Curación por fe... ¿perjudica de algún modo?
LOS sanadores por fe confiesan que sus poderes para curar no son eficaces en todos los casos. Como es de imaginarse, esto ha conducido a problemas. En ocasiones ha habido resultados graves a causa de que personas enfermas han confiado plenamente en el sanador por fe, pero el milagro deseado no se ha realizado. En algunos casos, personas han muerto de enfermedades que quizás pudieron haber sido curadas usando otro tipo de tratamiento.
Tal vez, porque tienen esto presente, ahora muchos sanadores por fe recomiendan a sus “pacientes” que sigan yendo a su médico mientras todavía vienen a ellos para que se les cure por fe. Los sanadores dicen que ellos consideran a los médicos como colegas, no como rivales, en la obra de curar. Algunos médicos aprueban de manera cautelosa este tipo de curación por fe, en vista de los beneficios sicosomáticos que esto pudiera tener en los pacientes.
Después de una investigación extensa del asunto de las curaciones por fe, el Dr. William A. Nolan señala otro problema. Cuando investigó más a fondo algunos casos de personas que afirmaban que habían sido sanadas por fe halló que muchas de las personas envueltas en esto se hallaban amargadas. A ellas se les había dicho, o ellas habían llegado a creer, que habían sido sanadas. Pero después descubrieron que continuaban enfermas. Algunas estaban más enfermas que antes. Muchas personas se sentían defraudadas.
Pero, supongamos que una persona siga el consejo y continúe yendo a ver su médico personal; y supongamos que la persona esté preparada para afrontar el hecho de que pudiera ser que no se realice la curación deseada. Aun así, ¿no valdría la pena ir a un sanador por fe... por si acaso? Para contestar esta pregunta, tenemos que considerar el aspecto religioso del asunto.
Los vínculos con la religión
La curación por fe está estrechamente vinculada con la religión. Los evangelistas y los carismáticos piensan que sus obras ‘hacen que la gente vuelva a Cristo.’ Pero, ¿es cierto eso?
Es digno de notar que durante tales servicios religiosos puede que las personas “hablen en lenguas” o que se les dé “muerte en el espíritu,” según dicen ellas... o sea, entran en una especie de trance en el que no pueden moverse pero parecen estar conscientes de todo lo que sucede alrededor de ellas. Es interesante el hecho de que tales cosas se parezcan a las convulsiones y a los trances relacionados con otros sanadores religiosos, como lo son los sacerdotes del vudú y los médicos brujos.
Es cierto que algunos “sanadores síquicos” piensan que sus curaciones no tienen nada que ver con la religión. No obstante, a menudo los procedimientos que utilizan y las sensaciones que experimentan son similares a las de los sanadores religiosos. Y por lo menos algunos de los procedimientos de ellos tienen antecedentes relacionados con el espiritismo o quizás con la filosofía de religiones orientales.
¿Tienen alguna importancia estos detalles en este tolerante siglo veinte? Sí, estos detalles son muy importantes, si usamos como base para nuestra evaluación las curaciones que efectuaron Jesucristo y sus apóstoles en los primeros días del cristianismo. ¿Qué notamos cuando consideramos las curaciones que ellos ejecutaron?
Las curaciones que Jesús ejecutó
En relación con las curaciones que Jesús ejecutó, no había ninguna “cirugía síquica” ni el que se les diera “muerte en el espíritu.” Tampoco pronunció sermones cargados de emoción antes de ejecutar sus curaciones. A menudo él llevó a cabo las curaciones de manera poco ceremoniosa. Pudiera ser que él tocara al enfermo, o que el enfermo lo tocara a él, o a veces sencillamente habló al enfermo. Y fueron curados.—Mateo 8:14, 15; Lucas 8:43-48; 17:12-19.
Las curaciones que Jesús ejecutó no fueron sicosomáticas. No se puede curar una mano seca usando esos medios, sin embargo, él curó esa clase de aflicción. El pudo curar “toda suerte de dolencia y toda suerte de mal.” El hasta resucitó a muertos. (Mateo 4:23; Lucas 6:6-11; 8:49-56) No hubo meras mejorías de menor importancia, ni intentos fallidos de curación. Con respecto a las curaciones de Jesús no se oía hablar de tales cosas como “desilusión” o “decepción.” Hasta sus enemigos reconocieron que esas curaciones se efectuaron. (Juan 11:47, 48) ¿A qué se debe la diferencia entre las curaciones de hoy y las de entonces?
¿A qué se debe la diferencia?
Puesto que tantas personas concuerdan —incluso la mayoría de los sanadores por fe— en que las curaciones que Jesús efectuó provenían de Dios, ¿pudiera ser que los sanadores de hoy estén en contacto con una fuente de poder diferente de la de Jesús? Esto es muy probable, especialmente si consideramos las conexiones que algunos sanadores por fe tienen con el espiritismo y el ocultismo. Y es muy significativo que, con relación a estas prácticas, la Biblia nos advierte: “No debería hallarse en ti nadie . . . que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos.”—Deuteronomio 18:10, 11.
Esto no es fanatismo religioso. Más bien, esto nos protege de ser contaminados por fuerzas espirituales siniestras —demonios— que siempre han estado en contra de los mejores intereses de la humanidad. Es inevitable que las curaciones por fe del día moderno, que están relacionadas con fuerzas ocultas, sean diferentes de las curaciones que Jesús efectuó, puesto que él siempre evitó tales influencias. Cualquier cosa que se ejecute bajo la influencia de esas fuerzas inevitablemente conducirá a mucha “desilusión” y “decepción.”
Este punto acerca de que la fuente de poder de ellos sea diferente de la de Jesús se hace más claro cuando nos damos cuenta de que no hay razón para esperar que se practique hoy día la misma clase de curaciones que Jesús practicó. La obra de curación de Jesús y sus apóstoles cumplió su propósito.
Por qué curaba Jesús
Cuando Timoteo, el amigo del apóstol Pablo, estuvo enfermo, Pablo no le recomendó que se le impusieran las manos, sino que usara vino como medicina. (1 Timoteo 5:23) ¿Por qué? Porque los cristianos primitivos no consideraban el don de curación como un tipo de terapia. Tampoco fue la comisión de ellos el velar por la salud física de la humanidad en aquel entonces.
Al igual que Jesús, ellos fueron predicadores. Jesús explicó a Poncio Pilato cuál era su propósito principal en la vida con estas palabras: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.”—Juan 18:37.
Entonces, ¿por qué se efectuaban las curaciones? Estas, junto con otros milagros, sirvieron como una señal. Estas probaron que el mensaje de los cristianos realmente provenía de Dios, que era “la verdad.” El apóstol Pablo indicó esto cuando escribió lo siguiente: “¿Cómo escaparemos nosotros si hemos descuidado una salvación de tal grandeza siendo que empezó a ser hablada por medio de nuestro Señor y nos fue verificada por los que le oyeron, mientras Dios tomó parte en dar testimonio tanto con señales como con portentos y con diversas obras poderosas?” (Hebreos 2:3, 4) Por lo tanto, lo importante era el mensaje de salvación, no los milagros. Los milagros simplemente probaron que el mensaje era la verdad. Una vez que se estableció aquello y el hecho de que Dios estaba usando a la congregación cristiana, no se necesitaron más los dones milagrosos del espíritu, entre ellos el don de curar.—1 Corintios 12:27-13:8.
Pero, ¿qué hay en cuanto a los supuestos milagros que se ejecutan hoy en el nombre de Jesús? El mismo dijo que muchos le dirían: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?” ¿Y qué respondería Jesús? “Apártense de mí, obreros del desafuero.” Jesús no negó que se ejecutarían obras poderosas. Pero las mismas no se efectuarían bajo la autoridad de él, ‘en su nombre.’ Estas se efectuarían por medio de algún otro poder; por consiguiente, constituían obras de desafuero.—Mateo 7:21-23.
En cambio, Jesús dijo lo siguiente sobre la actividad que sus verdaderos discípulos efectuarían: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” Además él dijo: “Vayan . . . hagan discípulos de gente . . . enseñándoles.” Sí, el testimonio que se daría hoy día sería predicar y enseñar, no el ejecutar milagros tales como efectuar curaciones.—Mateo 24:14; 28:19, 20.
Algo mejor
Por lo tanto, mientras que es dudoso que se pueda obtener algún beneficio por ir a un sanador por fe, los peligros envueltos en esto son reales. Existe el peligro de llegar a estar bajo la influencia de los demonios, y el que Jesús lo cuente a uno entre los “obreros del desafuero.” Además, existe el peligro de que perdamos de vista el hecho de que para el problema de las enfermedades del hombre se ofrece una respuesta mejor que la curación por fe.
Hay una respuesta mejor... la que Dios ofrece, la cual se nos expone en la Biblia. Este libro inspirado no promete alivio inmediato de las enfermedades. Pero sí ofrece ayuda en cuanto a asuntos de salud. El que sigamos el consejo de la Biblia tocante a la limpieza física y moral nos ayudará a evitar muchas enfermedades, incluso las plagas del tiempo moderno como lo son las enfermedades venéreas y el cáncer causado por el fumar. El que prestemos atención al consejo de ésta nos ayudará a evitar muchos de los padecimientos relacionados con la tensión nerviosa que pueden surgir como resultado de la envidia, los celos y la cólera amarga.—Proverbios 14:29, 30; 2 Corintios 7:1; Gálatas 5:19-23.
Además, el apóstol Pablo nos muestra cómo podemos confiar plenamente en Dios en tiempos de crisis, tales como cuando estamos enfermos. Esto elimina mucha de la ansiedad y produce la “paz de Dios que supera todo pensamiento.” Tal paz mental indudablemente produce beneficios sicosomáticos en tiempos de enfermedad, sin que la persona tenga que estar confiando en alguna curación por fe.—Filipenses 4:6, 7.
Aún más, nos emociona la descripción que la Biblia da de las condiciones que existirán alrededor de la Tierra después que el Reino, el gobierno celestial del cual Jesús predicó, haya removido por completo el presente sistema de cosas egoísta y violento. Estas descripciones que da la Biblia se hacen todavía más emocionantes cuando comprendemos que el tiempo para que estas promesas se realicen está muy cerca.
El apóstol Pedro dijo que los milagros de Jesús fueron “señales” y “portentos.” (Hechos 2:22) Fueron “señales” de la veracidad del mensaje de Jesús, y “portentos” de lo que Jehová Dios le autorizaría a hacer por la humanidad cuando el reino de Dios haga que se efectúe la voluntad de Dios en toda la Tierra. ¡Imagínese la obra de curación y restauración que acontecerá entonces!
El libro de Revelación describe con estas palabras el resultado de esta actividad de curación que se realizará en el futuro: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” Esta es una promesa confiable. No habrá esperanzas que queden sin cumplirse ni desilusión, puesto que Dios mismo declara: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.”—Revelación 21:4, 5.
¿Está usted preocupado por el problema que presentan la enfermedad y la muerte? La mayoría de nosotros lo está. Entonces, ¿por qué no investiga lo que Dios promete al respecto? Usted hallará que estas promesas son mucho más confiables y satisfacientes que la curación por fe.
[Ilustración en la página 5]
Hay diferencias entre las curaciones que Jesús hizo y las curaciones por fe de hoy día
[Recuadro en la página 6]
Las curaciones que Jesús ejecutó...
● obviamente provenían de Dios
● fueron completamente eficaces en todo caso
● a menudo fueron poco ceremoniosas
● hasta enemigos de él reconocieron que produjeron buenos resultados
● tuvieron el propósito de demostrar la veracidad del mensaje de salvación
[Recuadro en la página 7]
Las curaciones que Jesús ejecutó...
● NO estaban relacionadas con el espiritismo o el ocultismo
● NO estaban acompañadas de sermones emotivos
● NO eran sicosomáticas o una forma de terapia
● NO eran la parte más importante de su ministerio
● NO se predijo que serían imitadas en nuestro día