¿Es un sueño la unidad mundial?
Si los hombres no aprenden a vivir juntos, morirán juntos. Así de apremiante es la necesidad de unidad. No se trata de simplemente llevarse bien en cierta ciudad, ni siquiera en cierta nación. Es un mundo entero el que tiene que aprender a vivir en unidad. La transportación y comunicación modernas han encogido nuestra tierra, trayendo unas naciones al patio de las otras. Los líderes del mundo reconocen lo urgente que es tener unidad y sueñan con un solo mundo. ¿Podrán convertir su sueño en realidad?
LAS estrellas la tienen. Los planetas la tienen. Las lunas que giran alrededor de éstos la tienen. Jehová se la da. En la tierra las langostas la tienen, los colores de la naturaleza la tienen, los sonidos de la naturaleza la tienen. De nuevo, es un don de Dios. Pero el hombre carece de ella. En un tiempo la tenía, no 1a apreció, la perdió, ha sufrido por falta de ella, ahora anda en busca de ella, pero no puede hallarla.
Los vastos cielos, con sus incontables galaxias y miles de millones de estrellas que se mueven a velocidades tremendas, tienen unidad. Los cuerpos celestes permanecen en sus órbitas y se adhieren a su horario sin variar la más mínima fracción de un segundo, funcionando de acuerdo con las leyes que su Creador fijó para ellos. Nuestro sistema solar, con su sol y planetas y lunas moviéndose a altas velocidades, se mantiene en su curso sin choque o colisión. En la tierra las langostas, sin tener rey visible, se mueven en escuadrones y mantienen una unidad de acción que les es necesaria para sobrevivir. Y considere los colores de la naturaleza, la gran variedad en las flores y en el brillante plumaje de las aves y en las atractivas marcas de muchos animales. No hay falta de armonía ni conflicto a pesar de las combinaciones contrastadoras que se ven unidas. Oiga los sonidos de la naturaleza, el viento en los árboles, el murmullo del agua en un arroyo o su tronar al descender en una catarata, el grito de las aves, el zumbido de los insectos, o aun los estallidos de una tormenta. En todos éstos existe una armonía; ninguno de ellos parece estar fuera de lugar en su ambiente. Jehová, el Creador de todos éstos, es Dios de armonía y unidad, no de desorden, y sus obras reflejan sus atributos.—Gén. 1:1; Job 38:31-33; Pro. 30:27; Joel 2:6-8; Rom. 1:20; 1 Cor. 14:33.
Al tiempo que Jehová Dios hizo al hombre y la mujer se les dió esta unidad y se les dijo cómo retenerla. Pero la mujer era ambiciosa. En vez de apreciar el privilegio de disfrutar de unidad con Dios quiso hacerle competencia, ser ella misma como un dios. Adán prefirió la unidad con su esposa a la unidad con Dios, de modo que se unió a ella en la rebelión. Sin embargo, cuando Jehová pidió que él explicara la transgresión, Adán se volvió contra su esposa en desunión, culpando a ella por el pecado de él. Su prole no disfrutó de unidad, pues Caín mató a su hermano Abel. Más tarde los descendientes de Adán y Eva en un esfuerzo por esconder su falta de unidad con Dios se pusieron a llamar cosas creadas por el nombre de Dios, pero de manera hipócrita. Desde entonces los hombres han seguido haciendo la misma cosa, pretendiendo por medio de sus religiones falsas disfrutar de una unidad con Jehová que no tienen.—Gén. 3:4-6, 12; 4:8, 26.
Hoy día el mundo se entrega a ensueños de unidad mientras se agita angustiadamente en una pesadilla de desunión. En todo frente la humanidad está dividida. Mire en la dirección que quiera y verá desunión en una escala que varía desde desconcertadora hasta alarmante. Los agitados e intranquilos mares de la humanidad son batidos por barreras nacionales, discriminaciones raciales, prejuicios religiosos, diferencias lingüísticas, muchos sistemas monetarios, costumbres que varían y normas sociales artificiales que clasifican a unos como de alta casta y a otros como de baja casta o de ninguna casta o parias. Los antecedentes de su familia pueden colocarlo en el primer plano de la sociedad o excluirlo por completo. Pueden colocarlo en el libro azul de la sociedad o en su lista de sospechosos. Si su situación financiera no le permite llevar el mismo paso que los González, los González no le darán más que una mirada sobre el hombro. Limitando nuestra vista al círculo familiar, hallamos que la delincuencia lo ha roto y el divorcio lo ha dividido a un grado nunca antes conocido. Limitando aun más nuestra vista, hallamos que en estos días de temor e intranquilidad hasta individuos están divididos contra sí mismos por neurosis y personalidades divididas.
La conclusión irresistible a la que nos hallamos obligados a llegar es que en este mundo hay tanta unidad como la que hay en un saco lleno de perros y gatos. Sin embargo, una unidad pudo citar el escritor de fama Carl Sandburg, pero ésta es más desalentadora que consoladora. Irónicamente observó él: “Hay una unidad que tiene la familia humana ahora la cual posiblemente nunca antes tuvo de manera tan ampliamente esparcida. Esa es la unidad de estar juntos en la selva.”
Si este mundo va a hacer un éxodo de esta selva, si algún día va a despertar de su pesadilla de desunión, si alguna vez va a convertir en realidad sus ensueños de unidad, entonces tendrá que despertar y trabajar y andar en la dirección correcta y ponerse en el lado correcto del camino. Si viajamos por el lado incorrecto del camino a la unidad, el resultado será la desunión. Los hombres no han conducido sus vehículos de estado por el lado correcto hasta la fecha. Hace seis mil años que han estado transitando por el lado equivocado del camino y horripilantes resultados les esperan.
El problema es el mismo ahora que el de entonces, pero el dejar de resolverlo es más desastroso ahora. En los días de la carreta tirada por asno el problema era un infante. En estos días de la edad de máquinas se ha desarrollado hasta ser un monstruo de Frankenstein. Viajamos por los mismos caminos que en antaño, sólo que viajamos con más rapidez. En antaño si los hombres iban con sus carretas por el lado equivocado del camino poco importaba. En estos días si vamos con nuestros rápidos automóviles por el lado equivocado, nosotros no importamos mucho. Una cosa es recibir un golpe de costado de una carreta de bueyes que va pasando y otra cosa muy distinta el chocar con un automóvil que viene a alta velocidad. Una cosa es el que tribus salvajes se lancen una contra otra esgrimiendo palos y arrojando piedras, y otra muy distinta el que armadas de aviones vuelen sobre ciudades lloviendo bombas.
La historia se repite, pero los hombres no quieren escuchar. La historia ha demostrado que en unidad los hombres sobreviven, en desunión mueren, y está repitiendo esto en voz más alta e insistente que nunca. El problema de la unión se ha puesto grave. El problema tendrá que ser resuelto por los hombres o los hombres quedarán disueltos por él. Aunque los caudillos del mundo actualmente tratan de resolver este problema, la verdad es que ni siquiera aprecian su aspecto más grave, olvidando que la unidad más vital que ha de lograrse es unidad con Jehová Dios.
ESFUERZOS DEL PASADO POR LOGRAR UNIDAD
Tal como los hombres tratan de resolver el problema de la unidad hoy día, los hombres trataron de resolverlo en el pasado. El pasado está lleno de sus errores, y los mismísimos errores llenan el presente. Después del Diluvio hombres ambiciosos trataron de unir a los hombres y mantenerlos juntos en oposición al propósito de Jehová, el cual era que los hombres debieran esparcirse por la tierra y poblarla. El gentío de Babel razonó: “¡Vengan! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre, no sea que seamos esparcidos sobre toda la superficie de la tierra.” (Gén. 11:4, NM) Pero Jehová frustró su esfuerzo, confundiendo su habla de modo que no se entendieran ni siguieran trabajando juntos. La Biblia llama a la ciudad Babel, o confusión. Lo que resultó fué más desunión, introduciéndose estorbos lingüísticos. El sueño de los ambiciosos fué para ellos un bumerang.
En el tiempo de Isaías se formó una unión política, no con el fin de lograr unidad con Jehová sino para oponerse a su pueblo. Fracasó. Respecto a esta tentativa leemos en Isaías 8:9-13: “¡Alborotaos, oh pueblos, y seréis quebrantados! ¡escuchad también, todas las tierras lejanas! ¡Ceñíos, y seréis quebrantados; ceñíos, y seréis quebrantados! Tomad maduro consejo, mas será frustrado; hablad la palabra, mas no tendrá efecto; porque Dios es con nosotros. Porque así me ha dicho Jehová, siendo fuerte su mano sobre mí; y enseñóme a que no anduviese en el camino de este pueblo, diciéndome: No llaméis conspiración a todo lo que llama este pueblo conspiración, ni participéis en su temor, ni os amedrentéis. Santificad a Jehová de los Ejércitos; y sea él vuestro temor, y sea él vuestro pavor.”
Siglos después de eso Babilonia trató de fortalecerse por medio de mayor unidad religiosa, tratando de introducir dioses de las diferentes localidades en el templo de Babilonia y combinarlos todos en una sola adoración. Este esfuerzo por tener una unión de fes no salvó a Babilonia, porque poco después de eso cayó en manos de los medos y persas. La Roma pagana se fortaleció por medio de formar una iglesia de estado que abarcara la gran variedad de dioses y creencias paganos, pero no pudo arrebatar e incluir a los judíos en este proyecto de unidad religiosa. Después del establecimiento del cristianismo, el emperador Diocleciano trató de extirpar de los dominios romanos el cristianismo, usando en vano violenta persecución. Después de él el emperador Constantino por medio de avenencias logró unir el cristianismo apóstata con la religión pagana, formando una religión católica romana o universal. Pero esto no logró salvar al imperio romano, y aun la religión que se formó de esta manera se dividió en muchas sectas y cultos al tiempo de la Reforma, resultando en las muchas sectas protestantes que existen hoy día. Ahora se hacen esfuerzos por unirse en cuanto a religión por medio de movimientos de unión de fes y un Concilio mundial de iglesias, pero estos esfuerzos no tienen como su objeto recobrar la sumamente importante unidad con Jehová. No buscan unidad doctrinal con la Biblia, sino sólo una unidad política para hacer sentir su voz en asuntos del mundo.
Las religiones organizadas dicen que son la novia virgen de Cristo, pero cuando entran en relaciones políticas con gobernantes mundanos la Biblia considera eso adulterio espiritual y compara a dichas organizaciones con una mujer prostituta. (Sant. 4:4) No obstante, los clérigos de la cristiandad se mezclan en la política y los políticos se aprovechan de la religión. Durante el tiempo en que se celebran las convenciones políticas se toman fotografías de los candidatos saliendo por las puertas de las iglesias, aunque en otras ocasiones nunca asisten. Introducen textos bíblicos y a Dios en sus discursos tal cual si se tratara de anuncios comerciales. El clero coopera cabalmente y reza vigorosamente en las convenciones políticas, pero es patente que sus intercesiones pomposas son especialmente preparadas para el auditorio de la televisión, que son ideadas para oídos humanos, no divinos. Al oír hablar a los políticos en sus campañas y los predicadores que los apoyan, uno podría creer que en el día de las elecciones Dios habría de partir del cielo, descender a la tierra, entrar en una casilla electoral y votar por el candidato de ellos. En realidad, ya no se sabe si se está oyendo a un político o a un predicador—¡el político cita tanto la Biblia y el predicador habla tanto de la política!
EL SOBRESALIENTE ESFUERZO DE LA ACTUALIDAD
El capítulo 17 del Apocalipsis predice el esfuerzo que esta generación haría para unificar al mundo mediante primero la Sociedad de las Naciones y después de eso las Naciones Unidas, con la religión desempeñando su papel. El relato dice: “Ven, te mostraré el juicio que hay sobre la gran ramera que se sienta sobre muchas aguas, con quien los reyes de la tierra cometieron fornicación.” La ramera a la que se hace referencia aquí no es una mujer literal, porque ninguna mujer ha cometido fornicación con todos los gobernantes de la tierra. La ramera es un cuadro figurativo de las organizaciones religiosas de este mundo. Ellas han entrado en la política y han adulado a los políticos en busca de sus favores y han sido usadas por ellos para propósitos egoístas, todo lo cual es una relación inmunda e ilícita para un grupo que diga ser la novia virgen de Cristo, desposada con él y aclamándolo como su Rey.
Después se ve a esta ramera “sentada sobre una bestia salvaje de color escarlata que estaba llena de nombres blasfemos y que tenía siete cabezas y diez cuernos.” Frecuentemente la Biblia usa una bestia para simbolizar un gobierno, como en el capítulo 7 de Daniel. Lo hacemos hoy día, como se hace patente por el oso ruso, el león británico y el águila estadounidense. Esta bestia salvaje de color escarlata representa una combinación de naciones, como lo fué la Sociedad de las Naciones y lo son las Naciones Unidas. Tiene nombres blasfemos embarrados sobre ella, asimismo como la religión organizada dijo que la Sociedad de las Naciones era la expresión política del reino de Cristo y ha alabado de manera parecida a las Naciones Unidas como la única esperanza del hombre para conseguir paz. Las religiones falsas que se mezclan en la política han tratado de servir de guías a las Naciones Unidas, asimismo como la ramera montada en la bestia salvaje trató de cabalgarla.
El relato sigue: “La bestia salvaje que viste era, pero no es, y no obstante está destinada a ascender del abismo, y ha de irse a la destrucción.” Por un tiempo la Sociedad de las Naciones ‘era,’ luego ‘no fué’ durante la II Guerra Mundial, pero ascendió del abismo de inactividad bajo un nombre nuevo, las Naciones Unidas. Antes de que pase a la destrucción se muestra a ésta devastando a la religión organizada: “Y los diez cuernos que viste, y la bestia salvaje, éstos aborrecerán a la ramera y la dejarán devastada y desnuda, y comerán sus partes carnales y la quemarán por completo a fuego. Porque Dios puso en sus corazones el que lleven a cabo el propósito de él.” Jehová deja que los amantes políticos de la religión prostituta la destruyan por su infidelidad a él. Ya podemos ver elementos políticos radicales que son miembros de las Naciones Unidas volviéndose en contra de la religión y echándola a un lado, y esta actitud aumentará hasta que la religión falsa quede devastada.
Y entonces ¿qué? Estas naciones de la “bestia salvaje” “guerrearán contra el Cordero, pero, porque es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes, el Cordero los vencerá.” Este es el punto culminante de la guerra del Armagedón de Jehová y es cuando la bestia salvaje ‘se irá a la destrucción.’ En ese punto dramático Satanás y sus demonios serán puestos fuera de existencia, y así las fuerzas que causan desunión serán borradas. El justo nuevo mundo que Jehová prometió introducirá unión completa.—Vers. 1-3, 8, 16, 17, 14, NM.
Es sólo un sueño el que los hombres piensen que ellos van a establecer un mundo unificado. No importa cuál sea el sistema de gobierno, los hombres que lo dirigen son imperfectos y egoístas y a menudo corruptos. Los hombres tendrían que cambiar, y no pueden cambiarse ellos mismos. Por medio de estudiar la Biblia los hombres pueden rehacer su mente, quitarse su vieja personalidad y ponerse una nueva dedicada a la justicia y moralidad. (Rom. 12:2; Col. 3:5-10) Pero los líderes del mundo en la actualidad, junto con multitudes de personas, creen que la Biblia no es práctica y la evitan. Y aunque se conformaran a los principios de la Biblia no se lograría la unidad. ¿Por qué? Porque Satanás todavía sería el dios de este mundo. (2 Cor. 4:4, NC) El hombre no puede aplastar a este invisible dios tirano.
Hace once años Winston Churchill emprendió un vuelo de oratoria pretenciosa y dijo que los Aliados esperaban el tiempo “cuando finalmente hayamos abatido a Satanás bajo nuestros pies.” No sólo tomó prestado esto de la Biblia, sino que lo redactó, substituyendo con los Aliados a Dios. Únicamente Dios quebrantará bajo pie a Satanás. (Rom. 16:20) Diez años más tarde Churchill todavía no había pisoteado a Satanás y le faltaba la confianza de antes, puesto que dijo: “Frente a nosotros está la imponente pregunta: ¿Se han salido nuestros problemas de la esfera de nuestro dominio?” Siempre lo han estado y siempre lo estarán. Satanás es la causa de las angustias actuales, y Jehová es el único que puede eliminar esa causa.
Hay cosas que podemos hacer. Podemos estudiar la Biblia, obedecerla, declarar su mensaje a otros y dar a conocer la amonestación de la destrucción inminente en el Armagedón. Al hacer que se declare la verdad Cristo está separando la gente como separa un pastor las ovejas de las cabras. Cuando eso esté terminado, estallará el Armagedón. Satanás será abismado. La tierra no será abrasada. Justamente como nosotros no quemaríamos un granero para matar las ratas, Jehová no quemará la tierra para matar a las cabras o a Satanás. Él destruirá el presente sistema inicuo y lo reemplazará con un sistema justo, su nuevo mundo. Los hombres obedientes, disfrutando de unidad con Jehová, su Rey, su Palabra y propósitos, vivirán en ella para siempre. La desunión empezó cuando la desobediencia a Dios empezó. Terminará cuando la desobediencia a Dios termine. Nosotros podemos ponerle fin a nuestra desobediencia ahora mismo; Jehová le pondrá fin a la de Satanás al terminar los mil años del reinado de Cristo. Debemos hacer lo que podemos; Jehová hará lo que no podemos. Sólo de esta manera pueden los hombres escaparse de la pesadilla actual de la desunión y llegar a un nuevo mundo de unidad y vida eterna.
Entonces, en ese nuevo mundo edificado por Jehová, nuestra unidad será igual a la de los cielos, a la de las langostas que no rompen fila, a la de los variados matices de la naturaleza, a la de los incontables sonidos de diferente tono y volumen que llenan los arroyos y los campos, los bosques y las montañas. Nuestra unidad será igual a la de ellos porque vendrá de la misma fuente, de Jehová el Dios de unidad, el Creador del justo nuevo mundo de unidad, el que invita a los amadores de la unidad a entrar en su nuevo mundo y vivir allí eternamente. ¿Aceptará usted su invitación? ¿Vivirá en este nuevo mundo de unidad, cosa con la cual los hombres sólo pueden soñar, pero que sólo Jehová puede lograr?