Cómo vestir de modo modesto y atractivo
DESDE el tiempo en que Adán y Eva se hicieron coberturas de hojas de higuera en el Jardín de Edén, las mujeres se han preocupado por su ropa. Una mujer inteligente sabe que la ropa es un reflejo de su persona y también un medio de expresión. Por su manera de vestir puede mejorar su apariencia o llamar atención indebida a sí misma, como si dijera: “¡Eh, mírenme!” Sí, la ropa que use una mujer puede hablar por ella aun antes que ella abra la boca. Ahora bien, ¿qué dice su ropa acerca de usted?
El dinero no es el factor determinante. Cuando el corte es bueno, las líneas simples, y el estilo le sienta bien a la figura en particular de una mujer, se puede decir que está bien vestida. Es posible que una mujer rica gaste mucho dinero en un vestido y sin embargo no esté vestida tan elegantemente como otra que haya confeccionado su propio vestido por un costo mucho, mucho menor. Un traje puede ser costoso, pero si no es del color apropiado para la piel o el cabello de la mujer, puede afear su apariencia más bien que realzarla. Si hace resaltar los rasgos desventajosos de su figura, eso no la favorece.
En estos días, cuando en muchos hogares se sienten los aprietos económicos, la clase de tela que se usa es muy importante. Si la prenda tiene que ser limpiada en seco, su costo original, al compararlo con el de otra prenda hecha de tela lavable, se multiplicará al usarla unos cuantos años. Esa es la razón por la cual muchas mujeres se han negado a comprar una prenda deseable al notar en la etiqueta la inscripción: “Solo para limpieza en seco.”
No hay tal cosa como una norma universal para la ropa femenina. Lo que quizás sería apropiado en el Pacífico del Sur, pudiera provocar miradas de asombro en Inglaterra. Lo que se usaría en una calle de Nueva York, pudiera ser inaceptable en la India. Pero la actitud de la mujer para con la selección de su ropa no tiene por qué variar de una localidad a otra. Si quiere vestir con modestia, puede hacerlo sea que esté luciendo un hermoso sari de la India, las muchas faldas que usan ciertas indígenas de algunas regiones sudamericanas, el cheong-sam (con un tajo que sube más arriba de la rodilla) de la China, las largas batas de las yugoslavas, o el tradicional kimono del Japón. Por supuesto, una mujer puede estar cubierta de la cabeza a los pies, pero si camina de manera provocativa, deja de ser modesta.
Muchos países alrededor del mundo están copiando el atuendo occidental y siguiendo sus modas, algunos porque les agrada el estilo y otros por necesidad. En Irán, por ejemplo, no es raro ver a las iraníes de negocios vestidas elegantemente de atuendo occidental. En Honduras, los estilos de vestir en las grandes ciudades son muy parecidos a los de los Estados Unidos. Allí, los trajes de pantalones se han hecho muy populares. Pero en los pueblos más pequeños de Honduras, donde a menudo predomina el factor económico, se da poca atención a las modas nuevas. Casi todas las mujeres de más edad visten de modo modesto. La minifalda se ve en uso entre algunas jóvenes.
Por supuesto, hay mujeres a quienes les gusta cualquier moda que les permita exhibir su cuerpo para atraer la atención masculina. Tal cosa le sería inaceptable a la mujer que deseara vestirse con modestia.
Las novedades y sus efectos
Parece que los estilos siempre están cambiando. No obstante, en realidad son siempre los mismos; simplemente se suceden en ciclos de veinte o treinta años. La “última” moda bien puede ser un estilo antiguo al que han revivificado y hecho unos cambios menores para coger desprevenidas a las incautas. ¿La han atrapado a usted en el remolino de la moda? ¿Ha tenido usted la experiencia de comprar muchas prendas y luego hallar que no las usa porque se cansó de ellas dentro de poco a pesar de que habían hecho furor en un tiempo? En tal caso, usted probablemente fue víctima de la presión de la moda. ¿Qué puede hacer para que no le suceda esto?
Resuélvase a comprar solo lo que verdaderamente necesita o lo que realmente concuerda con su gusto, su figura, su personalidad y su bolsillo. No se prenda de la moda más reciente simplemente porque es nueva. Por ejemplo, el año pasado en el sur de Francia, así como en París, se vendían “jumpsuits” arrugados de papel por 4,50 dólares en una tienda. A pesar de que se decía que eran lavables, se puede imaginar cuán costosos resultarían a la larga.
Las mujeres que rehúsan ceder a los planes egoístas de los diseñadores de modas que nada saben acerca de lo que ellas necesitan personalmente, no temen ser diferentes. Escogen la ropa que les gusta, y que les es útil. Usted puede hacer lo mismo. ¿Cómo?
Entre otras cosas, haga un análisis sincero de su figura. Párese delante de un espejo que la refleje de cuerpo entero y note con sinceridad los rasgos buenos que tiene y, especialmente, los malos. Entonces podrá determinar qué hacer para desviar la atención de los malos y hacer resaltar los buenos. Por ejemplo, si sus caderas son particularmente prominentes, evite las faldas tableadas, que las hacen parecer más anchas. Si su cuello es corto, use escotes cuadrados, en V o un cuello que cae en pliegues, en vez de cuellos altos y redondos. Las rayas verticales la favorecerán más que las horizontales si usted es baja o gruesa.
Lo mismo sería cierto si se decidiera a hacer sus propios vestidos. Como dijo una madre: “Me esforcé por ayudar a mi hija a evaluar su figura sinceramente y a trabajar con eso como base. Desde que empezó a coser, la ayudé a ver la diferencia entre su figura y la mía, y luego a analizar qué podríamos hacer para compensar por los rasgos desfavorables y hacer resaltar los buenos. Yo evitaba dar demasiado realce al pecho, y ella hacía lo mismo con las caderas. Podemos usar el mismo molde, pero lo modificamos de modos distintos según nuestras necesidades individuales, y nos resulta muy bien.”
Vístase según la ocasión
Otro factor que debe tenerse en cuenta es el vestirse según la ocasión. Lo que uno se pondría para trabajar en el jardín no sería muy apropiado para una reunión de negocios. De manera similar, trajes de malla ajustados u otros trajes abreviados que se usan para la práctica de la danza o para hacer ejercicios físicos dentro del hogar, harían fruncir el ceño a muchos si los vieran en la calle. La ocasión debería dictar el vestido, sea en Islandia o África, en Nueva Zelanda o Italia.
Una mujer moral no exhibiría su cuerpo en la calle, pero en la playa, un traje de baño sería apropiado. Mostraría buen gusto al usar un traje de noche para una ocasión formal, pero el mismo vestido se vería ridículo en la playa.
Recientemente ciertos estilos han cambiado de modo tan drástico que algunas de las prendas que se usan hoy se hubieran considerado inadecuadas tanto social como religiosamente hace solo una década. En el pasado, en el mundo occidental, el que las mujeres usaran pantalones en público se consideraba, por lo general, como indicio de carácter masculino y agresivo, y era desaprobado. Hoy, el mismo atuendo es parte del vestuario aceptable en muchas de las ciudades más grandes de los Estados Unidos, aunque todavía lo critican en algunos círculos.
Por ejemplo, en el mundo de los negocios hay cierta renuencia en cuanto a aceptar un cambio demasiado drástico en el estilo femenino de vestir. Según la opinión de John T. Molloy, diseñador de modas de Nueva York, las mujeres de negocios que pasan por alto el medio ambiente tradicional de los negocios al elegir su ropa, de hecho se visten “para el fracaso.” Él habla en favor de que las mujeres usen un uniforme de negocios compuesto de una falda y una chaqueta que hacen juego. “El traje con falda,” dice, “es el detalle de vestir principal en el guardarropas de cualquier mujer ejecutiva, y el siguiente es el vestido de una pieza con una chaqueta que le haga juego.”
Muchos no adoptan un punto de vista tan estricto, pero sí abogan por un retorno a lo moderado en lo que a estilos de vestir se refiere, debido a que, en la actualidad, muchas jóvenes se presentan en las entrevistas para solicitar empleo vestidas en “blue jeans,” o sea pantalones de dril, blusas con la espalda totalmente descubierta y otras prendas informales. Esto desconcierta a muchos ejecutivos encargados de escoger a las que han de ser empleadas.
Para muchas mujeres los trajes con pantalones son muy prácticos y cómodos para salir de compras o para el vestir informal. Pero en algunos lugares la gente los considera impropios para algunas ocasiones, como por ejemplo, el asistir a servicios religiosos. Por eso la cristiana demuestra ser prudente si toma en consideración las actitudes que prevalecen en la comunidad en que vive. Así podrá, y lo decimos usando palabras de la Biblia, ‘recomendarse a toda conciencia humana.’—2 Cor. 4:2.
Además de recomendar con ahínco que se tome a otros en consideración, la Biblia aconseja a las cristianas a que “se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio, . . . de la manera que es propio de mujeres que profesan reverenciar a Dios, a saber, por medio de obras buenas.” (1 Tim. 2:9, 10) Cuando la ropa de una cristiana hace que otros se pregunten si ella se adhiere a las profesiones religiosas que hace, obviamente su vestir no es modesto. El factor decisivo en esto no es si la prenda en cuestión es un vestido, una falda o un par de pantalones, sino, qué es lo que se espera en esa localidad en particular de alguien ‘que profesa reverenciar a Dios.’
Algunas prendas de vestir, como los pantalones, son usadas tanto por los hombres como por las mujeres. En casos como éstos, debe tenerse cuidado para que el estilo que se use no haga difícil distinguir a un hombre de una mujer. Esto estaría de acuerdo con el espíritu de la ley registrada en Deuteronomio 22:5: “Nada del ropaje de un hombre físicamente capacitado debe ser puesto sobre una mujer.”
De modo que son muchos los factores que determinan el que una mujer se vista de modo modesto. Son importantes su actitud, su gusto, su selección del género y el que se vista según la ocasión. Ella debería saber qué es lo que le queda bien, y entonces apegarse a eso, sin importar qué estilo o moda prevalezca. Y, por último, aunque no por ello menos importante, su modo de actuar tranquilo, apacible, modesto, debería ser evidente para otros; y su ropa debería ser reflejo de esa modestia.