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  • ¿Por qué una carta a los efesios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 15/5 págs. 8-10

¿Por qué una carta a los efesios?

“¡GRANDE es Artemis de los efesios!” ¿Puede imaginarse usted un teatro, con capacidad para veinticinco mil espectadores, atestado de personas en un estado de frenesí religioso que por dos horas habían estado gritando incesantemente la frase susodicha? ¡Eso sucedió! (Hechos 19:28, 34.)

¿A qué se debió aquel fervor tan ardiente? ¿Quién era Artemis? Respecto a eso, ¿quiénes eran los efesios? ¿Quién les envió una carta... y por qué?

Un antiguo centro religioso

Éfeso era una de las ciudades más prominentes del primer siglo de nuestra era común, y se calcula que su población sobrepasaba un cuarto de millón de habitantes. La ciudad era un rico centro comercial y cultural, pero no eran solo las riquezas, el clima templado y la belleza de la zona lo que atraía a las multitudes. Éfeso era un centro religioso del mundo antiguo y se vanagloriaba de tener un templo tan grandioso que se le conocía como una de las siete maravillas del mundo.

En este lujoso templo, donde, según se dice, se usó oro en las juntas de los bloques de mármol, se adoraba a la diosa Artemis, o Diana. De vez en cuando, no menos de setecientas mil personas de Éfeso y países distantes se alineaban a lo largo de las calles mientras se llevaba en procesión a la “diosa virgen” a través de la ciudad. La fabricación y venta de imágenes de plata de esta diosa con numerosos pechos era un negocio próspero en Éfeso. (Hechos 19:24, 25.)

A una ciudad de esta clase fue que llegó el hombre llamado Pablo para predicar el cristianismo a los efesios. Jesucristo lo había comisionado a ser “apóstol a las naciones” (Romanos 11:13). En Éfeso se formó una congregación, que creció rápidamente. Los efesios recién convertidos se deshicieron con prontitud de sus imágenes y libros de magia (Hechos 19:19). Puesto que esta nueva religión, que crecía rápidamente, se oponía al uso de imágenes, Demetrio el platero incitó a la gente casi hasta que se amotinó, lo cual resultó en que se pusieran a gritar: “¡Grande es Artemis de los efesios!”.

Pablo, el escritor de la carta, había formado fundamentalmente la congregación de Éfeso. La congregación se componía principalmente de gentiles, o sea, personas no judías, o gente de las naciones (Efesios 3:1). Los que habían abrazado el cristianismo en Éfeso habían abandonado una clase de adoración degradante. (Efesios 4:17-19.)

Restableciendo la unidad y la paz

Pablo escribió a los efesios desde Roma, mientras estaba en la cárcel, alrededor del año 60 ó 61 E.C. (Efesios 1:1; 6:20). Casi al principio de la carta, Pablo hace una declaración sobre el grandioso propósito de Dios en cuanto a restablecer la unidad y la paz, como se describe en las Escrituras. Esto se convierte en el punto focal en torno al cual gira el resto de la carta.

Pablo escribió: “[Dios] nos dio a conocer el secreto sagrado de su voluntad. Es según su beneplácito que él se propuso en sí mismo para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber, de reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra” (Efesios 1:9, 10). Según se muestra aquí, la voluntad de Dios era corregir todos los males que habían ocurrido por todo el universo como resultado de la rebelión de Satanás.

Pablo quería que aquellos cristianos gentiles de Éfeso captaran el significado pleno del privilegio inefable que tenían de estar tan íntimamente relacionados con el desenvolvimiento de la voluntad de Dios. Por eso, inmediatamente después de sus saludos de apertura, Pablo señaló la situación privilegiada de ellos. Estos habían llegado a formar parte de un grupo que Dios había escogido “antes de la fundación del mundo” para estar con Cristo en su Reino celestial. (Efesios 1:3-7.)

Verdaderamente, ¡qué privilegio era para los efesios gentiles, que una vez habían estado “alejados” y “sin Dios en el mundo”, el disfrutar de la esperanza, junto con los judíos, de llegar a ser gobernantes celestiales con Cristo en el Reino de Dios! Este era el “secreto sagrado” al que Pablo repetidas veces hace referencia en esta carta, “a saber, que gente de las naciones hubiesen de ser coherederos y miembros de un mismo cuerpo y participantes con nosotros de la promesa en unión con Cristo Jesús”. (Efesios 2:11-13; 3:3-6.)

De modo que la carta a los efesios revela que Jehová Dios se propone restablecer la unidad y la paz universalmente. Como escribió Pablo, Dios habrá de “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra”. Fue solo antes de la rebelión de Satanás cuando existió verdadera unidad en todo el universo. Pero tal unidad volverá a hacerse realidad mediante la “administración” de Dios, o sea, su manejo, o dirección, de los asuntos.

Por medio de aceptar a Cristo como su redentor, a “las cosas que están en los cielos” —o sea, a las personas a quienes se adopta como hijos celestiales— ‘se les reúne de nuevo en el Cristo’. No obstante, en armonía con el propósito de Dios, tiene que llegar el debido tiempo para que se cumpla el segundo rasgo de Su “administración”, a saber, el de reunir “las cosas que están sobre la tierra”. Esto sucederá durante la presencia de Cristo en el poder del Reino, cuando él reúna a sus “otras ovejas”, que están destinadas a vivir en la Tierra bajo el Reino celestial. (Juan 10:16.)

Al proseguir con su tema, Pablo muestra que todos en “la congregación, la cual es su cuerpo [el de Cristo]”, deben ir en pos de la paz y la unidad (Efesios 1:22, 23). Por consiguiente, ya no ha de haber distinción entre judío y gentil, circuncisión e incircuncisión. Todos tienen que estar dispuestos a laborar en pro de la unidad y la paz. (Efesios 2:11.)

En conjunto, Pablo utiliza la palabra “unión” 13 veces en esta carta, más veces que en cualquiera de sus otras cartas. Y usa la palabra “paz” ocho veces, más que en cualquiera de sus otras cartas, excepto la carta a los romanos. Podemos entender mejor lo necesario de recalcar la unidad y la paz cuando comprendemos las diferencias marcadas que habían existido por siglos entre los judíos y los gentiles (Hechos 10:28). Pablo recalca el papel importante que desempeña Cristo en este asunto. “Porque él es nuestra paz —dice Pablo— el que hizo de los dos grupos uno solo y destruyó el muro de en medio que como una cerca los separaba.” (Efesios 2:14.)

Laborando en pro de la paz y la unidad

Los últimos tres capítulos de la carta de Pablo Ef 4–6 hablan de diversas situaciones y dan consejos que contribuirían a la paz y la unidad en las circunstancias inmediatas de aquellos efesios. ¿Y cómo se logran la paz y la unidad? Es vital desplegar amor. Para dar énfasis a este hecho, Pablo emplea 19 veces las palabras “amor”, “amado”, “ama”, “aman”, “amó” y “amando”, ¡muchas más veces que en cualquiera de sus otras cartas! Por eso insta a ‘soportarse los unos a los otros en amor, esforzándose encarecidamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz’. (Efesios 4:2, 3.)

Pablo pasa a describir las provisiones de Dios para una actividad unificada. Según dice él, Dios dio “algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros [...] hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe”. Entonces Pablo usa la ilustración del funcionamiento unificado del cuerpo humano, lo cual “contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. (Efesios 4:11-16.)

De modo que ahora era preciso que ellos evitaran las cosas que perturbarían la paz y la unidad. Entre éstas podían mencionarse el hablar falsedad, el estar airado, el ser holgazán y el hablar dichos corrompidos, más bien que dichos buenos y edificantes. De hecho, en Éfeso, se estimulaba el robo, ya que un ladrón podía huir al templo de Artemis y así evitar que se le arrestara. Pero Pablo dijo: “Que el que hurta ya no hurte más”. (Efesios 4:25-30.)

Tan solo imagínese cómo la aplicación del siguiente consejo de Pablo contribuiría a la paz y la unidad: “Quítense de ustedes toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa junto con toda maldad. Mas háganse bondadosos los unos con los otros, tiernamente compasivos, libremente perdonándose unos a otros así como Dios también por Cristo libremente los perdonó a ustedes”. (Efesios 4:31, 32.)

La fornicación, la inmundicia, la avaricia, el comportamiento vergonzoso, el habla necia, el bromear obsceno... todas esas cosas no solo llevan a tener problemas con el semejante, sino también con Dios. Así que Pablo insta: “Cesen de participar con ellos [la gente de las naciones] en las obras infructíferas que pertenecen a la oscuridad”. “Vigilen estrechamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios [...] porque los días son inicuos.” (Efesios 5:1-20.)

Pablo habla acerca de que el seguir el ejemplo amoroso de Cristo y el consejo de la Palabra de Dios contribuirá a que haya paz dentro de las familias. También enfatiza que los empleados y los patronos pueden llevarse bien, si recuerdan sus obligaciones para con Dios (Efesios 5:21–6:9). Sin embargo, es necesario darse cuenta de que el primero que perturbó la paz y la unidad universal, Satanás el Diablo, se opondrá vigorosamente a todo esfuerzo que hagan los cristianos por hacer la voluntad de Dios. Así que ellos tienen que ‘ponerse la armadura completa que proviene de Dios’ para resistir con éxito al Diablo y sus demonios. (Efesios 6:10-18.)

Cuando consideramos todo el contenido de esta carta, ¡qué agradecidos estamos a Dios por haber inspirado a Pablo a escribir la carta a los efesios! Muchos eruditos han elogiado esta carta, y uno de ellos la describió como una que “abarca brevemente todo el campo de la religión cristiana”. Esta carta no solo expone el grandioso propósito de Dios de corregir el mal en todo el universo, sino que también da muchos consejos y advertencias prácticos que nos ayudan a servir a Dios de tal modo que alcancemos Su favor y bendición eternos.

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