Fraudulentas reliquias religiosas
COMO persona honrada, recta y sincera usted ama la verdad y la justicia. Usted ama a los que hablan la verdad, que son honrados y en quienes puede confiarse. Naturalmente odia usted a todos los mentirosos, ladrones y timadores. Usted desprecia a los farsantes de toda clase, y especialmente cuando los descubre estar entre sus amigos más íntimos en los cuales ha puesto usted su confianza implícita en tiempos pasados. Y si hay tales engañadores disfrazados moviéndose entre su esfera de compañeros usted está feliz y contento si sus verdaderos amigos se los señalan, a fin de que usted a su vez pueda prevenir a otras personas honradas como usted. Es por lo tanto como verdaderos amigos de los de corazón honrado que llamamos la atención a los estafadores de reliquias que operan en nombre de la religión, y que hace siglos hurtan y despojan a la gente crédula con su mercancía de farsa. Aquí están los hechos.
La adoración de reliquias es de origen pagano y fué introducida en la religión católica romana hace muchos siglos. La Enciclopedia Católica (vol. 12, páginas 734-738) no sólo admite esto, sino también revela otros hechos muy alarmantes acerca de dónde vinieron estas reliquias y cómo. La adoración de reliquias entre los católicos, dice, “fácilmente se prestó al error, al fraude, y a la codicia de ganancia,” y como resultado “muchos abusos serios” se cometieron. Allá por el siglo cuarto, en los días de Agustín, los monjes católicos iban por todas partes “haciendo negocio con la venta de reliquias espurias”.
“En el Código Teodosio,” continúa la Enciclopedia, “la venta de reliquias se prohibe, pero numerosos cuentos, de los cuales sería fácil coleccionar una serie larga, empezando con los escritos de San Gregorio el Grande y San Gregorio de Turs, nos prueban que muchas personas sin conciencia hallaron un medio de enriquecerse mediante una clase de comercio con estos objetos de devoción, la mayoría de los cuales sin duda eran fraudulentos.”
Desde los días de Carlomagno, cuando la Iglesia y el Estado gobernaron como supremos, el tráfico con huesos de “santos” y otras antigüedades llamadas “santas” vino a ser tan desenfrenado que hasta miembros de la Jerarquía se quejaron de que los altares de las iglesias estaban siendo recargados de reliquias falsas. Había una competencia vehemente entre varias iglesias para excederse unas a otras en reliquias raras. Dice la Enciclopedia Católica: “Al comienzo del siglo noveno, como lo había mostrado M. Jean Guiraud, la exportación de los cuerpos de mártires de Roma había asumido las dimensiones de un comercio regular, y cierto diácono, Deusdona, adquirió una notoriedad inenvidiable en estas transacciones. Lo que quizás a la larga no fué menos desastroso que el fraude o la avaricia fué la rivalidad tremenda entre los centros religiosos, y la credulidad vehemente fomentada por el deseo de ser conocidos como los poseedores de alguna reliquia excepcionalmente sorprendente.” “Tal era el furor por ellas en un tiempo que hasta Mabillon, el benedictino, justamente se queja de que los altares estaban cargados de reliquias sospechosas, numerosas espurias siendo ofrecidas por todas partes a la piedad y a la devoción de los fieles. Añade, también, que a menudo son consagrados los huesos que, lejos de pertencer a los santos, probablemente no pertenecen a cristianos.”—Enciclopedia de M’Clintock y Strong, vol. 8, pág. 1928.
¿DE DÓNDE VINIERON ESTAS ANTIGÜEDADES?
En tiempos posteriores las enormes colecciones de reliquias duplicadas hasta avergonzaron a la Jerarquía al grado de que se vió forzada a dar alguna explicación. Citando otra vez, la Enciclopedia Católica dice: “La práctica ya observada de atribuir la misma santidad a los objetos que habían tocado el altar como al mismo altar, la costumbre de hacer facsímiles e imitaciones, una costumbre que persiste hasta nuestro día en las reproducciones de la estatua de San Pedro del Vaticano o de la gruta de Lurdes—todas éstas son causas adecuadas que explican por qué hay una multitud de reliquias innegablemente espurias con las cuales los tesoros de las grandes iglesias medioevales estaban repletos.” Cuando uno aprecia cómo operaban los pillos clericales con licencia ilimitada “es fácil entender el sinnúmero de duplicados y la extravagancia de las anotaciones en los inventarios de reliquias de Roma y otros países”, dice esta autoridad.
Las iglesias italianas cercanas a su madre en Roma están especialmente llenas de reliquias ficticias. “Lo siguiente es sólo un ejemplo de las que hay en la Iglesia de Santa Cruz de Jerusalén: tres pedazos de la verdadera cruz, la inscripción colocada arriba de la cruz; dos espinas de la corona de nuestro Señor; la esponja extendida a nuestro Señor con vinagre y hiel; un pedazo del velo y cabello de la Virgen; un frasco lleno de la sangre de Jesús; algo del maná recogido en el desierto, etc.” (Enciclopedia de M’Clintock y Strong) Un observador ha comentado que “existe hoy en día en todo el catolicismo suficiente de la ‘Verdadera Cruz’ para edificar varias casas”. Y además del frasco de la sangre de Jesús mencionado aquí y otro en Brujas, Bélgica, el periódico Register católico de Dénver dice “otras supuestas reliquias de la Preciosa Sangre se conservan en Wurtemberg, Sarzana, Mentón y Mantua”.
Haciendo una nota histórica al calce sobre el negocio de reliquias de farsa en su día, Geoffrey Chaucer en su “Prólogo de los Cuentos de Cantérbury” describe al “Perdonador” que acababa de llegar directamente del Vaticano con sus bolsillos llenos de perdones “calientitos” de Roma. Además de éstos, en su bolsa tenía una funda de almohada que dijo él era el velo de “Nuestra Señora”; también un fragmento de la mera vela del bote de pescador de San Pedro; también un vaso lleno de huesos de cerdo. Estas últimas reliquias, dice Chaucer, las vendió de casa en casa, ganando dos veces más dinero en un sólo día que los trabajadores. Y, a pesar de todo esto, “era en la iglesia un eclesiástico noble”, dijo con burla Chaucer.
Un ejemplo más reciente de una reliquia dudosa siendo venerablemente adorada por miles de almas crédulas fué la del antebrazo y mano “derechos” de San Francisco Javier. La revista Life publicó una fotografía de la reliquia cuando viajó por los Estados Unidos. Después de lo cual la esposa de un doctor llamó la atención del editor al hecho de que en verdad era un brazo y mano “izquierdos” volteados. No puede ser, declaró Life, porque el brazo izquierdo de Javier todavía está pegado al cuerpo en Goa, India, lo que sólo prueba que la reliquia circulada es el brazo y mano izquierdos de algún otro. ¡Una disparatada falsificación en verdad!
¿QUIÉN ES RESPONSABLE?
Admitido por los altos dignatarios de la Jerarquía Católica Romana, y otras personas informadas, que la mayoría de las reliquias de la cristiandad son patrañas—¿por qué, entonces, son adoradas en este ilustrado siglo veinte? ¿Qué razones, excusas o explicaciones tiene el clero por no informar a la gente en general de que la mayoría de sus antigüedades son imitaciones fraudulentas? Sus respuestas a estas preguntas, según se presentan en la Enciclopedia Católica, sacudirán a las personas honradas, amadoras de la verdad.
Primero que todo, en vista del hecho de que la adoración de reliquias se extiende a la remota antigüedad, el clero dice que no debe ser culpado por permitir que continúe la práctica. ¿Pero es esto cristiano? ¿No habló Jesús a todo tiempo la verdad, sin importar si descubría y desarraigaba las enseñanzas falsas y las prácticas demoníacas del clero judío que estaba arraigado en la remota antigüedad? (Mat. 15:1-9; 23:1-5, 16-28) La tarea de determinar qué reliquias son genuinas y cuáles son espurias es muy grande, el “tiempo y el costo” demasiados, dice el clero, y además produciría un escándalo y disturbio sensacionales entre el paisanaje. Muy bien, ¿por qué no deshacerse de todo el inventario de reliquias? ¿Por qué no decirle a la gente que todo el negocio de adorar reliquias es de origen pagano y del Diablo? ¿Por qué no decirle a la gente la verdad? ¿Por qué tratar de esconder los hechos verdaderos detrás de un refugio de mentiras o enterrarlos bajo las falsedades eclesiásticas? ¿No sabe el clero que ya muy pronto Jehová Dios barrerá su refugio de mentiras y falsedades?—Isa. 28:15-17.
“Suponiendo que [la adoración de reliquias] sea de hecho espuria,” dice la Enciclopedia Católica, “no se hace deshonra a Dios por la continuación de un error que ha sido transmitido con perfecta buena fe por muchos siglos.” ¡Qué remota y extraña es esta doctrina a todo lo escrito en la Biblia! ¡Jehová es Dios de verdad! (Juan 3:33; Rom. 3:4; Heb. 6:18) Todo error y mentira son del Diablo y ciertamente son un gran reproche y deshonra para Dios. (Juan 8:44; Rom. 1:25) En consecuencia, Jehová está en contra de todos los tales fraudes piadosos que enseñan mentiras en Su nombre y acabará con ellos en el Armagedón.