¿Qué quiso decir el sabio?
No siempre se aprecia la sabiduría
En este mundo, frecuentemente las cosas que suceden son muy diferentes de lo que uno esperaría. Como notó el rey Salomón: ‘Los sabios pudieran hallarse sin alimento y los que tienen conocimiento pudieran encontrarse en disfavor.’ (Ecl. 9:11) Una razón para esto es que los hombres suelen juzgar por la apariencia exterior en vez de por la realidad plena.
El sabio rey Salomón suministró una notable ilustración de esto, una que le pareció “grande.” Leemos: “También esto vi respecto a la sabiduría bajo el sol... y me pareció grande [“para mí fue una gran lección,” Nueva Biblia Española]: Había una ciudad pequeña[un lugar muy insignificante], y los hombres en ella eran pocos [por lo tanto, con pocas fuerzas para su defensa]; y vino a ella un gran rey, y la cercó y edificó contra ella grandes fortalezas. Y fue hallado en ella un hombre, necesitado pero sabio, y ése le proveyó escape a la ciudad por su sabiduría. Pero ningún hombre se acordó de aquel hombre necesitado.” (Ecl. 9:13-15) Si no hubiera sido por aquel sabio necesitado, la ciudad habría caído en las manos del “gran rey.” Resultó que la sabiduría de aquel pobre triunfó de las obras de sitio y los hombres combatientes del rey. Sin embargo, la gente, en vez de sentirse endeudada con el hombre necesitado, se olvidó completamente de él después que hubo pasado el peligro.
Salomón sacó la siguiente conclusión de esto: “Mejor es la sabiduría que el poderío; sin embargo la sabiduría del necesitado es despreciada, y sus palabras no son escuchadas.” (Ecl. 9:16) Sí, cuando un hombre no ocupa una posición elevada o no tiene prominencia, con frecuencia se pasan por alto sus palabras. Se les atribuye poco peso. A veces, quizás como último recurso, se obre en armonía con las palabras sabias del necesitado, pero una vez que ha pasado la crisis no se le otorga ningún honor.—Compare con 1 Corintios 1:26, 27; 2:8-11.
No obstante, la sabiduría es de gran valor y no hay duda de que no siempre se desatiende solo porque venga de una fuente modesta. Continuó Salomón: “Las palabras de los sabios en quietud se oyen más que el clamor de uno que gobierna entre gente estúpida. Mejor es la sabiduría que los útiles para pelear, y meramente un solo pecador puede destruir mucho bien.”—Ecl. 9:17, 18.
Como indicó aquí el sabio, es mucho mejor y más lógico escuchar las expresiones calmadas, decorosas, de las personas sabias, prescindiendo de lo humildes que sean, que los gritos de un gobernante que saca su apoyo popular de súbditos que demuestran, en sus sendas y acciones, un punto de vista estúpido en cuanto a la vida. Como se ilustró en el caso del sabio necesitado, se puede obtener mucho mayor beneficio de la sabiduría que del equipo de pelear. Sin embargo, un solo pecador o tonto puede causar dificultad incalculable. Por su razonamiento incorrecto, quizás expresado en alta voz, o por sus malos actos, puede frustrar el mejor plan, arruinar la reputación de una comunidad o malgastar energías y recursos. (Compare con 3 Juan 9-11.) Verdaderamente, debe preferirse la sabiduría hasta cuando los hombres no aprecien a los que la posean.