Apreciando el tesoro del servicio sagrado
“Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.”—Mat. 4:10.
1-4. (a) ¿Para qué servicios han considerado muchos un honor el hacer sacrificios personales, y cómo los ha considerado el mundo? (b) No obstante, ¿qué situación afronta todavía el género humano?
A TRAVÉS de los siglos, hombres y mujeres han considerado un alto honor el ofrecerse para servir en el interés de alguna causa digna, una causa que juzgaran noble.
2 En la opinión de millones de individuos el servicio al estado político en que viven es el servicio de mayor importancia. De los que mueren en una guerra a favor de su nación se dice que han hecho “el sacrificio supremo.”
3 Otras personas miran más allá de los límites de sus fronteras nacionales y se ponen al servicio de toda la humanidad, prescindiendo de nación o raza. Emplean sus talentos y recursos y hasta sacrifican su salud y fuerzas en lograr algún bien para la humanidad, quizás en hallar curación para enfermedades, o llevar alivio a los pobres y a los oprimidos. La gente ha alabado a estos hombres y mujeres llamándolos “humanitarios” y “filántropos.” Han conmemorado los actos y sacrificios de los individuos más prominentes entre ellos por medio de erigirles monumentos y dar a edificios públicos o vías públicas el nombre de ellos.
4 Sin embargo, a pesar de todos estos servicios, no hay nación sobre la haz de la Tierra hoy día que no afronte problemas serios. Muchas naciones están infestadas de crimen y corrupción, y los sistemas de la mayoría de ellas están en un estado general de crisis. El género humano en conjunto sigue siendo una raza enferma, perturbada y moribunda.—Mat. 9:36; Rom. 8:22.
5. ¿Qué servicio interesa a los discípulos genuinos de Cristo Jesús, y de qué pueden estar cabalmente convencidos?
5 Los cristianos verdaderos ciertamente deben estar vivamente interesados en servicio, porque en el corazón del cristianismo está el servir. No obstante, como testigos de Jehová, el servicio en que nos interesamos nosotros es uno que sobrepuja en honra y valor a todo otro servicio en el cual les sería posible participar a criaturas humanas. Puede que nos cueste mucho... tiempo, esfuerzo, sacrificios, sí, hasta pudiera costarnos la vida. No nos traerá la alabanza del mundo; no se erigirán monumentos ni se nombrarán calles en nuestro honor. Pero, a pesar de todos esos factores, esto sabemos de seguro: vale la pena. Sí, nosotros sabemos, y con firme convicción, que podemos participar en el servicio más noble, más excelente, y el que resultará en el mayor bien, el bien más duradero y universal. Ese servicio es el servicio a nuestro magnífico Creador, Jehová Dios, verdaderamente un servicio sagrado. Como el “glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo,” es un tesoro maravilloso.—2 Cor. 4:6-10, 16-18.
¿POR QUÉ SUPERIOR?
6. ¿Cuál es una de las razones por las cuales ese “servicio sagrado” es tan superior a todo otro en el cual pudiéramos ocuparnos?
6 ¿Por qué debemos atesorar este “servicio sagrado” como superior a todo otro servicio en el cual pudiéramos ocuparnos? Entre otras cosas, ayuda a gente de toda raza y nación a ver realizadas las cosas que la humanidad ha anhelado durante toda la historia y nunca ha logrado... un mundo de paz, y haber sido librados del hambre, la pobreza, la enfermedad, la opresión. Pero mucho más que eso, contribuye a que la humanidad experimente la realización de algo que la mayoría de las personas ni siquiera se atreverían a esperar... el ser libradas de la muerte misma.—Rom. 8:18-21; Heb. 2:15.
7-9. (a) ¿Cómo mostró el Hijo de Dios el justiprecio superior que daba a ese “servicio sagrado” en comparación con los servicios mundanos? (b) ¿Cómo señala esto a la más poderosa razón para atesorar este servicio por encima de todos los demás?
7 Ningún régimen hecho por el hombre, ningún esfuerzo filantrópico o humanitario, puede efectuar estas cosas. Nunca pueden efectuarse, aparte de Dios y su propósito. Por eso fue que Su Hijo, Jesucristo, rehusó dejar que lo seleccionaran como rey de su propio país natal las muchedumbres entusiásticas que comprendieron el poder que él tenía para efectuar tremendo bien en sentido humanitario. (Juan 6:15, 25-27) Fue por eso por lo cual también rechazó una oferta de darle control de todos los gobiernos de esta Tierra, pues el que le hizo la oferta quería eliminar por completo del cuadro a Dios. De hecho, el precio de la aceptación era un acto de adoración, no a Dios, sino al que estaba presentando la oferta. La respuesta de Jesús fue: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.’”—Mat. 4:8-10.
8 En eso estriba la razón de mayor superioridad por la cual debemos atesorar tan encarecidamente este “servicio sagrado”... por Aquel a quien lo rendimos. Los que viven bajo monarquías consideran una cosa grande y una gloria el que se les nombre a un puesto en el cual puedan decir con orgullo: “Yo estoy en el servicio de su Majestad.” ¡Cuánto más grandioso y más glorioso el poder decir: “Estoy en el servicio del Creador del cielo y la Tierra, el Ser Supremo, Soberano de todo el universo”!
9 Sí, además de toda la satisfacción que podemos recibir de saber cuánto beneficia y beneficiará a la humanidad nuestro “servicio sagrado,” hay la satisfacción de saber que le aporta honra al nombre del Dios Altísimo. Cuando consideramos todos los actos amorosos que él ha ejecutado en el pasado y los que todavía ha de ejecutar en el futuro, se destaca que él, más que toda otra persona, merece el servicio que le podemos rendir con devoción y aprecio. A él le debemos la vida y todo lo que tenemos y todo aquello de lo cual disfrutamos.—Sal. 104:1, 14, 15, 24.
10. ¿Qué magnífico galardón debe impelernos a continuar en ese “servicio sagrado”?
10 En aprecio de nuestro servicio, Dios nos promete —no monumentos que con el tiempo se desmoronan— sino vida, vida en un justo nuevo orden de paz, salud y felicidad. Promete conceder supervivencia, a través de una grande tribulación que rápidamente se acerca, a una gran muchedumbre de personas, la cantidad precisa de las cuales se desconoce, de toda nación y pueblo, y entonces darles entrada en un nuevo orden que él mismo hace. El apóstol Juan tuvo el privilegio de ver en una visión profética a los que sobrevivirán, y escribió esto acerca de ellos en Revelación 7:14, 15: “Estos son los que salen de la grande tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso es que están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo.”
11, 12. (a) ¿Quiénes alegan hoy estar rindiendo “servicio sagrado”? (b) ¿Qué circunstancias ponen en duda esa alegación?
11 ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos rindiendo verdadero “servicio sagrado” que recibe la aprobación de Dios? Casi mil millones de personas están inscritas actualmente en las iglesias de la cristiandad. Estas personas consideran que están sirviendo al Dios de la Biblia. Millones de judíos naturales circuncisos apoyan sus sinagogas y dan apoyo a sus rabinos y consideran que van por la senda correcta de la adoración a Dios. Otros miles de millones de personas adoran a los muchos dioses de las religiones no cristianas por todo el mundo.
12 Eso es cierto, pero cuando vemos las condiciones religiosas que existen hoy día y el estado moral que prevalece en país tras país, nos vemos obligados a preguntarnos si no están equivocados en su modo de ver las cosas. ¿Dónde está la evidencia de que se hayan limpiado por fe en la “sangre del Cordero” y de que hayan emprendido el discipulado que acompaña inseparablemente a la fe? ¿Han evitado el ser parte del mundo, se han mantenido libres de las manchas de la inmoralidad sexual, la mentira y el robo, y están ayudando personalmente a otros a entender la Palabra de Dios, y les dan la mano a los nuevos discípulos para que rindan “servicio sagrado” a Jehová el Dios Todopoderoso?—Juan 15:27-16:3; Hech. 24:13, 14.
13, 14. ¿Por qué es tan vital saber lo que constituye genuino “servicio sagrado,” y qué no constituye tal cosa?
13 Todos tenemos que saber la respuesta correcta, porque si estas personas religiosas están equivocadas, el resultado de su proceder solo puede ser una horrenda desilusión. La evidencia existente señala al hecho de que pronto se pondrá de manifiesto ese resultado.
14 En el tiempo de dificultad que viene Jesucristo no concederá favor ni protección a los que no le estén rindiendo a Dios “servicio sagrado” verdadero como él lo hizo. Dijo él: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.” (Mat. 7:22, 23) Servicio equivocado no es realmente “servicio sagrado” y no es el camino que haya de llevar a pasar con vida a través de la grande tribulación que se acerca, que precede al nuevo orden de Dios en que habrá justicia.
DETERMINANDO EL SIGNIFICADO DE “SERVICIO SAGRADO”
15, 16. ¿Cómo difiere el vocablo griego para ‘rendir servicio sagrado’ (latreúo) del vocablo para ‘servir’ (diakoneo)?
15 La Biblia nos proporciona el medio de determinar lo que constituye el “servicio sagrado” que resulta en la aprobación y protección de Dios. La palabra griega que se usó en el relato de cuando Jesús rechazó la tentación es el verbo latreúo. (Mat. 4:10) Esta palabra es diferente del vocablo griego diakoneo, que se vierte “servir” en muchas traducciones. ¿Cuál es la diferencia?
16 Aunque ambas palabras se refieren a servicio, diakoneo con regularidad se usa con referencia al servicio de índole personal que una criatura humana rinde a otras. (Luc. 12:37) Pero latreúo, según se usa en las Escrituras, está limitado estrictamente al servicio que se rinde a Dios, o, en unos cuantos casos, al servicio que se rinde a los que se considera dioses, dioses falsos.—Hech. 7:42; Rom. 1:25.
17, 18. (a) ¿Qué referencia hace el apóstol Pablo al “servicio sagrado” que se efectuó antes del cristianismo? (b) ¿Está limitado el “servicio sagrado” para los cristianos a ciertos lugares o a una clase especial dentro de la congregación?
17 La Biblia revela que el “servicio sagrado” en la Tierra al Dios verdadero no se originó con Cristo Jesús y la fundación del cristianismo. El apóstol Pablo muestra esto en Hebreos 8:5 cuando al referirse a los sacerdotes israelitas escribe que estaban “rindiendo servicio sagrado en una representación típica y sombra de las cosas celestiales,” cuando servían en el tabernáculo y ofrecían sacrificios a Dios.—Heb. 9:1, 6; 10:2; 13:10.
18 Bueno, pues, ¿está limitado el “servicio sagrado” de los cristianos a un lugar especial o lugares especiales, o está restringido a una clase o grupo especial como el antiguo sacerdocio de Israel? No, porque hasta entre los israelitas no eran solo los que habían sido nombrados para servir en el tabernáculo quienes hubieran de participar en el “servicio sagrado.” Era el privilegio y deber de todo el pueblo de Israel participar en ese servicio.—Éxo. 3:12; Hech. 7:6, 7; Rom. 9:4.
19, 20. ¿Por qué pudo decir el apóstol Pablo que, en su día, las doce tribus de Israel estaban “rindiéndole [a Dios] servicio sagrado asiduamente noche y día”?
19 Cuando el apóstol Pablo estuvo ante el tribunal del rey Agripa, dijo que en aquel mismo tiempo las “doce tribus” del Israel carnal, no solo la tribu de Leví con su sacerdocio aarónico, todavía esperaban alcanzar el cumplimiento de la promesa de Dios a sus antepasados. ¿Y cómo manifestaban esta esperanza? En Hechos 26:7, Pablo dice que la manifestaban “rindiéndole [a Dios] servicio sagrado asiduamente noche y día.” ¿Cómo hacían esto?
20 Ana la profetisa era una de aquellas personas, que, según Lucas 2:37 “nunca faltaba [¿dónde?] del templo, rindiendo servicio sagrado noche y día [¿cómo?] con ayunos y ruegos.” Ella era constante y regular en todos los servicios públicos que se efectuaban en el templo. No todos los judíos vivían en Jerusalén; por lo tanto, no podían estar tan frecuentemente en el templo. Pero los judíos de todo Israel podían ‘servir día y noche,’ y, como dijo Pablo, muchos lo hacían por medio de mostrar celo por el pacto de la Ley y sus estatutos, por pagar la décima parte de su producto para el servicio que se efectuaba en el templo, por sacrificios y por su oración en la mañana y en la noche, y también por asistir con regularidad a las sinagogas donde se consideraba la Palabra de Dios.a
21, 22. ¿Por qué no gira hoy en día el “servicio sagrado” en torno de un pacto de la Ley y sus sacrificios?
21 ¿Gira hoy día alrededor de ese pacto de la Ley y sus sacrificios el “servicio sagrado” a Dios? No, porque tal como declaró el apóstol, todo esto era simplemente “una representación típica y sombra” de cosas mayores que habían de venir. (Heb. 8:5) Y en Hebreos 9:9, 10 dijo que aquellos sacrificios en el tabernáculo fueron “requisitos legales tocantes a la carne [e] . . . impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas.”—Compare con Filipenses 3:3.
22 El “tiempo . . . para rectificar las cosas” llegó con Cristo Jesús. Él cumplió las ‘sombras’ de la Ley. (Heb. 10:1-4) Como el Cordero de Dios “se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios,” dando su vida como el sacrificio perfecto, uno que no requiere repetición. Y, como declara el apóstol en Hebreos 9:14, es la sangre derramada de Cristo la que, debido a nuestra fe, puede ‘limpiar nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo.’
EL MODELO PARA “SERVICIO SAGRADO” CRISTIANO
23. ¿Por qué no les resultó en protección divina cuando cayó Jerusalén el “servicio sagrado” que muchos judíos rendían noche y día?
23 El servicio de noche y día que tantos judíos del día de Pablo estaban rindiendo no les consiguió protección divina y supervivencia durante la intensa tribulación que le sobrevino a Jerusalén en el primer siglo, una tribulación predicha por el Hijo de Dios. ¿Por qué no? Pablo dijo de ellos: “Tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto.” (Rom. 10:2) No percibieron en Cristo Jesús el cumplimiento de profecías bíblicas y no reconocieron que por medio de él Dios entonces estaba fijando la norma para todo futuro “servicio sagrado” que se le rindiera a Él. Perdieron de vista el hecho de que la clave para agradar a Dios es el corazón, y dejaron que su corazón se hiciera insensible a la dirección y guía de Dios. (Deu. 10:12-14, 16; Mat. 15:8) Si queremos evitar las graves consecuencias que esto les acarreó a ellos, tenemos que aprender ahora cuanto podamos acerca del Hijo de Dios para que el servicio que le rendimos a Dios sea acepto.
24, 25. (a) ¿De qué diferentes maneras estableció Cristo Jesús la norma para el “servicio sagrado”? (b) ¿De qué maneras manifestó compasión para la gente?
24 Jesucristo dijo acerca de su venida a la Tierra: “Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.” (Juan 18:37) Dio testimonio de la verdad por medio de hablarla con denuedo, pues durante los últimos tres años y medio de su vida estuvo ocupado en declarar las buenas nuevas del reino de Dios desde un extremo de Israel hasta el otro. Pero no bastaba con que hablara de la verdad. Tenía que vivirla. Tenía que probar que la Palabra de Dios era veraz haciendo todas las cosas que aquella Palabra predecía acerca de él y viviendo una vida que hiciera posible que los hombres llegaran a conocer y entender a su Padre y los modos de obrar y las normas de su Padre. (Juan 1:14, 18) Vigiló todo su proceder para no acarrear oprobio al nombre de Dios, que siempre santificó sobre todo.—Mat. 6:9.
25 Lo mismo que su Padre, Jesús se compadecía profunda y sinceramente de la gente de su día. La Biblia dice que “al ver las muchedumbres se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” (Mat. 9:36) Las consoló con las buenas nuevas del Reino. Y no era una persona que solo hablara o pronunciara discursos. También hacía cosas para la gente en la forma de actos de bondad humana. Después de hablar a una grande muchedumbre que había salido para oírlo, dijo: “Me compadezco de la muchedumbre, porque ya son tres días que han permanecido cerca de mí y no tienen qué comer; y si los enviare en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino.” Entonces les dio de comer, milagrosamente. (Mar. 8:2, 3) Cuando un leproso con fe dijo que Jesús podía sanarlo ‘si solo quisiera,’ Jesús dijo: “Quiero,” y lo sanó al instante.—Mar. 1:40, 41.
26. ¿Qué motivo principal tuvo Jesús para efectuar estos actos humanitarios?
26 ¿Por qué hizo Jesús estas obras de aliviar el sufrimiento de la gente? ¿Simplemente porque era humanitario o filantrópico? No, hizo estas cosas buenas físicas y materiales para que la gente tuviera una base sólida para tener fe en las buenas nuevas como algo que realmente procedía de Dios. Él no señaló solamente a sus palabras, sino también a sus obras como testimonio de que realmente era el representante de Dios. ¿Por qué debería la gente aceptarlo como el Mesías si él no manifestara por sus obras que tenía las cualidades del Dios a quien estaba tratando de hacer que la gente llegara a conocer?—Juan 10:37, 38.
27. ¿Qué debemos resolvernos a hacer si atesoramos este privilegio del “servicio sagrado”?
27 Hoy tenemos que seguir su modelo si queremos que nuestro servicio a Dios sea acepto. Dándonos cuenta del inmenso bien en que puede resultar el que empleemos nuestra vida de esta manera, continuemos adelante tenazmente y veamos el apoyo que Dios nos da a través de lo que venga en forma de dificultades u oposición. Y que Dios oiga nuestra oración, como la de Zacarías, de “concedernos, después de ser librados de la mano de nuestros enemigos, el privilegio de rendirle servicio sagrado sin temor con lealtad y justicia delante de él todos nuestros días.”—Luc. 1:74, 75.
[Nota]
a Tocante a las palabras de Pablo en Hechos 26:7, The Pulpit Commentary dice: “Sirviendo (latreuon); i.e. sirviendo con adoración, oraciones, sacrificios y cosas semejantes.”