¿Cuál es el punto de vista bíblico?
¿Debiera “probar la suerte” en la lotería?
LAS loterías se han hecho muy comunes en muchos países. Esta forma de juego de azar consiste generalmente en vender billetes de lotería por una pequeña suma de dinero. Se efectúa el sorteo y el que posee un billete de lotería ganador recibe algún premio, a menudo dinero en una suma mucho mayor de la que gastó para comprar el billete.
Quizás usted haya pensado en “probar la suerte” en la lotería. Pero hay diversos factores que deben considerarse.
Puesto que la lotería le da incentivo a la esperanza de obtener mucho por poco, puede ser una gran tentación, especialmente para la gente pobre. Sin embargo, en realidad ha vuelto más pobres a muchos de ellos. Para comprar billetes de lotería algunos gastan dinero que realmente necesitan para comer, vestirse y otras cosas de primera necesidad. En la India, por ejemplo, algunos individuos han gastado los salarios de todo un mes y otros han pedido dinero prestado a un interés elevado a fin de participar en la lotería.
Pero, supongamos que una persona gane la lotería. ¿No sería excelente eso? No necesariamente. Un ganador de 1.000.000 de dólares recibió cartas de todas partes del mundo pidiendo que donara dinero para ayudar a los que le escribían. “No podía distinguir entre pedidos legítimos y el embaucamiento,” dijo él.
Sin embargo, a la vez que nota esos factores, la persona que desea agradar a Dios se interesa principalmente en lo que indica Su Palabra, la Biblia. Sin duda, esto es lo que más le interesa a usted, también. Y felizmente las Escrituras suministran la información necesaria para decidir inteligentemente si uno debiera “probar la suerte” en la lotería.
Probablemente reconozca desde luego que la legalidad de las loterías en la comunidad de uno no es el factor principal que hay que considerar. El estado podría legalizar varias cosas que una persona piadosa se negaría a hacer. Por ejemplo, si se legalizara la prostitución, con toda seguridad el cristiano no tendría nada que ver con ella, porque la moral relajada no cuadra con las personas que reverencian a Dios, y los individuos que sean moralmente incorregibles no heredarán Su reino. (Lev. 19:29; 1 Cor. 6:9, 10) Por eso, nos conviene examinar otros aspectos de este asunto de probar la suerte en la lotería.
Sin duda usted reconoce que una persona podría ser atraída por la lotería a tal grado que empezara a confiar en la suerte. ¿Dice algo acerca de esto la Palabra de Dios? Sí, lo dice. En Isaías 65:11, 12 está escrito: “Vosotros, los que dejáis a Yavé y os olvidáis de mi monte santo; los que aderezáis mesa para la diosa fortuna [o “el dios de la Buena Suerte,” Traducción del Nuevo Mundo] y llenáis la copa para libar al destino; a todos os destinare a la espada, todos sucumbiréis en la matanza.” (Nácar-Colunga) ¿No le parece que está muy claro que Dios no aprueba el confiar en la suerte?
Las loterías pueden alentar otra cosa que es indeseable... la pereza. Muchos de los que participan en las loterías y en otras formas de juego de azar quieren ganar una suma de dinero tan grande que puedan ‘vivir en desahogo.’ Pero la Biblia habla de una manera muy desfavorable de la persona perezosa.—Pro. 6:6-11.
No hay, por supuesto, ninguna objeción bíblica al acto de dar y recibir regalos cuando la motivación es correcta. Jehová Dios mismo es el mayor Dador de Regalos y se le representa recibiendo dones que sus adoradores le dan de todo corazón. (Sant. 1:17; Éxo. 35:21) Pero, ciertamente no se puede decir que las loterías impliquen un dar generoso y desinteresado. Además, el modo principal que tienen las personas piadosas de adquirir fondos y valores es trabajando. “Si alguien no quiere trabajar,” hizo notar el apóstol Pablo, “que tampoco coma.”—2 Tes. 3:10.
También debiéramos pensar en otros. Cierto, la gente participa por su propia voluntad en las loterías. Sin embargo, los ganadores se llevan el dinero de otras personas sin darles nada en cambio. ¿Es esta una manera de mostrar amor a los semejantes? No. Realmente es desamorado y va contra las Escrituras. Estas dicen: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros . . . El amor no obra mal al prójimo.” (Lev. 19:18; Rom. 13:8-10) Las personas piadosas muestran amor, que es altruista y “no busca sus propios intereses.” Además, el apóstol Pablo instó a compañeros cristianos: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” (1 Cor. 13:4, 5; 10:24) El individuo realmente no está cumpliendo estos requisitos cuando participa en la lotería, ¿verdad?
Otro punto que merece consideración es que las loterías pueden engendrar un amor al dinero en el corazón de los participantes. Pero este amor es inapropiado para las personas piadosas, como mostró el apóstol Pablo al decir: “Los que quieren hacerse ricos no resisten la prueba y caen en la trampa de muchos deseos tontos que hacen daño y hunden a los hombres en ruina y destrucción. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de mal; y hay algunos que, por ambicionarlo, se han desviado de la fe y han llenado de sufrimiento sus propias vidas.”—1 Tim. 6:9, 10, Versión Popular.
El participar en loterías también puede hacer que se desarrolle la codicia en el corazón de una persona. El apóstol Pablo amonestó a compañeros creyentes: “No deben ni siquiera mencionar la inmoralidad sexual, ni ninguna otra clase de impureza o avaricia,” puesto que eso no sería apropiado para el pueblo de Dios. Además, el apóstol escribió: “Pues ya saben que si alguien practica relaciones sexuales fuera del matrimonio, o hace cosas impuras o es avaro (que es lo mismo que adorar ídolos), no puede tener parte en el reino de Cristo y de Dios.” (Efe. 5:3-5, Versión Popular) Es interesante que la traducción de Byington dice para “avaricia” y “avaro” “codicia empuñadora” y “empuñador codicioso.”
Como están las cosas, un lugar de negocios, con propósitos de propaganda, puede hacer un “sorteo” que se entiende que es una manera imparcial de seleccionar a los clientes que han de recibir premios. El propósito puede ser alentar a la gente a entrar en la tienda, o estimular su interés en determinado producto. No está necesariamente envuelto el juego de azar, ya que nadie paga con dinero u otra cosa de valor para obtener el billete. Tampoco la aceptación del billete implica que se esté invocando el dios de la ‘Fortuna’ o la ‘Buena Suerte.’ Sin embargo, el individuo que tratara de decidir si debiera participar, bien podría preguntarse: ¿Podría hacer tropezar a alguien mi participación? En el análisis final, el adulto responsable tiene que tomar una decisión personal, puesto que comprende que “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.” (Rom. 14:12) Naturalmente, si una persona participa, gana y solo entonces descubre que el regalo es un billete de lotería, no está obligada a aceptarlo.
De modo que hay buenas razones por las cuales las personas que desean vivir de acuerdo con el consejo de la Palabra de Dios no “prueben la suerte” en la lotería. No confían en la suerte. Se mantienen alerta contra la pereza y los actos faltos de amor. Reconocen que el amor al dinero es espiritualmente ruinoso y no quieren ser víctimas de la codicia que pueden producir los juegos de azar en el corazón de uno. En lugar de eso, adquieren fondos y cosas valiosas por medios rectos que son dignos de los que aman a Dios.