“¡Buena salud a ustedes!”
CON estas palabras el cuerpo gobernante de los cristianos del primer siglo concluyó una carta que envió a las congregaciones. La expresión griega que usaron conlleva la idea de: ‘Háganse fuertes, manténganse bien, estén saludables.’—Hechos 15:29.
Aunque las palabras “Buena salud a ustedes” sirven de lo que conocemos como una fórmula de despedida de una carta, hacen referencia a algo que todos nosotros apreciamos... nuestra salud. Desde hace mucho tiempo la gente ha procurado estar más saludable. Sin embargo, ¿ha notado usted cuántos parecen estar demasiado preocupados por este asunto hoy día? ¿Se ha preguntado qué es lo equilibrado para un cristiano?
Lo que afecta el modo de ver la salud
Puede que el interés creciente en la salud sea un reflejo de lo profundamente conscientes que están las personas de que mueren. ¡La muerte llega tan rápidamente! (Salmo 90:10) Uno puede entender por qué es posible que alguien, si cree que esta vida es todo cuanto hay, haga casi cualquier cosa para evitar enfermedades que pudieran acelerar el momento de la muerte.
Además, la gran desconfianza que hay en “la clase dirigente,” incluso en las autoridades en la medicina tradicional, afecta el punto de vista que se tiene sobre la salud. Esta desconfianza es la causa de que muchas personas duden de la calidad de los productos alimenticios que se venden. Ya que han oído del daño que produce a la salud el consumir demasiados alimentos refinados catalogados de “basura,” que contienen sustancias químicas, millones de personas prefieren limitar la cantidad de alimentos tratados que consumen. Muchos están tan convencidos de las ventajas de los “alimentos naturales” que prácticamente no consumen nada más. Otros, que están al tanto de tragedias como los defectos congénitos causados por la talidomida, no confían en las drogas. Creen que las drogas, que reciben tanta promoción de firmas farmacéuticas y que unos cuantos médicos atareados recetan sin control cuidadoso, pudieran producir efectos secundarios.
Un resultado de todo esto es que la gente se ha hecho más independiente en los asuntos que tienen que ver con la salud. Probablemente usted reconozca que cada adulto tiene que tomar sus propias decisiones en cuanto a la salud, basándose en información confiable relacionada con las diversas opciones disponibles. Pero, ¿existen riesgos que necesitemos tomar en consideración? ¿Nos puede dar la Biblia alguna ayuda en cuestiones que tienen que ver con la salud?
El cristianismo es bueno para su salud
La carta que escribió el cuerpo gobernante del primer siglo explicó que los cristianos deben ‘abstenerse de fornicación y de sangre.’ (Hechos 15:28, 29) Este consejo es sabio hasta desde el punto de vista de la salud. La fornicación expone a las personas a enfermedades venéreas y preñeces no deseadas. Las transfusiones de sangre han contagiado a un sinnúmero de miles de personas con hepatitis y enfermedades como la producida por el virus, que a menudo es mortal, que contrajo el papa Juan Pablo II.
Considere también que el aplicar el consejo de Dios relacionado con la borrachera y el fumar resulta en mejor salud. El Dr. Joel Posner informó que un 60 por ciento del dinero que se gasta en los Estados Unidos para atender problemas de salud se utiliza en el tratamiento de enfermedades relacionadas con el consumo de bebidas alcohólicas y el uso del tabaco.—Proverbios 20:1; 2 Corintios 7:1.a
La Biblia también protege nuestra salud de otras maneras. Usted puede darse cuenta de que esto es así cuando considera lo que ésta dice acerca del mantenerse limpio. (Exodo 30:17-21; Deuteronomio 23:12-14) Hasta el espíritu general que el cristiano desarrolla cuando estudia la Biblia puede mejorar la salud de éste. Cuando el cristiano va en pos de la benignidad, la bondad y el amor, tiene relaciones más pacíficas con las demás personas, y esto protege su salud. (Proverbios 14:30) Además, el que el cristiano tenga gran estima a la vida le impele a tomar precauciones razonables para evitar riesgos. Por ejemplo, puede que éste sea más concienzudo que la mayoría de la gente en cuanto al uso de los cinturones de seguridad cuando viaja en automóvil. (Hechos 17:24, 25, 28) El Dr. K. L. White, director adjunto de la división de ciencias relacionadas con la salud, de la Fundación Rockefeller, dijo que cuestiones como “el estilo de vida y el comportamiento personal” son “factores principales que afectan la salud de las personas.”
Luego tenemos este consejo bíblico: “¿Es miel lo que has hallado? Come lo que te sea suficiente, para que no tomes demasiado de ella y tengas que vomitarla. El comer demasiada miel no es bueno.” (Proverbios 25:16, 27) Sean cuales sean los méritos relativos de usar miel como endulzador en vez del azúcar, este consejo nos provee una regla para la buena salud: Haga de la moderación la clave de su régimen alimentario. Si una persona come diferentes alimentos y evita comer en exceso, así como comer en demasía de cierto alimento en particular, segará beneficios en lo que toca a la salud. Los comentarios acerca de la miel resultan muy provechosos en lo que toca a otros esfuerzos que se hacen por mejorar la salud.
Vitaminas, minerales y hierbas
El mejorar la nutrición ha contribuido a mejorar la salud. Una clave ha sido el descubrimiento de nuestra necesidad de vitaminas y minerales. Por ejemplo, las enfermedades por carencia como el beriberi, la pelagra, el escorbuto y el raquitismo se pueden curar o evitar por medio de una alimentación equilibrada que contenga suficiente vitamina B, C y D. Además, a medida que los médicos efectúan más investigaciones relacionadas con la nutrición, se han publicado informes sobre otras enfermedades que aparentemente son aliviadas cuando se toman grandes cantidades de ciertas vitaminas y minerales bajo supervisión médica.
Sin embargo, muchas personas, por su cuenta, han comenzado a tomar grandes dosis de suplementos alimenticios, como si tuvieran numerosas deficiencias graves. Algunas personas que tratan de recetarse a sí mismas creen lo siguiente: ‘Si un poquito es bueno, entonces una cantidad mayor es mejor,’ y: ‘Las vitaminas y los minerales no pueden causar daño porque el cuerpo elimina cualquier exceso.’ Es cierto que si uno toma una cantidad excesiva de ciertas vitaminas, pudiera ser que éstas ‘pasaran por los intestinos y se expelieran en la cloaca,’ y que el efecto simplemente fuera desechos corporales más costosos. (Mateo 15:17) Pero si uno toma una cantidad excesiva de otras vitaminas y minerales, éstas pudieran dejar de actuar como nutrientes y comenzar a actuar como drogas, y hasta ser tóxicas y perjudiciales.
Por ingerir cantidades excesivas de ciertas vitaminas, hay quienes han dañado órganos del cuerpo, o les ha sucedido algo aún peor. He aquí un ejemplo: Un hombre de Gran Bretaña, quien tomaba grandes cantidades de jugo de zanahoria y vitamina A, murió como resultado de la hipervitaminosis que se produjo. Muchos niños también han enfermado por el exceso de vitaminas que les han dado sus padres, quienes eran sinceros, pero estaban mal informados sobre asuntos de nutrición. Tocante a los minerales, un oftalmólogo y cirujano de los ojos hizo esta observación personal: “Estoy preocupado por muchas personas que toman grandes dosis de calcio, cobre, cinc y cromo. He comenzado a descubrir estados de ceguera en hermanos y hermanas entre las edades de 20 y 30 años.” Recuerde el sabio consejo bíblico sobre la miel. Sea una droga sintética o una vitamina natural, un mineral o una hierba, el tomar en exceso estas cosas pudiera perjudicarle.
Sí, también hay que ejercer cautela con las hierbas. Evidentemente, algunos remedios herbarios son provechosos; por ejemplo, la digitalina y la quinina provienen de fuentes “herbarias.” Un estudio que se llevó a cabo en Kenia mostró que “por lo menos el 50 por ciento de los remedios herbarios que utilizan los hechiceros tienen verdadero valor medicinal.” Sin embargo, eso significa que muchos remedios no tienen ningún valor conocido. Y el hecho de que Jehová se propuso que la “vegetación” fuera el alimento original del hombre no significa que todas las hierbas sean inocuas. El tabaco y la marihuana son “hierbas.”—Génesis 1:29, 30.
Incluso hierbas que parecen ayudar a una persona pudieran poner en peligro a otra. Un ministro viajante de Ohio tenía malestar estomacal. Ciertos amigos que se preocupaban por la salud de él le instaron a que tomara un remedio herbario común. Como el problema continuó, fue a ver a un médico que, mediante análisis intensos, descubrió que él tenía cálculos biliares. El médico también descubrió que la sangre del ministro no coagulaba; una cortadura pudiera haber causado que se desangrara hasta morir. Cuando el médico se enteró del remedio herbario que él había tomado, le dijo que se sabía que dicho remedio causaba problemas con la coagulación de la sangre. Una vez que terminó el efecto de la hierba, desapareció el problema sanguíneo.
El dar sugerencias
Se comprende que quizás una persona que quiera ayudar a un amigo o pariente enfermo sugiera algún remedio que crea que le ayudará o que haya oído que es eficaz. A veces esto hasta pudiera ser muestra de bondad cristiana, como cuando el apóstol Pablo aconsejó al joven Timoteo que no bebiera agua de la localidad, sino que ‘usara un poco de vino a causa de su estómago y sus frecuentes casos de enfermedad.’—1 Timoteo 5:23.
Sin embargo, la persona que con regularidad recomienda drogas, vitaminas, minerales o hierbas debe ejercer cautela, especialmente si no tiene un conocimiento profundo en lo relacionado con la salud y los sistemas relativos a los órganos del cuerpo. Debe preguntarse: ‘¿Conozco en realidad los hechos? Aunque parezca que una droga, vitamina, mineral o hierba me haya ayudado, ¿sé a ciencia cierta si pudiera hacer daño o no a otra persona? Si le hizo daño, ¿pudiera ser yo en parte responsable o culpable? O hasta si lo que sugiriera resultara ser inocuo y no produjera ningún efecto, ¿pudiera ser yo responsable de que alguien pospusiera algún tratamiento eficaz, al grado de que su estado de salud empeore o muera la persona?—Compare con 1 Timoteo 5:22.
Algunas personas se han entusiasmado demasiado con ciertas medidas para mantenerse saludables. He aquí un ejemplo que va al extremo: Un anciano cristiano halló bajo su puerta una carta de un amigo que vendía vitaminas. En parte ésta decía: ‘Hay una razón lógica y sorprendente por la que los suplementos (de tal marca) dan resultados. Es como si comparáramos “la verdad” con “Babilonia la Grande.” A veces ni yo mismo comprendo cómo algunos de nuestros hermanos y hermanas conocieron la verdad. No hacen caso a lo que dice Proverbios 18:13, aun cuando todas nuestras intenciones son las de ayudarlos.’
El hecho de que algunos, sea cual sea la razón, pudieran desarrollar casi un celo religioso por cuestiones relacionadas con la salud subraya lo necesario que es que todos los cristianos ejerzan cautela de no llegar a estar desequilibrados.
Otras preguntas
Los cristianos pueden estar agradecidos de que tenemos el consejo de la Palabra de Dios, pues de varias maneras nos ayuda a mantenernos saludables. Sin embargo, otros aspectos que tienen que ver con la salud ameritan que se les dé atención, como: ¿De qué modo puedo determinar qué tratamiento aceptar? ¿Qué hay en cuanto a métodos poco ortodoxos de hacer un diagnóstico o dar terapia? ¿Hay riesgos espirituales envueltos en algunos de estos métodos? ¿Cómo debe afectar el punto de vista que uno tiene sobre el reino de Dios a la opinión que uno tenga en cuanto a la salud? El siguiente artículo considera estos aspectos.
[Nota a pie de página]
a Vea el capítulo “Mejor salud y vida más larga... ¿cómo?” del libro La felicidad... cómo hallarla, publicado por la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.