Las bendiciones de la obediencia aprendida por medio de sufrir
“Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido hecho perfecto vino a ser responsable por la salvación eterna de todos los que le obedecen.”—Heb. 5:8, 9.
1. ¿Por qué tiene el aguante a menudo gran atracción, y qué envuelve?
¡UNA prueba sobrehumana de aguante! Titulares de esa clase en un periódico inmediatamente atraerían la atención, no solo por prometer algo sensacional, sino porque muchas personas se interesan en la cualidad del aguante. Leerían lo que hubiera bajo esos titulares con envolvimiento, preguntándose cómo les iría a ellos si se les impusiera tal prueba. Muchos, de hecho, eligen pasar por severas pruebas de aguante, como al escalar montañas, o correr largas distancias, nadar, etc. Estas hazañas no solo exigen un continuar sin parar en cierta actividad, sino que también exigen firmeza constante bajo presión, penalidad o sufrimiento, sin ser vencido o ceder. Eso es lo que significa aguante. Correctamente se tiene por cualidad de genuino valor, que requiere paciencia, perseverancia, fuerza de devoción, fortaleza y ánimo. Es cierto que en los casos ya mencionados el motivo que impele quizás incluya competencia y orgullo en el sentido de logro, pero no siempre es así. El cuidar a alguien durante una enfermedad larga y dolorosa, sin esperanza alguna de recobro, o el vivir por años con alguien cuyo carácter se haya agriado o que se haya hecho disoluto, todas estas y otras circunstancias semejantes requieren aguante, pero sin idea alguna de obtener aclamación, y son circunstancias que a menudo se dan por sentadas y pasan inadvertidas.
2. ¿A qué ejemplo especial de aguante nos invita la Biblia a dar atención?
2 En este momento estamos invitándolo a fijar su interés en un caso singular de pasar con éxito una prueba sobrehumana de aguante. Esto no es exageración. También podemos decir, con la autoridad de la Palabra de Dios, que a usted se le invita a llegar a estar envuelto en el caso. De hecho, todos estamos envueltos, cada uno de nosotros. Este caso es singular, no debido a que sus principios difieran de los de otras pruebas, sino debido a ciertos rasgos y circunstancias sobresalientes que hacen que bien valga la pena considerarlos. Como tal vez usted haya pensado, este caso tiene que ver con el Hijo unigénito de Dios, Cristo Jesús. De él está registrado lo siguiente: “Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido hecho perfecto vino a ser responsable por la salvación eterna de todos los que le obedecen.” (Heb. 5:8, 9) Sin embargo, antes de entrar en detalles en cuanto a cómo y por qué fue probado, notemos brevemente, para nuestro estímulo, algunas de las bendiciones que obtuvo como resultado directo de todo lo que aguantó.
3. Brevemente, ¿qué bendiciones que Jesús obtuvo así pueden mencionarse?
3 Para comenzar, Pablo inmediatamente pasa a mencionar tres de estas bendiciones: (1) Jesús así fue “hecho perfecto” en un sentido especial, (2) fue autorizado para llegar a ser “responsable por la salvación eterna de todos los que le obedecen,” y (3) llenó los requisitos para ser “sumo sacerdote a la manera de Melquisedec.” (Heb. 5:9, 10) Esta última por supuesto significa que (4) Jesús también llenó los requisitos para ser “rey,” como Melquisedec. A estas bendiciones podemos agregar que (5) Jesús es asignado “mediador de un nuevo pacto,” y también (6) disfruta de exaltación suprema a la “diestra del trono de Dios.” Finalmente, (7) fue hecho cabeza “como Hijo sobre” la casa de hijos de Dios. Debemos tener presentes estas cosas al considerar lo que pudiera parecer el lado tenebroso del cuadro. Eso fue lo que Jesús hizo, como leemos: “Por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento.”—Heb. 7:1, 2; 9:15; 3:6; 12:2.
4. Tomando en cuenta Hebreos 7:26, ¿qué preguntas surgen debido a la declaración de Hebreos 5:8, 9?
4 Dirigiendo de nuevo nuestra atención a la declaración inspirada del apóstol en Hebreos 5:8, 9, notamos que él usa expresiones que a primera vista parecen extrañas y difíciles de entenderse. Puesto que Jesús fue el Hijo perfecto de Dios enviado desde el cielo, “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores,” ¿cómo puede decirse que “aprendió la obediencia por las cosas que sufrió,” y cómo fue “hecho perfecto” por ello? (Heb. 7:26) ¿Por qué fue necesario esto en su caso? ¿No era siempre obediente y siempre perfecto? Como ayuda para que obtengamos el punto de vista y la comprensión correctos de estas preguntas importantes, queremos ver todo el asunto como si fuera por los ojos de Pablo, por decirlo así, recordando que él fue particularmente bendecido con el espíritu de Jehová.
5. ¿Cuál es el tema principal de Pablo en el capítulo 1 de Hebreos, y cómo lo apoya?
5 Es sumamente interesante ver cómo Pablo desarrolla su argumento al escribir a los cristianos hebreos, también notar la frecuencia con que menciona a ángeles en la parte más hacia el principio. Su tema principal, en primer lugar, es la exaltación singular del Hijo de Dios a la posición más elevada, hecho para ser el “reflejo de su gloria [la de Dios] y la representación exacta de su mismo ser . . . y después de haber hecho una purificación por nuestros pecados se sentó a la diestra de la Majestad en lugares encumbrados. De modo que ha llegado a ser mejor que los ángeles.” (Heb. 1:3, 4, edición en inglés de 1970) En la larga lista de citas de las Escrituras Hebreas que sigue, las cuales muestran la posición superior de Cristo sobre los ángeles, se declara específicamente la razón básica de esto al citar Pablo lo siguiente del Salmo 45:7: “[Tú, el Hijo,] amaste la justicia, y odiaste el desafuero. Por eso Dios, tu Dios, te ungió con el aceite de alborozo más que a tus socios [los reyes de Israel].” (Heb. 1:9) Debemos tomar a pechos ese principio fundamental. Si lo seguimos en medio de cualquier prueba en la que lleguemos a estar envueltos, nosotros también podemos estar seguros de que el resultado será de buen éxito porque tendremos la aprobación y bendición de Jehová.
6. (a) ¿Cómo se continúa el argumento en Hebreos 2:1-4, y qué responsabilidad hace resaltar? (b) ¿Qué grandioso desenvolvimiento de esto viene después en Hebreos 2:5-9?
6 Teniendo presente la exaltación elevada de Jesús, podemos apreciar mejor la fuerza de las palabras de Pablo cuando dice: “Por eso es necesario que prestemos más que la acostumbrada atención” a un mensaje de una “salvación de tal grandeza siendo que empezó a ser hablada por medio de nuestro Señor,” y no por medio de ángeles. Si desatendemos la oportunidad de salvación que ofrece Jesucristo, ya sea a una esperanza celestial o a una esperanza terrestre en su reino, entonces “¿cómo escaparemos nosotros” de la horrenda “retribución en conformidad con la justicia,” por menospreciar una provisión singular de tal bondad inmerecida? (Heb. 2:1-4) Luego Pablo se explaya en esto, citando del Salmo 8, mostrando que en el reino de Dios el propósito de Dios es “sujetar todas las cosas” sin excepción, “no . . . a ángeles,” sino bajo los pies del “hijo del hombre,” que es Jesús. Sin embargo, es interesante que, mientras se llevaba a cabo este propósito, Jesús por un tiempo fue hecho “un poco inferior a los ángeles” cuando vino a la Tierra. ¿Con qué fin y con qué resultado? Note la respuesta grandiosa, la de que Jesús ahora está “coronado de gloria y honra por haber sufrido la muerte, para que por la bondad inmerecida de Dios gustase la muerte por todo hombre.” (Heb. 2:5-9) Esto indica que la provisión hecha para salvación es tan amplia que ningún miembro de la familia humana queda fuera. Es verdad que no es automática ni se le impone a nadie, pero cualquiera que no obtenga el beneficio de ella solo puede culparse a sí mismo. La provisión abarca a “todo hombre.” ¿Verdad que usted aprecia esta provisión? ¿Verdad que percibe el envolvimiento suyo en esto? ¡Qué cuidadosos debemos ser para que “nunca nos deslicemos,” ni desarrollemos un “corazón inicuo y falto de fe al [alejarnos] del Dios vivo.”—Heb. 2:1; 3:12.
7. ¿Cómo podemos identificar a los “muchos hijos” que se mencionan en Hebreos 2:10?
7 Hasta ahora todo va bien. No tenemos ninguna dificultad en reconocer que el Hijo amado de Dios fue digno de ser levantado a tan exaltada posición. Sin embargo, ¿qué hay de la siguiente expresión de Pablo, una expresión importante, de que “le fue propio . . . al traer a la gloria a muchos hijos, hacer al Agente Principal de su salvación perfecto por medio de sufrimientos”? (Heb. 2:10) ¿Quiénes son estos “muchos hijos”? ¿Pudieran ser algunos de los santos ángeles que merecen honra especial? Al contrario, el indicio para la respuesta se ve en el Heb. 2 versículo 16, donde leemos: “Porque [Jesús] verdaderamente no está prestando ayuda a los ángeles de manera alguna, sino que está prestando ayuda a la descendencia de Abrahán.” ¡Ah! allí está la clave, “la descendencia de Abrahán.” Para identificar esta clase, solo tenemos que referirnos a la explicación del apóstol en Gálatas 3:16, 26, 29, donde, después de declarar que la promesa no fue a muchas descendencias, sino solo a una, “‘y a tu descendencia,’ que es Cristo,” entonces más tarde dice: “Todos ustedes, de hecho, son hijos de Dios por medio de su fe en Cristo Jesús. . . . Además, si pertenecen a Cristo, realmente son descendencia de Abrahán, herederos con respecto a una promesa.” Así aprendemos que, aunque la descendencia de Abrahán principalmente es Jesucristo, en el cumplimiento ensanchado incluye a la congregación cristiana, al “rebaño pequeño” con la esperanza celestial. (Luc. 12:32) Éstos participan con su Cabeza a un grado extenso en las prometidas bendiciones especiales de la obediencia aprendida por medio de sufrir. Aunque quizás usted no sea de este número limitado, todavía está envuelto si es una persona semejante a oveja, porque, como veremos, todas las ovejas de Jehová en este “tiempo del fin” emprenden un proceder semejante con un motivo semejante, y se requiere de todos por igual que aprendan la obediencia por medio de sufrir, especialmente en estos “tiempos críticos, difíciles de manejar.”—2 Tim. 3:1.
EL AGENTE PRINCIPAL HECHO PERFECTO POR MEDIO DE SUFRIR
8. (a) ¿Qué provisión hizo Jesús primero como sumo sacerdote, y por qué? (b) ¿Se necesita ayuda adicional? ¿Cómo se ha suministrado?
8 Para comprender por qué fue propio hacer al “Agente Principal . . . perfecto por medio de sufrimientos,” y cómo se hizo esto, nos proponemos enlazar las diversas expresiones que se encuentran en el contexto de este pasaje que tienen que ver directamente con esta cuestión. Primero, consideraremos Hebreos 2:17, 18. Aquí se explica que a Jesús “le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ en todo respecto, para venir a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en cosas que tienen que ver con Dios, con el fin de ofrecer sacrificio propiciatorio por los pecados del pueblo.” Esto se tenía que hacer primero a fin de proporcionar una base satisfactoria sobre la cual estos “muchos hijos” de Dios, estos “hermanos” de Jesús, pudieran ser aceptables y recibir una posición justa a la vista de Dios. Pero esto no es todo. Éstos, como todas las “ovejas” de Jehová, se toman de la familia humana, acosada por muchas imperfecciones y enfermedades, y necesitan ayuda adicional de su misericordioso sumo sacerdote, como leemos enseguida: “Pues por cuanto él mismo ha sufrido al ser puesto a prueba, puede ir en socorro de los que [también] están siendo puestos a prueba.” Ahora podemos comenzar a ver una de las razones principales para todo el sufrimiento que aguantó Jesús aquí mismo en la Tierra. Debido a esto, no solo puede proveer ayuda desde un punto lejano, por decirlo así, sino que ‘puede venir en socorro nuestro’ cuando lo necesitamos. Aunque está exaltado elevadamente a la diestra de Dios, no es remoto, impersonal. ¡Qué estrecha relación se da a entender así, y qué consoladora!
9. (a) ¿De qué manera y a qué grado puede condolerse Jesús de nuestras debilidades? (b) ¿Qué beneficios obtenemos debido a eso?
9 Ahora, considere Hebreos 4:15, 16, donde encontramos más consuelo y estímulo. Pablo nos dice que “no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado.” ¡Qué cerca de nosotros trae esto a nuestro sumo sacerdote! Puede condolerse no solo de nuestras limitaciones, sino hasta de nuestras debilidades. Sabe lo que es sentir las muchas presiones que hacen que uno o tropiece o vacile del proceder de la obediencia perfecta, al venir la presión ya sea debido a oposición que cause temor, o debido a tentación que cause el deseo incorrecto. Él fue “probado en todo sentido igual que nosotros,” aunque por su parte nunca tropezó ni vaciló en el grado más leve. ¡Qué consuelo saber que “puede tratar con moderación a los ignorantes y errados,” como los sumos sacerdotes de Israel, aunque no porque alguna vez tuviera que hacer una ofrenda por sus propios pecados, como ellos hacían! (Heb. 5:2, 3) Esto nos hace sentir como Pablo escribió enseguida: “Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo oportuno.” Ambas expresiones, la de Hebreos 2:18 y la de Heb. 4:16, son verdaderas, cada una desde su propio punto de vista. Por una parte, nuestro sumo sacerdote está listo para acudir en socorro de nosotros y suministrar ayuda cuando nos vemos bajo una prueba. Por otra parte, siempre podemos sentirnos libres para acercarnos al trono de bondad inmerecida de Dios con absoluta confianza seguros de recibir ayuda bondadosa justamente al tiempo oportuno.
10. (a) ¿Cómo sabemos que los sufrimientos de Jesús eran intensamente reales? (b) ¿Qué objetivo se logró por pasar él con éxito la prueba suprema?
10 Habiendo recorrido el bosquejo del argumento de Pablo hasta ahora, y comprendiendo algunos de sus puntos excelentes, consideremos una vez más sus palabras registradas en Hebreos 5:8-10. Justamente antes de esto nos recuerda que los sufrimientos de Jesús fueron intensamente reales, que él “ofreció ruegos y también peticiones al que podía salvarlo de la muerte [es decir, Dios], con fuertes clamores y lágrimas.” Sí, de veras fue una prueba sobrehumana. Entonces viene la expresión clave: “Aunque era Hijo, aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido hecho perfecto vino a ser responsable por la salvación eterna de todos los que le obedecen.” Continuando, se da la primera razón para este proceder de prueba: “Porque ha sido llamado específicamente por Dios sumo sacerdote a la manera de Melquisedec.” Ahora estaba plenamente capacitado.
11. ¿Cómo se recalca la obediencia en Hebreos 5:9, y también cuando Jesús dio su comisión a sus seguidores?
11 Note el énfasis que se da a la obediencia. Jesús no solo tuvo que aprender y demostrar su propia obediencia; es responsable también por la salvación de otros, pero solo “de todos los que le obedecen,” no simplemente de los que confían en él. Solo los que aprenden la obediencia bajo prueba, lo cual envuelve sufrimiento, obtienen la bendición de la obediencia, la salvación eterna. Note además lo fuertemente que Jesús apoyó esto cuando estuvo plenamente capacitado, después de su resurrección. Al dar su comisión a sus seguidores, comenzó diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra,” teniendo por eso el derecho de ordenar obediencia. Entonces dijo: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos . . . enseñándoles a observar [a guardar y obedecer] todas las cosas que yo les he mandado.” Él no solicitó ni sugirió; mandó. La obediencia a él no puede ser evadida, ni por nosotros mismos ni por aquellos a quienes tenemos el privilegio de enseñar, aunque esto tiene que equilibrarse, como en nuestro sumo sacerdote, con misericordia y los otros frutos del espíritu. En vez de sentirnos atemorizados acerca de esto, ello realmente llega a ser un apoyo magnífico, pues Jesús agregó: “Y, ¡miren! estoy con ustedes [respaldándolos con toda autoridad] todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.” ¿Qué más pudiéramos desear?—Mat. 28:18-20.
12. (a) ¿Qué principio fundamental hace que se destaque la importancia de la obediencia? (b) A la luz de la Palabra de Dios, ¿cuán escrutadora es la prueba de obediencia?
12 Ahora llegamos a la consideración de aquellas preguntas principales: ¿Cómo aprendió la obediencia Jesús? y ¿cómo fue hecho perfecto de ese modo? La cuestión de la obediencia envuelve un principio fundamental, o verdad fundamental, que no aplica solo a Jesús y a los que componen la descendencia de Abrahán, sino a todas las criaturas inteligentes de Dios. Esa gran verdad estriba en la realidad de la soberanía universal legítima y justa de Jehová sobre todas sus criaturas. Todos tienen que demostrar que reconocen esto plenamente, demostrando ser obedientes bajo cualquier prueba que Jehová suministre o permita. La primera prueba se hizo en Edén. La prueba final viene después del reinado de mil años de Cristo. (Rev. 20:7-10) En cada caso la Biblia muestra que esta prueba no se puede tratar a la ligera, que nadie puede dar por sentado que tendrá éxito. La prueba es verdadera, una que revela la actitud del corazón que impele a obedecer o desobedecer la voluntad explícita de Jehová. ¿Está usted dispuesto a acceder a la soberanía de Jehová sobre usted, sin condiciones, sobre su corazón y mente y toda su vida?
13. ¿En qué dos sentidos se habla de la persecución en la Biblia y en el uso cotidiano?
13 Antes de seguir considerando la obediencia, consideremos la cuestión de la perfección. Para entender esto apropiadamente, primero es preciso comprender que tanto en la Biblia como en el habla cotidiana, se habla de perfección en dos sentidos. (1) Cuando decimos que algo es perfecto a veces queremos decir que está enteramente exento de defecto y no puede fracasar. Está plenamente desarrollado, es el artículo acabado. Eso sería perfección en el sentido absoluto y final. Principalmente, esto aplica a Jehová. La Biblia dice de él: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él.” (Deu. 32:4) (2) Sin embargo, perfección a menudo se usa y se menciona en un sentido relativo o limitado, limitado a cierta esfera y sin salir de ésa. Un diamante comercial producido sintéticamente, por ejemplo, es perfecto para usarlo en un taladro eléctrico, pero, por favor note, no para un anillo de compromiso.
14. (a) ¿Cómo llegó Eva a errar el blanco de la perfección, y a qué pregunta lleva esto? (b) ¿Qué cualidad y habilidad especiales se le dieron al hombre, engrandeciéndose así el propósito de Dios respecto al hombre?
14 En relación con esto, considere el ejemplo bíblico de Adán y Eva, en el cual también entra en el cuadro la obediencia. El hombre era perfecto en un sentido relativo en su propia esfera, perfectamente equipado para ejercer jefatura al llevar a cabo el propósito del Creador respecto a la Tierra y su familia inmediata. La mujer, en su esfera, estaba perfectamente adaptada para ser madre y compañera ideal de su esposo. Pero demasiado pronto fracasó. Pecó, es decir, erró el blanco de la perfección. ¿Cómo? Se salió de su asignación dada por Dios y trató de asumir la cualidad que Dios le dio a su esposo y obró como su propia cabeza. Resultó desobediente a su esposo y a su Creador. No obstante, surge la pregunta milenaria: ¿Cómo es posible que hayan pecado, evidentemente tan rápida y fácilmente, si eran realmente perfectos? Bueno, no olvide la otra cualidad maravillosa de la que cada uno disfrutaba en perfección, a saber, una mente y una voluntad perfectamente libres, el poder pensar y raciocinar, cada uno según su propia dirección de pensamientos si optaba por hacerlo, sacando sus propias conclusiones y tomando sus propias decisiones. Tenían perfecto libre albedrío. De hecho, si hubieran carecido de la potencialidad de ser obedientes o desobedientes, y no hubiesen podido escoger, entonces habrían sido imperfectos desde el punto de vista de Dios. Sírvase notar que el propósito de Dios es llenar esta Tierra, no simplemente de hombres y mujeres obedientes, sino de hombres y mujeres que hayan pasado con aprobación la prueba habiendo demostrado que le tienen devoción y lealtad voluntarias y profundamente arraigadas en reconocimiento de su soberanía legítima. Él no desea de ninguno de nosotros adoración y servicio automáticos, mecánicos, una cosa de cajón o a la fuerza. Más bien, desea un servicio que se rinda de buena gana, formulado por la razón, que brote espontáneamente de un corazón amoroso.
15. (a) ¿Cómo explica la Biblia la operación del pecado desde su comienzo? (b) ¿Cómo debe considerarse y atesorarse el libre albedrío?
15 Por eso, pues, el que el hombre cayera de la perfección fue el resultado de introducir en su mente pensamientos incorrectos. Primero Eva y luego Adán de su propio libre albedrío meditaron lo bastante en lo que era incorrecto como para que se arraigara en ellos y los impeliera a acción mala. Esto es exactamente como dice la Biblia: “Cada uno es probado por medio de ser provocado y atraído seductoramente por su propio deseo [es decir, opta por hacerlo su propio deseo, aunque, como sucedió con Eva, quizás no sea suyo al principiar]. Luego el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado.” (Sant. 1:14, 15) Este principio aplica a todos, sean perfectos o imperfectos. Si dijésemos que un hombre perfecto no podría fracasar, entonces tendríamos que decir que un hombre imperfecto no podría mantener un proceder correcto, especialmente bajo presión. Sin embargo hoy vemos que muchas criaturas imperfectas sí se adhieren a un proceder correcto al obedecer a Dios, aunque esto signifique sufrir; mientras que otras deliberadamente siguen tras un proceder incorrecto o se entregan a él. Es bueno comprender que la selección está puesta delante de nosotros tal como cuando Dios dijo a los hijos de Israel: “Mira . . . he puesto delante de ti la vida y la muerte . . . y tienes que escoger.” (Deu. 30:15, 19) El ser imperfectos no les impidió escoger, ¿verdad? El tener claros en nuestra mente los detalles acerca de la perfección y la obediencia nos ayuda y nos anima a obtener el punto de vista correcto en cuanto a nuestra responsabilidad y los privilegios disponibles a cada uno de nosotros. Convenimos en que somos imperfectos, pero a un grado extenso, aun después de seis mil años de pecado e imperfección, todavía tenemos libre albedrío en cuanto a cómo pensar y cómo decidir. Esta libertad de la mente y la voluntad es un don precioso y lleva consigo una gran responsabilidad. Debemos prestar más que la acostumbrada atención en cuanto a cómo la usamos.
16. (a) Cuando estuvo en la Tierra y antes, ¿cómo era Jesús perfecto en un sentido relativo? (b) ¿Qué elevado cargo habría de dársele, que exigía qué cualidades?
16 Estas mismas cosas aplican en el caso de Jesús. Vea cómo la perfección en un sentido relativo o limitado fue cosa cierta acerca de él. Cuando nació aquí en la Tierra, era un bebé perfecto, pero nada más que un bebé. Cuando a los doce años de edad interrogó a los maestros en el templo, era un muchacho perfecto, pero nada más que un muchacho. (Luc. 2:41-52) De manera semejante, en su existencia prehumana, era perfecto como “obrero maestro” de Dios (Pro. 8:30), pero Dios tenía presente una posición muy superior para él, una que exigía cualidades aseguradas en un grado superlativo de perfección, confiabilidad y madurez demostradas. Por eso, antes de llegar a este elevado cargo de ser rey y sumo sacerdote, fue propio que el Hijo de Dios pasara por el desarrollo requerido, por el entrenamiento y la educación necesarios, por la disciplina y prueba necesarias, a fin de que fuera perfeccionado para su elevado cargo fuera de cualquier posibilidad de fracaso.
17. ¿Cómo fue sometida a prueba crucial la obediencia de Jesús cuando estuvo en la Tierra?
17 También entra en el cuadro el asunto de la obediencia. Es verdad que Jesús siempre había sido obediente antes de venir a la Tierra, pero su obediencia jamás había sido sometida a una prueba severa. Cuando estuvo en conflicto con criaturas espíritus, el ‘príncipe de Persia’ en el tiempo de Daniel, y también antes de eso con Satanás mismo acerca del cuerpo de Moisés, entonces no estaba sujeto a aquellos opositores. (Dan. 10:13; Jud. 9) No tuvo que pagar un precio elevado por ser obediente. Pero cuando vino a la Tierra y comenzó su ministerio, su servicio del campo, el caso fue totalmente diferente, ¿verdad? Desde el Jordán hasta el Calvario continuamente fue puesto a prueba, lo cual envolvió mucho sufrimiento. Después de un encuentro directo con el Diablo en el desierto, se presentaron todos aquellos grupos hostiles de presión religiosa que continuamente estuvieron asaltándolo y acosándolo hasta que finalmente lo prendieron. Sí, aprendió por experiencia, como pasando por un molino, por decirlo así, “con fuertes clamores y lágrimas.” Fue una terrible experiencia. Finalmente, fue aplastado hasta morir entre la piedra superior y la piedra inferior del molino figurado de los grupos de presión y de Roma. Sin embargo, no fue aplastado o quebrantado en espíritu, ni en su integridad y perfecta obediencia a su Padre celestial.—Mat. 4:1-11; Heb. 5:7.
18. Por todo lo que sufrió y aguantó, ¿qué bendiciones consiguió Jesús para sí mismo, y qué beneficios para otros?
18 Jesús siempre tuvo fe, pero ahora ésta tenía cualidad probada. Siempre fue genuino como el acero, mostrando lealtad y constancia, pero ahora era acero templado, templado por fuego. Así podemos apreciar más plenamente por qué fue necesario que Jesús aprendiera por experiencia verdadera lo que quería decir ser obediente bajo adversidad y sufrimiento extremados. Principalmente, fue debido a la posición singular que le esperaba a la diestra de Dios, cuando todas las cosas serían puestas en sujeción a él. Además, comprendemos que al pasar con aguante por aquella experiencia, manteniendo la fidelidad, fue hecho perfecto por ello en un sentido mucho más extenso y más profundo que nunca antes. Ahora estaba plenamente capacitado como sumo sacerdote para acudir en socorro de nosotros y suministrar ayuda al tiempo oportuno, llegando a ser así responsable de la salvación final, primero de los muchos hijos obedientes que han de participar con él en su trono celestial, y también para los muchos otros de la humanidad por quienes gustó la muerte. Éstos, también, tienen que aprender que ‘en el nombre de Jesús debe doblarse toda rodilla’ en sujeción, debido al “puesto superior” que bondadosamente le ha dado Dios a su Hijo fiel. Todo esto, por supuesto, es “para la gloria de Dios el Padre.”—Fili. 2:5-11.
19. ¿Cómo sabemos que las pruebas no se le impusieron a la fuerza a Jesús, y cómo se predijo esto?
19 Hay una cosa más que es digna de notarse en cuanto a Jesús. Las pruebas no se le impusieron a la fuerza. Él voluntaria y deliberadamente optó por emprender el ministerio, incluso el desenmascaramiento público de toda la religión y tradición falsas que se practicaban en su día, sabiendo plenamente bien que esto se atraería el fuego del enemigo. Fue como se predijo de su estado de ánimo y resolución: “Tuve fe, porque procedí a hablar. Yo mismo fui muy afligido.” Ante todo, Jesús tuvo fe en el reino de Dios y en que él sería instalado como rey de éste. Sobre la base de esta fe ‘procedió a hablar’ y a “dar testimonio a la verdad” en toda ocasión. Como resultado, fue “muy afligido.” Sin embargo, aun cuando se vio frente al fin y pudo decir: “Las sogas de la muerte me rodearon y las circunstancias angustiosas del Seol mismas me hallaron,” también dijo al mismo tiempo: “Mis votos pagaré a Jehová, sí, enfrente de todo su pueblo.” Él fue la persona más preeminentemente leal a Jehová, y probablemente le fue de gran consuelo en aquel tiempo recordar que estaba escrito: “Preciosa a los ojos de Jehová es la muerte de sus leales.”—Sal. 116:3, 10-15; 2:6; Juan 18:37.
20. Además de apreciar su ministerio a nuestro favor, ¿desde qué otro punto de vista debemos considerar a Jesús e interesarnos vivamente?
20 Como ya hemos indicado, estas experiencias que Jesús tuvo al aprender obediencia de la manera difícil no fueron solo de provecho para él mismo, capacitándolo también como sumo sacerdote para servir de provecho nuestro, sino que con ello puso el ejemplo para que nosotros lo sigamos en ciertos respectos. Esto aplica a los que tienen la esperanza de vida en un paraíso terrestre restaurado, además de a los que tienen la esperanza de compartir con Jesús el trono celestial de éste. Deseamos considerar esto más cabalmente con usted y le invitamos a fijar su interés en nuestra consideración. Confiamos en que experimente envolvimiento en ello pero quizás diga, como muchos: “No puedo interesarme desde este ángulo. Eso estuvo bien para Jesús; él era perfecto. Yo estoy demasiado al tanto de mis propias imperfecciones, que me impiden ir más allá de simplemente aceptar agradecidamente los beneficios del sacrificio de rescate de Jesús.” ¿Es eso buen razonamiento? ¿Es pensamiento correcto?