¿Están corrompiendo su corazón?
LAS personas a quienes escogemos como “amigos” pueden afectar nuestro corazón. El capítulo siete de Proverbios describe a un joven que se estaba asociando con una señora inmoral. Las emociones de él se agitaron al prestar atención a ‘la suavidad de los labios de ella’. El cometió adulterio con ella. ¿Pero qué llevó a un acto de esa índole? El versículo 25 de Pr 7 advierte a otras personas: “No se desvíe tu corazón a los caminos de ella”. El tipo de asociación que él tenía descarrió su corazón.
¿Qué clase de personajes se han descrito en los seriales? Un ministro que engaña a su esposa; un violador; una prostituta; una madre soltera que le pegó un tiro a su amante porque él se acostaba con la madre de ella; y así por el estilo. El adulterio es común, como lo son el aborto y las preñeces que son producto de uniones ilegítimas.
¿Es ése el “círculo de amigos” que usted desea que influyan en su corazón? Si ellos fueran sus vecinos, ¿los invitaría a su hogar y les escucharía con deleite a medida que ellos describieran sus aventuras?
“¿Qué derecho tienes tú de enumerar mis disposiciones reglamentarias?”, preguntó Jehová a los que afirmaban ser su pueblo. “Siempre que veías a un ladrón, hasta te complacías en él; y tu participación era con adúlteros” (Salmo 50:16, 18). No se engañe a sí mismo. “Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” (1 Corintios 15:33; Proverbios 13:20.)
“Pero no todos los personajes son patentemente malos”, informó un ama de casa cristiana. “Yo podía identificarme en seguida con alguien que en realidad era una buena persona. Ella era como yo quería ser. Yo imitaba la personalidad de ella.” El utilizar los personajes de las novelas como “dechados para el comportamiento” es común. ¿Pero debería hacer eso el cristiano?
Más bien que animar a los cristianos a imitar la conducta de personas que están “mentalmente en oscuridad” y son moralmente corruptas, el apóstol Pablo dijo lo siguiente a unos compañeros de creencia: “Ustedes no aprendieron que el Cristo sea así, si es que, realmente, le oyeron y fueron enseñados por medio de él, así como la verdad está en Jesús” (Efesios 4:17-21). El cristiano dedicado tiene que concentrarse en el ejemplo de Jesús, aprender de tal ejemplo, o del de los que siguen con sumo cuidado y atención el mismo derrotero como siervos aprobados de Dios. Otros dechados han resultado ser trampas. (1 Corintios 11:1; Hebreos 11:1–12:2; 1 Pedro 2:21.)
Corazón seducido en secreto
El fiel Job admitió lo fácil que podía seducir su corazón lo que él veía. “Si solía ver la luz cuando fulguraba, o la preciosa luna que iba caminando, y empezó mi corazón a ser seducido en secreto [...], eso también sería un error para la atención de los jueces”, confesó Joba. Es conmovedor contemplar los cielos estrellados y la Luna radiante. Pero los vecinos de Job adoraban la Luna como símbolo de la fertilidad. A menudo seductoras orgías sexuales formaban parte de la adoración de la Luna. Si Job hubiera pensado constantemente en tales orgías, su ‘mano hubiera procedido a besar su boca’ en un acto de adoración. Su corazón pudiera haberse hecho más liberal y permisivo, hasta el punto en que la idolatría no hubiera parecido tan mala. Pero se dio cuenta de ello. (Job 31:26-28.)
Los seriales de televisión son igual de sutiles. Se emplea la búsqueda del amor para justificar cualquier tipo de conducta. Por ejemplo, cierta joven soltera que está embarazada dice a una amiga: “Pero yo amo a Víctor. No me importa. Mentiré, engañaré y robaré para estar con él. Él vale la pena. Por Víctor haría cualquier cosa. ¡El llevar dentro de mí su hijo compensa todo lo que yo tenga que hacer!”. La suave música de fondo dificulta el calificar de incorrecto el derrotero de ella. A la telespectadora también le agrada Víctor. Siente compasión por la muchacha. “La comprende.” “Es asombrosa la manera como una razona”, declaró una telespectadora que más tarde recobró el juicio. “Sabemos que la inmoralidad es incorrecta. [...] Pero me di cuenta de que mentalmente estaba participando en ello.”
Sin embargo, a algunas personas les parece que ‘lo que se presenta en las novelas no es peor que lo que uno ve en la vida diaria’. Pero ¿es eso lo que el cristiano debe escoger para entretenerse? El apóstol Pablo escribió: “Que la fornicación e inmundicia de toda clase o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas” (Efesios 5:3). ¿Era Pablo poco realista? No. Lo que él estaba indicando era que la consideración de tales actos sórdidos no debería servir de entretenimiento a los cristianos. Esto también aplica a las verdaderas “personas santas” hoy día.
Mentes y corazones corrompidos
Algunos miembros de la congregación corintia del primer siglo habían sido contaminados, no por la televisión, sino por falsos apóstoles. Según Ireneo, cristiano declarado del segundo siglo, tales apóstatas alegaban lo siguiente: “Pues tal como el oro, cuando se sumerge en la suciedad, no pierde de ninguna manera su belleza [...] así afirman ellos que no pueden sufrir ninguna clase de daño ni perder su caudal espiritual, prescindiendo de las acciones materiales en las que participen”. De modo que ellos se asociaban con incrédulos, asistían a las crueles luchas de gladiadores y hasta cometían inmoralidad sexual.
El apóstol Pablo presentó la acusación de que los cristianos de Corinto ‘soportaban con facilidad’ a los falsos maestros, y Pablo temía que, “así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia”, la mente de los corintios fuera sutilmente ‘corrompida y alejada de la sinceridad y castidad que se le deben al Cristo’. Esta sutil corrupción doctrinal llevó a la corrupción moral. (2 Corintios 11:4, 3.)
¡La congregación de Corinto hasta estaba dispuesta a tolerar la relación incestuosa de uno de sus propios miembros! Puede que este hombre inmoral haya sido alguien a quien admiraban los demás miembros de la congregación. El corazón de ellos “comprendía”. ¡El había hallado “el amor verdadero”! Quizás el pecado de él haya influido en otros miembros de la congregación que también participaron en inmundicia, fornicación y hasta en descarada conducta relajada. (1 Corintios 5:1, 2, 6; 2 Corintios 12:21.)
¿Querría usted que su corazón se corrompiera del mismo modo? ¿Soporta usted con facilidad a individuos adúlteros, fornicadores, asesinos y personas como ésas por medio de estar absorta diariamente en la vida de ellos? A pesar de lo firme que estemos en el camino de la verdad, el alimentarnos con regularidad de información que justifica la inmoralidad puede sutilmente afectar nuestro corazón.
“Una piensa que no le molesta”, dijo una cristiana que vio con regularidad novelas sentimentales por años. “Pero en lo más profundo del corazón, una está aceptando el pecado. Ve cosas que desea. Y si el esposo de una no es tan cariñoso como los que ve en las novelas sentimentales, una cree que se está perdiendo algo.”
Esta cristiana, que había cultivado el deseo de ver novelas sentimentales de TV, se descuidó hasta el grado de cometer inmoralidad. Inmediatamente se sintió herida en lo vivo, y con el tiempo su esposo y la congregación la perdonaron. ¡Pero qué cicatriz emocional había quedado! “Todo estaba bien, hasta que las circunstancias hicieron posible que diera rienda suelta a lo que había guardado en el corazón”, admitió ella. “Satanás puso una trampa, y yo caminé directamente hacia ella. No se dejen engañar, las novelas pueden afectarle. He oído a algunas personas decir que son lo suficientemente fuertes como para arreglárselas. Bueno, el tiempo dirá.” Aun después de esta tragedia, a ella se le hizo difícil dejar de verlas. “Era peor que tratar de dejar de fumar”, fue la conclusión a la que ella llegó.
Por supuesto, la mayoría de los telespectadores no llegan a participar en inmoralidad simplemente porque miran ese tipo de programas. No obstante, ¿comenzaría usted a comparar a su cónyuge con los personajes del programa? ¿Fortalecería esto su amor, o haría que abrigara dudas? Si aún no se ha casado, ¿aumentaría su deseo de conseguir un cónyuge, lo cual quizás la lleve a un matrimonio poco aconsejable o a la inmoralidad? ¿Experimentaría cambios de humor innecesarios?
El apóstol Pablo escribió: “Todas las cosas me son lícitas; [...] pero yo no me dejaré poner bajo autoridad [esclavizar] por cosa alguna” (1 Corintios 6:12). Hay suficientes pruebas de que los seriales causan afición. Algunos cristianos han faltado a reuniones de congregación, desatendido su ministerio, hecho de prisa los quehaceres domésticos, faltado a la escuela, y descuidado el estudio bíblico personal y de familia... todo para lograr ver el serial. ¿No deberían estas personas examinar sinceramente la cantidad de tiempo que dedican a ver ese tipo de programas?
Claro, esto aplica a todo lo que se puede ver por televisión, pero el peligro especial de los seriales es que se apoderan de su corazón de tal modo que usted tiene que ver el siguiente episodio. El Dr. Hendrie Weisinger, sicólogo a quien se citó en una revista para aficionados a los seriales, admitió: “La investigación testifica que la televisión sí afecta nuestro comportamiento e influye en nuestro modo de pensar. [...] La persona que se queda en el hogar para mirar con regularidad diversos programas pudiera identificarse exageradamente con los personajes. Tales personas permiten que las novelas se conviertan en una extensión de su vida, y pueden hacerse neuróticas en cuanto a nunca perderse un episodio”.
Opciones
Cierta cristiana que adquirió la mala costumbre de ver con regularidad los seriales llegó a deprimirse bastante. Ella se confió a una compañera Testigo, quien la animó a pasar más tiempo en el ministerio cristiano ayudando a otras personas. “El trabajar con otros publicadores en el ministerio del campo se convirtió en un placer”, informó la cristiana. “Dejé de estar deprimida, pues no tenía que preocuparme por los problemas de otras personas. Estaba comenzando a llenar mi vida de algo satisfaciente. Las novelas ya no eran importantes. Llegué a ser una evangelizadora de tiempo completo.” Muchos cristianos han hallado que el ensanchar su servicio sagrado ha sido la solución. (Compare con Revelación 7:15.)
Algunas personas han resuelto el problema por medio de ocuparse más de atender los quehaceres domésticos y dar más atención al bienestar espiritual y físico de sus hijos. Puesto que a la mayoría de nosotros nos gusta relacionarnos con otras personas, algunos han compartido dones espirituales y materiales. Uno no tiene que ser rico. A menudo puede ser muy remunerador el simplemente preparar algún plato especial para una amiga. (Proverbios 31:10-31.)
“Ahora sé lo que me estaba perdiendo”, confesó una ex aficionada a las novelas sentimentales. “Estudio personal y oración. Las palabras de Filipenses 4:6-9, respecto a la oración y los pensamientos puros, realmente me ayudaron. Ahora comienzo el día con la lectura del texto diario y alguna otra literatura bíblica. Jehová ha provisto suficientes dramas de la vida real en la Biblia, como los relatos de Jesús, Job, David y otros. O considero las experiencias de Testigos del día moderno. Aunque todavía hay algo dentro de mí que se muere por averiguar ‘lo que está pasando’ en las novelas, mi deseo de obedecer a Jehová me detiene.”
Sí, todo se reduce en realidad a nuestro deseo de complacer a Jehová desde el corazón. Con esto no se quiere decir que todos los programas de TV corrompen el corazón. Sin embargo, el cristiano tiene que ser selectivo, pues la experiencia ha demostrado que los programas que justifican la violación de las normas bíblicas pueden corromper el corazón del cristiano.
“Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo” (Salmo 97:10). No siempre es fácil obedecer ese mandato. Tenemos que proteger cuidadosamente el corazón. Que todos seamos del mismo parecer que el rey David: “Andaré en la integridad de mi corazón dentro de mi casa. No pondré enfrente de mis ojos cosa alguna que no sirva para nada. El obrar de los que apostatan he odiado; no se me pega [como una costumbre diaria]. Mis ojos están sobre los fieles de la tierra”. (Salmo 101:2, 3, 6.)
[Nota a pie de página]
a La palabra hebrea que se traduce “seducido” significa fundamentalmente “abrir, expandir”.
[Comentario en la página 6]
El alimentarse con regularidad de información que justifica la inmoralidad puede corromper las normas morales de uno
[Comentario en la página 7]
‘Ahora sé lo que me estaba perdiendo... estudio personal y oración.’ (Una ex aficionada a las novelas sentimentales.)