reglas y decretos judiciales puros de Dios. Por consiguiente, el que Israel observase fielmente estas reglas y decretos haría que las naciones circunvecinas lo considerasen un “pueblo sabio y entendido”. (Deu. 4:5-8; Sal. 111: 7, 8, 10; compárese con 1 Reyes 2:3.) La persona entendida reconoce la inviolabilidad de la Palabra de Dios, quiere amoldar a ella su propia vida y a fin de conseguirlo le pide ayuda a Dios. (Sal. 119:169.) Asimismo, deja que el mensaje de Dios le penetre profundamente (Mat. 13:19-23), lo escribe sobre la tabla de su corazón (Pro. 3:3-6; 7:1-4) y llega a desarrollar odio por “toda senda falsa”. (Sal. 119:104.) Cuando el Hijo de Dios estuvo en la Tierra, mostró esta clase de entendimiento. Él ni siquiera intentó evadir la muerte en un madero, ya que el cumplimiento de las Escrituras requería que él muriese de ese modo. (Mat. 26:51-54.)
Acepta disciplina
El orgullo, la terquedad, la obstinación y la independencia son enemigos del entendimiento. (Jer. 4:22; Ose. 4:14, 16.) La persona con verdadero entendimiento no piensa que lo sabe todo; como dice Proverbios 19:25: “Debe dirigirse censura al entendido, para que discierna conocimiento”. (Compárese con Job 6:24, 25; Salmos 19:12, 13.) Precisamente porque es entendido está dispuesto a escuchar, discierne la base para la reprensión y obtiene más beneficio de ella que un estúpido de recibir cien golpes. (Pro. 17:10; compárese con 29:19.)
EL ENTENDIMIENTO DE LAS PROFECÍAS
Los mensajes proféticos inspirados son entendidos tan solo por aquellas personas que han sido limpiadas y que humildemente oran por entendimiento. (Dan. 9:22, 23; 10:12; 12:10.) Aunque se puede llegar a comprender la época general en que se cumple la profecía, puede que haya que esperar hasta el debido tiempo de Dios para su realización a fin de discernir por completo su aplicación. (Dan. 8:17; 10:14; 12:8-10; compárese con Marcos 9:31, 32; Lucas 24:44-48.) Aquellos que cifran su confianza en los hombres menosprecian el poder de Dios y hacen caso omiso de su propósito, no pueden entender las profecías y permanecen ciegos a su significado, hasta que los efectos desastrosos de su cumplimiento empiezan a alcanzarlos. (Sal. 50:21, 22; Isa. 28:19; 46:10-12.)