“La Atalaya”—una ayuda para el estudio de la Biblia
¿POR qué necesitamos La Atalaya? Porque La Atalaya nos ayuda a entender la Biblia. ¿Y por qué debemos querer entender la Biblia? Porque la Biblia es la infalible guía que nos ha suministrado el Creador amoroso y sabio.
La Palabra de Dios es una lámpara a nuestros pies y una luz a nuestro camino. (Sal. 119:105) Sin ella andaríamos en tinieblas. (Isa. 8:20, 21; Mat. 15:1-14) Es una lámpara que brilla en un lugar oscuro a la cual hacemos bien en prestar atención hasta que el día amanezca y el lucero del alba se levante. (2 Ped. 1:19-21, NM) Como lo expresa Pablo el apóstol: “Toda Escritura es inspirada por Dios y es benéfica para enseñar, para reprender, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, completamente equipado para toda buena obra.”—2 Tim. 3:16, 17, NM.
La Palabra de Dios no sólo significa luz para nosotros sino también vida. “Esto significa vida eterna, el que ellos adquieran conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú has enviado, Jesucristo,” dijo Jesús en su oración en la noche de su traición. Él dijo a sus discípulos: “Los dichos que yo les he hablado son espíritu y son vida,” los cuales dichos han sido registrados en la Biblia. Él bien sabía que “el hombre ha de vivir, no sólo de pan, sino de toda declaración que procede de la boca de Jehová.” (Deu. 8:3; Mat. 4:4; Juan 6:63; 17:3, NM) Aun a Adán se le hizo ver esa verdad claramente, porque aunque tuvo suficiente de las cosas para sustentar la vida, no obstante, después de vivir 930 años, él murió debido a pasar por alto la Palabra de Dios.—Gén. 3:17-19; 5:5.
La Palabra de Dios significa vida y luz para nosotros, sin embargo, sólo si ejercemos fe. (Mat. 9:29) “Sin fe es imposible lograr su buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser el galardonador de los que con sinceridad le buscan.”—Heb. 11:6, NM.
Dado que hoy, más que nunca antes, se están haciendo ataques contra la autenticidad de la Biblia, sus principios y su sabiduría, llega a ser crecientemente importante que por medio del estudio de la Biblia nos equipemos con un escudo grande de fe para desviar todos esos ataques, ataques hechos no sólo por sus enemigos reconocidos, sino también por los que profesan ser sus amigos. Y con más de 250 sectas diferentes pretendiendo ser cristianas tan sólo en los Estados Unidos, tenemos que estudiar nuestras Biblias para poder dar una respuesta satisfactoria a todo el que demanda de nosotros una razón de la esperanza que está en nosotros. (1 Ped. 3:15, NM) Como lo expresó el sabio: “El corazón del justo estudia para responder.”—Pro. 15:28, AN.
Además, como las condiciones morales van de mal en peor viene a ser aun más difícil adherirse a los principios justos de Dios, que deben gobernar nuestra vida cotidiana. Para fortalecer continuamente nuestras resoluciones de hacer lo que es recto, para tener el mismo amor que Dios le tiene a la justicia y el odio que le tiene a la iniquidad, tenemos que continuar pensando los pensamientos de Dios, continuar renovando nuestra mente y rehaciendo nuestra personalidad por medio de la verdad.—Mat. 16:23; Rom. 12:2; Fili. 4:8; Col. 3:9, 10, NM.
AYUDA NECESARIA
No hay duda acerca de ello, si queremos conseguir la vida tenemos que estudiar la Biblia. Pero ¿significa eso en sí mismo que necesitamos La Atalaya? ¿No podemos dirigirnos individualmente a la Biblia y obtener todo el conocimiento y entendimiento que necesitamos? ¿Podemos? En el capítulo 8 de los Hechos, leemos acerca de un funcionario de la reina Candace, un eunuco etíope, que se dirigió directamente a su Biblia, pero cuando le preguntó el discípulo Felipe: “¿Sabe usted verdaderamente lo que está leyendo en voz alta?,” ¿qué respondió él? “¿Verdaderamente cómo podría hacerlo, a menos que alguien me guiara?” Él comprendió que necesitaba ayuda. Y Felipe, habiendo sido guiado por otros en primer lugar, estaba equipado para dar a este eunuco etíope la guía que necesitaba.—Hech. 8:27-38, NM.
Note también a los dos que iban camino a Emaús la mañana de la resurrección de Jesús. Deben haber estado familiarizados con la Palabra de Dios o Jesús no los hubiera reprendido por ser ‘lentos de corazón para creer todo lo que los profetas habían hablado,’ pero ellos no entendían. Se necesitó la explicación que Jesús les hizo de aquello con que ellos ya estaban familiarizados para hacerlos ver cómo las Escrituras predecían los sufrimientos y la muerte del Mesías. Con razón más tarde exclamaron: “¿No nos ardía el corazón cuando nos iba hablando por el camino, cuando nos iba explicando por completo las Escrituras?”—Luc. 24:13-32, NM.
Cornelio sin duda estaba familiarizado con la Palabra de Dios, pero sólo con la ayuda de Pedro reconoció a Cristo Jesús como el Mesías. Apolos, aunque ‘fulgurante con el espíritu,’ necesitó ayuda para entender “el camino de Dios más correctamente.” Y los discípulos en Éfeso tenían un concepto muy inadecuado del cristianismo hasta que Pablo los iluminó.—Hechos, capítulo 10; 18:25, 26; 19:1-7, NM.
¿POR QUÉ “LA ATALAYA”?
Dado que es aparente que necesitamos ayuda para entender la Biblia, ¿por qué, de toda la literatura religiosa publicada, debemos acudir a La Atalaya por esta ayuda? Ante todo, porque se adhiere estrictamente a la Biblia; deja que ‘Dios sea hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso.’ (Rom. 3:4, NM) No está restringida por los credos o las tradiciones de hombres, sino que se basa única y sólidamente en las Escrituras. No cede a, ni pretende hablar en nombre de, un magisterio que asume una autoridad por encima de la de la Palabra de Dios. Así como Jesús lo hizo, continuamente apoya sus declaraciones y explicaciones con “Está escrito.” (Mat. 4:4, 7, 10; 11:10; 21:13; 26:24, 31, NM) Y así como Jehová invita a sus criaturas terrestres, así La Atalaya invita a todos sus lectores: “Venid pues, y razonemos juntos.”—Isa. 1:18, AN.
No apoya ninguna de las ideologías políticas de los diferentes blocs de las naciones, sino que da lealtad únicamente al reino de Dios. No predica amor fraternal en tiempos de paz y fratricidio cuando las pasiones nacionalistas se han incitado en tiempo de guerra. Se mantiene sin mancha del mundo igual que Jesús.—Juan 18:36; Sant. 1:27.
La Atalaya, no estando atada por ningún credo, puede progresar con la luz creciente. Aprecia que “la senda de los justos es cual fúlgida luz matinal, cuyo brillo va creciendo hasta la plena radiación del día.” (Pro. 4:18, BC) Cuando más clara luz brilla sobre las Escrituras como resultado del cumplimiento de las profecías o mayor investigación, no es demasiado orgullosa para dar a sus lectores el beneficio del entendimiento mejorado de la voluntad y propósitos de Dios.
Para ayudarnos a entender la Biblia, La Atalaya usa el método de estudio por temas. Mediante este método toda la información sobre cierto tema abarcado en todos los sesenta y seis libros de la Biblia se junta y compila de manera lógica y ordenada. Esto es necesario porque la Biblia, siendo en gran parte histórica, está escrita en el estilo de una narración continua, y por lo tanto, con pocas excepciones, no trata abarcadamente ninguna enseñanza en un solo lugar. Esto también es cierto porque muchas de las enseñanzas falsas que ahora confunden a cristianos profesos eran desconocidas entre los siervos de Jehová en tiempos pasados; la verdad se daba por presupuesta. Para hacer más acabado este método de estudio por temas La Atalaya toma nota del significado de las palabras en los idiomas originales, a saber, el hebreo, el arameo y el griego, y también toma en consideración el contexto de los textos que cita para probar un punto.
Al usar dicho arreglo de estudio por temas La Atalaya no está saltando de un lugar a otro, tratando de encontrar un texto para probar una teoría favorita u opinión preconcebida, sino que está dejando que la Biblia en conjunto indique la mente de Dios sobre determinado tema. Este método no es nuevo con La Atalaya. Es el método que Jesús usó en su sermón del monte, el método que Pedro usó en el día del Pentecostés, y el método que Pablo usó vez tras vez en sus cartas. Para ejemplos háganos el favor de ver: Mateo 5:21-38; Hechos 2:14-28; Romanos 15:7-13; Hebreos 1:5-14.
ESTUDIE “LA ATALAYA”
Parece que hay la tendencia por parte de algunos de los lectores de La Atalaya de leer con cuidado solamente el artículo principal de cada número, incluyendo quizás las preguntas de los lectores. Este es un error. La Atalaya trata de enseñanza o doctrina bíblica, profecía bíblica, conducta cristiana, historia bíblica y actividad misionera actual. Sólo si damos consideración cuidadosa a todo su contenido, incluyendo sus así llamados artículos secundarios, podemos esperar obtener una adecuada educación bíblica y estar al día con la luz que progresa.
Cada número de La Atalaya puede compararse a una comida bien balanceada y bien preparada. Los especialistas en asuntos de nutrición nos dicen que el cuerpo necesita proteínas, almidones, minerales y vitaminas, y una comida adecuada suministra todos éstos. Sería un error pasar por alto algunos de éstos. Lo mismo aplica a los platos de nuestra comida espiritual. Y así como no pensaríamos en apresurarnos con una comida natural sino que tomaríamos el tiempo necesario para disfrutarla, así también no deberíamos apresurarnos con nuestras comidas espirituales.
Tampoco es suficiente el sólo leer La Atalaya. Mucho de ella, particularmente los artículos principales, o sea los de estudio con preguntas, presenta verdades complejas e importantes, a menudo enteramente nuevas y diferentes a cualquier cosa que se haya publicado anteriormente, que no pueden entenderse y apreciarse cabalmente al leerla una sola vez. Dicha vianda intelectual o espiritual requiere masticación cabal, es decir, concentración, meditación y reflexión. Para hacer nuestras dichas verdades y argumentos tenemos que estar convencidos de que tienen el apoyo de la Biblia, son razonables, están de acuerdo con los hechos. Eso exige el leer el material varias veces, no una sola vez.
Además, queremos recordar todo lo que sea posible, porque nuestro propósito al adquirir estas verdades no sólo es disfrutar de ellas nosotros mismos sino recibir algo que podamos pasar a otros. Y sólo si tenemos un punto claro en la mente podremos explicárselo a otros; otra razón para que estudiemos La Atalaya cabalmente.
Además de eso, La Atalaya contiene mucha exhortación e instrucción concernientes a la conducta y actividad cristianas. Para obtener el impacto completo de dicho material tenemos que repasarlo repetidas veces. A menos que seamos impulsados a acción somos semejantes al hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Entonces nuestra fe sería una fe muerta.—Mat. 7:26, 27; Sant. 2:14-26, NM.
CÓMO ESTUDIAR “LA ATALAYA”
Como cristianos, el estudio de la Biblia, empleando ayudas bíblicas, no es discrecional sino obligatorio, porque las instrucciones del apóstol Pablo a Timoteo aplican a cada uno de nosotros: “Haz todo lo posible para presentarte aprobado a Dios, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.” (2 Tim. 2:15, NM) Si queremos la vida tenemos que obtener la aprobación de Dios, y si queremos la aprobación de Dios tenemos que manejar la Palabra de Dios correctamente, y para hacer eso tenemos que estudiar. ¿Cuál es la mejor manera de estudiar la Biblia con la ayuda de La Atalaya?
Ante todo, reconocemos que se necesita tiempo para estudiar, por eso tenemos que redimir tiempo para estudiar con regularidad y sin prisa. Si tenemos un programa muy completo pudiéramos encontrar quince o treinta minutos diariamente como primera cosa por la mañana, o en seguida del desayuno o en algún otro tiempo conveniente del día. (Efe. 5:16) De otra manera sería bueno apartar por lo menos una noche a la semana para nuestro propio estudio privado. Tampoco debemos pasar por alto el hecho de que el ministro ocupado y alerto se aprovechará de oportunidades para estudiar cuando viaja, así como está alerta a las oportunidades para predicación incidental.
Para estudiar La Atalaya apropiadamente tenemos que emprender el estudio de ella con la correcta actitud de corazón. Aunque se nos manda: “Asegúrense de todas las cosas; adhiéranse tenazmente a lo que es correcto,” no pasemos por alto el hecho de que también se nos exhorta: “No traten con desprecio la profecía.” (1 Tes. 5:20, 21, NM) Habiendo hallado, vez tras vez, que La Atalaya se adhiere fielmente a la Palabra de Dios, no tenemos base para emprender el estudio de ella con sospecha, sino más bien debemos hacerlo con un sincero deseo de entender lo que Dios ha suministrado para nosotros mediante sus páginas, siempre listos para ‘aceptar con mansedumbre la implantación de la palabra que puede salvar nuestra alma.’—Sant. 1:21, NM.
Los de Berea nos pusieron un buen ejemplo en cuanto a esto. Cierto, ellos se aseguraron de que lo que Pablo les dijo se basaba en las Escrituras; pero ¿significó eso que ellos escucharon a Pablo con un espíritu escéptico, crítico o antagónico? De ninguna manera. Más bien, se nos dice que ellos “recibieron la palabra con la más pronta disposición.”—Hech. 17:11, NM.
Teniendo la correcta actitud de corazón para con el material que vamos a estudiar, en seguida debemos asegurarnos de que despedimos de nuestra mente todo asunto no relacionado con nuestro estudio. No podemos esperar recibir mucho beneficio de nuestro estudio si tenemos la mente fija en alguna otra cosa; alguna experiencia agradable o desagradable que acabamos de tener o que esperamos tener después de nuestro estudio. Habiendo apartado tiempo para el estudio de La Atalaya, démosle nuestra atención indivisa; como Pablo lo expresa, “pongamos más que la acostumbrada atención a las cosas” que estudiamos. De otra manera lo estudiado no se quedará grabado lo suficientemente hondo en nuestra mente subconsciente como para que podamos recordarlo cuando queramos.—Heb. 2:1, NM.
Note el título y el texto de encabezamiento, si hay uno, y también la relación entre los dos. A medida que lea note no sólo lo que se presenta, sino cómo. Reflexione, note cómo el argumento está siendo desarrollado. ¿Algo nuevo? ¿o expresado de manera diferente a antes? Busque los textos citados pero no copiados; note su aplicación. ¿Aprecia usted la luz que arrojan sobre el tema que se está considerando? Tal vez usted quiera subrayar puntos principales, o las respuestas exactas a las preguntas, si el artículo tiene preguntas. ¿Puede usted expresar la respuesta en sus propias palabras? Si ideas, textos o hechos confirmantes vienen a la mente, ¿por qué no apuntarlos en el margen para usarlos en el estudio de congregación?
En un artículo de alguna longitud generalmente hay subtítulos, los cuales denotan un cambio de pensamiento u otro aspecto del tema principal. Note cómo los párrafos que siguen al subtítulo se relacionan con él. Después que usted haya estudiado un artículo o la parte indicada para el próximo estudio de congregación, reflexione. ¿Cuáles fueron los puntos principales, los puntos nuevos, los puntos particularmente útiles para mí? Repase las preguntas de estudio; al leerlas, ¿recuerda usted inmediatamente la respuesta a cada una? Recuerde, una de las mejores ayudas en el estudio es el repaso.
El estudiar La Atalaya con otra persona tiene mucho de recomendable. El estudiar con otra persona aligera el trabajo de la concentración, aumenta el gozo, contribuye a mejor entendimiento, así como a la habilidad de expresarse mejor en el estudio de congregación de La Atalaya. Algo que merece la consideración de los miembros de una familia.
¿El estudio de La Atalaya por la congregación? Sí, cada semana, en unos catorce mil Salones del Reino de los testigos de Jehová se aparta una hora, por lo general los domingos por la tarde o noche, para el estudio de la Biblia con la ayuda de La Atalaya. No es suficiente estudiar privadamente o con otros miembros de nuestra familia. Obtenemos más de cada lección si oímos lo que otros dicen en respuesta a las preguntas; ellos pueden tener un entendimiento diferente, más correcto o más completo acerca de ello que el que nosotros tenemos. Y no sólo podemos recibir ayuda en dicho estudio sino que también podemos dar ayuda a otros. Ellos necesitan lo que nosotros podemos dar, nosotros necesitamos lo que ellos pueden dar. Ningún miembro individual de la congregación cristiana puede decir a otros: “No tengo necesidad de ustedes.”—1 Cor. 12:19-22, NM.
El conocimiento y entendimiento de la Biblia significa luz y vida. Para obtener ese conocimiento y entendimiento necesitamos ayuda. La Atalaya es la ayuda preeminente para el estudio de la Biblia. Demostremos nuestro aprecio de ella leyéndola cuidadosamente de cubierta a cubierta, estudiando cabalmente sus artículos principales en privado o con nuestra familia, y luego reuniéndonos con regularidad para estudio de congregación donde no sólo obtenemos ayuda sino también podemos ayudar a nuestros compañeros ministros cristianos.