Preguntas de los lectores
● En vista de la terrible destrucción de Dresde, Estalingrado, Hiroshima y Nagasaki en la II Guerra Mundial, ¿cómo pudo Jesús describir lo que le sobrevino a Jerusalén en 70 E.C. como una ‘grande tribulación como la cual nunca había sucedido una antes, ni sucedería de nuevo’?
Esa profecía tenía una aplicación futura que se extendía hasta más allá de lo que le sucedió a Jerusalén y les sobrevino a los judíos en 70 E.C., pero también fue cierto en cuanto a la historia de aquella ciudad y la nación.
Estas palabras están en la respuesta profética que Jesús dio a la pregunta de los apóstoles acerca de Su presencia futura y la conclusión del sistema de cosas. (Mat. 24:3, 21; Mar. 13:19) Con frecuencia los testigos de Jehová han señalado que mucho de lo que Jesús predijo allí tuvo dos cumplimientos: Primero, un cumplimiento limitado en los desenvolvimientos que condujeron a la destrucción de Jerusalén y el sistema judío de cosas por los romanos en 70 E.C., y que incluyeron aquella destrucción. Segundo, una aplicación mayor desde 1914 E.C., cuando Jesús comenzó su presencia celestial invisible como rey del Reino mesiánico, y que incluirá el fin todavía futuro del malvado sistema de cosas mundial.—Vea La Atalaya del 15 de junio de 1970, páginas 361-375, y El reino de mil años de Dios se ha acercado, páginas 293-331.
En aquella profecía Jesús enfatizó que es necesario que uno se mantenga alerta y esté preparado. Dijo: “Sigan orando que su huida no ocurra en tiempo de invierno, ni en día de sábado; porque habrá entonces grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.”—Mat. 24:20, 21.
Para los cristianos que estuvieran viviendo en Jerusalén y Judea y que serían afectados directamente por el fin del sistema de cosas judío, la advertencia de que se mantuvieran alerta era vital. Los ejércitos romanos rodearon la ciudad en 66 E.C., pero entonces se retiraron inesperadamente. Esa fue la señal específica que Jesús había mencionado en Lucas 21:20-22. Y la historia nos dice que los cristianos obedientes respondieron por medio de huir de la ciudad de Jerusalén y de Judea. De modo que es razonable aplicar también a la ciudad literal de Jerusalén y a Judea lo que Jesús pasó a decir entonces, acerca de la “grande tribulación.”
La destrucción que causaron los romanos en 70 E.C. fue más extensa y terrible que la que ocurrió cuando los babilonios destruyeron a la ciudad de Jerusalén en 607 a. de la E.C. También, la tribulación de 70 E.C. trajo, por destrucción, el fin permanente de la ciudad construida por los judíos y el templo y el sistema de adoración que tenía como centro aquel templo. De modo que Jesús se expresó con corrección al describir proféticamente los acontecimientos de 70 E.C. como “grande tribulación como la cual no ha sucedido [sobre aquella ciudad, nación y sistema de cosas] una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.”
Pero la cuestión no termina ahí. Nos envuelve a nosotros. ¿Por qué? Porque las palabras de Jesús en Mateo 24:21 evidentemente tenían un significado mayor. La presencia invisible de Cristo como rey mesiánico con gobernación sobre el globo terráqueo no empezó en 70 E.C. Él mismo mostró que aquello ni siquiera había de esperarse. Una vez, cuando los discípulos “se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente,” Jesús dio lo que se conoce como la parábola de las minas. Esta era acerca de ‘cierto hombre que viajó a una tierra lejana para conseguir gobierno real y entonces volver,’ y mostró que todavía faltaba muchísimo tiempo para que él gobernara como rey mesiánico.—Luc. 19:11-27.
El cumplimiento mundial, en una sola generación, de las profecías de Jesús acerca de guerra, hambre, terremotos y así por el estilo, todo en escala sin precedente, confirma que el cumplimiento limitado que se realizó en Jerusalén antes del 70 E.C. fue solo un tipo o representación de lo que estamos experimentando.a Por consiguiente, el período actual es la conclusión del entero sistema de cosas inicuo, que tendrá como culminación una “tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio de la creación.” (Mar. 13:19) Será mucho mayor de lo que les sucedió a Jerusalén y Judea y el sistema de cosas judío en 70 E.C. De hecho, será hasta mayor que el diluvio del tiempo de Noé, cuando el entero “mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua.” (2 Ped. 3:6) No se limitará a ciertas ciudades aisladas como las que fueron destruidas en guerras recientes. Envolverá a todas las personas que estén viviendo sobre la faz del globo terráqueo, que ahora son aproximadamente 4.000.000.000.—2 Ped. 3:7-13.
La exactitud de las palabras de Jesús en Mateo 24:21 respecto a lo que sucedió en 70 E.C. debe hacernos comprender que sin lugar a dudas se cumplirá la mayor aplicación de esas palabras en nuestro tiempo.
● ¿Están los cristianos obligados a informar y pagar impuesto sobre ingresos con relación a ‘trabajos extras’ o propinas?
La respuesta básica hoy es la misma que se dio cuando Jesús contestó una pregunta acerca de impuestos: “Paguen de vuelta a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.” (Mat. 22:17-21) Si la ley del país es que un obrero o empleado debe pagar impuesto sobre lo que gana, los cristianos lo pagan.
En muchos lugares el gobierno recibe del patrono una declaración de lo que la persona gana, y los impuestos que se requieren se retienen de la paga del individuo. En tal caso, el ajuste de cuentas con el gobierno por lo general es directo. Si al calcular e informar sus ingresos anuales el cristiano ve que tiene que pagar más dinero que la suma que se haya retenido de él, debe hacer eso. O si, quizás porque tiene ciertas deducciones o rebajas legales, se ha retenido de él una suma demasiado grande, puede solicitar una restitución.
Sin embargo, en algunos casos se requiere que la persona informe sus propios ingresos y entonces ella tiene que pagar todo el impuesto, como cuando la persona trabaja por cuenta propia o tiene su propio negocio. O puede ser que el impuesto le haya sido rebajado por un patrono en su empleo regular, pero no en algún trabajo temporero o extra que la persona haya hecho y por el cual ella tiene la responsabilidad de pagar el impuesto. No todas las personas pagan esos impuestos, a juzgar por un encabezamiento del Times de Nueva York del 15 de enero de 1978, que dice: “El trabajo no informado quizás cuesta miles de millones de dólares a los Estados Unidos en impuestos y planes debidos a mengua.”
En cuanto a qué cosas precisamente se consideran ingresos sobre los cuales se requiere legalmente el pago de impuestos, son muchísimas y varían en gran manera de lugar en lugar. En algunos países no se espera el pago de impuestos sobre una cantidad pequeña de ingresos que no alcance a cierto total fijo.b Pero si los ingresos son ‘ganancias extras’ y uno tiene un empleo regular, por lo general la ley exige que todo se informe, y que se pague el impuesto sobre la cantidad total. Además, en algunos países hasta las propinas, como las que recibiría un camarero o mozo en un restaurante, son, desde el punto de vista del gobierno, ingresos sobre los cuales se debe pagar impuesto.
¿En qué situación deja esto al obrero o empleado cristiano como individuo? Lo deja con la responsabilidad personal de familiarizarse con las leyes que rigen el pago de impuestos en su país, y entonces ser honrado y pagar el impuesto sobre ingresos que se requiera de él. El apóstol Pablo escribió: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores. . . . Sigue haciendo el bien, y tendrás alabanza de [la autoridad superior]. . . . Pero si estás haciendo lo que es malo, teme: porque no es sin propósito que lleva la espada; porque es ministro de Dios, vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo. Hay por lo tanto razón apremiante para que ustedes estén en sujeción, no solo por causa de esa ira, sino también por causa de la conciencia de ustedes. . . . Rindan a todos lo que les es debido, al que pide impuesto, el impuesto.”—Rom. 13:1, 3-5, 7.
Los trabajadores cristianos pueden ver la sabiduría que hay en esto. Por ejemplo, así evitan que se les enjuicie en los tribunales. Además, es necesario considerar el asunto de su buena conciencia, ciertamente una cosa valiosa. El artículo periodístico que ya se citó informó que un funcionario gubernamental dijo lo siguiente acerca de la cantidad de ingresos que no se informan para el pago de impuestos: “Solo Dios sabe cuánto es.” Puede ser que ese funcionario simplemente haya estado usando una expresión corriente o familiar. Pero los cristianos verdaderos están seguros de que Dios, quien lo ve todo, sí sabe cuándo un obrero o trabajador hace trampas con intención, como al efectuar trabajo “no registrado” para evitar el pago de impuestos. Para tener una conciencia limpia, los empleados cristianos se esfuerzan por ser honrados en todo aspecto, incluso en el pago de sus impuestos.—Heb. 13:18.
También, lo que Pablo dijo acerca de recibir alabanza resulta verídico. Funcionarios gubernamentales han alabado muchas veces a los seguidores de Jesús por su honradez, porque se puede confiar en que paguen sus impuestos. Esto se puede ver en el caso de un país africano que persiguió a los testigos de Jehová porque ellos no se incorporaron en el partido político que gobernaba. Cuando el gobierno usó como pretexto público la acusación de que los Testigos no querían pagar sus impuestos, la gente pensadora de toda la Tierra sabía que esto no era así, porque conocían el registro que han dejado los Testigos a ese respecto. Sobre esta persecución, recientemente el Dr. K. Jubber escribió: “En obediencia a sus creencias cristianas, los testigos de Jehová pagan sus impuestos, obedecen la ley, son trabajadores concienzudos, . . . La Sociedad Watch Tower no anima a sus miembros a no pagar los impuestos: al contrario, parece que la Sociedad estimula el amoldarse a lo que se exige al respecto.”—Social Compass, XXIV/1 1977, págs. 128, 130.
Sí, el consejo que Jesús dio sobre el asunto de los impuestos es lo que los cristianos deben esforzarse por seguir. Esto no significa que otras personas deban ponerse a investigar los asuntos personales de alguien por sospechar que esa persona quizás no sea honrada en este asunto; creemos que los cristianos serán concienzudos en cuanto a cumplir con los requisitos de César. Con honradez y un deseo de tener una buena conciencia, rinden a César el impuesto sobre ingresos que él exige.
[Notas]
b Puede ser que la ley todavía exija que se informen esos ingresos, y, quizás, que se paguen otros impuestos tales como el impuesto del Seguro Social en los Estados Unidos.