Por qué se esfuerza el cristiano por evitar la conducta relajada
EL HACER lo correcto no quiere decir proceder de la manera que requiera el menor esfuerzo. No es el sencillamente hacer “lo natural.” ¡Ni pensarlo! Es precisamente lo contrario. El hacer lo que es correcto requiere esfuerzo consciente, vigilancia, determinación o firmeza de propósito y perseverancia o adherencia tenaz, y, ante todo, devoción a principios. Significa reconocer el derecho que Dios tiene de decirnos lo que podemos hacer y lo que no podemos hacer y luego esforzarnos verdaderamente por obrar conforme a la voluntad de Dios. Eso implica ejercer fuerza de voluntad, restricción y autodisciplina. Tal proceder es tanto correcto como prudente, pues la Palabra de Dios nos dice: “Ásete de la disciplina; no sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida.”—Pro. 4:13.
El hacer lo correcto requería restricción o autodisciplina aun de parte de nuestros primeros padres. Pues acerca del fruto prohibido Dios había mandado, tal como le dijo Eva a la serpiente: “No deben comer de él, no, no deben tocarlo para que no mueran.” Se requería ejercer fuerza de voluntad para obedecer ese mandato. Pero el fruto prohibido llegó a ser una verdadera tentación para Eva; pues no solo le había dicho la serpiente que éste la haría tan sabia como Dios mismo, y que no moriría si comiera de él, sino que ella por sí misma vio que el fruto era “bueno para alimento” y “deseable para contemplarlo.” Y aquí es donde vino su prueba: ¿Ejercería autodisciplina, restricción, en cuanto a aquello que parecía deseable, sabiendo que Jehová Dios lo había prohibido? ¿Creería a Dios, que dijo que el comer el fruto resultaría en la muerte, o creería al Diablo, que arguyó que Dios la estaba privando de algo bueno?—Gén. 3:1-6.
Si se requería que ejercieran fuerza de voluntad y autodisciplina nuestros primeros padres para hacer lo que era correcto ante la tentación cuando eran perfectos, entonces ¡cuánto más debe requerirse que ejerzamos fuerza de voluntad y autodisciplina los humanos en la actualidad, que estamos tan alejados de nuestros padres que en un tiempo fueron perfectos! Esto es especialmente así en vista de que nos dejaron un legado de debilidad moral, una tendencia al egoísmo y a la maldad.
Como Jehová Dios mismo observó inmediatamente después del diluvio del día de Noé: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.” Sí, como Jehová notó además por medio de su profeta Jeremías: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” Y complica la dificultad para los cristianos el mundo en torno de ellos que está dominado por “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno.”—Gén. 8:21; Jer. 17:9; 1 Juan 2:16.
Conducta relajada es lo diametralmente opuesto a la restricción y a la autodisciplina. ¿Qué se da a entender por conducta relajada? ¿Por qué se esfuerza el cristiano por evitarla? El apóstol Pablo la mencionó diciendo que se halla entre las “obras de la carne” que privarían al cristiano de vida eterna en el reino de Dios o bajo él.—Gál. 5:19-21.
¿QUÉ SE DA A ENTENDER POR “CONDUCTA RELAJADA”?
La frase “conducta relajada” aparece unas cuarenta veces en la Palabra de Dios (Traducción del Nuevo Mundo), unas treinta veces en las Escrituras Hebreas y unas diez veces en las Escrituras Griegas Cristianas. La palabra hebrea que se traduce “conducta relajada” es zimmah, que principalmente tiene el significado de “pensamiento o recurso inicuo.” En la Versión Autorizada se vierte muy frecuentemente “lascivia,” pero también, entre otras cosas, como “agravio,” “mente inicua” e “iniquidad.” Por todas las Escrituras Hebreas se usa esta palabra al referirse a la inmoralidad física, como la prostitución, el adulterio y la fornicación, así como también a la infidelidad espiritual.—Lev. 18:17; 20:14; Jue. 20:6; Isa. 32:7; Eze. 23:21-49.
En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra para “conducta relajada” en el griego original es asélgeia, una palabra de origen incierto. Concerniente a esta palabra autoridades del griego koiní dicen: “Asélgeia denota exceso, libertinaje, falta de restricción, indecencia, desenfreno . . . la idea prominente es conducta desvergonzada.” (An Expository Dictionary of New Testament Words—W. E. Vine) “Licencia en su mayor parte en la esfera física: pero figuradamente también del alma. . . . En el NT solo el sentido más antiguo y sensual de ‘voluptuosidad’ o ‘disolución’ es pertinente. (Mar. 7:22) El hombre forzosamente cae víctima de esto cuando es cortado de Dios. Caracteriza a Sodoma y Gomorra.” (Theological Dictionary of the New Testament—Kittel) Por lo tanto, es muy apropiado el que la Traducción del Nuevo Mundo haya vertido asélgeia “conducta relajada.”
Esta palabra asélgeia, como la palabra correspondiente en hebreo, se usa repetidas veces para referirse a crasa inmoralidad sexual. Así, el apóstol Pablo se refiere a paganos de su día que, “habiendo llegado a estar más allá de todo sentido moral, se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avaricia.” El apóstol Pedro dice que, antes de hacerse cristianos, algunos habían procedido “en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino.” Y después el discípulo Judas escribió acerca de hombres impíos, que estaban tornando “la bondad inmerecida de nuestro Dios en una excusa para conducta relajada.”—Efe. 4:19; 1 Ped. 4:3; Jud. 4.
Sin embargo, la frase “conducta relajada,” aunque incluye adulterio, fornicación y sodomía, de ninguna manera se limita a tales prácticas. Esto se hace patente cuando notamos que escritores cristianos, como Marcos, nos informan que Jesús dijo que del corazón proceden adulterios, fornicaciones y “conducta relajada.” Igualmente, el apóstol Pablo habla de “coito ilícito y conducta relajada,” y de “fornicación y conducta relajada.”—Mar. 7:22; Rom. 13:13; 2 Cor. 12:21.
Es conducta relajada en el sentido de que es conducta que no está sujetada a principios correctos, no está restringida, no está controlada. De hecho, una definición de “relajado” es “inmoral vicioso, de mala conducta, que no conoce freno, etc. Estragado.”—Diccionario de la lengua española de Zerolo.
POR QUÉ ES INCORRECTA
¿Por qué es incorrecta toda conducta relajada? Por más de una razón. Ante todo, es incorrecta porque es jugar con, o desear, lo que es prohibido por la ley de Dios. Por lo tanto es mostrar falta de respeto a Jehová Dios el gran Legislador y sus leyes. Por lo tanto se puede decir que representa actos de rebelión. Tales actos pueden dar placer, pueden ser agradablemente excitantes, pero realmente son hallar placer en la expectación de actos que son prohibidos o por pensar con detenimiento en ellos. En este respecto se puede aludir otra vez al fruto prohibido del jardín de Edén. No solo se les prohibió a Adán y Eva comer del fruto literal de un árbol específico, sino que, como relató Eva, el mandato también era: “No deben tocarlo.” ¿Por qué? Porque el tocarlo era el primer paso hacia el comérselo. También, el tocarlo representaba el desear algo que era prohibido y por eso era malo en sí. Cuando uno desea lo que es prohibido está, de hecho, rebelándose contra Dios.
Y aquí tenemos una analogía con la conducta relajada. Incluye el hacer cuanto pueda una persona por disfrutar del fruto prohibido sin realmente comer de él, como sucede al tomarse libertades injustificables con una persona con quien uno no está casado. Pero aunque no consuman el acto, sus acciones, de hecho, son rebelión en contra de Jehová Dios porque tratan como deseable algo que Dios ha prohibido a personas que no están unidas en matrimonio. De modo que toda conducta relajada es incorrecta porque es el entregarse a un grado mayor o menor a deseos de lo que está prohibido. Por lo tanto se ve que lo que está envuelto es honradez, integridad, rectitud moral o virtud. Ciertamente la conducta relajada no es obedecer el primer gran mandamiento, de amar uno a Jehová Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas, pues amar a Dios significa observar sus mandamientos.—1 Cor. 6:9, 10; Gál. 5:19-21; Mat. 22:36-40; 1 Juan 5:3.
La conducta relajada también es incorrecta porque viola el segundo gran mandamiento, el de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El jugar con las emociones de una persona soltera puede causar mucho daño, mientras que el jugar con las emociones de una persona casada con otra es invadir la propiedad de otra persona. En cualquier caso tal conducta muestra falta del amor que se basa en principios. A las personas casadas se les aconseja beber agua de sus propias cisternas y a los cristianos se les advierte que no se defrauden unos a otros en este asunto.—Pro. 5:15-20; 1 Tes. 4:3-8.
ES ESTUPIDEZ LA CONDUCTA RELAJADA
En Proverbios 10:23 se nos dice: “Para el estúpido el llevar a cabo conducta relajada es como un juego.” ¿Por qué es estúpido considerar la conducta relajada como un juego, como simple “diversión”? Porque uno no puede participar en ello sin causarse daño de una manera u otra, y el causarse daño uno mismo es estupidez. La conducta relajada daña a uno de tres maneras: empeora las relaciones de uno con el Creador, causa fricción con su prójimo y hasta directamente le causa daño a uno mismo.
El participar en conducta relajada desagrada al Hacedor de uno, Jehová Dios. Siempre hay el peligro de que resulte en un apasionamiento que haga que uno descarte la discreción, que pase por alto las señales de advertencia y arriesgue una vida de vergüenza por un momento de locura. Así, se ha informado que cerca del 1 por ciento de los Testigos en los Estados Unidos fueron expulsados el año pasado, la mayoría por inmoralidad sexual. Esto se hizo para mantener limpia la organización de Jehová y para mantenerla como lugar seguro adonde dar buena acogida a los que aman la justicia. Realmente, la conducta relajada les acarreó expulsión de la organización de Jehová a las personas que permitieron que se desarrollara dentro de sí un deseo de lo que es prohibido.
La conducta relajada también es estupidez porque puede causar fricción entre cónyuges. El flirteo, por ejemplo, se ha llamado ‘el juego que puede desbaratar el matrimonio.’ El mismísimo hecho de que puede despertar celos y así desbaratar un matrimonio prueba que no es un juego inocente. El que las personas casadas flirteen con otras personas es tan tonto como incorrecto y se pudiera decir que es diluir el excelente vino del matrimonio con agua. Mientras más leal sea un cónyuge al otro más dulces serán sus propios gozos. No solo eso, sino que más fuerte será el vínculo matrimonial y mayor el apoyo moral que cada uno podrá dar al otro cuando más se necesite, como cuando se comete un error serio, o como cuando azota la adversidad en forma de súbita enfermedad, accidente, desempleo, etc. Tales matrimonios están depositando fondos en un banco, por decirlo así, para los tiempos difíciles, pero los cónyuges que flirtean o galantean están dilapidando su capital y posiblemente descubran que no tienen el apoyo emocional que precisan en tiempos de tirantez.
Además, la conducta relajada también es estupidez debido al daño que nos causa directamente. Entre otras cosas, el participar en conducta relajada hace que uno pierda respeto de sí mismo y tiende a hacerlo descuidado en cuanto a otros asuntos y por eso resulta en pérdida de espiritualidad. Y la conducta relajada no se practica sin efectos nocivos en la mente y el cuerpo, aunque disputan hasta qué grado es cierto esto los que se ocupan de las artes curativas. Entre los males que diversas personas han atribuido a la conducta relajada están la enfermedad mental, los tumores y los desórdenes prostáticos. Verdaderamente, como dice la Biblia, el que lleva a cabo conducta relajada es estúpido. Desbarata su relación con su Creador, debilita los vínculos con su cónyuge y causa daño a su propia mente y cuerpo.
FORTALECIÉNDONOS CONTRA LA CONDUCTA RELAJADA
¿Cómo podemos fortalecernos contra la conducta relajada? Ante todo, entendiendo lo que Dios opina sobre el tema. Tenemos que seguir diciéndonos que, prescindiendo de lo agradable, excitante o emocionante que sea la conducta relajada a los sentidos, es incorrecta, es mala, es inicua. ¿Y qué nos dice la Palabra de Dios que debería ser nuestra actitud para con lo que es malo? “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo.”—Sal. 97:10.
No solo tenemos que amar lo que es correcto, puro y bueno, sino que realmente tenernos que odiar lo que es malo si queremos protegernos de ello. ¿Cómo mostramos que odiamos lo que es malo? Ante todo, despidiéndolo de nuestra mente; al no pensar larga y despaciosamente en ello como algo deseable. Eso significa que tenemos que guardar nuestra mente y corazón, así como se nos dice: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” Sí, como Jesús lo mostró tan enérgicamente, la conducta relajada comienza en el corazón: “Lo que procede del hombre es lo que contamina al hombre; porque . . . del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, . . . adulterios, . . . conducta relajada.”—Pro. 4:23; Mar. 7:20-23.
Una ayuda práctica en nuestra lucha contra la conducta relajada es la sustitución. Reemplace el pensar en cosas sensuales con el pensar en ‘cuantas cosas sean verdaderas, de seria consideración, justas, castas, amables, de buena reputación, virtuosas y dignas de alabanza.’ (Fili. 4:8) Sí, “cesen de amoldarse a este sistema de cosas,” que da énfasis al placer sensual, “mas transfórmense rehaciendo su mente.” (Rom. 12:2) Por eso se nos dice: “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas,” tales como “fornicación, inmundicia, apetito sexual,” y “vístanse de la nueva personalidad, que por medio de conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la creó.”—Col. 3:5, 9, 10.
Reemplace las malas asociaciones que echan a perder los hábitos útiles con asociaciones cristianas que fortalezcan los hábitos buenos. (1 Cor. 15:33) Reemplace los cuentos o bromas obscenos con humor limpio, sano. (Efe. 5:3, 4) Reemplace el ver películas y programas de TV sensuales con ver los que son sanos y educativos. Si no hay programas de esta clase disponibles, entonces, ¿por qué no pasarla sin ellos? Más vale quedarse sin nada que tener la clase que lo derriba a usted, que tiende a corromperlo. Por casi dos mil años los cristianos han disfrutado de la vida sin estas formas modernas de entretenimiento. No son indispensables para el contentamiento, la felicidad o la tranquilidad de ánimo. ¡Cuánto mejor es visitar a algunos amigos cristianos y conversar con ellos en sus hogares que el asociarnos con fornicadores, adúlteros, asesinos y perversos por medio de películas o el aparato de TV!
El usar este principio de sustituir, reemplazando lo malo y lo destructivo con lo bueno y lo sano, puede cambiar las reuniones sociales de ser amenazas a la virtud de uno a ser ocasiones edificantes. A menudo hay mucho comer y beber, lo cual tiende a estimular a uno a hacerse menos discreto. Sustituya la música ruidosa de “jazz” y “rock ’n’ roll” con ‘buena música,’ no necesariamente sacra o clásica, pues abunda el excelente entretenimiento en los campos de la música folklórica, clásica ligera y semipopular. Lo mismo aplica al baile. Sustituya el baile que tiende a despertar las pasiones con bailes que son sanos, gozosos e inocentes.
LOS JOVENES SON ESPECIALMENTE VULNERABLES
Quizás los jóvenes no reconozcan el hecho, pero ellos son especialmente vulnerables a la tentación de entregarse a conducta relajada. ¿A qué se debe esto? Entre otras cosas, es muy posible que la atracción entre los sexos y las facultades viriles sean más fuertes en los jóvenes que en las personas de mayor edad. Y, también, los jóvenes son menos experimentados, son un poco menos maduros en el cultivo de los ‘frutos del espíritu,’ como la bondad y el gobierno de uno mismo. Sabiamente dice la Palabra de Dios: “¿Cómo limpiará un joven su senda? Manteniéndose alerta conforme a tu palabra.”—Sal. 119:9; Gál. 5:22,23.
Debido a estos hechos es imprudente el que los muchachos y muchachas estén “de novios” hasta que tengan la suficiente edad para casarse y estén en la debida posición para sostenerse. La tendencia moderna de las personas muy jóvenes de cultivar compañía constante con alguien del sexo opuesto es en gran parte responsable del gran aumento de ilegitimidad entre las muchachas adolescentes, ¡de modo que aun muchachas solteras de doce años llegan a ser madres! Típicos son los titulares: “La mayor ilegitimidad en el grupo de 16-19 años.”
Los jóvenes que desean portarse bien y tener una vida matrimonial feliz tienen que reconocer que simplemente no está exento de peligro el que personas jóvenes del sexo opuesto estén a solas. Aunque tengan bastante edad para casarse y estén cultivando asociación con el matrimonio en mira tienen que guardarse de tomarse libertades injustificables uno con el otro. Una generación previa era mucho más prudente. No permitía que las muchachas salieran sin dama de compañía. Cuando la hija de una familia encumbrada se le quejó en una ocasión a su madre de que a sus hermanos no se les exigía salir con damas de compañía, pero que a ella sí, su madre sabia en cuanto a los caminos del mundo contestó: “¡Pero, niña, tú no entiendes! ¡Los muchachos no salen embarazados!” No que ésta sea la única razón, sin embargo, para usar discreción, ¡pero ciertamente debe ser una razón disuasiva!
No hay duda, el entregarse a conducta relajada es malo, inicuo y perjudicial. Está en contra de los cuatro atributos básicos de los que Jehová Dios nos ha dotado. Es injusto porque viola las leyes justas de Dios que gobiernan las facultades de procreación; muestra falta de sabiduría porque desbarata las relaciones con Dios y con nuestro cónyuge; es desamoroso porque no puede menos que perjudicar a otros; y constituye uso incorrecto de poder porque es el ceder débilmente a la satisfacción del deseo egoísta. “De Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que está sembrando teniendo en mira su carne, segará de su carne la corrupción; mas el que está sembrando teniendo en mira el espíritu, segará del espíritu vida eterna.”—Gál. 6:7, 8.