Ofrezca acertadamente sus sacrificios de alabanza
“Que lo que digan siempre sea con gracia, sazonado con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.”—Col. 4:6, NM.
1. ¿Qué se simboliza por la sal?
LA LEY mosaica requería que los sacrificios fueran sazonados con sal: “Sazonarás con sal toda ofrenda de tus ofrendas de grano, y no debes dejar que falte de tu ofrenda de grano la sal del pacto de tu Dios. Junto con toda ofrenda tuya presentarás sal.” ¿Por qué? La sal es un preservativo y evita la putrefacción. Era prohibido el ofrecer cualquier cosa fermentada, y la sal con la ofrenda impedía esto. Previniendo el cambio por la descomposición, la sal aseguraba la permanencia, y se usaba en unión con un pacto para mostrar la invariabilidad de él, la permanencia de él. Entre los pueblos antiguos el comer sal juntos era señal de amistad y simbolizaba fidelidad y lealtad perpetuas. Al que sacrificaba ofrendas de comunión en el altar de Jehová se le consideraba como partícipe con Jehová; de modo que el uso de sal con los sacrificios indicaba el participar de sal con él, lo cual simbolizaba lealtad perpetua.—Lev. 2:13, NM.
2. ¿Qué significa el que los cristianos sazonen con sal sus sacrificios verbales?
2 A causa de que los seguidores verdaderos de Jesús, por su ejemplo y por predicar serían una influencia que tendría el efecto de preservar contra putrefacción y corrupción moral, Jesús los llamó “la sal de la tierra.” La sal también se menciona en relación con sus palabras de predicación: “Que lo que digan siempre sea con gracia, sazonado con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.” (Mat. 5:13; Col. 4:6, NM) Los cristianos no ofrecen sacrificios de grano o carne a Jehová como lo hacía la nación de Israel, pero sí ofrecen un sacrificio de alabanza por las palabras de sus labios, y éstas se comparan a novillos y frutos. Así como los sacrificios materiales de Israel habían de estar acompañados de sal, así las palabras del cristiano, los novillos simbólicos de sus labios, han de estar sazonadas con sal. Esto significa que las declaraciones han de ser de verdad pura, han de tener un efecto preservativo sobre el orador y el oyente, y han de ser leales y fieles a Jehová, no declaraciones en que se desprecie su nombre ni se haga que su mesa parezca despreciable. Las palabras que se ofrecen han de ser apetitosas para los que aman la justicia. La sal es un condimento apetitoso tanto en el alimento del hombre como en el de las bestias: “¿Gusta lo insípido, sin sal?” “Los bueyes y los asnos que labran la tierra comerán forraje salado.” (Job 6:6; Isa. 30:24, NC) De modo que los sacrificios verbales de los cristianos han de ser sazonados con sal espiritual; no han de ser desabridos, insípidos y corrompidos, sino apetitosos, amigables, fieles y con poder preservativo.
SERMONES DADOS ESTANDO A LAS PUERTAS
3. ¿Por qué es necesario considerar y preparar con anticipación los sermones que se pronuncian estando a las puertas?
3 ¿Sabe usted cómo debería responder, cómo ofrecer sacrificios espirituales, con gracia, sazonados con sal? Tal como era el caso en los días de Cristo y los apóstoles y los primeros discípulos, igualmente sucede hoy: es estando a las puertas y en las casas de la gente que estos sacrificios verbales se ofrecen más frecuentemente y más eficazmente. ¿Da usted consideración anticipada a los sermones que va a pronunciar estando a las puertas y los prepara desde antemano ‘para que sepa cómo debe dar una respuesta a cada uno’ que encuentra usted a la puerta? En esta visita inicial es especialmente importante encontrar palabras que sean llanas, sencillas y agradables, no polemísticas: “La mira del orador era encontrar palabras agradables, aun mientras él asentaba llanamente lo que era verdad.” Sin embargo, si surge alguna controversia, estén “siempre listos para hacer una defensa ante todo aquel que les demande una razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con un genio apacible y respeto profundo.” “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser prudente para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos, pues quizás Dios les conceda arrepentimiento que lleve a un conocimiento acertado de la verdad.”—Ecl. 12:10, Mo; 1 Ped. 3:15; 2 Tim. 2:24, 25, NM.
4, 5. ¿Qué consejo se da acerca de sermones en cuanto a la presentación de ellos y nuestra actitud, y por qué es importante?
4 No debemos ser tímidos en nuestro modo de presentarnos y comportarnos ante la gente, o en nuestro porte, ni dar la idea de que nos estamos disculpando, sino recordar que representamos al Creador del universo y tenemos su apoyo. Usted está convencido de que está hablando la verdad, ¿no es así? Entonces que esa convicción se muestre en su presentación. Usted es sincero, ¿verdad? Que su sinceridad resplandezca y se deje ver. Usted está entusiasmado acerca de la verdad, ¿no? Manifiéstelo a ellos por su tono de voz y la expresión de su semblante. Ciertamente usted va a ellos como amigo; así que sea cordial y amistoso, hable con ellos como en conversación y de manera directa. Introdúzcalos en la conversación por medio de hacer preguntas, por medio de invitar a que hagan comentarios. Aproxímese a cada puerta con el pensamiento de que la persona que está detrás de ella es una oveja, un amigo, y deje que el interés y preocupación que siente por ella se muestren. Acérquese con esta actitud positiva a todo amo de casa; antes de que usted piense de manera diferente acerca de éste deje que pruebe su diferencia. No permita que la cabra que encontró en la última puerta lo indisponga y lo haga llegar con una actitud negativa a la siguiente puerta. Cada puerta merece lo mejor que usted pueda hacer y no se debe recibir allí menos simplemente porque el lugar esté situado en medio de un territorio difícil.
5 ¿Ha leído usted alguna vez un párrafo de modo que los ojos hayan visto cada palabra y no obstante al final usted no haya podido recordar nada de lo que leyó? Su mente había divagado. O ¿se ha sentado usted alguna vez durante un discurso y oído las palabras, y de súbito se ha dado cuenta de que usted no recuerda nada de lo que el orador ha dicho durante los pasados diez minutos porque su mente se extravió? Asimismo, cuando una persona viene a la puerta tal vez parezca que le está escuchando a usted, pero su mente está ocupada pensando en excusas, o notando la indumentaria de usted, o considerando su personalidad. Puede que se esté formando una impresión de usted, y por eso las palabras que usted habla llegan a sus oídos pero realmente no penetran en su mente. Sin embargo, así como la mente de usted no divaga si el párrafo que usted está leyendo es interesante y además está bien escrito, y así como no se extravía si el orador a quien usted está escuchando expresa buenos pensamientos con sinceridad y entusiasmo, así la mente de la persona de la casa estará concentrada en el sermón de usted si éste es considerado, claro e informativo y si lo presenta con sinceridad calurosa y convicción profunda. La gente se forma impresiones y hace decisiones no sólo por las cosas que decimos, sino también por la manera en que las decimos y cómo nos vemos al decirlas.
6, 7. ¿Qué sugestiones se dan en cuanto al contenido de los sermones?
6 Dándose por supuesto que nos vistamos nítidamente pero no ostentosamente, y que nos olvidemos de nosotros mismos y dejemos que nuestro interés amistoso, sinceridad, convicción y entusiasmo brillen y se den a ver a la persona de la casa, el contenido del sermón mismo demanda nuestra atención. Tiene que ser bueno a nuestros propios ojos, tiene que entusiasmarnos con sus puntos, si hemos de pasar algún entusiasmo a otros. Si nos deja desanimados jamás entusiasmará a otra persona. De modo que, por causa de su presentación, consiga un sermón que le agrade a usted muchísimo. Usted puede obtener ideas de otros, pero no las use a menos que lo llenen de entusiasmo. De otra manera usted pronunciará su sermón sin vigor y lo recibirán de la misma manera. Tenga un tema, siga dirigiendo sus puntos a este blanco. Haga el sermón práctico, de aplicación personal a la persona de la casa. Todo el mundo está interesado en sí mismo; muchos no están profundamente interesados en otros. Usted puede hablar acerca de las condiciones mundiales—guerras, hambres, pestes, calamidades—pero si estas cosas no han tocado a la persona de la casa personalmente o no amenazan tocarla pronto no le llamarán mucho la atención. La gente ha llegado a encallecerse al sufrimiento en grande escala, a la condición penosa en masa. Si la persona a quien habla o miembros de su familia inmediata sufren de estas angustias, se interesan en ello personalmente. Por eso si usted habla sobre las angustias mundiales trate de traerlas hasta el nivel personal de la persona con quien habla. Si usted trata de la delincuencia por parte de los jóvenes que se ha esparcido tanto, por ejemplo, hágasela ver claramente mostrando la manera de salvaguardar a sus propios hijos de ese mal. El Reino es el remedio para todas las dificultades, pero muéstrele que éste resolverá sus pequeñas preocupaciones personales, no sólo las grandes angustias globales. A menudo estas últimas son demasiado grandes y gigantescas y estremecedoras para que la gente las comprenda.
7 En el sermón del monte Jesús consideró las preocupaciones y ansiedades cotidianas que atribulaban a la gente, lo que comería y bebería y se pondría. Jehová sabe que estas cosas son necesarias y se las suministrará a los humanos así como se las suministra a los pájaros y hasta a la vegetación, dijo Jesús. “Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” Haciendo esto, las ansiedades personales se desvanecerán y en cambio usted tendrá “la paz de Dios que sobrepasa a todo lo que se pueda pensar.” De modo que, tal como lo hizo Jesús, nosotros tenemos que reconocer las preocupaciones e inquietudes personales, individuales, de la gente y abarcarlas en nuestros sermones. Estos sermones deben ser tales que podamos adaptarlos a los niveles y actitudes mentales de nuestros oyentes, como fueron los de Pablo: “Me he hecho toda cosa a gente de toda clase, para poder de todos modos salvar a algunos.”—Mat. 6:33; Fili. 4:7; 1 Cor. 9:22, NM.
8. Después que nuestros sermones están preparados, ¿cómo debemos fijarlos en nuestra mente para presentarlos al estar a las puertas?
8 Si aprendemos de memoria nuestros sermones carecerán de flexibilidad y adaptabilidad. Si han de ser versátiles y manejables de modo que podamos amoldarlos a las diferentes situaciones que surgen a las puertas no debemos aprender de memoria más que un bosquejo breve. Hay muchos textos muy conocidos que podemos considerar por unos cuantos minutos sin notas. Hablamos de ellos sin pensarlo con facilidad y confianza. De modo que escoja tres o cuatro de estos textos muy conocidos, aprendiendo de memoria sólo dónde se encuentran en la Biblia. Luego búsquelos en orden a la puerta, leyendo cada uno y comentando brevemente sobre ellos. Descargada de palabras aprendidas de memoria que sonarían mecánicas, su mente está libre para habérselas con ideas mientras que usted suministra extemporáneamente las palabras que se necesitan, así como usted lo hace diariamente en la conversación. Sólo entonces se pondrán de manifiesto la sinceridad y el entusiasmo de usted; sólo entonces podrán brillar su personalidad natural y celo y entusiasmo de modo discernible a su oyente. Usted puede tener textos que puedan substituir a otros en su sermón, para usarlos en diferentes situaciones. Usted puede alistar en la parte de atrás de la Biblia que usa en el servicio del campo varios grupos de textos, de manera que cada grupo le sirva de notas para un sermón.
COMENZANDO SU SERMÓN
9. ¿Qué sugestión se da para hacer frente a excusas comunes?
9 Muchas personas van de puerta en puerta con diferentes propósitos, y cuando el timbre suena la persona de la casa a menudo se siente un poco molesta por la interrupción y viene a la puerta determinada a despedir a uno rápidamente. Ella tiene varias excusas estereotipadas o fijas, pero probablemente no se decida por una hasta que haya dado un vistazo rápido y haya escuchado y haya llegado precipitadamente a una conclusión acerca de usted. Entonces interrumpe con una de estas excusas. Usted las ha oído a menudo y quizás pueda refutarlas muy lógicamente, pero después que la persona la haya dicho es probable que se apegue a ella, pues el orgullo quizás no la deje retractarse. Si usted pudiera prever la excusa y refutarla antes de que ella la expresara su orgullo no estaría implicado y quizás lo oyera a usted. Quizás después de una presentación muy breve de usted mismo usted pudiera decir repentinamente, antes de que ella haya escogido una de las excusas comunes: “¿Sabe usted que cuando llamamos a las puertas algunas personas inmediatamente dicen, . . .?” y declarar una de estas excusas. Quizás no sea la excusa que ella hubiera usado esta vez, pero muy probablemente la ha usado mucho y tal vez le cause sorpresa momentáneamente cuando usted la cite. Puede que ella sienta algo de curiosidad acerca de las siguientes palabras que usted dirá al tratar con esta excusa que ella usa a veces. Que sean buenas, atractivas, de modo que siga interesada, y quizás ella oiga su sermón de principio a fin.
10. ¿Cómo pudiera usted tratar con la declaración: “Yo no necesito nada hoy”?
10 Después de declarar brevemente por qué la está usted visitando, usted pudiera decir: “¿Sabe usted una cosa? Cuando hacemos visitas como ésta algunas personas dicen: ‘Oh, no necesito nada hoy.’ Pero escuche lo que Jesús dijo acerca de los que dicen que no necesitan nada: ‘Tú dices: “Soy rico y he adquirido riquezas y no necesito absolutamente nada,” pero no sabes que eres miserable y digno de compasión y pobre y ciego y desnudo.’ Por supuesto, él no quiso decir que eran eso literalmente, porque eso les hubiera sido obvio a ellos. Él quiso decir que de manera espiritual ellos estaban en esta condición indigente.” Entonces, después de usar Apocalipsis 3:17 (NM) para habérselas con la excusa, usted usa dos o tres textos adicionales para completar su sermón. Usted pudiera usar Amós 8:11 para mostrar que el hambre espiritual está extensamente esparcida y que a pesar de la existencia de muchas iglesias la gente no está siendo alimentada espiritualmente, aunque muchos creen que sí. Lea Mateo 5:3 para mostrar que los que están conscientes de su necesidad espiritual serán satisfechos. Al llegar a este punto usted pudiera presentar la oferta de literatura y declarar que estas publicaciones suministran alimento espiritual, y probarles esto por medio de escoger un párrafo específico y leérselo, uno que contenga un punto de información particularmente sabroso.
11, 12. ¿Cómo pudiera usted usar en su sermón y refutar la excusa: “Estoy ocupado”?
11 Otro ejemplo: “Muy frecuentemente cuando llamamos a las puertas la gente nos dice que está muy ocupada. Es bueno estar ocupado, porque Dios aborrece a los holgazanes. Pero no debemos estar tan ocupados con asuntos menores que rehusemos dar tiempo a las cosas más importantes. En una ocasión Jesús estaba en la casa de dos hermanas. María estaba escuchándolo explicar la verdad de Dios, y Marta se quejó de que ella no la estaba ayudando con los quehaceres de la casa. Aquí está el relato: ‘Marta, por otra parte, estaba distraída atendiendo a muchos deberes. Así que se acercó y dijo: “Señor, ¿no le importa a usted que mi hermana me haya dejado sola para atender las cosas? Dígale, por lo tanto, que me ayude.” En respuesta el Señor le dijo: “Marta, Marta, estás inquieta y perturbada en cuanto a muchas cosas. Sin embargo, sólo se necesitan unas cuantas cosas, o una nada más. Por su parte, María escogió la porción buena, y no se le quitará.”’ Jehová y Jesús nos hablan por medio de la Biblia. Si no queremos escucharles a ellos, ¿por qué esperar que nos escuchen a nosotros cuando estamos en dificultad y clamamos a ellos por ayuda?”—Luc. 10:40-42, NM.
12 O uno pudiera decir esto: “Algunas personas vienen a la puerta y dicen que están demasiado ocupadas; pero, ¿sabe usted una cosa? Si yo les ofreciera una buena cantidad de dinero no estarían demasiado ocupadas para aceptarlo. Sin embargo escuche lo que la Biblia dice: ‘Dichoso el hombre que halla la sabiduría, y el hombre que adquiere la inteligencia; porque su ganancia vale más que la ganancia de plata, y mejor es su rédito que el oro puro. Porque más preciosa es que los rubíes, y todo cuanto puedas desear no podrá compararse con ella. En su mano derecha trae la larga vida, y en su izquierda riquezas y honores. Sus caminos son caminos de dulzura, y todos sus senderos paz: es árbol de vida para los que echan mano de ella, y dichoso es todo aquel que la tiene asida.’ Si no están demasiado ocupadas para recibir dinero, seguramente no deben estar demasiado ocupadas para adquirir conocimiento que lleva a la vida eterna.”—Pro. 3:13-18.
13. ¿Cómo pudiera usted refutar la excusa: “Eso no me interesa”?
13 Después de decir que muchos le dicen a usted, antes de averiguar por qué usted está allí, que eso no les interesa, usted pudiera continuar: “Pero ¿sabe usted lo que la Biblia dice acerca de personas que contestan antes de oír una cosa? Escuche: ‘El que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio.’” Usted no desearía usar esto después que una persona dice que no está interesada. Sería demasiado brusco entonces; sería igual que llamarla fatua o insensata y manchada de oprobio. Pero si usted suscita primero este punto usted puede usar el texto supracitado, Proverbios 18:13 (Val), porque usted lo está aplicando a otra gente que hace esto, no a la persona a quien usted está dirigiendo la palabra. Lo mismo es cierto del ejemplo siguiente.
14. ¿Qué se dice frecuentemente en los países en que hay abundancia, y cómo puede uno hacer frente a esta objeción?
14 En algunos países materialistas donde hay gran abundancia la gente lo despide a uno diciendo que está satisfecha. “¿Sabe usted una cosa? Algunas personas rehusan escuchar y dicen: ‘Bueno, conmigo todo marcha bien; yo estoy satisfecho.’ Bueno, Dios no está interesado en personas que están satisfechas. Él está interesado en las que no están satisfechas. Hace mucho tiempo él marcó a algunas para ser preservadas, diciendo: ‘¡Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalem, y pon una marca sobre las frentes de los hombres que gimen y se angustian a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella!’ Hoy Jehová está interesado en los que aman la justicia, y dichas personas ciertamente no están satisfechas con las condiciones corruptas, inicuas, que existen en la tierra hoy día. ¿Qué persona honrada podría estar satisfecha con estas condiciones corrompidas? Estas personas quieren gobierno limpio, el fin de la inmoralidad, que se acabe la hipocresía. A ellas también les gustaría la salud y la vida para ellas mismas y sus familias, para todos los que aman la justicia. Las presentes condiciones malas las hacen gemir y angustiarse y anhelar algo mejor.” Después de usar así Ezequiel 9:4, usted pudiera usar Mateo 5:4 para mostrar que estos que gimen serán consolados, que Dios ahora está satisfaciendo el deseo de alimento espiritual de ellos y que en el nuevo mundo de justicia Jehová satisfará todos sus deseos; use el Salmo 145:16 y Apocalipsis 21:4 para establecer estos puntos.
15. ¿Qué otras sugestiones se dan?
15 Usted hasta puede sacar a relucir algunas reacciones religiosas que son comunes, como: “A veces las personas nos dicen: ‘Yo creo que si soy sincero Dios me salvará; eso es todo lo que él requiere de mí, el que haga lo que a mí me parezca correcto.’ Pero eso no es lo que la Biblia dice: ‘Camino hay que al hombre le parece recto, cuyo fin son caminos de muerte.’” Después usted pudiera usar tales textos como Gálatas 1:8 y Juan 17:3 para mostrar que tenemos que seguir la verdad, no las ideas humanas de lo que es correcto. En la refutación susodicha de esta excusa de sinceridad se usó Proverbios 14:12. También vienen al caso y pueden usarse tales textos como Juan 16:2, Hechos 26:9 o Romanos 10:2, 3. Hay mucha variedad que podemos introducir en nuestros sermones. Piense en las excusas que se usan, en las objeciones religiosas que se citan comúnmente, en cualquier cosa que atraiga el interés, luego dé con una refutación rápida y úsela, preferiblemente un texto bíblico, ya que eso lo introducirá a usted a su sermón bíblico rápidamente. Los ejemplos que se han presentado aquí se han dado para mostrar posibilidades, no necesariamente para que usted los use. Prepare maneras definitivas de empezar a hablarle a la gente y desarrolle puntos con textos bíblicos que le agraden a usted, que lo hagan sentirse entusiasmado, para que usted pueda presentar su sermón con entusiasmo y convicción personales. Lo que se ha dicho acerca del sermón que se presenta cuando uno está a la puerta también aplica al sermón de revisita. La única diferencia es que usted puede usar uno o dos textos bíblicos más y explayarse en ellos un poquito más. El mismo consejo que se dió concerniente a la presentación y los bosquejos mentales de los sermones que se pronuncian a las puertas aplica al sermón de revisita más largo que se pronuncia dentro de la casa.
16. ¿Qué haremos ahora?
16 Hagamos todo lo posible para ser ministros aprobados de Jehová Dios, estudiando diligentemente su Palabra para obtener de ella los sacrificios aceptables de alabanza, los novillos y frutos sin mancha, de labios dedicados a él. Medite en Su verdad, repasándola en su mente, modelándola para presentarla en público, poniéndola en la mejor forma para que atraiga a las otras ovejas que todavía están dispersas, de modo que no pueda trastornarla la oposición de las cabras. Preséntela con gracia, apacibilidad, tacto y con la sal simbólica que se ordenó debe acompañar a nuestros sacrificios espirituales de alabanza. Entonces serán palabras leales y verdaderas y fieles a Jehová, palabras de permanencia, palabras con poder preservador para los que las oyen y las aceptan y las obedecen. Con tales palabras sacrificatorias jamás seremos culpables de hacer despreciable la mesa de Jehová. Tendremos el privilegio de repartir de ella el banquete de manjares pingües de Jehová para todas las personas de buena voluntad en todas las naciones.