El milagro de la transfiguración
“No, no fué mediante el desviarnos para seguir cuentos falsos inventados artificiosamente que nosotros los familiarizamos a ustedes con el poder y presencia de nuestro Señor Jesucristo, sino que fué mediante el haber llegado a ser testigos oculares de su magnificencia.”—2 Ped. 1:16, NW.
1. ¿Qué resultados provechosos les vienen a los que tienen el privilegio de ver algo de la gloria de Jehová y Cristo Jesús?
LA GLORIA magnífica de Jehová puede percibirse sólo en la medida que él se digne revelarla. Él puede esconderla o manifestarla, y felices son aquellos entre sus hijos a quienes se favorece y se les permite ver aunque sea un solo reflejo efímero del esplendor divino. Tal vista maravillosa levanta y fortalece a uno y le proporciona lo que se necesita para esclarecimiento y fidelidad. Capacita al siervo de Dios a hacer frente a condiciones críticas y confirma su esperanza a medida que avanza hacia el nuevo mundo y la vida eterna. En generaciones pasadas Jehová reveló su magnificencia en parte a Moisés, a Pedro, a Santiago y a Juan, y a su amado Hijo, nuestro Señor Jesús. Un estudio diligente del registro de Jehová hace posible que creamos su testimonio y de esa manera aprendamos para nosotros mismos acerca de la majestad y gloria asombrosas del Rey Eterno según éstas fueron reveladas por la vida, muerte, resurrección y segunda presencia del Señor Jesús. Además, por la bondad inmerecida de Jehová, ahora podemos ser animados y fortalecidos en la ejecución del servicio asignado a nosotros al ver la gloria de Jehová por medio de su Hijo Cristo Jesús que ahora reina. Los que se encuentran en esta condición feliz dan gracias y con una buena conciencia se esfuerzan por purificarse, siguiendo la santidad y regocijándose en la esperanza.
2, 3. Explique por qué Pedro dijo que no estaba siguiendo “cuentos falsos inventados artificiosamente”.
2 Note cuidadosamente las palabras de Pedro en su segunda carta, 2 Pe capítulo 1 (NW): “Que la bondad inmerecida y la paz les sean aumentadas a ustedes mediante un conocimiento acertado de Dios y de Jesús nuestro Señor, por cuanto su poder divino nos ha dado abundantemente todas las cosas que atañen a la vida y a la devoción piadosa, por medio del conocimiento acertado de aquel que nos llamó por medio de gloria y virtud.” (Vs. 2, 3) Entonces, después de una descripción de algunas cualidades que el cristiano tiene que poseer, él dice de ellas: “Porque si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán que ustedes sean inactivos o infructíferos tocante al conocimiento acertado de nuestro Señor Jesucristo.” (V. 8) Estas nunca deben olvidarse, de otro modo fracasaremos y perderemos la entrada al reino de nuestro Señor Jesucristo. Uno de los mejores modos de impedir tal ‘infructuosidad’ es hacer mención de ellas continuamente.
3 Enfáticamente y con mucha convicción, el apóstol continúa en el versículo 15: “De modo que haré cuanto pueda también a todo tiempo para que, después de mi muerte, ustedes puedan hacer mención de estas cosas para ustedes mismos.” Para confirmar el asunto y ayudar a sus hermanos él declara adicionalmente: “No, no fué mediante el desviarnos para seguir cuentos falsos inventados artificiosamente”—cuentos que pudieran haber originado con la mitología pagana o los escritos apócrifos. No, Pedro no había inventado diestramente un cuento. No hubo ningún sistema de pernicioso misticismo engañosa o “artificiosamente” edificado, no, nada artificial en lo que él tuvo que decir, cuando este esclavo fiel hubo revelado el poder y la presencia del Señor Jesús; se trataba de un testigo ocular de su magnificencia al recibir él “honra y gloria cuando palabras tales como éstas le fueron traídas [a Jesús] por la magnífica gloria: ‘Este es mi hijo, mi amado, en quien he puesto mi aprobación.’” “Sí,” dice Pedro, “estas palabras oímos traídas del cielo mientras estábamos con él en el monte santo.” (Vs. 16-18) Pedro aquí se refiere al milagro de la transfiguración, y, ya que vemos que él usa el hecho de ella para probar sus puntos, es muy necesario que la entendamos. Nos será útil hacer una consideración y ver la aplicación de ella.
LA TRANSFIGURACIÓN
4. Explique la transfiguración en sus propias palabras.
4 Lo que realmente sucedió ha sido registrado para nosotros en Mateo 17:1-9, Marcos 9:1-10 y Lucas 9:27-36. Citando del relato de Marcos (NW): “Además él siguió diciéndoles: ‘Verdaderamente les digo, Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que primero vean el reino de Dios ya venido en poder.’ En efecto seis días después Jesús llevó consigo a Pedro y a Santiago y a Juan, y los condujo a un monte alto donde estuvieran solos. Y él fué transfigurado delante de ellos, y sus prendas exteriores se hicieron resplandecientes, mucho más blancas que lo que cualquier limpiador de ropa en la tierra pudiera blanquearlas. También se les apareció Elías con Moisés, y estaban conversando con Jesús. Y reaccionando, Pedro dijo a Jesús: ‘Rabí, es bueno que nosotros estemos aquí, así que levantemos tres tiendas, una para usted y una para Moisés y una para Elías.’ De hecho, él no sabía cómo debía responder, porque ellos se asustaron mucho. Y se formó una nube que los cubrió protectoramente, y una voz salió de la nube: ‘Este es mi Hijo, el amado; escúchenle.’ De repente, sin embargo, miraron alrededor y no vieron a nadie con ellos ya, salvo a Jesús solo. Mientras venían bajando del monte, él expresamente les ordenó que no contaran a nadie lo que vieron, hasta después que el Hijo del hombre se hubiese levantado de entre los muertos. Y ellos tomaron la palabra a pecho, pero discutían entre ellos mismos lo que quería decir esto de levantarse de entre los muertos.”
5. Poco antes de la transfiguración ¿qué preguntas les había hecho Jesús a sus discípulos, y por qué?
5 Es de importancia observar que cada escritor antecede el evento de esta visión notable con la pregunta de nuestro Señor y la discusión consiguiente con sus discípulos, “‘¿Quién están diciendo los hombres que soy?’ Ellos le dijeron: ‘Juan el bautista, y otros, Elías, y aun otros, Uno de los profetas.’ Y él les planteó la pregunta a ellos: ‘Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?’ En respuesta Pedro le dijo: ‘Usted es el Cristo.’ También comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tendría que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos de influencia y los principales sacerdotes y los escribas y ser muerto, y levantarse tres días después.” (Mar. 8:27-29, 31, NW) Claramente Jesús aquí estaba confirmando que él era el Cristo, que él moriría y sería resucitado y que ellos verían el Reino en poder antes de probar la muerte. Los discípulos estaban preparados para lo que había de seguir, porque Jesús lo había dicho tan claramente que no podían entenderse mal sus observaciones.
6. ¿Cómo se cumplió la promesa de Jesús de que algunos de sus discípulos no verían la muerte hasta que primero vieran al Hijo del hombre en el Reino con poder?
6 ¿Exactamente qué dijo Jesús tocante a ver el reino de Dios? La respuesta quedará clara si se hace una breve comparación del registro hecho por los tres diferentes escritores: “. . . no probarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino” (Mat. 16:28, NW); “. . . hasta que primero vean el reino de Dios ya venido en poder” (Mar. 9:1, NW); “. . . no probarán la muerte hasta que primero vean el reino de Dios.” (Luc. 9:27, NW) El significado claro es que antes que ellos terminaran su curso terrestre primero tenían que ver al Hijo del hombre en su reino con poder. El Señor Jesús había llevado consigo a Pedro, Santiago y Juan a un monte alto a orar, y mientras oraban la apariencia de su rostro se hizo diferente y su vestimenta resplandeció y brilló con resplandor sobrenatural. Él fué “transfigurado” delante de ellos. Luego la visión reveló a Elías y Moisés conversando con él, ellos también apareciendo “con gloria”. Evidentemente en esta ocasión los tres apóstoles estaban agobiados con sueño, y a medida que despertaban completamente oyeron que se efectuaba una conversación. ¿Qué clase de discusión podría ser? Lucas es el único escritor que nos informa: “Estos aparecieron con gloria y empezaron a hablar acerca de su partida que él estaba destinado a cumplir en Jerusalén.”—Luc. 9:31, NW.
7. Describa cómo impresionó a los apóstoles esa visión.
7 Fué el impetuoso Pedro quien entonces prorrumpió con la sugestión de que sería bueno levantar tres tiendas en ese monte elevado, una para el Señor, otra para Moisés y otra para Elías. Mientras todavía hablaba, una nube se formó y empezó a cubrir al trío y salió “una voz de la nube, diciendo: ‘Este es mi Hijo, el Amado, a quien he aprobado; escúchenle.’ Al oír esto los discípulos cayeron sobre su rostro y se asustaron mucho. Entonces Jesús se acercó y, tocándolos, dijo: ‘Levántense y no tengan temor.’ Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie sino sólo a Jesús mismo. Y mientras iban descendiendo del monte, Jesús les mandó, diciendo, ‘No cuenten la visión a nadie hasta que el Hijo del hombre sea levantado de entre los muertos.’” (Mat. 17:5-9, NW) Esta visión de seguro había hecho una gran impresión en la mente de Pedro, porque treinta y un años después él escribió acerca de ella al esforzarse por hacer ver claramente a sus hermanos que él no había estado ‘inventando artificiosamente cuentos falsos’ sino que les había predicado la verdad.
8. ¿Aceptó Pedro la visión como un cumplimiento de la promesa de Jesús? Explique cómo y por qué.
8 Siguiendo con la consideración del asunto, Pedro usa esta visión de la transfiguración con respecto al “poder y presencia” del Señor Jesucristo, habiendo sido él mismo un testigo ocular de su magnificencia. Es muy evidente que lo que los apóstoles vieron comunicó a su mente prueba fehaciente del poder y presencia de Jesús. Pedro claramente manifiesta que la transfiguración fué para él el cumplimiento de la promesa de Jesús de que algunos de sus discípulos no probarían la muerte hasta que primero hubieran visto al Hijo del hombre en su poder regio. Mediante esta visión ellos habían visto la presencia y poder de Jesucristo en gloria del Reino, y acompañando a esto estuvieron las palabras que la gloria magnífica anunció de Jesús, ‘Este es mi Hijo, mi amado, en quien he puesto mi aprobación.’ Los apóstoles vieron el brillo, la magnificencia, y realmente oyeron la voz de Jehová desde los cielos reconociendo a Jesús como el amado Hijo de Dios, identificándole así como el aprobado y mandándoles que ‘le escucharan’.
9. ¿Cómo nos afectaría hoy esa gloriosa visión, y es de esperarse que habría una visión más grandiosa ahora?
9 Los tres discípulos quedaron asombrados por la majestad de este glorioso espectáculo. ¿No le pasaría lo mismo a cualquier hijo de Jehová ahora si tuviera el gran honor y privilegio de ver tal vista maravillosa? Luego, además de eso, ¡oír realmente la voz de Jehová desde los cielos! ¿Qué haría cualquiera de nosotros? Sin duda haríamos exactamente lo mismo, caer rostro a tierra atemorizados. Debido a que no hemos experimentado tal vista asombrosa nos es sumamente difícil comprender todo lo que está implicado, aunque sabemos que estos tres hombres se atemorizaron, lo que indica claramente el poder, convicción y reconocimiento de la presencia de la palabra de Jehová. Nunca se les olvidaría a ellos. Hoy no esperamos subir literalmente a un monte alto y ver tal visión. Sin embargo, mientras consideramos esa escena de la transfiguración, comprenderemos que los hijos de Dios sobre la tierra hoy tienen una visión mucho más grande en todo respecto. Si obtenemos la mente de Dios sobre estas verdades, ellas tendrán el mismo efecto sobre nosotros, haciéndonos hoy temer en presencia de la voz de Dios, y haciéndonos ver claramente nuestra pequeñez, y cuán completamente indignos somos de la bondad y misericordia de Jehová.
PALABRA Y VISIÓN PROFÉTICAS
10. ¿Cuál fué la promesa de la palabra profética en el Deuteronomio 18:15-19?
10 Para nuestro propio bienestar y fortaleza en estos tiempos de prueba indudablemente el deseo verdadero de cada uno es el obtener el mayor provecho de la visión que aquí se considera. Para entender su eficacia, vigor y esplendor hay que examinar la palabra escrita de Jehová que se dió hace siglos. Al hacerlo así, sabemos que las Escrituras hebreas habían enseñado que Jehová Dios levantaría un profeta semejante al majestuoso Moisés, un legislador, maestro y representante de Jehová, quien sería Rey en Israel. “Jehová tu Dios levantará para ti un Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, semejante a mí; a él oiréis: . . . me dijo Jehová: Acertaron bien en lo que han dicho. Profeta les he de levantar, de en medio de sus hermanos, semejante a ti; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo cuanto yo le mandare. Y sucederá que el hombre que no obedeciere a mis palabras que él hablare en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta de ello.”—Deu. 18:15, 17-19.
11. Explique algunas de las cosas en que Cristo es ‘semejante a Moisés’.
11 La promesa que Dios dió fué que ‘uno semejante a Moisés sería levantado’, y ciertamente hubo gran similitud entre Moisés y Cristo, aun desde su nacimiento. Se hizo un esfuerzo para destruirlos cuando eran bebés. Recibieron enseñanza especial de Jehová durante su período de ayuno de 40 días. Fueron levantados para libertar al pueblo de Jehová del mundo de idolatría y adoración falsa. Se opusieron a los sacerdotes y representantes de Satanás y exaltaron y adoraron al único verdadero Todopoderoso Jehová, llevando así el punto en disputa de la supremacía a una culminación victoriosa. Ambos fueron ‘corderos’ usados para el arreglo de pactos hechos para producir un pueblo especial, un reino de sacerdotes. Ambos edificaron tabernáculos donde la gloria de Jehová moró con ellos en sus servicios sacerdotales. Fueron comandantes y líderes, tuvieron naciones aunque no tuvieron países fijos, y fueron apartados para el servicio de Jehová. Estas sólo son unas cuantas de las cosas en que Moisés y Cristo fueron semejantes. Verdaderamente Cristo fué ‘uno semejante a Moisés’.
12. ¿Por qué debería figurar Elías en la visión del Reino?
12 No sólo se proponía Jehová levantar uno semejante a Moisés, uno Mayor que Moisés, sino que él prometió que un Elías Mayor también vendría. “¡Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, la que yo le prescribí en Horeb, para todo Israel; mis estatutos y mis leyes! He aquí que os voy a enviar a Elías profeta, antes que venga el día grande y tremendo de Jehová. Y él volverá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres; no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” (Mal. 4:4-6) Ahora vemos que las profecías enseñan que dos grandes profetas hebreos iban a figurar en eventos futuros. Esto no significaría necesariamente que estos dos bien conocidos profetas realmente tendrían que aparecer en carne para cumplir estas profecías. Ambos murieron con fe y ahora esperan su resurrección.
13. Mencione algunas de las obras sobresalientes de Elías y la conexión que éstas tienen con los eventos de la primera venida.
13 Jehová dijo: “Os voy a enviar a Elías profeta.” El hombre Elías había sido fiel y nunca había dudado de Jehová y se le honraba por sus obras de fe. Una de las grandes obras que Elías ejecutó fué el conducir a Israel al arrepentimiento verdadero, y por lo tanto deberíamos esperar que el ‘Elías venidero’ hiciera una obra de la misma clase. En los días de Jesús, Juan el Bautista había completado la obra como precursor. También este reconciliador trabajó concienzudamente para volver la gente al camino de la justicia y si fuese posible efectuar su conversión. Él bien sabía que si ellos no se hallaran convertidos cuando el día de la ira estuviera listo para ser derramado serían destruídos completamente. Juan el Bautista estaba desempeñando un servicio parecido a la clase de servicio que Elías efectuó. Él denunció a los sacerdotes que estaban sirviendo al Diablo, reprendió al rey, dió una amonestación a Israel y sirvió al gran Jehová intrépidamente. Mientras tanto los líderes de Israel estaban cometiendo el error de mirar al hecho de la venida de Elías más como un evento milagroso para ellos, que comprender que la obra que él iba a hacer realmente había de anteceder al juicio de destrucción, y que por lo tanto era su última esperanza. Hasta ahora, entonces, podemos ver que dos profetas fueron prometidos para el fin de los días, y ambos se vieron en esta escena de la transfiguración.
14. Cite algunas de las promesas que Jehová había hecho concernientes al hijo de David. ¿Cómo tienen éstas su lugar en la escena de la transfiguración?
14 No sólo vemos en esta escena a Moisés y Elías con su vestimenta resplandeciendo; recuerde que Jesús el Cristo de Dios estaba allí. Él está allí como El Cristo, el ungido de Jehová, porque las profecías claramente habían enseñado que vendría un hijo de David que sería el ungido del Señor, y su reino dominaría para siempre. Dice Jehová, “He hecho pacto con mi escogido, he jurado a David mi siervo: Para siempre estableceré tu linaje, y edificaré de siglo en siglo tu trono. Estableceré también su linaje para siempre, y su trono durará como los días del cielo. Una vez he jurado por mi santidad; no mentiré a David: su linaje durará para siempre, y su trono como el sol delante de mí. Será establecido para siempre como la luna, y como testigo fiel en el cielo.” (Sal. 89:3, 4, 29, 35-37) “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré para David un Vástago justo, el cual reinará como rey, y prosperará; y ejecutará juicio y justicia en la tierra.”—Jer. 23:5; vea también Jer. 30:9; Eze. 34:23, 24; 37:24.
15. Además de ser Cristo hijo de David, ¿qué otra cosa era él? Dé prueba.
15 El hijo de David sería mayor que David, sería el “señor” de David, porque él sería el Hijo ungido de Jehová. Las categorías de hijo, rey y ungido todas están unidas en el Salmo 2:2, 6, 7. Isaías asimismo testifica tocante a la relación entre el reino y el hijo y heredero de David, y el Mesías: “Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado: y el dominio estará sobre su hombro; y se le darán por nombres suyos: Maravilloso, Consejero, Poderoso Dios, Padre del siglo eterno, Príncipe de Paz. Del aumento de su dominio y de su paz no habrá fin; se sentará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo, y para sustentarlo con juicio y justicia, desde ahora y para siempre.” (Isa. 9:6, 7) A la primera venida de nuestro Señor, Israel esperaba al ungido de Dios, el que sería su rey. La piedra angular de Sión había de ser puesta y Jehová lograría esto, porque está escrito: “Este es el día que ha hecho Jehová; . . . ¡Bendito aquel que viene en el nombre de Jehová!” (Sal. 118:22-26) “Díganle a la hija de Sión, ‘¡Mira! tu Rey está viniendo a ti, de genio apacible, y montado sobre un asno, sí, sobre un pollino, hijo de una bestia de carga.’ . . . ‘¡Salva, rogamos, al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová!’” (Mat. 21:5, 9, NW) Esto significa que no sólo había prometido Jehová uno mayor que Moisés y Elías sino también uno mayor que David, uno que sería el Hijo de Dios. Esto se comprueba por el registro al cual ahora dirigimos nuestra atención.
EL HIJO Y HEREDERO DE DIOS
16. Dé apoyo bíblico manifestando que el hijo de David es el propio hijo de Dios.
16 Al tiempo que María concibió, el ángel dijo: “Has hallado favor con Dios; y, ¡mira! concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y habrás de llamarlo Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y él será rey sobre la casa de Jacob para siempre, y no habrá fin de su reino. . . . Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te sombreará. Por esa razón también lo que nace será llamado santo, el Hijo de Dios.” (Luc. 1:30-35, NW) Al tiempo que nació el hijo, el ángel de Jehová fué enviado para anunciarlo a los pastores del campo. “Y de repente el ángel de Jehová se puso junto a ellos y la gloria de Jehová centelleó en derredor de ellos, y se asustaron mucho. Pero el ángel les dijo: ‘No teman, porque, ¡miren! les estoy declarando a ustedes las buenas nuevas de un gran gozo que toda la gente tendrá, porque les nació a ustedes hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David.’” (Luc. 2:9-11, NW) Luego tenemos el registro del testimonio de Simeón: “Él no vería la muerte antes que hubiese visto al Cristo de Jehová. . . . ‘Este es puesto para la caída y el levantamiento de nuevo de muchos en Israel y para señal en contra de la cual se hablará.’” (Luc. 2:26, 34, NW) Fué cierto que él llegó a ser una “piedra de tropiezo” y “roca de caída” para ambas casas de Israel.
17-19. ¿Cómo sabemos que Cristo es el heredero de Dios?
17 A Juan el Bautista los judíos, mediante sus sacerdotes y levitas, le hicieron algunas preguntas: “‘¿Quién es usted?’ . . . ‘No soy el Cristo.’ . . . ‘¿Qué, entonces? ¿Es usted Elías?’ . . . ‘No lo soy.’ ‘¿Es usted El Profeta?’ . . . ‘¡No!’ . . . ‘¿Por qué, pues, bautiza usted si usted mismo no es el Cristo ni Elías ni El Profeta?’” (Juan 1:19-25, NW) Note en lo susodicho cómo se mencionan en unión a los mismos tres siervos. Natanael expresó el asunto concisamente en una oración: “Rabí, usted es el Hijo de Dios, usted es Rey de Israel.” (Juan 1:49, NW) Porque Jesús era el Hijo de Dios era el heredero de aquellas cosas que Jehová prometió. Ciertamente él era algo más que el hijo y heredero de David. Jesús preguntó a los judíos: “‘¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?’ Ellos le dijeron: ‘De David.’ Él les dijo: ‘¿Cómo, entonces, es que David por inspiración le llama “Señor”, diciendo: “Jehová dijo a mi Señor, ‘Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’”? Por lo tanto, si David le llama “Señor”, ¿cómo es él su hijo?’” (Mat. 22:42-45, NW) “Así que la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito por parte de un padre.” (Juan 1:14, NW) “Lo he visto y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios.” (Juan 1:34, NW) Al tiempo del bautismo Jehová lo reconoce como su Hijo, “Y una voz salió del cielo: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado.’”—Luc. 3:22, NW.
18 Se nos proporciona más corroboración en los escritos de Pablo a los hebreos: “Dios, que hace mucho habló en muchas ocasiones y de muchas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas, al fin de estos días nos ha hablado por medio de un Hijo, a quien él ha nombrado heredero de todas las cosas.” (Heb. 1:1, 2, NW) De nuevo tenemos la ilustración que Jesús dió: “‘Enviaré a mi hijo el amado. Probablemente respetarán a éste.’ Cuando los cultivadores alcanzaron a verlo se pusieron a razonar uno con otro, diciendo: ‘Este es el heredero; matémosle, para que la herencia sea nuestra.’” (Luc. 20:13, 14, NW) Al quedar establecido así por este registro, no hay duda alguna de que el que es identificado como el Hijo de Dios es heredero del mundo cuyo reino durará para siempre.
19 Resumiendo entonces lo que está implicado en la transfiguración, podemos ver (1) que Moisés prefiguró a uno que vendría después de él y quien sería un mayor líder, legislador, libertador y rey para Israel; (2) que Elías, quien fué uno de los más grandes profetas, prefigura a uno aun mayor que vendría, el que lograría efectuar ciertas obras en conexión con el rey y el reino del poder de Dios; (3) la promesa del Mesías que es el Cristo de Dios, aquel a quien Dios ha escogido y aprobado, ungido para ser rey y sacerdote; y (4) a Jesucristo el Hijo de Jehová Dios y heredero al Reino y el nuevo mundo.